Han pasado 17 años
desde que Satyricon pisaron por primera vez nuestros escenarios acompañando a Pantera. En aquellos años los noruegos eran
uno de los baluartes de la escena black metalera y presentaban su cuarto largo
"Rebel Extravaganza". Posteriormente la formación capitaneada por el multiinstrumentista
Sigur Wongraven, Satyr; y el batería Kjetil-Vidar Haraldstad, Frost; decidió
abrir su propuesta hacia nuevos horizontes, lo que les reportó unas mayores
cuotas de popularidad pero también las airadas críticas de algunos fans que no acabaron de comulgar con su
evolución.
Afortunadamente el
tiempo les ha colocado en un lugar privilegiado dentro de la escena y pese a
los problemas de salud de Satyr, el dúo ponía en circulación hace pocas semanas
su nuevo trabajo "Deep Calleth Upon Deep", que ponía fin a cuatro
años de silencio discográfico. La sala mediana del Razzmatazz, en formato
acotado, fue el lugar escogido para su retorno a la capital catalana y como
aperitivo antes de su descarga contaríamos con la presencia de sus compatriotas
Fight The Fight y los thrashers griegos Suicidal Angels.
Poco, muy poco
público,-apenas 40 personas-, había en el
local cuando aparecieron en escena Fight The Fight. Seguramente, está
reducida afluencia fue propiciada porque muy poca gente les conocía pese a su
andadura previa como Oslo Faenskap.
Pero sobreponiéndose a la frialdad de una
sala prácticamente vacía el quinteto nos ofreció un detallado repaso a las
composiciones de su ópera prima homónima.
Una propuesta
diversa y con múltiples influencias fue lo que nos ofrecieron los de Oslo
fusionando contundentes riffs con pasajes envolventes y de corte melódico, tal
y como dejaron patente en temas como "My
Emperor" o “Addictions”.
Tampoco faltarían algunos samplers y coros
pregrabados durante los retazos core de "Antira´s Dance", ni las
pinceladas de clasicismo con las guitarras dobladas que protagonizaron la final
"No Escape". En definitiva que Fight The Fight mostraron sus cartas y
cuajaron una buena actuación ante una audiencia que se mantuvo fría y estática
a lo largo de la media hora que estuvieron sobre las tablas.
El panorama cambió
notablemente para presenciar la descarga de Suicidal Angels. Los griegos se han
dejado ver con bastante asiduidad por la Ciudad Condal durante los últimos años,
y eso se notó en la entrega de unos fans que volvieron a disfrutar al máximo de
las humeantes acometidas que protagonizaron Nick Melissourgos y sus muchachos. Siempre
habrá quienes aleguen , -no sin razón-, que los atenienses no aportan nada
nuevo a la escena, pero lo cierto es que: lo que hacen, lo hacen muy bien. Su
último trabajo "Division Of Blood" les ha permitido girar incansablemente
por el viejo continente haciéndoles ganar tablas y aplomo, especialmente a
Nick, que presenta los temas y mueve al
personal al más puro estilo Petrozza.
Lo dicho, lo suyo es
el thrash metal directo y letal, repleto de guiños a las bandas clásicas del género,
y con invitaciones constantes al pogo y los circle-pits, de modo que desde que
dieran el pistoletazo de salida con “Capital Of War”, los aledaños del
escenario se convirtieron en una auténtica batalla campal. Con la portada de su
última obra presidiendo el escenario, y
con dos pancartas flanqueando la batería, los griegos no se limitaron
únicamente a repasar su último lanzamiento, sino que a lo largo de su descarga
también tuvimos ocasión de recordar
viejas favoritas como “Bloodbath”, que nos volaba la cabeza con su marcado
contraste entre pasajes crujientes y endiabladas aceleraciones.
Por si alguien
albergaba alguna duda del potencial de los griegos, tampoco se dejaron en el
tintero los desarrollos más intensos y melódicos de “Frontgate”, que se cerraba
con el frontman invitándonos a levantar nuestros puños al aire. Y es que la
descarga de Suicidal Angels fue corta, pero intensa. Así que el momento de
agitar la cabeza y cantar llegaría con “Eternally To Suffer”. Una nueva mirada al pasado, concretamente
al material de su anterior “Divide And Conquer”, servió como excusa para
adentrarnos en los mosheantes riffs del
tenebroso “Seed Of Evil”.
