Su visita no podía llegar en mejor
momento. Steel Panther regresaban a la Ciudad Condal coincidiendo con las
fiestas de Carnaval para presentar en sociedad las composiciones de su cuarto
trabajo “Lower The Bar”. Si ya de por si cualquier descarga de los angelinos es
la excusa perfecta para que muchos de sus seguidores desempolven sus pelucas y
atuendos más “discretos”, en esta ocasión, y teniendo en cuenta las fechas
fueron muchos los que se animaron a intentar lucir, dentro de sus
posibilidades, como las estrellas de la noche. Aunque inicialmente la cita
estaba programada en la grande del
Razzmatazz, la organización informaba a última hora de la mañana de que
el espectáculo se trasladaba a la Sala 2. Pese a ello, el recinto no llegó a
llenarse, aunque si presentó un aspecto de lo más animado y variopinto, tanto
en edades como a nivel de público.
Para acompañarles en este nuevo periplo europeo el cuarteto de Los
Ángeles traía como invitados a sus compatriotas Fozzy, la formación que lidera
la estrella de la W.W.E. Chris Jericho y en la que también milita el
guitarrista de Stuck Mojo, Rich “The Duke” Ward. Pese a su sólida trayectoria
discográfica, con siete trabajos publicados, la presente era su primera
incursión en nuestro país, y a tenor de lo animado que estaba el recinto a la
hora de su presentación era evidente que había mucha curiosidad por ver al quinteto texano
en acción.
Aunque personalmente sus dos últimos
lanzamientos no me han acabado de convencer, -ambos muy orientados hacia el mercado de su país y desmarcándose
del perfil más clásico de sus primeras entregas-, lo cierto es que Fozzy han
conseguido granjearse una buena reputación a este lado del Atlántico. Salieron con
todo a favor, respaldados sobre un
sonido aplastante, -para mi gusto excesivamente alto-, y rápidamente supieron
conectar con las primeras filas gracias a sus vigorosos riffs, su contundencia rítmica y, como no, las excelentes formas como
frontman de un Chris Jericho que salió a escena luciendo chupa de cuero y
absolutamente desatado, poniéndonos a todos a botar siguiendo el trepidante
ritmo de la novedosa “Judas”.
Pero esto sólo había sido el principio, ya
que la descarga de Fozzy fue una
sucesión de trallazos a cual más potente y aplastante, con los músicos
machacando implacablemente sus instrumentos mientras Rich Ward aprovechaba para
meterse entre el público durante “Drinkin With Jesus”, para acabar recabando la
primera gran ovación de la noche. Con la banda sudando copiosamente y con la
gente contagiada por el derroche de
fuerza e intensidad que nos estaban brindando llegaba el momento de pisar el
acelerador al máximo con “Sin And Bones”.
Fue a partir de ese momento, una vez
disipada la euforia inicial, cuando algunos empezamos a dudar sobre si todo lo
que estábamos escuchando se estaba tocando y cantando sobre las tablas. Y es
que tanto los coros del bajista Paul Di Leo como las propias líneas vocales de
Jericho eran demasiado perfectas, y más aún si tenemos en cuenta que el
frontman no paró de saltar y contorsionarse durante todo el show. Pero dejando
a un lado sensaciones personales, la verdad es que la descarga de los
americanos acabó cuajando entre los presente, especialmente entre los que no
dejaron de saltar en las primeras filas siguiendo los rabiosos estribillos que
marcaron temas como “Painless”, que se cerraba con toda la banda arrodillada en el escenario.
Tras unos segundos con la sala sumida en la más absoluta penumbra, Jericho aparecía
luciendo una chupa luminosa para atacar las estrofas de “Spider In My Mouth”, que era la elegida para
volver a incidir sobre el material de “Sin
And Bones”. Pese a que durante los primeros años de su andadura Fozzy se
dedicaron a versionar clásicos imprescindibles de la historia del heavy metal,
para esta noche nos tenían preparada una sorpresa especial, ya que la escogida
como cover fue “SOS”, de los suecos ABBA, que con su ambientación más relajada
fue el único momento de tregua que nos ofrecieron.
El momento cachondo de la noche, con Ward
y Di Leo marcándose unos llamativos pasos de baile, llegó justo después con el
ritmo discotequero de “Lights Go Out”. No tardó en regresar la
rabia, la furia y las hirientes guitarras para dar vida a los reptantes y
machacones riffs de “Bad Tatoo”. El broche definitivo para el debut de Fozzy en tierras catalanas estuvo reservado para esa bomba de relojería que es “Sandpaper”,
tras la que se marcharon siendo aclamados por gran parte del respetable. Lo dicho,
impecable descarga en cuanto actitud y entrega. Aunque, personalmente, me acabé
quedando con la sensación de que abusaron de las ayudas técnicas.
Aunque las extravagancias y la parodia
parecen estar directamente ligadas a la puesta en escena y la concepción como
banda de Steel Panther, -algo que provoca que sus directos sean sinónimo de
diversión y buen rollo-, creo que sería injusto quedarse en lo superficial. Ya
que tras sus pelucas, sus bandanas y sus líneas de ojos, se esconde una
fantástica banda de hard rock, con temas directos, pegadizos y plagados de
estribillos coreables estribillos. Aunque, personalmente, soy de los que opina
que llevan demasiado lejos su rimbombante imagen, su incontinencia verbal y su vocabulario “políticamente incorrecto”,
también creo que todos esos elementos acaban siendo claves para desarrollar un
show que no sólo te hace cantar, saltar
y bailar, sino que también logra robarte alguna cómplice sonrisa.
