Desde que los británicos The Darkness irrumpieran en escena con los exitosos sencillos de “Get Your Hands Off My Woman” y “I Believe In A Thing Called Love”, parecían predestinados a convertirse en la nueva sensación del hard rock. Su apabullante debut “Permission To Land” y su posterior secuela “One Way Ticket To Hell… And Back”, así lo confirmaron convirtiéndoles en la banda de referencia para una nueva generación de roqueros que anhelaban idolatrar a nuevos héroes.
Desafortunadamente,
los excesos de su frontman, Justin Hawkins, a punto estuvieron de arruinar su
prometedora carrera. Pero, afortunadamente, tras un largo periodo apartado de
sus compañeros, el mayor de los hermanos Hawkins regresaba al frente de la
formación, con las pilas bien cargadas y dispuesto a seguir derrochando energía y fuerza roquera con “Hot Cakes” y su
posterior “The Last Of Our Kind”.
A
diferencia de lo que sucediera en su anterior vista a tierras catalanas, en la
que se presentaron en la Sala Bikini. En esta ocasión, el enclave escogido fue
una sala mediana de un Razzmatazz que
acabó registrando una fantástica entrada. Para encargarse de calentar el
ambiente antes de su inminente llegada contaríamos con el concurso de los
americanos Blackfoot Gypsies, un cuarteto natural de Nashville que nos ofreció
una buena dosis de su marchoso rock n´roll salpicado ese esencias clásicas y
añejas.
Me sorprendió que, pese a tener varios trabajos publicados, la formación americana centró su repertorio en las composiciones de su más reciente entrega discográfica “To The Top”. Una sucesión de temas directos, marchosos y con mucho gancho, fue lo que nos ofrecieron unos Blackfoot Gypsies que no tuvieron grandes dificultades para enganchar al respetable con el contagioso ritmo de “I´m So Blue” y “Everybody´s Watching”.
Aunque
la banda se mostró compacta y elegante sobre las tablas, no me acabaron de
convencer los extensos e incomodos silencios que se reiteraron entre tema y
tema, algo que habrían podido solventar fácilmente si su vocalista y
guitarrista Matthew Paige se hubiera mostrado algo más comunicativo. En
cualquier caso, los americanos dejaron una buena impresión gracias a unos temas que incluían constantes guiños a bandas míticas como The Rolling Stones, The Faces o The
Georgia Satellites. Además la participación de Ollie Dogg a la armónica acabó
siendo clave para que temas como “Lying
Through Your Teeth”, nos sorprendieran con su delicioso aroma sureño.
Pese
a la aparente sencillez de sus composiciones, Blackfoot Gypsies desbordaron
feeling e intensidad en temas como el pegadizo “I Had A Vision”, que nos dejaba
la estampa de su batería tocando su escueto kit con una mano mientras con la
otra agitaba una maraca. Para poner el cierre definitivo a su presentación el
cuarteto de Nashville nos invitaba a
todos a cantar el coreable estribillo de “I Wanna Be Famous”, una rotunda
declaración de intenciones que les servía para dejar las espadas en todo lo alto de cara
a la llegada del plato fuerte de la noche.
Por
desgracia suele ser habitual que cuando una banda alcanza un cierto estatus sus miembros se muestren más sobrios y comedidos sobre las tablas, con lo que
la consecuencia directa es que su puesta en escena ya no es tan vistosa y
llamativa como durante sus primeros tours. Afortunadamente, en el caso de The
Darkness no ha sido así. El cuarteto de Lowestoft siempre fue excesivo, tanto
en su escenografía como en lo llamativo de su vestuario. Y eso no ha cambiado. Un
escenario engalanado con un cuidado juego de luces, -que se encargó de iluminar
al respetable durante varios momentos del show-, aguardaba mientras sonaba a
través del P.A. la extraña introducción que acompañó a la salida de los indiscutibles protagonistas de la velada.
Haciendo
gala del desparpajo y la espontaneidad
que siempre le ha caracterizado y que le ha convertido en uno de los mejores
frontman del hard rock actual, el excéntrico Justin Hawkins se posicionaba en el centro del escenario para
liderar a sus compañeros y poner a todo el respetable a botar durante la premonitoria “Open Fire”, que era
la escogida para dar el pistoletazo de salida a la fiesta roquera de los
ingleses. Como era previsible Justin
volvió a lucir uno de sus habituales
modelitos, de llamativo corte y deslumbrante tonalidad, dejando patente que no
ha perdido su “buen gusto”.
No
tardaría en llegar el primer gran estallido del público con el primer clásico
de la noche “Love Is Only A Feeling”, que arrancaba propulsado por la batería Rufus Tiger Taylor, -hijo del mítico
batería de Queen, Roger Taylor-, para acabar poniendo a todo el mundo a cantar
mientras Justin comenzaba su particular show, paseándose orgulloso por el
escenario a la vez que nos invitaba a
mover los brazos de izquierda a derecha.
