Afortunadamente
cada vez son más frecuentes las citas
que convocan a un público veterano que ya no es tan asiduo a los conciertos
como antaño, algo que pone de manifiesto que algunos de los nombres y artistas
clásicos siguen en activo y, en muchos casos, en un buen estado de forma.
Pocos
guitarristas hay tan influyentes dentro de la escena del hard rock y el heavy
metal como Michael Schenker. Y es que el veterano guitarrista alemán a lo largo
de su dilatada trayectoria ha puesto su talento y su particular forma de
tocar la guitarra al servicio de bandas míticas como Scorpions y UFO, amén de unir fuerzas con músicos y vocalistas
de primer nivel en las múltiples encarnaciones de M.S.G., y más recientemente
bajo la denominación de Michael Schenker' s Temple Of Rock. Pero no, en esta
ocasión lo que nos proponía el genio germano de las seis cuerdas no era un
exhaustivo repaso a su extensa carrera, aunque no faltó algún fugaz recuerdo a
UFO y Scorpions, sino una celebración en toda regla bajo la denominación de
Michael Schenker Fest, escenificando sobre las tablas el reencuentro con
los tres vocalistas que le acompañaron a lo largo de la década de los ochenta:
Gary Barden, Graham Bonnet y Robin McAuley, amén de contar con una banda a la
altura de las circunstancias con el batería Ted Mckenna, el bajista Chris
Glen, y el apoyo a los teclados y la guitarra de Steve Mann.
Evidentemente,
teniendo en cuenta la calidad de los álbumes facturados durante el mencionado
periodo, cada cual tendrá sus propias preferencias sobre uno u otro vocalista,
así que la velada prometía emociones fuertes rememorando una de las etapas de mayor
esplendor del hard rock y el heavy metal.
Pero
antes de sumergirnos en semejante ejercicio de nostalgia tendríamos ocasión de
disfrutar de la descarga de los franceses Highway. Aunque no puede decirse que
el cuarteto de Montpellier significara un reclamo para el público catalán, lo
cierto es que sus enérgicas composiciones, salpicadas de buen rollo, unas
buenas dosis de macarrismo y una buena sucesión de riffs a lo Ac
Dc, se acabaron convirtiendo en la mejor excusa para que los más animados
acabaron agitando la cabeza al son de temas como "I Like It",
"Separate Ways" o "Damned Me".
Y
es que los franceses supieron sacar una buena rentabilidad a sus cuarenta
minutos sobre las tablas, ya que desde que irrumpieron en escena intentaron
conectar con un público que les acogió con frialdad pero que poco a poco fue animándose gracias al desparpajo que
exhibieron en temas como "Have A Beer". De menos a más, así
transcurrió la descarga de unos Highway que acabaron dejando unas buenas
impresiones, y más cuando encararon la recta final de su actuación con los aromas festivos de "Leave Me
Alone", con su guitarrista arrodillado exprimiendo su instrumento, para
posteriormente rubricar su descarga con "Brotherhood", con su
simpático vocalista, Benjamin Folch, animándonos a que le acompañáramos con
palmas.
Tras
un interludio que acabó dilatándose más de lo habitual el clásico de la banda
de lo hermanos Young “Highway To Hell” nos alertaba de que la acción sobre el
escenario del Razzmatazz estaba a punto de comenzar. Todo este tour gira en
torno a las composiciones del guitarrista
de Sarstedt, y si alguien pensaba que alguno de los tres vocalistas que
desfilaron por el escenario a la largo de la velada iba a robarle un ápice de
protagonismo, no podía estar más equivocado. Su entrada a escena fue como en
plan heroico, blandiendo su guitarra para rápidamente encorvarse sobre el
mástil y deleitar a sus seguidores con ese ejercicio de elegancia y virtuosismo
que es “Searching For Freedom”. No tardaría en llegar la primera ovación de la
noche antes de que el propio guitarrista nos presentará atropelladamente a los
músicos que le acompañarían durante todo el show y nos anunciara la llegada del
mítico “Into The Arena”, que desataba la
euforia entre unos asistentes que corearon con devoción su fantástica melodía.
Respondiendo
a la llamada del maestro de ceremonias de la velada aparecía en escena Gary Barden,
luciendo una holgada y llamativa camisa y sombrero, para hacerse con los
controles de la nave y ponernos a dar palmas durante el hard roquero “Let
Sleeping Dogs Lie”. Desafortunadamente, no tardaríamos en comprobar que la voz
de Barden ya no es la que era. Pero lo que no ha perdido es su frescura y
espontaneidad como frontman, así que no tendría problemas a la hora de contar
con la colaboración del respetable para acompañarle en el monumental estribillo
de “Cry For The Nations”.
