Guitarrista,
teclista, cantante, compositor, productor… Steven Wilson es un artista completo
y poliédrico. A lo largo de su carrera el británico ha demostrado su talento y
valía dejando su impronta personal en los diferentes proyectos en los que ha
estado involucrado. Pero sin duda su apuesta más ambiciosa y personal la ha
plasmado en su producción en solitario. Durante los últimos años su reputación
se ha consolidado hasta ser considerado por muchos como uno de los referentes
indiscutibles cuando hablamos de música progresiva. Pero como suele suceder en
muchas ocasiones las etiquetas se acaban quedando cortas para definir una propuesta que toma elementos prestados de
otros estilos, -cuando no se mete de lleno-, para explorar diferentes estructuras
y sonoridades.
Para
cualquiera que haya seguido su carrera resulta evidente que su música se aparta de los
convencionalismos, ya que para escuchar sus discos el oyente requiere de toda
su atención. Quizás por ello el enclave escogido para su vuelta a los escenarios de barceloneses
fue L ´Auditori del Forum, un recinto
alejado del habitual circuito roquero y donde cómodamente sentados y
disfrutando de un sonido impecable sus seguidores tendrían ocasión de
deleitarse con una buena muestra de material de su última entrega “To The Bone”, amen de
recordar algunas gemas del pasado junto
algún jugoso guiño al material de Porcupine Tree.
Con
absoluta puntualidad las luces del imponente recinto se apagaban para dejar que
una voz en off nos diera la bienvenida y nos invitara a sentarnos cómodamente
en nuestras butacas para disfrutar de la
experiencia. Una sucesión de imágenes con una palabra asociada se
proyectaron sobre el tenue velo que
cubría el escenario para acto seguido cambiar la relación entre imagen y
palabra haciéndonos reflexionar sobre las diferentes interpretaciones.
Acompañados de una calurosa ovación los músicos fueron tomando posiciones para
que el propio Wilson, situado en el centro del escenario, se encargara de abrir
la velada con las elegantes líneas vocales de “Nowhere Now”. Poco a poco el
resto de los músicos se irían sumando para ir impregnando el recinto con sus
luminosas melodías.
Pese
a estar sentados, la respuesta del público no pudo ser más entusiasta dejando
patente la admiración que despierta el londinense. Aunque el arranque había
sido bastante relajado, Wilson y sus muchachos no tuvieron ninguna clase de dificultad
para captar la atención del auditorio.
Así que tras la primera ovación el clima relajado e intimista se mantuvo a lo largo de “Pariah”, que contó con la
presencia de la vocalista israelí Ninet
Tayeb para repartirse las líneas vocales con el británico, creando un tándem
fantástico, ya que se podía apreciar una perfecta química entre ambos.
Tras
haber presentado un par de nuevas composiciones el telón que cubría el
escenario desapareció. Llegaba el momento de empezar a bucear en su discografía,
y que mejor que echar la vista atrás hacía “Hand. Cannot. Erase”. Sí,
evidentemente, Wilson fue el protagonista absoluto de la velada, pero no puedo
dejar de destacar la excelsa calidad de todos los músicos que le acompañaron,
haciendo especial hincapié en el genial bajista Nick Beggs, que dio todo un
recital a lo largo del show, asumiendo un protagonismo destacado durante los
excelsos desarrollos instrumentales que conformaron la dupla “Home Invasion/
Regret #9”, toda una delicia embarcarnos en un vibrante viaje a través del
funk, la psicodelia y el rock sinfónico.
El
cambio de registro, haciéndonos virar hacia derroteros más enérgicos y
roqueros, llegó con el primer guiño al material de Porcupine Tree de manos de
“The Creator Has A Mastertape”, que rompía el ritmo que hasta ese momento había
llevado el show gracias a la garra de sus distorsionadas guitarras, con Wilson
agitándose frenéticamente mientras atacaba su instrumento. Sí hasta ese momento
habíamos podido disfrutar de un sonido impecable y un cuidado montaje
audiovisual, con este primer zarpazo roquero pudimos apreciar que las luces
también iban a estar a la altura de la cita.
Aunque
debo admitir que desde mi posición me costó advertirlo, Wilson volvió a
aparecer en escena, -como en él suele ser habitual-, con los pies desnudos.
También, me dio la sensación de que esta noche sus charlas fueron más extensas,
especialmente a la hora de presentar las nuevas composiciones, como si quisiera
ponernos en situación, tal y como sucedió durante los prolegómenos de ”Refuge”
y “People Who Eat Darkness” que, acompañada de un corto de animación, nos
acabó contagiando su ambientación oscura, decadente y angustiosa, con Wilson y
Tayeb ofreciéndonos un derroche de intensidad
y feeling.