Para encarar la
recta final de su delirante actuación optarían por un tema que a estas alturas
se ha convertido en todo un himno para sus incondicionales “Moshing Crew”.
Mientras que la elegida para rubricar una actuación que se nos hizo muy corta
fue la imprescindible “Apokathilosis”, único recuerdo que se permitieron al
material de su ópera prima, “Eternal Domination”. Una vez más, los griegos
llegaron motivados y con las pilas bien cargadas para firmar una notable
actuación.
Transcurridos
treinta minutos desde la finalización de la presentación de Suicidal Angels
todo parecía preparado para albergar la descarga del acto principal de la
noche: Satyricon. Con la sobria portada de su último redondo presidiendo el
local, los teclados y la batería de Frost quedaban esquinados a ambos lados del
escenario. Pero faltaba algo, el característico pie de micro que un “pipa” se
encargó de colocar en el momento que se apagaron las luces y empezó a sonar la tenebrosa introducción que nos abocaba sobre la novedosa “Midnight Serpent”.
Lo primero que llamó
mi atención fue un sonido potente e impecable, que se mantuvo durante todo el show, convirtiendo la velada en una
cita memorable. El centro de atención sobre las tablas fue Satyr, que derrochó
carisma, entrega y presencia
escénica, enfundado en una chaqueta de cuero y mostrándose desafiante y expeditivo
mientras daba buena cuenta de la premonitoria “Our World, It Rumbles Tonight”,
que nos dejaba el imparable baqueteo de un Frost pletórico.
Con el público
absorto Satyr nos invitaba a alzar los puños
al aire durante “Black Crow On A
Tombstone”, haciéndonos viajar en el
tiempo hasta la época de “The Age Of Nero” para acabar recabando una rotunda
ovación. Tras estas primeras incursiones en el material facturado durante los
últimos años tocaba seguir buceando en
su novena obra, y para ello que mejor que la propia “Deep Calleth Upon Deed”.
Tras un pequeño
interludio llegó el turno de “Walker Upon
The Wind”, que sonó oscura y decadente, con Satyr empuñando el emblema
de la banda impasible en el centro del escenario. Sin darnos ni un segundo de
tregua nuestro viaje prosiguió con la corrosiva “Repined Bastard Nation”,
que con sus pinceladas apocalípticas
caldeaba el ambiente en la pista. Pero lo mejor todavía estaba por llegar, ya
que uno de los momentos de la noche fue “Commando”, que provocaba la locura entre unas primeras filas que parecían completamente
desatadas. El nivel de intensidad y el clima que la banda había conseguido
crear con sus seguidores se mantuvo a lo largo de la pieza que daba título a su
trabajo de 2006, “Now, Diabolical”.
Tras semejante
derroche de contundencia y brutalidad, un nuevo interludio nos permitiría
recobrar el aliento antes de que los noruegos desplegaran el halo mistérico de “To Your Brethren In The
Dark”, mientras que la última incursión en su más reciente entrega discográfica
estuvo reservada para “Dissonant”. El
contraste entre el presente y el pasado se haría patente con una doble mirada al material compuesto
durante la década de los noventa, ofreciéndonos las melancólicas melodías de
“Trascendental Requiem Of Slaves”, para las que Satyr se sumó a las guitarras.
El triunvirato de guitarras se mantuvo durante el tramo inicial de “Mother
North”, pero a mitad del tema el carismático frontman abandonó su guitarra para
encaramarse sobre la tarima de la batería y dirigir el coro que les servía para
poner el punto y seguido a la velada.
Para el retorno
sobre las tablas Satyr volvió a colgarse la guitarra sumando más
contundencia a los demoledores riffs de “The Pentagram Burns” y “Fuel For Hatred”.
Antes de abandonar definitivamente el escenario Satyr todavía tuvo tiempo de agradecernos nuestra presencia y nuestro
apoyo para posteriormente asestarnos el golpe
de gracia con “K.I.N.G.”, que servía como colofón definitivo al ritual de los
noruegos.
Pese a que la sala
se les acabó quedando un poco grande, Satyricon demostraron estar en un
fantástico estado de forma, ofreciéndonos un show potente, variado y con un
sonido impecable, en el que Satyr y Frost dieron buena cuenta de muchas de las aristas de su
propuesta. Aunque, personalmente, debo admitir que me quedé con ganas de
escuchar algún tema de sus primeras obras.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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