Leo Jiménez es un
tipo que transmite autenticidad. De modo que cuando se anunció el parón
indefinido de Stravaganzza, hace siete años, creo que todos teníamos claro que
tarde o temprano volveríamos a ver a la banda sobre los escenario. Tal vez el
lapsus ha sido demasiado largo, pero esto sólo ha servido para acrecentar las
expectativas de
unos seguidores que mostraron su alegría y satisfacción cuando se desveló su regreso a finales
del pasado año.
Ya nos lo habían
advertido en su comunicado de regreso: "Stravaganzza no es sólo un grupo
de música... es mucho más que eso, y los que nos seguís desde el principio,
sabéis a lo que nos referimos...", así que la banda nos presentó un ambicioso
espectáculo, en el que no faltaron un equipo de bailarinas y varios músicos de
apoyo,-violinista, teclista y corista-, que propiciaron que los momentos
culminantes de la noche resultaran más intensos y emocionales. En cuanto al
repertorio estuvo estructurado en
diferentes actos, que se centraron en cada uno de sus lanzamientos repasando su
trayectoria cronológicamente.
El enclave escogido
para el retorno de Stravaganzza a la Ciudad Condal fue el Razzmatazz 2, y pese
a que el papel no llegó a agotarse, desde primera hora de la tarde una nutrida
cola aguardaba pacientemente a
que se abrieran las puertas del local. Entre los asistentes mucha gente joven,
-que anhelaba escuchar unos temas que hasta ahora sólo había podido disfrutar
“enlatados”-, y otros más veteranos que venían predispuestos a dejarse seducir
de nuevo por el dramatismo y la intensidad melódica de sus composiciones.
Con rigurosa
puntualidad las luces del recinto se apagaban para dejar que tres
bailarinas tomaran el escenario y agitaran sus alas mientras una
alocución nos
flanqueaba el paso hacia el primer capítulo de la velada, el que estuvo
dedicado a “Primer Acto”. Entre los vítores del respetable y ataviado con una
larga gabardina Leo se adueñó del escenario para tomar el timón de
la nave mientras sus compañeros daban buena cuenta de la inicial “Dios”. Tras
recibir la primera ovación de la noche Leo anunciaba exultante : “hemos vuelto
para quedarnos”, justo antes de hacer que se nos helara la sangre durante el inquietante inicio de “…Y
En Soledad Me Lamento”, que contó con la presencia de las
bailarinas danzando encadenadas. Una vez
más, el fuenlabreño volvió a demostrar que, además de ser un excelente
vocalista, es uno de los mejores frontman del panorama nacional, y la mejor prueba
fue ver como manejó al público a su antojo, haciéndonos cantar y agitar los brazos, tal y
como sucedió durante “Mi Tempestad”, que era la escogida para zanjar este primer acto por todo
lo alto, con la gente botando intensamente.
Con el público coreando
el nombre de la banda una de las bailarinas regresaba a escena vestida de
blanco para acompañar la narración que servía como
preámbulo para "Sentimientos”. Con un sonido más contundente y nítido los músicos reaparecían
en escena para que Leo nos ofreciera una demostración de poderío e intensidad a
lo largo de “Esperanza”. Personalmente, creo que “Pasión” fue uno de los
momentos álgidos de la noche, con las bailarinas convertidas en musas del arte
y con un Pepe Herrero excelso a la hora de asumir su cuota de protagonismo
durante el solo de guitarra.
La catarata de
emociones no se detendría, ya que la siguiente en sonar fue la desgarradora
“Desilusión”, con la banda sonando
como un rodillo mientras Patricio
Babasasa golpeaba inmisericordemente su bajo girado hacia la batería de Carlos
Expósito. El cambio de tercio llegaría con los grandilocuentes arreglos de
“Dolor”, que disfrutó de un protagonismo destacado, con la banda explayándose
en su faceta más sinfónica y rimbombante. Sin apenas darnos ni un segundo de
tregua, Pepe dejaba a un lado su guitarra para hacerse cargo del piano y acompañar a Leo
durante la intimista “Nostalgia”, que ponía el punto y seguido al show.
