La
música de Kadavar es como agarrar una maquina del tiempo y viajar
varias décadas al pasado. Desde que editaran su álbum homónimo en 2012, el trío
berlinés no ha parado de tocar en directo. Cuatro discos de estudio, varios
singles y un directo constituyen su bagaje en apenas siete años de existencia.
Varias han sido las ocasiones en las que han pisado los escenarios catalanes,
así que tras peregrinar por varias salas de la Ciudad Condal, en esta ocasión,
el enclave escogido para la presentación en sociedad de su última entrega
discográfica “Rough Times”, era la Sala
Bikini. Como compañeros de viaje contarían con el concurso de los holandeses Death
Alley, y sus compatriotas Mantar, quienes, desmarcándose de los sonidos “vintage,” fueron los
encargados de poner la nota oscura y corrosiva a una velada dominada por el
rock y la psicodelia.
Desbordando
vitalidad y con las pilas cargadas aparecían en escena los encargados de abrir
esta tarde/noche de domingo: Death Alley. A pecho descubierto y enfundado en un
chaleco su vocalista Douwe Truijens se mostró como un gran frontman,
ofreciéndonos una buena colección de pasos de baile mientras no dejaba de
agitar la cabeza y tocar la pandereta para tratar de enganchar a los más animados
con el marchoso ritmo de la inicial "Black Magick Boggieland". Al
igual que sucedería con la propuesta de las estrellas de la noche, los
holandeses dejaron patente sus influencias más clásicas dando buena cuenta de
ese estilo que ellos mismo denominan como proto-punk, y que consiste en
combinar lo mejor de bandas míticas como MC5, The Stooges, Motörhead y Black
Sabbath, tal y como dejaron patente en "The Chain", que alternó riffs titánicos y pasajes salvajes y rabiosos.
Durante
el escaso tiempo del que dispusieron Death Alley nos ofrecieron algunos de los mejores
momentos de su ópera prima “Black Magick Boogieland”, aunque no se olvidaron de
temas como "Murder Your
Dream", que arrancaba con Douwe sentado sobre uno de los monitores para
posteriormente acabar desatado, agitándose salvajemente ante la atónita mirada
de una audiencia que poco a poco se fue contagiando de su vitalidad. Pero no
todo fue potencia y desenfreno durante su presentación, ya que el cambio de
registro llegó con las ambientaciones hipnóticas de "Feeding The
Lion", que servía como carta de presentación para su guitarrista Oeds
Beydals.
Con
los cuatro miembros de la banda alzando los puños al aire arrancaba la final
"Supernatural Predator", que volvía a hacer subir la temperatura en
la sala, con la gente coreando su estribillo para acabar dejándonos un muy buen
sabor de boca. Debo admitirlo, no conocía a Death Alley, pero tras ver su
actuación han ganado un nuevo seguidor… y no creo que fuera el único.
Aunque
poco tenía que ver la propuesta de Mantar con la de los protagonistas de la
noche, lo cierto es que muchos no quisieron perderse las evoluciones en directo
de los germanos. Para cualquiera que haya seguido la trayectoria de Mantar resulta
incuestionable que no son una banda al uso. Y no lo digo únicamente por su
atípica alineación de dúo, que conforman
Hanno y el batería Erinc; sino porque
sus composiciones destilan una rabia y una intensidad que acaba atenazando al
oyente.
Posicionados
uno frente al otro y puestos de perfil hacía el respetable, los miembros de Mantar llegaban dispuestos a
no dar tregua ni hacer concesiones, dando rienda suelta a ese sludge sucio y
visceral que siempre les ha caracterizado, y que sirvió para que la gente se
dejara arrastrar rápidamente hacia su delirante universo sonoro con piezas
como "Cult Witness" y la
tormentosa "Praise The Plague".
Entre
las caras de estupefacción de los que todavía no les conocían y la euforia
desatada de sus incondicionales la velada prosiguió con los crujientes pasajes
de la aplastante "Into The Golden Abyss". Evidentemente, el centro de
todas las miradas fue Hanno, que no dejó de retorcerse y revolcarse por el escenario
mientras castigaba su guitarra y nos
ofrecía los escalofriantes alaridos contenidos
en "Spit".
