miércoles, 28 de marzo de 2018

BLACK LABEL SOCIETY+MONOLORD-RAZZMATAZZ-BCN-14-MAR-2018



Tras deleitarnos con  su vertiente más personal e introspectiva en su última visita a la Ciudad Condal, Zakk Wylde  regresaba al frente de sus Black Label Society para desplegar su faceta más macarra, ruda y heavy metalera, presentando  en sociedad las composiciones de su nueva entrega  discográfica “Grimmest Hits”, dentro de la serie de conciertos Route Resurrection. Dejando a una lado sus colaboraciones con Ozzy Osbourne y su producción como artista en solitario, el guitarrista de Nueva Jersey ha forjado en las últimas dos décadas con  Black Label Society  una carrera tan robusta e imponente como su inconfundible estampa escénica.

El enclave escogido para la ocasión fue la sala grande del Razzmatazz. Pese al incuestionable tirón del guitarrista, lo cierto es que  la sala no llegó a llenarse, quedando acotada en su parte inferior. Pero, en cualquier caso, el combo americano acabó ofreciéndonos una soberana lección de contundencia, virtuosismo y heavy metal, haciendo las delicias de unos seguidores que disfrutaron al máximo de casi dos horas de espectáculo sin concesiones que nos ofrecieron.

Los elegidos para abrir fuego en esta tarde noche de miércoles fueron los suecos Monolord, quienes en poco más de un lustro han facturado tres largos, el ultimo de ellos “Rust”, que apareció a finales del pasado de 2017. Formando como trío, el combo de Goteborg aprovechó sus escasos treinta minutos sobre las tablas para desarrollar una propuesta oscura, densa y cadenciosa, haciéndonos transitar por atmosferas pantanosas y opresivas  desde que irrumpieran en escena con los mastodónticos riffs de la inicial “Where Death Meets The Sea”.

Aunque entre los presentes hubo disparidad de opiniones, ya que para los no iniciados su Doom con pinceladas stoner acabó resultando demasiado lineal y repetitivo, lo cierto es que muchos fuimos los que nos dejamos imbuir de los desarrollos hipnóticos de temas como “Lord Of Suffering”, con el que los suecos ponían de manifiesto su pasión reverencial por los cuatro primeras obras de los míticos Black Sabbath.

En definitiva que la descarga de Monolord estuvo marcada por unos temas largos, densos y con mucho desarrollo, con lo que a los más animados no les faltaron argumentos para agitar la cabeza siguiendo los reptantes riffs de la novedosa “Rust”. Respaldados sobre un sonido crudo y potente arrancaba “Empress Rising”, comandada por el bajista Mika Häkki para conducirnos sobre un catártico final que nos dejaba a su vocalista y guitarrista, Thomas Jäger destrozando sus cuerdas vocales.

Aunque me dio la sensación de que en algunos momentos del show el escenario se le acabó haciendo demasiado grande, Monolord se mostraron como un trío sólido, compacto y convincente. Así que esperemos que nos tarden en volver y tengamos ocasión de disfrutar su show en una sala más acorde con su oscura propuesta.

Sus implacables riffs, sus espectaculares solos, su incontestable presencia escénica, su larga cabellera rubia y su espesa  barba, han convertido a Zakk Wylde en un personaje genuino e inimitable dentro la escena metálica internacional. Solventemente respaldado por los músicos que le vienen acompañando en sus ultimas giras, el guitarrista Dario Lorina, el bajista John DeServio y el batería Jeff Fabb, y con el escenario lleno de amplificadores, Zakk aparecía en escena para rápidamente posicionarse sobre una pequeña tarima situada en el centro del escenario para volarnos la cabeza con la rotundidad de “Genocide Junkies”, que se cerraba con el hacha elevando su guitarra al aire a modo de saludo inicial.