Ya
nos había anunciado el protagonista de
la velada que el espectáculo de esta noche iba a estar dividido en dos actos
separados por un descanso de quince
minutos. Así que para finiquitar este
primer capítulo Wilson y sus muchachos nos ofrecieron “Ancestral”, que nos
hacia deshacer el camino andado para volver a transitar por sonoridades más delicadas y minimalistas,
contando nuevamente con la presencia de
Ninet Tayeb.
Una
vez agotado el entreacto todo el mundo volvió a ocupar sus respectivas butacas para disfrutar de la segunda mitad del show.
Con Wilson, Beggs y Blundell agitando una especie de maracas se iniciaba “Arriving Somewhere But Not Here”, un
sorpresivo arranque para este segundo acto que sirvió para que el nuevo
guitarrista de la banda Alex Hutchings presentara sus credenciales. Debo
reconocer que me sorprendió su orientación roquera, y más cuando en sus últimas
visitas Wilson había confiado en el talento y experiencia de Dave Kilminster,
que posee un estilo más orientado hacia el rock
sinfónico.
Por
si alguien albergaba todavía alguna duda de la versatilidad de Wilson, tras invitarnos
a levantarnos, -momento que muchos aprovecharon para acercarse al escenario y
tomar fotos-, el genio londinense nos habló de la importancia de la música pop,
haciendo referencia a bandas míticas como The Beatles, Queen o ABBA, antes de
atacar “Permanating”, que con sus bailables melodías se acabó convirtiendo en
el momento más animado de la noche. Tras regresar la gente a su sitio, no
abandonaría el material de su último redondo ya que a continuación sería el
turno de bucear en la experimentación con “Song Of I”, que personalmente no me
acabó de convencer e hizo bajar el nivel de intensidad.
Pero
no tardaríamos en volver adentrarnos en las bucólicas sonoridades de esa joya
que es “Lazarus”, que nos dejaba con la estampa de Hutchings atacando su
guitarra con un arco de violín. Una nueva charla en la que Wilson nos planteó
diferentes interrogantes sobre la sociedad actual sirvió como preámbulo para la
camaleónica “Detonation”, que arrancaba relajadamente para ir creciendo
progresivamente hasta abocarnos sobre un nuevo oasis melódico, con todos los
miembros de la banda aprovechando para dejar constancia de su calidad. Acto
seguido llegó el momento de presentarnos a los músicos, para a continuación desgranar una de las composiciones más redondas de “To
The Bone”: “The Same Asylum As Bofore”.
Como
ya sucediera en varias ocasiones a lo largo de la noche, Wilson volvió a
sentarse en una banqueta, desprovisto en el inicio de su guitarra, para hacer
viajar nuestros sentidos a través de la evocadora “Heartattack In A Layby”, un
tema de Porcupine Tree que, tal y como nos comentó, no suele tocar en sus giras
en solitario. Pero no fue esta la única
sorpresa del show, ya que Wilson obsequió a sus seguidores barceloneses con el
estreno en el presente tour de “Vermillioncore”, con Beggs nuevamente haciendo volar
los dedos sobre el mástil de su bajo para crear la base rítmica sobre la que se explayaron sus compañeros.
Para poner el punto y seguido a la velada el ambiente se hizo más denso e hipnótico
antes de someternos a los increscendos corales de “Sleep Together”, que a la postre se acabó convirtiendo
en el último guiño a Porcupine Tree.
Aunque
los músicos se retiraron del escenario nadie se movió de su butaca. Así que la
banda acompañada de una rotunda ovación no tardó en volver a hacer acto de
presencia para ofrecernos la novedosa “Blank Tapes”, que fue la escogida para
la última aparición escénica de Ninet Tayeb. Para el final del show Wilson se
reservó los dos temas más antiguos de su trayectoria en solitario que
interpretó. “Harmony Korine”, que acompañada de escalofriantes imágenes de los
hombres-cuervo sirvió para representar a “Insurgentes”. Mientras que para cerrar el
recital por todo lo alto optó por “The Raven That Refused To Sing”.
Rodeado de
sus músicos y agasajado por sus seguidores Steven Wilson abandonó el escenario
dejando tras de si la admiración de una audiencia que salía del local todavía
noqueada, asimilando lo que acababa de presenciar,
y con
la placentera sensación de haber disfrutado de una experiencia única en un marco incomparable.
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