No
se si vienen del presente o del pasado. Si proceden de tierras escocesas o del
lejano espacio exterior. Pero de lo que no tengo ninguna duda es de que
Gloryhammer han llegado para quedarse. Su carrera ha estado marcada por la
coherencia, respetando los tiempos y dándose a conocer progresivamente desde
que editaron su debut “Tales From The Kingdom Of Fife” en 2013. Dos años
después llegó “Space 1992: Rise Of The Chaos Wizards”, y su gira europea abriendo para los míticos Stratovarius para
posteriormente presentar las aventuras
de Angus McFife en algunos de los festivales más importantes del viejo
continente, lo que les sirvió para que
su nombre corriera como la pólvora entre
una nueva generación de jóvenes guerreros powermetaleros.
Precisamente
ha sido esa notoriedad entre los seguidores más jóvenes del género lo que ha
llevado a la formación capitaneada por el teclista Christopher Bowes y el
vocalista Thomas Winkler a llevar al directo y de forma integra el material de
su segunda entrega discográfica. Una apuesta arriesgada y ambiciosa que les está sirviendo para consolidarse como uno
de los valores emergentes dentro de la escena europea. Además para completar el
cartel de esta noche de sábado contaríamos con el concurso de Civil War, el
combo formado por los ex–Sabaton Daniel Mullback, Rikard Sundén y Daniel Mÿhr;
quienes nos ofrecieron una buena dosis de épica metalera con su nuevo vocalista
al frente Kelly Sundown Carpenter. Pero antes de que ambas formaciones se
adueñaran del escenario de un Razzmatazz 2 que acabó registrando una muy buena
entrada sería el turno de los británicos Dendera, que llegaban dispuestos a
cazar algunos seguidores entre la expectante audiencia.
Ciñéndose
al tópico, con puntualidad británica aparecían es escena los instrumentistas de
Dendera, para dejar claro desde los compases iniciales de su presentación con
la instrumental “The Awakening”, su
apuesta decidida por un heavy metal contundente y aguerrido, aunque no exento
de unas buenas dosis de virtuosismo. Si ya el tema de apertura había servido
para captar la atención de los que todavía no les conocían, la guinda al pastel
la puso la aparición de su vocalista Ashley Edison, quien hizo gala de un
registro rotundo y elegante a la hora de
encarar los pasajes más épicos de “Final Warning”.
Tras
haber recabado la primera salva de aplausos del respetable, el frontman nos
invitó a levantar nuestros puños al aire para acompañar “Claim Our Throne”, que
nos abocaba sobre un trepidante duelo entre las guitarras de Stephen Main y
David Stanton. La cara más oscura y agresiva de los de Portsmouth quedó
plasmada a lo largo de “Age Of Agony” y “Blood Red Sky”, con el quinteto
envenenando su sonido para bordear la
frontera con el thrash metal.
Como
colofón definitivo para su sorpresiva actuación, -y digo sorpresiva porque un
servidor no conocía a los británicos y quedó francamente impresionado con
ellos-, Dendera apostaron por ofrecernos una nueva ración de heavy metal
potente, rápido y devastador de manos de “The Daylight Ending”, que a la postre
se convirtió en el único recuerdo que se
permitieron a su trabajo de 2013 “The Killing Floor”. Indudablemente los chicos
de Dendera supieron rentabilizar al máximo sus treinta minutos sobre las
tablas. Así que esperemos que no tarden en regresar por aquí para ofrecernos un
show más extenso.
Los
encargados de recoger el testigo ante una sala que esta hora de la tarde estaba
ya muy animada fueron Civil War. Hace año y medio aproximadamente un servidor
tuvo la ocasión de presenciar su descarga en la Sala Boveda. En aquella
ocasión, con Nils Patrick Johansson todavía al frente, no fuimos muchos los que
acudimos a la cita. Así que debo admitir que me sorprendió la notable
expectación que había suscitado su presentación de esta noche.
Tomando
como inspiración a personajes históricos, gestas heroicas y episodios bélicos,
los suecos han conseguido crearse una identidad propia, practicando un power metal potente, maduro y repleto de
estribillos altamente coreables. Atrás parecen haber quedado las comparaciones
con Sabaton, ya que el quinteto poco a poco está consiguiendo hacerse con un
nutrido grupo de incondicionales.
Ataviados
con sus clásicas casacas de combate la batalla arrancaba con “USS Monitor”, y
la primera incógnita giraba en torno a las prestaciones en directo de su nuevo
frontman, Kelly Sundown Carpenter, que estuvo a un excelente nivel durante todo
el show, imprimiendo garra, fuerza y personalidad a temas como “Saint Patrick´s
Day”, que con sus deliciosas melodías folk se convirtió en la excusa perfecta para que el local se convirtiera en una
fiesta.
La
única pega que pondría a la de descarga del combo sueco es que no contaron con
el concurso de un bajista, ya que soy de los que no concibe a una banda de
rock/metal sin la figura de un cuarto cuerdas. Pero dejando a un lado
valoraciones personales, lo cierto es que Civil War supieron conectar con el
respetable, y la mejor prueba fue la fantástica acogida que obtuvieron temas
como “Gettysburg” o la hímnica
“Deliverance”, que nos dejaba la estampa del vocalista elevando ambos brazos al
aire para invitarnos a cantar.
Evidentemente,
tampoco se dejaron en el tintero unas buenas dosis de épica power metalera para
acompañar el ritmo marcial de “I Will Rule The Universe”, con el que volvían a
incidir en el material de su primer
largo “The Killer Angels”. Pero
si hubo una canción que puso a toda la sala a bailar gracias al punch de sus disparatadas melodías esa fue “Tombstone”.