Una
calurosa ovación del respetable sirvió
como preámbulo para el escueto “Hola” que nos dedicó Justin antes centrar por primera vez la mirada en sus
nuevas composiciones dando buena cuenta de “Southern Trains”, que nos dejaba la
estampa de ambos hermanos repartiéndose las líneas vocales dando al tema un ritmo más dinámico y roquero. Y es que The Darkness
no han perdido ni un ápice de la
frescura que les catapultó a la fama
internacional a comienzos del presente milenio, y la mejor prueba fue comprobar
con la fuerza que resonaron los
guitarrazos del imponente “Black Shuck” que ponía la sala patas arriba
mientras Justin ejercía como frontman dejando a su hermano Dan como único guitarrista.
Aunque
durante esta noche su ópera prima “Permission To Land”, gozó de un destacado protagonismo, el cuarteto fue diseminando
a lo largo de la velada hasta seis composiciones
de su última obra, de modo que no se olvidaron del toque festivo y vacilón de
“Buccaneers Of Hispaniola”, para la que Justin volvería a empuñar su guitarra.
Uno de los momentos en que mejor pudo palparse la perfecta sintonía entre la banda y sus seguidores fue una celebrada “One
Way Ticket”, único guiño que se permitieron a su segundo trabajo, que nos
dejaba al alocado frontman dando vueltas sobre si mismo como una peonza antes
de hacerse cargo del solo.
Con el recinto convertido en una fiesta Justin y sus muchachos no iban a permitir que el nivel de euforia decreciese. Así que nuevamente volvería a dejar aparcada la guitarra para dedicarse a animar al personal durante “Givin´ Up”. Ese toque macarra, incorregible y transgresor, que siempre ha caracterizado a Justin volvió a dejarse notar con fuerza al atacar otra de las nuevas “All The Pretty Girls”, con el frontman contorneándose provocativamente ante la atenta mirada de las primeras filas. No levantaron el pie del acelerador y para marcar el ecuador del show se decantarían por el primer single de su anterior entrega, “Barbarian”.
Si
hasta este momento el show había estado marcado por la actitud salvaje y el
ritmo incendiario que imprimieron los
ingleses, el punto de inflexión llegó con los aromas más melódicos y elegantes de
“Why Don´t The Beautiful Cry?”, con el vocalista tocando un pequeño piano en el
centro del escenario. Fue simplemente un fugaz espejismo, ya que las guitarras
volverían a resonar con fuerza en esa invitación a la fiesta y el descontrol
que son “Friday Night” y “Happines”, que
con sus contagiosos coros dejaba patente que su nuevo material ha calado hondo
entre sus incondicionales.
La
elegida para encarar el tramo final de su presentación fue la pieza que abría
el álbum que significaba su retorno en 2012 “Every Inch Of You”, rebajando mínimamente
la garra roquera para acariciarnos con sus delicados estribillos mientras
Justin se explayaba a gusto con sus característicos falsetes. La esencia del
rock clásico de la década de los setenta volvería a emerger durante un “Solid Gold”, que sonó mucho más
potente y convincente que en su versión de estudio.
Una
de las sorpresas de la noche fue “Makin
´Out”, tema incluido en el single de “I Believe In A Thing Called Love”, que se
convertía en la antesala perfecta para un delirante sprint final que estuvo
compuesto por “Get Your Hands Off My Woman”, con el frontman haciendo su habitual
numerito de ponerse cabeza abajo para
invitarnos a dar palmas con las piernas,
y la imprescindible “Growing On Me”.
Su
retorno sobre las tablas, con Justin a pecho descubierto, estaría marcado por
el intercambio guitarrero entre ambos hermanos durante “Japanese Prisoner Of
Love”. Mientras que el adiós definitivo llegó con su himno “I Believe In A Thing Called Love” con toda la
gente aullando para intentar emular los alaridos de un Justin que demostró, a lo
largo de la velada, que sigue siendo un gran frontman y un fantástico showman.
Una banda con buenos temas, imagen, actitud y garra roquera, dando un fantástico espectáculo, que más se puede pedir para dar el pistoletazo de salida a un fin de semana. Debo admitirlo, cuando la banda se rompió en 2006 fui de los que pensé que la maquinaría del rock n´ roll se había cobrado una nueva víctima con ellos. Pero viendo la fuerza y la determinación con la que están tocando desde su regreso creo que resulta evidente que tenemos The Darkness para rato.
Una banda con buenos temas, imagen, actitud y garra roquera, dando un fantástico espectáculo, que más se puede pedir para dar el pistoletazo de salida a un fin de semana. Debo admitirlo, cuando la banda se rompió en 2006 fui de los que pensé que la maquinaría del rock n´ roll se había cobrado una nueva víctima con ellos. Pero viendo la fuerza y la determinación con la que están tocando desde su regreso creo que resulta evidente que tenemos The Darkness para rato.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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