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domingo, 11 de junio de 2017

GUNS N´ ROSES-PASSEIO MARITIMO DE ALGÉS-LISBOA-PT-2-JUN-2017


Evidentemente, en un mundo dominado por la inmediatez, lo fácil hubiera sido dejarse llevar por la euforia  del momento y hacer un artículo loando los parabienes de la visita de Guns N´Roses a la capital  portuguesa. Pero, en esta ocasión, he preferido dejar que bajara el suflé y tomar distancia para analizar lo que fue el  concierto.

Sin duda los angelinos fueron la última gran banda llena estadios de  la década de los ochenta. Peligrosos, salvajes e indomables, la formación consiguió someter al universo roquero para poco después diluirse y desmembrarse tras la publicación de su álbum de versiones “ The Spaghetti Incident?”, quedando W. Axl Rose y el teclista Dizzy Reed como únicos representantes  de aquella formación irrepetible. Ríos de tinta corrieron cuando el vocalista se apropió según cuentan las crónicas con malas artes del nombre para seguir girando y posteriormente editar "Chinese Democracy", uno de los álbumes más caros y esperados de la historia que no llegó a colmar las expectativas de sus incondicionales. Pero el tiempo y, como no, una suculenta oferta económica convirtieron  en realidad el sueño de muchos fans que ya habían perdido toda esperanza de ver juntos sobre el mismo escenario a Axl, Duff y Slash. 

No era esta la primera vez que el vocalista tocaba en el Passeio Marítimo De Algés, ya que hace aproximadamente un año actuó en este mismo recinto junto a los australianos Ac Dc. Desde la jornada previa al concierto ya se podía apreciar en la capital lisboeta el ambiento de las grandes ocasiones, con mucha gente “danzando” por la ciudad ataviada con camisetas de la formación angelina, así que no me extrañó que la cita acabara reuniendo a más  de 50.000 espectadores. Lo primero que llamaba la atención al acceder al recinto era la amplitud del lugar, con una gran zona dedicada al catering y unas mesas donde muchos aguardaron pacientemente  a la hora del plato fuerte de la noche.

Con el sol todavía castigando severamente a los osados que no quisimos perdernos los actos de apertura aparecían en escena Tyler Bryant & The Shakedown, quienes nos ofrecieron una marchosa colección de composiciones marcadas por el blues y el hard rock, tal y como ya hicieran en su anterior visita abriendo para la banda del mítico Angus Young. Aunque el viendo hizo que el sonido les jugara alguna mala pasada, lo cierto es que su descarga sirvió para animar a un personal que acompañó con palmas temas “Lipstick Wonder Woman” o la guitarrera “House On Fire.

Menos acertada resultó la descarga de Mark Lanegan, quien se mostró frió, estático y distante durante su tiempo sobre las tablas, sin apenas dirigirse al respetable y limitándose a atacar piezas de su carrera en solitario como la inicial “Riot In My House” o “Death´s Head Tatto”. Muy atrás parecen haber quedado para el compositor y vocalista de Washington los tiempos de Screaming Trees, ya que de la época que estuvo al frente de la formación de los hermanos Conner simplemente rescató  durante el tramo  final del show “Black Rose Way”, que pasó bastante desapercibida entre el publico. En definitiva, que la actuación de Mark Lanegan supuso una pequeña decepción, aunque más por su actitud que por otra cosa.

Una vez consumidos los actos previos poco a poco la gente se fue posicionando frente al inmenso escenario para no perderse el más mínimo detalle de uno de las giras más esperadas de los últimos tiempos. El montaje fue faraónico, con un inmenso escenario donde sendas escalinatas rodeaban la tarima de batería y sendos kits de teclados. En cuanto a las pantallas, habían dos que flanqueaban el escenario y una inmensa central compuesta por  tres columnas, que intercalaría las imágenes de los músicos y las proyecciones que acompañarían a muchos de los temas.