Algo
que me gustaría destacar, tanto del maestro Schenker como del resto de sus acompañantes,
es que supieron conservar la esencia y la personalidad de los temas, sin que
por ello sonaran caducos o desfasados. Uno de los cortes que más me gustó del
repertorio interpretado por Barden fue
“Attack Of The Mad Axeman”, con Schenker mostrando su versatilidad como
guitarrista antes de aniquilarnos con otro de sus explosivos solos. Pero que
nadie piense que el show fue un ejercicio de autocomplacencia del mítico
guitarrista, ya que el alemán concedió gran parte del protagonismo a las canciones y, como no, a sus
interpretes.
Para
saldar este primer asalto de la noche, en el que Barden se encargó de repasar
algunas de las composiciones contenidas en los dos primeros álbumes de estudio
que grabó junto a Schenker a principios de los ochenta optaron por el
imprescindible “Armed And Ready”. Con la gente despidiendo entre aplausos al
vocalista, el cuarteto instrumental se sumergía de lleno en una trepidante
adaptación de “Coast To Coast”, que servía para Schenker rememorara el tiempo
que pasó junto a su hermano Rudolf en Scorpions.
La
velada continuaba avanzando, así que siguiendo la cronología de la carrera del
guitarrista todos intuíamos que el siguiente en hacer acto de presencia sobre
las tablas sería el veterano Graham Bonnet. A diferencia de lo que sucediera
con Barden, Bonnet sorprendió con su buen estado de forma, dejando unas
fantásticas sensaciones al atacar algunos de los temas que grabó para “Assault
Attack”, bajo la batuta del afamado productor Martin Birch.
Luciendo
sus habituales gafas de sol, una elegante camisa y su inseparable corbata, el
vocalista británico se adueñó del escenario para desplegar todo el feeling y la
elegancia de “Desert Song”. El primer momento en el que los tres vocalista
aparecieron juntos en escena llegó con “Dancer”, con Barden y McAuley
posicionados delante de la tarima de batería para reforzar los coros y acabar
recabando una de las mayores ovaciones de la noche. Para poner el punto y
seguido a la participación de Bonnet recurrieron a un celebradísimo “Assault Attack”, que nos
dejaba la estampa del vocalista recorriendo el escenario mientras dirigía los
cánticos de la audiencia.
Tras
cambiar de guitarra y mientras Steve Mann tomaba posiciones tras su kit de
teclados llegaba el momento de adentrarnos en un nuevo ejercicio instrumental,
en esta ocasión de manos de “Captain Nemo”, que fue la única licencia que se
permitieron al material contenido en “Built To Destroy”. Aunque ya había hecho
acto de presencia para participar en los coros de “Dancer”, el segmento dedicado a las composiciones de McAuley, -que
apareció en escena de riguroso negro y con varias cadenas a la cintura, para acabar
convirtiéndose en el vocalista que lució una estética más roquera-, arrancaba
con “No Time For Losers”, impregnando el ambiente con el aroma clásico del
mejor hard rock de mediados de los ochenta.
Al
igual que sucediera con Bonnet, McAuley demostró estar en un buen estado de
forma, de modo que no tuvo problemas para defender en directo temas como “Bad
Boys”, de la que adaptó la letra para ganarse el cómplice aplauso del respetable.
Una nueva mirada sobre el material de “Perfect Timing”, nos abocó sobre esa
gema que es “Love Is not a Game”, invitando al personal nuevamente a cantar su
melódico estribillo.
Tras
haber desgranado en tres bloques lo mejor del material que Schenker facturó
durante la década de los ochenta en las diferentes encarnaciones de M.S.G., no
podía faltar algún guiño a su época en los británicos UFO. Así que para poner
el punto y seguido al show tendríamos ocasión de volver a deleitarnos con el clásico
“Rock Bottom”, para cuya recta final
aparecieron en escena Barden y Bonnet
Entre
los cánticos de una audiencia completamente enfervorizada la banda al completo
regresó al escenario para cerrar la noche por todo lo alto, dando buena cuenta
de otra pieza imprescindible para cualquier roquero que se precie, “Doctor
Doctor”.
Gran
noche de nostalgia y hard rock de manos de uno de los guitarristas más
carismáticos e influyentes de la escena europea. Mucho se ha hablado de su tormentoso
temperamento y sus problemas personales,
pero lo cierto es que Schenker sigue cumpliendo sobre las tablas. Y, además,
parece haber templado su carácter, ya que después de tantos años parece haber
recuperado el buen rollo y la sintonía con los cantantes que le ayudaron a que
las diferentes encarnaciones de M.S.G. se hayan convertido en una referencia
ineludible para varias generaciones de roqueros.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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