El paseo militar de unos Black Label Society inconmensurables no había hecho más que comenzar, así que Zakk se posicionó frente a su vistoso pie de micro, decorado con calaveras y cadenas, para arrastrar su voz a lo largo de “Funeral Bell”, que servía como excusa para que  las cabezas de los presentes siguieran agitándose antes de que el guitarrista volviera a encaramarse sobre la tarima central para ofrecernos otro abrasador solo marca de la casa. No abandonaría el cuarteto el material de “The Blessed Hellride”, ya que esa deliciosa esencia Sabbathica que destilan  muchas de las composiciones del combo americano se dejaría notar con fuerza a lo largo “Suffering Overdue”, que nos dejaba a un Zakk absolutamente desatado, abriendo los brazos en jarra para hacer participe de su estribillo al personal de las primeras filas.

Sometiendo al público a un castigo considerable, la formación californiana  no se entretuvo entre tema y tema, enlazando  sus temas como si fueran auténticas armas de destrucción masiva, convirtiendo el escenario en un infierno rojo durante el demoledor ataque que supuso “Bleed For Me”, que provocaba que la acción no se detuviera en los aledaños del escenario. Para los amantes de las sonoridades más clásicas y con toques setenteros, Zakk y sus muchachos nos ofrecieron los tempos más marcados y roqueros de “Heart Of Darkness”.

Tras el primer cambio de guitarra de la noche, una espesas columnas de humo se encargarían de ambientar el escenario para la descomunal “Suicide Messiah”, que se convertía en la primera escala en el material de “Mafia”. Si hasta este momento el cuarteto se había dedicado a tirar de  catálogo para conseguir crear ese clima de euforia y entrega que se mantuvo durante toda la velada, los siguientes minutos del show estuvieron dedicados a las composiciones de su último redondo “Grimmest Hits”.

Con las amenazantes líneas de bajo de John DeServio marcando el paso arrancaba la oscura “Trampled Down Below”, para rápidamente dejar que sus poderosos riffs de esencia sureña hicieran vibrar al personal, mientras Dario Lorina daba buena cuenta de su guitarra atacando las cuerdas con un arco al más puro estilo Page. Ese ritmo lento, oscuro y cadencioso, se mantuvo a lo largo de la primera parte de “All That Once Shined”, para posteriormente adentrarnos en un extenso desarrollo de corte bluesy. Para cerrar este primer capítulo dedicado a su última entrega discográfica el cuarteto apostó por la mezcla entre solidez y melodía que significó “Room Of NIghtmares”.

Pasados unos segundos de incomodo silencio y mientras el escenario permanecía a oscuras, Dario Lorina apareció sentado tras un pequeño piano para acompañar a sus compañeros en la emotiva “Bridge To Cross”, ralentizando de golpe el trepidante ritmo que hasta ese momento había llevado la velada. Acto seguido fue el propio Zakk quien se sentó frente al piano para interpretar “In This River”. El momento de hacer cantar al respetable llegó con la pieza que daba título a su cuarto trabajo “The Blessed Hellride”, que nos dejaba  a Lorina haciéndose cargo de la guitarra acústica.

Una nueva mirada sobre el material de “Grimmest Hits” sirvió como excusa para volver a recuperar la cara más oscura y tortuosa  del cuarteto con “A Love Unreal”, que era la escogida para flanquearnos el paso hacia un sprint final apoteósico que arrancó con los pétreos riffs de la mastodóntica “Fire It Up”, con un Zakk imponente, que se bajó del escenario para tocar su extenso desarrollo solista entre los fans.

Para rematar la velada el cuarteto se reservó dos bombas de relojería como son “Concrete Jungle”, rescatado de “Shot To Hell”, y el apabullante “Stillborn”, que con el escenario nuevamente cubierto de humo nos abocaba sobre un apoteósico final, con Wylde elevando su flecha al aire para dar por concluido definitivamente el show.

No defraudó. Zakk Wylde es un fantástico guitarrista, un vocalista solvente, y un músico que destila autenticidad y pasión por los cuatro costados. Su estampa en directo y sus movimientos escénicos le convierten en una estrella. Pero además cuenta con el respaldo de una banda de primera categoría, con lo que el éxito con Black Label Society está siempre garantizado.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLES OLIVER



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