Con las pantallas exhibiendo el logo clásico de la banda, que se iba intercalando con diferentes armas de fuego, la espera se iría consumiendo lentamente hasta que la simpática melodía de “Looney Tunes”, nos ponía en preaviso de lo que estaba por llegar. Con la gente completamente desatada y respirándose un clima de euforia en el recinto la banda aparecía  en escena para hacer botar al respetable al ritmo de “It´s So Easy”. Liderados por un Axl Rose, que apareció en escena sin bandana y luciendo una llamativa chupa roja, la banda conseguiría conectar rápidamente con sus seguidores a base de clásicos incontestables como el mítico “Mr. Brownstone”, que nos dejaba con las primeras carreras del vocalista para después deleitarnos con una buena dosis de sus  clásicos contoneos.

Y es que el  controvertido vocalista rayó durante todo el concierto a un notable nivel, aunque hay que recalcar que se le vio pasar por más de una dificultad a la hora de encarar los momentos más exigentes del show. La primera concesión a su última obra de estudio llegaría con “Chinese Democracry”, que apaciguaba ligeramente los ánimos, permitiéndonos recuperar el aliento después de un arrollador arranque, dejando que  los fuegos artificiales captaran nuestras atención mientras  teñían el cielo de la capital lusa. Aunque Axl fue sobre quien recayeron la mayoría de las miradas, el mítico Slash también reclamaría su propia cuota de protagonismo al coquetear repetidamente con el riff inicial  de “Welcome To The Jungle”, que volvía a desatar la euforia entre el personal.


Debó admitirlo, habiendo visto al guitarrista de la chistera en numerosas ocasiones me sorprendió, y mucho, ese papel secundario que asumió durante todo el show, permaneciendo en su lado del escenario sin apenar interactuar con Axl. Lejos queda la imagen de aquel guitarrista loco e impredecible que no dejaba de fumar, ya que ahora Slash se muestra mucho más sobrio y comedido, concentrado en su instrumento para clavar cada uno de sus solos e intervenciones, tal y como sucedió en  “Double Talkin´ Jive”, que se convertía en el primer recuerdo a la época de los “Use Your Illusion”.

El último as de este trío de lujo era el bajista Duff McKagan, quien se mostró solido, atento y muy activo, asumiendo ese papel de sheriff que le ha tocado ejercer en esta nueva etapa en la banda. En cuanto al resto de la banda, mención especial merece el concurso del guitarrista Richard Fortus y el derroche  de garra e intensidad que ofreció, impregnando de actitud roquera a sus compañeros y haciéndose cargo de algunos solos. Quizás el que estuvo un poco por debajo del nivel fue el batería Frank Ferrer, ya que no tiene ni el feeling de Steven Adler ni la pegada de Matt Sorum.

Pese a que gran parte de la actual encarnación de los Gunners no participó en la composición y la grabación  de “Chinese Democracy”, Rose no quisó dejarse en el tintero piezas como “Better”, que nos permitiría apreciar las cualidades vocales de la teclista Melissa Reese”, y “This I Love”. Pero evidentemente la gran mayoría de los presentes estábamos allí para volver a disfrutar de sus temas más emblemáticos, de modo que la respuesta del público fue colosal cuando la banda atacó piezas como la majestuosa “Estranged”, que nos dejaba a Slash ocupando la parte superior del escenario mientras hacia llorar a su guitarra.

Tampoco faltarían a lo largo de las casi tres horas  que duró el concierto su habitual retahíla de versiones. La primera en llegar para poner el recinto patas fue “Live And Let Die”, con Axl encaramado sobre uno de los monitores para alzar desafiante su pie de micro al cielo para poner a todo el mundo a cantar su matador estribillo. La fiesta no se detendría, así que una nueva mirada sobre el icónico “Appetite For Destruction”, nos conduciría hacia la perversa “Rocket Queen”.


Con la gente completamente extasiada llegaba “You Could Be Mine”, el tema que la banda coló en la banda sonora de la película “Terminator 2”, que servía para demostrar que pese al paso de los años los chicos malos no han perdido su instinto asesino. Tras una nueva ración de fuegos artificiales y después de que Axl lanzara su micro al respetable, el vocalista se perdería entre bambalinas para dejar que fuera su compañero Duff el encargado de liderar a la banda durante la versión del “New Rose” de The Damned. 