Bastó simplemente con que se apagaran las
luces y los protagonistas de la velada
aparecieran en escena en la parte posterior del escenario para que la
audiencia empezara a gritar. El único que permaneció en primera línea escénica
durante los compases iniciales de “Eyes Of A Panther” fue Michael Starr. Con
los músicos adueñándose del escenario se iniciaba su particular desfile de
poses y clichés ochenteros mientras nos ofrecían todo un derroche de garra e
intensidad roquera. La fiesta había comenzado, así que con el frontman luciendo
un llamativo sombrero blanco y gafas de sol llegaba el momento de ofrecernos la
primera muestra de “Lower In Bar”, con el vacilón “Goin´ in The Backdoor”, que
nos hacía alzar nuestros cuernos al aire
a modo de bienvenida.
No tardó en llegar el primer speech de la
noche, con Satchel dándonos sus picantes y convincentes argumentos de porque
Barcelona era su ciudad favorita, lo que le acabó valiendo al guitarrista una
cerrada ovación. Como buenos discípulos del hard rock más clásico, el cuarteto
tributó su particular homenaje a Van Halen interpretando su adaptación del
mítico “You Really Got Me”, de los británicos The Kinks. Fue durante los
prolegómenos del cachondo “Asian Hooker”, cuando el andrógino bajista Lexxi
Foxxx aprovechó para mostrarnos su flamante nariz nueva provocando el descojone del respetable.
Pero dejando a un lado vaciles y
excentricidades, Steel Panther parecían dispuestos a dejar que el público se
acabara convirtiendo en protagonista del show, de modo que Starr se encargó de
dirigir al personal a la hora de cantar el estribillo del premonitorio “Party
Like Tomorrow Is The End Of The World”. Tras una nueva charla, en la que el vocalista
aprovechó para mostrar el torso a las chicas de las primeras filas, era un buen
momento para dejarnos imbuir por los aromas más melódicos y empalagosos del
uptempo “Wasted Too Much Time”, que nos dejaba la estampa de Starr, Satchel y
Foxxx, ocupando el centro del escenario para ofrecernos su particular
coreografía.
Aunque Starr cumple a la perfección con su
trabajo como frontman, me sorprendió que a la hora de las charlas y las
presentaciones compartiera protagonismo
con Satchel, entrando en más de una disparatada discusión que ayudó a que sus extensos parlamentos resultaran más amenos. Una nueva mirada sobre su trabajo
del pasado año sirvió como excusa para hacernos mover las caderas siguiendo el contagioso
ritmo “Poontang Boomerang”. El ecuador
de show vino marcado por el divertido solo de guitarra que nos brindó Satchell,
que no dudó en ayudarse del pedal de la batería para acompañar los riffs de
temas como “Master Of Puppets”, “Crazy Train”, “The Trooper”, “Breaking The
Law”, “Sweet Child O´Mine”, lo que acabó provocando el delirio de una audiencia
que se lo estaba pasando en grande.
Tras semejante impasse de fervor hard & heavy era el momento
propicio para que las acústicas tomaran el escenario por primera vez para dar colorido a “That´s When You Came
In”. Todos sabíamos que tarde o temprano el escenario se llenaría de chicas.
Pero antes de que esto sucediera Starr invitó a una chica a subir para dedicarle “Weenie Ride”, con Stix Zadinia
acompañando al teclado. Había llegado el momento de las chicas, y muchas se
atrevieron a subir a escena para bailar y cantar mientras la banda retomaba su faceta más gamberra y macarra durante “17 Girls In A Row”. Con las invitadas todavía
en escena tocaba volver sobre el exitoso
“All You Can Eat”, con un coreadísimo “Gloryhole”.
Con nuestros cuatro protagonistas ocupando
el escenario, Starr tuvo un emotivo recuerdo para Justin Bieber y toda la “música
de mierda” antes de poner el punto y seguido a la velada con esa declaración de
intenciones que es “Death To All But Metal”. Para su retorno sobre las tablas
los californianos se reservaron una doble ración de su debut “Feel The Steel”,
dando buena cuenta de la power ballad “Community Property”, que fue la excusa
perfecta para un nuevo alarde de un Satchel que brilló intensamente a lo largo
de todo el show. Mientras que el fin de fiesta definitivo corrió por cuenta del
himno “Party All Day (Fuck All Night)”,
que ponía, nuevamente, a todo el público a saltar para poner un brillante
broche a la velada.
Aunque muchos dirán que su puesta en escena es
excesiva, lo cierto es que Steel Panther son una banda de directo, con unos
temas que funcionan muy bien, y que tienen la particularidad de llegar tanto a
las nuevas generaciones, como a los seguidores del hard rock ochentero. Aunque,
eso sí, podrían acortar un poco sus discursos y aprovechar ese tiempo para
tocar un par de temas más.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
No hay comentarios:
Publicar un comentario