Desde su irrupción
en la escena hard roquera europea en
2001 con "The Truth And A Little More", Eclipse se han mantenido
siempre firmes en su intención de seducir al público con sus pegadizas melodías
y sus fantásticos estribillos. Con su sexto largo bajo el brazo "Monumentum"
los suecos aterrizaban en la Ciudad Condal para cerrar sus fechas en nuestro
país y dejar patente el porque su popularidad sigue una clara línea ascendente.
Si en anteriores giras se habían presentado en locales de menor aforo, en esta
ocasión , pese a ser domingo noche de un largo puente, los suecos consiguieron
congregar a unos 400 seguidores en la sala mediana del Razzmatazz.
Como compañeros de
viaje el cuarteto de Estocolmo contó con la participación de una joven promesa
dentro del rock británico: Bigfoot. Los de Wigan arribaban con las pilas bien
cargadas y dispuestos a poner al personal en movimiento con una buena ración de
enérgico y potente hard rock, tal y como
dejaron patente desde que irrumpieron en escena con “Tell Me A Lie”, que
conseguía captar la atención de los que todavía no les conocían.
Con un sonido
rotundo de guitarras y capitaneados por la actitud descarada y roquera que exhibió su vocalista Antony
Ellis, el quinteto británico demostró tablas, calidad y, sobre todo, mucho
desparpajo, consiguiendo que la gente reaccionara ante las constantes
invitaciones de su frontman a participar en los pegadizos estribillos que
marcaron temas como “Run”. Pero no todo iba a ser clasicismo roquero durante la
presentación de Bigfoot, ya que las guitarras de Sam Millar y Mick McCullagh
ganarían en solidez y contundencia durante “Uninvited”.
Tampoco podían
faltar, teniendo en cuenta su ascendencia británica, las armonías dobladas de
guitarra a lo largo de “Freak Show”,
concediendo al tema una orientación más propia de la N.W.O.B.H.M. El cambio de
tercio llegó de manos de la sentimental “Forever Alone”, que fue el único
momento de tregua que nos ofrecieron durante sus cuarenta minutos sobre las
tablas.
No tardaron mucho
las guitarras en volver a rugir con
fuerza para que la banda retomara la intensidad roquera que había protagonizado
el arranque de su presentación, ya que
la elegida para encarar la recta final del show fue una de las piezas contenidas en su EP
homónimo de 2015, “Bitch Killer”.
Como comentaba
anteriormente, la personalidad y el carisma que exhibió Ellis sobre las tablas
acabaron siendo claves para que la gente se sumara a la fiesta, lo que propició
que en temas como el vacilón “Blame It On The Dog”, la comunión entre banda y
publico fuera absoluta. El capítulo final para la efectiva descarga de unos
Bigfoot que gustaron y convencieron a su paso fue “The Fear”, una composición
que plasma a la perfección la dualidad de una banda que fusiona a la perfección
la solidez de sus riffs y la efectividad de unos estribillos altamente
coreables.
No
lo iban a tener nada fácil Erik Martensson y sus muchachos tras la soberana
exhibición de feeling e intensidad que
nos brindaron Bigfoot. Pero si algo ha caracterizado las descargas de Eclipse
en tierras catalanas es su facilidad para conectar con un público que ha ido incrementándose en cada
una de sus visitas. No tardaron
mucho
en aparecer sobre las tablas, precedidos de una larga introducción conformada
por diferentes pasajes de clásicos del
hard & heavy, para poner toda la carne en el asador desde que rompieron el
hielo con "Vertigo". La conexión con sus seguidores fue instantánea
gracias a la entrega y actitud de un frontman activo e impetuoso, que no vaciló
a la hora de liderar
a
sus
compañeros e invitarnos a cantar los pegadizos estribillos del machacón
"Bleed & Scream", dejando patente que la melodía no esta reñida
con la contundencia.
Si excelente fue el
vínculo que la banda supo crear con sus seguidores,
el ambiente de buen rollo y camaradería entre los músicos fue palpable durante
todo el show, con el bajista Magnus Ulfstedt y el guitarrista Magnus Henriksson intercambiando sus
posiciones durante "The Storm".
Pero
sin duda el auténtico motor de los suecos en directo es
Erik,
que no cansó de hacer malabares con su pie de micro rojo mientras buscaba la
complicidad de las primeras filas a la hora de entonar los estribillos de "Wake Me Up". Precisamente, fue
durante la presentación de este tema cuando el vocalista nos espetó la frase
que acabó convirtiendose en la consigna
de la noche: "olvidad que es domingo y disfrutad del show como si fuera
sábado noche".