Ataviado con una nueva vestimenta, el vocalista cambio en repetidas ocasiones de indumentaria a lo largo de la velada, Axl retornaba para sumergirnos en la épica de “Civil War”, que acabaría recibiendo una monumental ovación. Como ya hicieran en sus conciertos previos, no faltaría el homenaje al vocalista de Soundgarden con “Black Hole Sun”, que personalmente creo que bajo un poco el nivel de intensidad del show, aunque fue un emotivo recuerdo. Una de las sorpresas de la noche llegaría cuando en las pantallas pudimos apreciar los electrocardiogramas que nos anunciaban la llegada de la extensa “Coma”, una pieza que la banda ha recuperado para este tour  y que nos muestra la ambición y la amplitud de miras que la banda tenía a principios de la década de los noventa.


Tras ella llegaría el momento de Slash, quien en un fantástico solo ejercería de guitarhero para provocar con su interpretación del tema principal de la película “El Padrino” una de las mayores ovaciones de la noche. Al igual que ya sucediera en sus presentaciones de principios de los noventa la siguiente en sonar sería “Sweet Child O´Mine”, que hacia estallar al personal mientras Axl, ataviado con una chupa blanca, pasaba más de una dificultad para alcanzar las tonalidades  más exigentes.

La nota rebelde la pondría ese puñetazo en la cara que “Out Ta Get Me”, que nos mostraba la cara más macarra y gamberra de la banda, con Duff luciendo orgulloso su camiseta con el rostro del irrepetible Lemmy. Los ánimos se apaciguarían cuando tras el duelo que nos ofrecieron Slash y Fortus durante “Wish You Were Here”, Axl se sentó frente al piano en el centro del escenario para mostrar sus dotes como instrumentista durante la monumental “November Rain”, que se convirtió en uno de los momentos mágicos de la noche, con la banda transmitiendo magia e intensidad durante sus largos desarrollos instrumentales para acabar abocándonos sobre su épico final.

Pese a que llevábamos ya más de dos horas de concierto la gente seguía deseosa de bailar y cantar junto a sus héroes. Así que la mejor forma de colmar las expectativas de un público que vibró intensamente durante todo el show fue el clásico de Bob Dylan “Knockin´On Heaven´s Door”, que nos dejaba  la impactante estampa de 50.000 gargantas coreando al unísono el estribillo del legendario  compositor  americano. Sin apenas darnos ni un segundo de tregua la bocina  de la estación nos anunciaba la llegada de “Nightrain”.

Con la gente coreando insistentemente el nombre de la banda los músicos volverían a aparecer sobre las tablas  para dedicarnos la deliciosa “Patience”, con Slash empuñando una guitarra acústica. Pero ese impás de delicadeza y elegancia sería tan solo un espejismo, ya que las guitarras volverían a rugir con fuerza durante “Whole Lotta Roise”, que se convertía en el preámbulo perfecto para el fin de fiesta que protagonizaría la imprescindible “Paradise City”, que llegaba acompañada de fuegos artificiales y confeti para poner el broche de oro a la velada.

Como suele suceder a la salida de los grandes conciertos hubo opiniones para todos los gustos. Pero seamos sinceros: la juventud es la única enfermedad que se cura con el tiempo, y los actuales Guns N´Roses son una banda de señores maduros y profesionales, que han aparcado sus diferencias personales  para llenarse los bolsillos y ofrecer a sus seguidores lo que llevaban tanto tiempo añorando. No, evidentemente, la banda no es aquella que quemaba los escenarios a su paso envuelta de escándalos y excesos, ahora se conforman con ofrecer unos conciertos que estén a la altura de su leyenda y que sirvan para colmar las expectativas de  todos esos fans que nunca perdieron  la esperanza de volver a ver juntos a  Slash, Duff y Axl. Ahora tan solo queda comprobar si este exitoso tour será el primer paso para que se pongan manos a la obra y compongan nuevos temas. Esperemos que así sea.



TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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