Muchos eran los que
aguardaban ansiosos a que llegara el momento de “Hijo De La Luna”, y lo cierto
es que el clásico de Mecano fue coreado por toda la sala mientras el local se
llenaba de teléfonos que trataban de inmortalizar el momento. Acto seguido la oscuridad volvió a
adueñarse del escenario, pero no tardarían las chicas en aparecer en fila,
candil en mano, para abrir el acto
dedicado a “Requiem”. Sin gabardina y con la camiseta rasgada a la
altura de los hombros Leo reaparecía con energías
renovadas y muchas ganas de agitar la cabellera durante “Deja De Llorar”, que
plasmaba a la perfección la constante evolución que tuvo el sonido de la banda.
El momento emotivo
de la noche llegó durante la presentación de “Grande” y el sentido recuerdo
hacia los caídos del rock, recordando especialmente a los más recientes: Chris
Cornell y Chester Benington, aunque el tema se lo dedicaron al añorado Big
Simon, lo que acabó provocando una cerrada ovación. Aunque el sonido estuvo a
un buen nivel a lo largo del show, fue durante “Mascara De
Seducción”, cuando los arreglos pregrabados sonaron excesivamente altos,
tapando la voz de un Leo que tuvo que
emplearse al máximo para alcanzar las tonalidades más exigentes mientras a su
lado una de las bailarinas se contorneaba provocativamente.
Nuevamente Leo
volvería a buscar la complicidad del respetable durante “Requiem”, que nos dejaba la imagen del
vocalista invitándonos a levantar los brazos mientras un ángel negro se paseaba
por el escenario dando al momento un aire inquietante y misterioso. Para poner
el colofón a
este tercer acto Pepe volvería a hacerse cargo del piano para dar forma a una
emocionante “Inmortal”.
El último acto de la
noche, el dedicado a “Raíces”, se abría con una de las bailarinas extendiendo
sus alas mientras Leo, ataviado nuevamente con chaqueta, ahora más corta; atacaba
las primeras estrofas de “Cuestión De Fe”, que fue la escogida para presentar a
su nuevo guitarrista, Miguel Ontiveros. “Sin Amar”, se acabaría convirtiendo en
uno de los cortes más visuales de todo el show, con las bailarinas haciendo
girar sus paraguas mientras la banda machacaba intensamente sus instrumentos.
Si en su
presentación en Madrid Mero Mero de Cuernos de Chivo fue quien acompañó a Leo
para protagonizar los registros guturales de “Impotencia II”,
en Barcelona contamos con la participación de Mr. Korpa, que dio la replica a
un Leo que mantuvo muy bien el tipo pese a llevar a estas alturas casi dos
horas de show. El nuevo teclista Eloy Terrero también tendría su propia
presentación durante los prolegómenos de la emotiva “Un Millón De Sueños”. En
estado de euforia, con la gente coreando el nombre del vocalista, Leo nos
invitaba a cambiar el cántico y corear
el nombre de la banda antes de atacar el último tema de la noche “Raíces”, que
servía como brillante
colofón para una actuación redonda.
Nadie se movió de su
sitio,… y con los bises llegaron las
sorpresas. Debo admitir que hubiera preferido que Leo rescatara alguno de los
clásicos que grabó con Saratoga, o algún tema de su carrera en solitario, pero
creo que todos sabemos que Stravaganzza es un “monstruo especial e
imprevisible”, de modo que el “encore” estuvo reservado para dos inesperados
“covers”, “Desátame” de
Mónica Naranjo y “Vivir Así Es Morir De Amor” de Camilo Sesto.
Al final del show
sonrisas y abrazos entre los músicos, amen de una concurrida foto final en la
que la banda contó con todos los colaboradores y colaboradoras que participaron
en el show. En definitiva, que Stravaganzza demostraron que además de un pasado
glorioso tienen ante si un futuro de lo más prometedor.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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