Además de
demostrar su talento como vocalista y frontman, al igual que ya sucediera en
anteriores ocasiones, Erik también se colgó la guitarra en varias ocasiones a
lo largo de la velada. Precisamente, una de las anécdotas de la noche llegó
durante los prolegómenos de "Jaded", ya que, tras hacer el amago de
colgarse la guitarra, el vocalista cedió
su instrumento a Carlos, un amigo barcelonés de la banda, que se sumó a la
fiesta como si fuera un miembro más de la banda. Tras despedir con todos los
honores a su invitado, Erik, ahora sí, agarró la guitarra para presentarnos una de sus
composiciones favoritas de "Monumentum": "Hurt", con la que
ponían de manifiesto que el nuevo material ha calado ya entre sus incondicionales.
Habiendo testado
el potencial de algunas de sus nuevas composiciones el show prosiguió con un
potente medio tiempo como es “S.O.S.”, que nos dejaba al cuarteto desplegando
toda su elegancia melódica, para que acto seguido se quedará únicamente en
escena Philip Crusner para ofreceros un corto, pero efectivo, solo de batería.
Desprovisto de su guitarra y su chupa de cuero, Erik regresó al escenario para
presentarnos a sus compañeros antes de volver sobre el material de su anterior
“Armageddonize”, de manos de un “Caught Up In The Rush”, que sirvió para que Magnus ejerciera como guitar-hero,
clavando sus rodillas en el suelo durante el solo para hacer subir el nivel de
intensidad del show.
Si hasta ese
momento la descarga de los suecos había estado marcada por la garra y el
vitalismo hard roquero, lo que vino a continuación fue un extenso segmento
acústico, con Erik y Magnus en escena. Así que con el escenario a media luz el
dúo nos sorprendió con pequeño pasaje de “Love Ain´t No Stranger” de Whitesnake, que sirvió como
preámbulo para la emotiva “Live Like I´m Dying”, con un Erik sensacional,
desplegando todos los matices de su voz para acabar invitándonos a sumarnos al
coro. Algo más descafeinada sonó “Wide Open”. En cambio, la elegida para cerrar
este set acústico “Battlegrounds”, les quedó bordada, ya que las dos acústicas y la gente coreando su melodía central concedieron al tema un
delicioso aroma folk.
Tras brindar los
cuatro miembros de la banda a la salud de todos los presentes, la elegida para
hacer que el show recobrara toda la intensidad roquera fue la novedosa “Downfall
Of Eden”, que nos dejaba a Erik saltando para animar al personal antes de que
Magnus acabara el tema revolcándose por el suelo. Nuevamente el vocalista volvería
a empuñar la guitarra, en esta ocasión la eléctrica, para dar más solidez a la
sección rítmica de “Black Rain”.
Un virtuoso
desarrollo instrumental serviría para adentrarnos en un tramo final que estuvo
marcado por el toque bluesero que Magnus
imprimió al inicio de ese himno que es
“Blood Enemies”, convertida en una nueva excusa para que todos nos pusiéramos a
saltar; para acto seguido dejarnos seducir por la vitalidad roquera del
explosivo “Stand On Your Feet”.
Acompañados de los
cánticos de la audiencia la banda no tardaría en volver a tomar posiciones para
rematar la velada con la hímnica “I Don´t Wanna Say I´m Sorry”, la última de
las nuevas que interpretaron: “Never Look Back”, que viendo la respuesta que
suscitó se ha convertido ya en una de las imprescindibles en sus presentaciones.
Y como colofón definitivo, con la gente
cantando completamente entregada, “Runaways”.
Una vez más
Eclipse dejaron claro porque son actualmente una de las formaciones más en forma dentro del
hard rock europeo, firmando un show
soberbio ante audiencia ferviente y entregada al máximo. En definitiva, pocas
pegas se pueden poner ante semejante despliegue de melodía, elegancia y garra roquera. Aunque, para un servidor,
esos tres temas acústicos tocados de forma consecutiva acabaron rompiendo la dinámica de un show que
hasta ese momento había sido imparable. Aunque, ya se sabe, para gustos los
colores.
TEXTO Y FOTOS: ALFONSO DIAZ
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