Lo bueno de llegar pronto a
los conciertos es tener la oportunidad de descubrir nuevas banda. Precisamente
así fue como un servidor descubrió a Inglorious. La formación británica se
presentó en Barcelona antes de publicar su debut para telonear a The Winery
Dogs a principios del pasado 2016. Si en aquella primera visita Nathan James y
sus muchachos ya dejaron unas buenas sensaciones, con su nuevo trabajo bajo el
brazo “II”, el quinteto se ha reivindicado como una de las formaciones más
prometedoras dentro del hard rock europeo. Pese a ello, la sala no presentó un
buen aspecto, ya que apenas centenar y medio de seguidores fueron los que
se acercaron a la Sala Bóveda para presenciar su show.
Con poca gente todavía en el local aparecían en escena los encargados de abrir
la velada Alchemist Vision, una banda barcelonesa que tras permanecer un tiempo
fuera de circulación retornaba esta noche a los escenarios con nuevos bríos y
con la novedad de su vocalista Aida Deturck.
Aunque a nivel instrumental la banda se mostró sólida y empastada, lo cierto es que se les notó la falta de rodaje, especialmente a su nueva vocalista que se mostró bastante tímida a la hora de las presentaciones. En cualquier caso, temas como “Different World” o el uptempo “Hard Heart”, con un fantástico inició en el que Aida mostró su poderío vocal, nos ayudaron a consumir la espera antes del desembarco del combo británico.
Tampoco faltaron durante su presentación los elegantes desarrollos melódicos de “Don´t Know Why”, la emotividad de “Recuerdos”, y la garra roquera que imprimieron a la marchosa “Roar Ends”, que fue la escogida para dar por concluido su escueto show.
Con algo más de público en el local llegaba el momento del acto principal de la velada: la descarga de Inglorious. Dejémoslo claro. Los londinenses no han inventado nada nuevo. Sus raíces están firmemente asentadas sobre los cánones del hard rock más clásico, pero la verdad es que lo hacen muy bien. Además, Inglorious transmiten sobre el escenario la pasión de un grupo de amigos que se lo están pasando en grande y que disfrutan cada nota que tocan.
Con la firme intención de acabar contagiando a los presentes de su desparpajo y su buen rollo, los músicos aparecían en escena comandados por ese gran showman que es Nathan James para abrir con la rotundidad de “Read All About It”, que nos dejaba a una banda enchufadísima que lo dio todo desde el primer minuto, derrochando feeling e intensidad por los cuatro costados. Mientras el vocalista repartía saludos entre las primeras filas, las guitarras de Andreas Eriksson y el último fichaje de la banda Drew Lowe se tornarían más ágiles y punzantes durante los compases iniciales de “Breakaway”, que se convertía en la excusa perfecta para que los más animados empezaran a mover las caderas.
Si para romper el hielo
Inglorious confiaron en la pegada de dos de sus temas más directos y enérgicos,
la rotundidad de los riffs de esencias zeppelianas fueron los que se encargaron
de adentrarnos en “High Flying Gypsy”, abocándonos
sobre un final épico, con James
estirando al máximo sus cuerdas vocales para arrancar del respetable la primera
gran ovación. El cambio de tercio llegó con los aromas blueseros de “Tell Me
Why”, con el que parecían rendir pleitesía a una de sus bandas de cabecera
Whitesnake; para posteriormente dejar
paso al intenso y emocional “Making Me Pay”.
Aunque como era previsible el repertorio de esta noche estuvo muy centrado en las composiciones de “II”, Inglorious no se olvidaron de repasar algunos de los mejores momentos de su debut homónimo de hace un par de años, así que no faltaron las trepidantes progresiones herederas de los sonidos clásicos de la N.W.O.B.H.M. durante “Warning”. Llegados a este punto el vocalista se encargó de presentarnos al bajista Colin Parkinson y el batería zurdo Phil Beaver, a los que definió como el mejor tándem rítmico aparecido en las islas en los últimos años.
Tras protagonizar entre ambos un brillante ejercicio instrumental el resto de la banda volvió a escena para impregnar, una vez más, el recinto con el clasicismo de “I Got A Feeling”, que hacía levantar los puños del respetable durante los estribillos mientras James jugaba con sus cuerdas vocales para dar la replica a la guitarra de Andreas Eriksson. El momento emotivo arribó cuando el vocalista tuvo un sentido recuerdo hacia todos esos músicos que nos han abandonado en los últimos tiempos. Así que la mejor manera de tributar homenaje a dos de ellos fue con su música, interpretando en formato acústico “Numb” de Linkin Park y un coreadísimo “Black Hole Sun” de Soundgarden, que ponía de manifiesto las preferencias de los seguidores de los londinenses.
El colofón definitivo para un show que no superó los setenta y cinco
minutos fue el bluesero “Holy Water” y “Until I Die”, que nos dejaba la estampa
de James recorriendo la barra del local
mientras nos miraba con rostro socarrón antes de volver a exhibir sus
fantásticas cualidades vocales. Simpáticos, divertidos y armados con un
repertorio de temas que evocan las mejores virtudes del hard rock británico
Inglorious dejaron claro a su paso por la Ciudad Condal que tienen potencial
suficiente para seguir creciendo durante los próximos años.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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