Tras
haber firmado un arranque incendiario, Hanno nos daba las buenas noches y agradecía
nuestra presencia antes de seguir castigando nuestros tímpanos con la rabia
punkera de "Cross The Cross", que era la elegida para marcar el
ecuador de su presentación. Curiosamente, a lo largo del show los alemanes
centraron su repertorio en las composiciones de “Death By Burning”. Sin
embargo, tampoco faltaría algún guiño a su último Ep “The Spell”, del que
rescataron “Pest Crusade”. Para el sprint final los de Hamburgo se reservaron
la magnifica “Era Borealis”, que impregnaba el recinto con su aroma demoniaco y
su ambientación apocalíptica; y “White NIghts”, que nos abocaba a un delirante final, con Hanno encaramado sobre la batería antes
de acabar, una vez más, revolcándose por
el suelo.
No
tuvimos que esperar mucho tiempo para poder disfrutar del acto principal de la
noche, Kadavar. Ante una sala abarrotada y con un escenario engalanado con un telón
de fondo en el que el logo de la banda se inscribía dentro de la luna en un
cielo estrellado, el trío de barbudos berlineses aparecía en escena para dar el
pistoletazo de salida con el tema que presta título a su última entrega, “Rough
Times”, desplegando su esencia revival ante una audiencia que parecía entregada
de antemano. Con Christoph “Lupus”
Lindemann posicionado a la derecha, el bajista Simon “Dragon” Bouteloup a la
izquierda, y ocupando el centro
Christoph “Tiger” Barlelt, (todo un espectáculo verle tocar la batería);
Kadavar no tardaron en desplegar la ácida
psicodelia que marcó “Skeleton Blues”, que fue la escogida para la primera
exhibición de Lupus y su pedal wahwah.
Si
en anteriores visitas su punto débil había sido el apartado vocal, en esta
ocasión, Lupus se mostró de lo más sólido y resolutivo a la hora de encarar los sabbathicos desarrollos de “Doomnsday
Machine”, que suponía su primera incursión en “Abra Kadavar”. El ataque guitarrero no se
detuvo gracias a los aromas desérticos del machacón “Pale Blue Eyes”, que acabó
recabando una de las mayores ovaciones de la velada. Pero no todo el
protagonismo se lo iba a llevar su
frontman, ya que esa percusión tribal y repleta de cambios de ritmos que Tiger
nos ofreció durante “Black Sun”, haría que todos centráramos nuestra mirada en
su peculiar forma de tocar la batería.
Una
nueva mirada sobre el material de “Rough Times”, nos acabaría abocando sobre el
reptante ritmo de “Into The Wormhole”, que fundía a la perfección los aromas
setenteros y esos desarrollos que coquetean con las ambientaciones doom.
Durante todo el show el trío se mostró como una maquinaria perfectamente
engrasada, de modo que no me sorprendió el ejercicio de sincronización que nos ofrecieron Lupus y Dragon durante el
arranque de “Broken Wings”, que fue
acompañado con palmas por gran parte del respetable. La catarsis llegaría
acompañada de “The Old Man”, con todos los presentes canturreando su
característica melodía para acabar convirtiéndose en uno de los momentos de la
noche.
A
estas alturas los alemanes no estaban dispuestos a variar el paso, de modo que
para encarar la recta final de su presentación optaron por uno de los platos
fuertes de su último redondo “Die Baby Die”. El retorno sobre las sonoridades
más densas y pantanosas estuvo reservado para la primeriza “Forgotten Past”,
uno de los temas que mejor puede definir su filosofía musical. No abandonarían
el material de su opera prima, -que gozó de un papel destacado a lo largo del show-,
ya que fusionado con el último acorde del tema anterior arrancaba “All Our
Thoughts”, que nos dejaba la enésima exhibición de un Lupus absolutamente
desatado.
Antes
de abandonar por primera vez el escenario los berlineses todavía tendrían
ocasión de invitarnos a corear los contagiosos estribillos de “Tribulation
Nation”, para acto seguido poner el punto y seguido con “Purple Sage”, que fue
precedido de un curioso solo de batería. En el arranque de los bises Kadavar
nos mostraron su faceta más punk, con
una potente versión del clásico de The Damned “New Rose”. La despedida
definitiva llegó con una celebradísima “Come Back Life”, que servía como excusa
para que todos moviéramos las caderas antes de despedir al trío con una ovación de gala.
En
menos de una década Kadavar se han convertido en un referente obligado para
todos los seguidores del sonido revival.
La calidad de sus trabajos y sus constantes giras les avalan. Ya no es
extraño ver en sus conciertos a
seguidores de otros estilos, así que no me extrañaría que los berlineses
acabaran convirtiéndose en poco tiempo en
uno de los nombre importantes dentro de la escena europea.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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