Con
la gente coreando el nombre de la banda llegaba el momento de encarar la recta
final del show, confiando para ello en uno de sus temas más emblemáticos “Bay
Of Pigs”, que con el escenario teñido de rojo nos dejaba al público moviendo
los brazos de izquierda a derecha siguiendo las indicaciones de Sundown. La
última escaramuza del escuadrón de Falun estuvo reservada para la imponente
grandilocuencia de “Rome Is Falling”, con Daniel Mÿhr abandonando su puesto
tras los teclados para sumarse a la fiesta y acabar rubricando una notable
actuación.
¿Por
qué limitarse a repetir viejos clichés cuando hay posibilidad de llevarlo todo
un paso más allá? Esta parece ser una de las premisas que siguen Gloryhammer,
ya que sus composiciones no sólo se caracterizan por la velocidad, los coros majestuosos
y unos estribillos altamente coreables;
sino que cada uno de sus miembros asume sobre el escenario una identidad, lo
que sumado a su vistosa puesta en escena convierte cada una de sus
presentaciones en una aventura para sus seguidores.
Recibidos
como auténticos héroes y aclamados por una audiencia que se apretaba frente al
escenario los músicos fueron apareciendo uno a uno, mientras sonaba a través
del P.A. “Infernus Ad Astra”, para acto seguido tomar posiciones y empuñar sus instrumentos para ofrecernos la
primera cabalgada de la noche: “Rise Of The Chaos Wizards”. Con Thomas Winkler
liderando a sus compañeros y luciendo unas llamativas gafas, el quinteto no tuvo ninguna clase de dificultad para conectar rápidamente con una audiencia
que coreó reverencialmente los grandilocuentes estribillos del tema de
apertura.
Pero
la fiesta no había hecho más que comenzar, ya que la locura se desató en la
pista durante “Legend Of The Astral Hammer”, que ponía a todo el personal a
botar antes de que una doncella irrumpiera en el escenario para entregar el martillo a Winkler, quien
tras levantarlo lo estampó contra el suelo en repetidas ocasiones para provocar
el delirio colectivo. Como ya sucediera
en anteriores visitas, Gloryhammer
también hicieron gala de su particular sentido del humor, de modo que no
faltaron los vaciles a la hora de jugar con el martillo durante los
prolegómenos de “Gobling King Of The Darkstorm Galaxy”, que era la elegida para
invitarnos a mover los pies mientras el escenario se teñía de verde.
Por
si a estas alturas del show alguno de los presentes todavía no había conseguido
imbuirse de la ambientación galáctica que nos propusieron los escoceses, “Also
Sprach Zarathustra”, sirvió como fondo musical para que el bajista James
Cartwright, bajo la personalidad de su alter-ego Hootsman, apurara una cerveza
antes de dar el pistoletazo de salida a la disparatada “The Hollywood
Hootsman”, que se acabó convirtiendo en uno de los momentos culminantes de la
velada , con las primeras filas coreando el tema completamente desatadas
mientras Winkler estiraba al máximo sus cuerdas vocales para firmar una buena sucesión de agudos.
Tras
recibir una estruendosa ovación, en esta ocasión, fue el guitarrista Paul Templing (Ser Proletius), quien ejerció como maestro de ceremonias para
presentarnos “Victorious Eagle Warfare”, que nos hacía cambiar el paso para
otorgar un mayor protagonismo a los
teclados de Christopher Bowes. No tardarían mucho en regresar a su estilo habitual para pisar el acelerador al máximo y
volver a levantar la moral de la tropa con “Questlords Of Inverness, Ride To The Galactic Fortress!”.
Aunque
la intensidad y el ritmo trepidante marcaron a fuego el show, me gustó mucho la
actitud y entrega de un público enérgico
y cómplice, que no desfalleció en ningún momento, y que no paró de animar,
saltar y bailar mientras coreaba el
marchoso estribillo de “Universe On Fire”. Nuestro viaje a través del segundo
redondo de Gloryhammer estaba acabando, pero todos sabíamos que aún faltaba uno
de los momentos más épicos con “Heroes (Of Dundee)”, que nos acababa sobre el
que probablemente sea el tema más complejo y ambicioso que han compuesto hasta la fecha: “Apocalypse
1992”.
Pero
no, el espectáculo todavía no había terminado. Es más, sería durante esta
segunda parte del show, que arrancó con el fastuoso “The Unicorn Invasion Of
Dundee”, cuando fuimos testigos de la encarnizada lucha que protagonizaron Angus
McFife (Winkler) y Zargothrax (Bowes), y que se saldó con el incontestable
triunfo del primero. Así que el para el siguiente tema “Quest For The Hammer Of
Glory”, el vocalista no dejó de empuñar su martillo para levantarlo al aire
cada vez que llegaba su triunfal estribillo.
Nuevamente los teclados se convirtieron en protagonistas durante el arranque de “Magic Dragon”, que con sus pasajes de corte
neoclásico nos allanaba el camino hacia el inevitable final con la
imprescindible “Angus McFife”, con la que cerraban la velada por todo lo alto. Excesivos
hasta el extremo. Gloryhammer tienen claro lo sus seguidores esperan de ellos.
Y eso fue, precisamente, lo que nos ofrecieron: una trepidante sesión de power
metal marcado por la fantasía, la épica, la velocidad y, como no, la diversión.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ
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