Tras dejar de lado nuestro país durante la gira de presentación de su último trabajo "The Astonishing", Dream Theater regresaban a la Ciudad Condal para conmemorar junto a sus seguidores el vigésimo quinto aniversario de "Images And Words", el plástico que marcó la entrada del vocalista James LaBrie. No era está la primera vez que los maestros de Long Island se presentaban en solitario a la cita, ya que viene siendo habitual que cada cierto tiempo nos visiten en formato "An Evening With", con lo que todos teníamos claro que sería un show extenso, en el que el principal protagonista sería el citado trabajo grabado en New York junto al productor David Prater.
Una interminable
cola a las puertas del Razzmatazz nos hacía presagiar que el recinto
presentaría un fantástico ambiente, con ambas plantas abiertas y llenas. Así
que tocaba armarse de paciencia para acceder pronto al local y buscar un buen
lugar desde el que no perderse el más mínimo detalle. Curiosamente, en esta
ocasión, los americanos optaron por un montaje escénico bastante más sobrio que
en anteriores ocasiones, prescindiendo de pantallas, atrezo escénico y apoyos
audiovisuales.
Con puntualidad
británica las luces del local se apagaron para que una grandilocuente
introducción acompañara la entrada de los músicos para arrancar la velada con
"The Dark Eternal Night".
Respaldados
sobre un sonido que rozó la perfección, Dream Theater se mostraron tan
virtuosos y elegantes como de costumbre, capitaneados por el fornido y barbudo Petrucci,
que fue sobre quién recayeron gran parte de las
miradas. La principal incógnita giraba en torno al estado de forma de James
LaBrie, y lo cierto es que el vocalista canadiense rayó a un excelente nivel, mostrándose más
cercano y participativo que en anteriores
ocasiones. En cambio, el que estuvo
bastante
más comedido fue Jordan Rudess, ya que una de las contadas ocasiones en las que
abandonó su kit de teclados para empuñar
un futurista keytar, -con iPad
incorporado-, fue durante el solo
del tema de apertura.
Una ovación de
gala daba la bienvenida al quinteto antes de que el vocalista nos devolviera el saludo y nos explicará en
qué consistiría el show de esta noche. Acto seguido, unos elegantes teclados nos abocarían sobre "The Bigger Picture", que fue
rematada por una soberbia interpretación de un LaBrie que nos hipnotizó
mientras se mantenía inmóvil y aferrado
a su pie de micro. Esa magia y esa conexión
que
la banda había conseguido crear con sus seguidores
se mantendría intacta a lo largo
del
instrumental "Hell' s
Kitchen", con los teclados
dando
la réplica a Petrucci en otro ejercicio de sublime virtuosismo.
Mucha curiosidad
había por comprobar como sonarían en directo las composiciones de “The Astonishing”, de modo que la banda no se dejaría en el tintero durante este primer tramo del show "The Gift Of
Music", que nos dejaba la estampa de Petrucci y Myung copando el centro del escenario para
protagonizar unos vibrantes increscendos; y "Our New World". Tras unos segundos
de oscuridad John Myung se quedaba solo
en escena para, -entre las demandas de
silencio de parte del respetable-, dibujar sobre su bajo la melodía de "Portrait Of Tracy", que fue el preámbulo perfecto para el demoledor "As I Am", que nos traía de vuelta a
los Dream Theater más oscuros y metaleros. Por si este cambio
de registro no había conseguido espolear suficientemente al
público, la sala se vino abajo cuando la banda intercaló un fragmento del
"Enter Sandman" de Metallica. La elegida para finiquitar el primero
de los tres actos de la noche fue "Breaking All Illusions", que servía
para que Petrucci desplegara sus hipnóticas melodías a lo Pink Floyd.
Tras una pausa de
unos quince minutos aproximadamente llegaba el momento de la nostalgia, de
viajar en el tiempo y volver a disfrutar de una pieza imprescindible para todos los seguidores del metal
progresivo: "Images And Words". La introducción "Happy New Year
1992" hacia explotar al público y mientras lentamente se diluía la euforia la guitarra lila de Petrucci jugaba
con la melodía inicial de "Pull Me
Under". El retorno de LaBrie fue majestuoso, paseándose por el escenario mientras animaba al personal a
entonar el estribillo. Uno de los momentos más emocionantes del show
llegaría
con "Another Day", que plasmaba a la perfección la comunión total entre la banda y un público que agitó los
brazos de izquierda a derecha siguiendo las indicaciones del vocalista.
Todos sabíamos que
la guitarra del maestro Petrucci volvería a erigirse como protagonista durante
los desarrollos de "Take The Time", que hacía crecer el nivel de
intensidad mientras unas luces giratorias se encargaban de dar colorido al
escenario. Siguiendo el mismo orden que en el disco, la siguiente en sonar fue
"Sorrounded", dejándonos una de las mejores interpretaciones de un
LaBrie que se esforzó al máximo para tratar de alcanzar sus exigentes agudos.
Si hasta este momento todos los miembros de la banda habían tenido ocasión de
mostrar sus habilidades técnicas, el turno de Mike Mangini, y su imponente batería
blanca, llegaría en la parte intermedia del majestuoso
"Metropolis
Pt. 1: The Miracle And The Sleeper", que provocaba la hilaridad del
respetable para convertirse en el momento cumbre de este segundo acto.
Nuestro viaje proseguiría con una de las composiciones más potentes del álbum “Under A Glass Moon”, que nos dejaba el enésimo desafío entre Petrucci y Rudess. El momento de rebajar los ánimos llegaría con la deliciosa “Wait For Sleep”, con una extensa introducción de Rudess mientras LaBrie permanecía sentado en una banqueta antes de ofrecernos una melancólica interpretación. Como no podía ser de otra forma, el capitulo final estaría reservado para otra extensa suite que engloba a la perfección las diferentes facetas del quinteto, “Learning To Live”.
Nuestro viaje proseguiría con una de las composiciones más potentes del álbum “Under A Glass Moon”, que nos dejaba el enésimo desafío entre Petrucci y Rudess. El momento de rebajar los ánimos llegaría con la deliciosa “Wait For Sleep”, con una extensa introducción de Rudess mientras LaBrie permanecía sentado en una banqueta antes de ofrecernos una melancólica interpretación. Como no podía ser de otra forma, el capitulo final estaría reservado para otra extensa suite que engloba a la perfección las diferentes facetas del quinteto, “Learning To Live”.
Dispuestos
a poner el brillante colofón a la velada Dream Theater regresarían al escenario
para protagonizar un tercer acto que consistió en la interpretación integra del
excelso “A Change Of Seasons”, un último
y suculento regalo del que destacaría la
versatilidad de “II: Innocence”, los vibrantes
duelos entre Petrucci y Rudess durante
“IV: The Darkest Of Winters”, la sutileza
de “V: Another World” y el trepidante sprint final que supuso “VII:
The Crimson Sunset”.
Fueron
casi tres horas de show en las que Dream
Theater volvieron a reivindicarse como
los indiscutibles líderes del metal progresivo, amén de repasar su obra más
exitosa. Y es que no debe ser fácil volver a capturar la magia, la emoción y la
intensidad de unas composiciones que fueron escritas hace más de 25 años, pero
lo cierto es que los actuales Dream
Theater consiguieron cautivar a unos
seguidores que recordaran este concierto
durante años.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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