Además
de ser el título de un trabajo de Napalm
Death, “Leaders Not Followers” podría ser una magnífica carta de presentación
para resumir la longeva trayectoria de una banda mítica como son Cannibal Corpse. Resulta encomiable
como la formación americana se ha mantenido fiel a su sonido y su personalidad,
convirtiéndose en un referente obligado para cualquier seguidor de la escena
extrema.
Atraídos
por el indudable gancho que
sigue conservando la formación de Buffalo un buen numero de seguidores, -que
prácticamente llenaron el recinto-, se desplazaron hasta la sala mediana del Razzmatazz para asistir a
un nuevo ceremonial de sangre, vísceras y brutalidad, en el que el quinteto
presentó su última entrega discográfica “Red Before Black”. Como preámbulo antes de su
irrupción en escena contaríamos con la presencia de otra banda destacada dentro
de la escena extrema sus compatriotas The Black Dahlia Murder. Mientras que
para abrir fuego antes del duelo que protagonizarían ambas formaciones
americanas tendríamos la oportunidad de presenciar el show de los franceses In Arkadia quienes, pese a
presentarnos una propuesta radicalmente opuesta, dejaron unas fantásticas
sensaciones al dar buena cuenta del material de su última entrega “Lions”.
Con
una andadura de más de una década a sus espaldas los franceses se mostraron
compactos y potentes, ofreciéndonos una propuesta cañera y agresiva, fundiendo
solventemente velocidad, contundencia y
unos humeantes fraseos core. Además, su
puesta en escena fue de lo más dinámica y trabajada, contando con el concurso
de dos vocalistas, Alix y Mike, que no dejaron de moverse y animar al personal
mientras nos espetaban sus desgarradores rugidos en temas como la inicial “Head
Towards Back” o el machacón “Greeting
From The Ground”.
Ante
semejante despliegue físico, con una banda absolutamente desatada, que no dejó
de saltar e intentar contagiar al personal que ya copaba las primeras filas, me
gustó mucho la aportación de su bajista zurdo Boti, quien machacó
implacablemente las cuerdas de su bajo para comandar los demenciales acometidas
de “Litany”. A medida que fue avanzando su presentación los franceses lograron
conectar con el respetable, así que cuando el sexteto atacó “Gangbangers”, las
primeras filas estaban ya completamente rendidas, contorsionándose a la hora de
acompañar sus crujientes desarrollos.
Cada
vez más crecidos sobre las tablas ambos vocalistas nos invitarían a danzar en
círculo durante “Answers”, para la que fundieron su faceta más extrema con
varios samplers disparados. Algo más melódica sonó “We Are Lions”, con la que
encaraban una recta final que fue coronada con la pieza más antigua que
interpretaron “Obso(u)lescence”. Gustaron y convencieron, In Arkadia supieron mover
al personal, ofreciéndonos un repertorio basado casi de forma integra en el
material de su último redondo “Lions”. Calidad, entrega y contundencia, que
mejor combinación para comenzar una velada que prometía emociones fuertes.
Los
encargados de recoger el testigo ante una sala que ya estaba prácticamente
llena fueron The Black Dahlia Murder. Las huestes comandadas por el
incombustible Trevor Strnad son una apuesta segura de cara al directo, y cuentan
con un buen tirón entre el público de la Ciudad Condal. Sin ir más lejos, hace
un par de años los de Michigan ya llenaron este mismo recinto durante la gira
de presentación de su anterior largo “Abysmal”.
Como
en ellos suele ser habitual los de Waterford
salieron dispuestos a noquear al personal, con el frontman liderando a
sus compañeros durante “Widomaker”, que se convirtió en la excusa perfecta para
que empezaran a sucederse los pogos y
los circle pits en los aledaños del escenario. Con Trevor, luciendo sus
características gafas, moviéndose
incansablemente por el escenario mientras no dejaba de agitar los brazos para
espolear al personal, la tormenta metálica prosiguió con el primer guiño al
pasado de manos de “Contagion”.
Consciente
de que en esta ocasión dispondrían de menos tiempo, Trevor no se alargó en
exceso a la hora de las presentaciones. De modo que los temas fueron cayendo
uno tras otro, sin apenar permitirnos recobrar el aliento, con lo que el ritmo del show fue intenso y trepidante.
Durante la primera mitad de su actuación The Black Dahlia Murder centraron su
objetivo en las composiciones de su última entrega discográfica “Nightbringers”, con lo que no faltaron
piezas como “When The Last Grave Has Emptied”, o esa descomunal apisonadora que
es “Jars”, que propiciaba que todos nos sumáramos al headbanging siguiendo las
indicaciones de su desatado frontman.
A
estas alturas de la velada tanto los americanos como sus seguidores habían
entrado ya plenamente en el show, y pese a que el plato fuerte de la noche
todavía estaba por llegar, muchos fueron los que se dejaron la piel en los
tumultuosos pogos que sirvieron como acompañamiento para la novedosa “Kings Of The Nightworld” y “What A Horrible
Night To Have a Curse”. Con la batería haciendo retumbar los cimientos del
local arrancaba la furibunda “Nightbringers”, que nos dejaba a la banda pisando
el acelerador al máximo. Mientras que el momento de que todos nos pusiéramos a
saltar llegó con otra de las nuevas, la arrolladora “Matriarch”.
Imparables,
con las pilas bien cargadas y dispuestos a triturar al personal, el sprint
final estuvo protagonizado por “On Stirring Seas Of Salted Blood”, la implacable “Catacomb Hecatomb” y, como no
podía ser de otra forma, dos gemas extraídas de su trabajo de 2007 “Nocturnal”,
dando buena cuenta de “Everything Went Black” y el imparable “Warborn”, que nos
hacia alzar los puños al aire para corear su estribillo ganador. Una vez más
The Black Dahlia Murder volvieron a dejar patente el porque son una de las
bandas preferidas entre las nuevas generaciones de seguidores del death metal
melódico. Aunque personalmente hubiera preferido un repertorio más variado y no
tan centrado en la material de sus últimos discos.
Resulta
curioso como el “romanticismo” también juega un papel importante dentro de un
estilo tan tosco y oscuro como es el death metal. Aunque no creo que a estas
alturas nadie pueda cuestionar el trabajo desarrollado por George
“Corpsegrinder” Fisher al frente de Cannibal Corpse durante los últimos 22 años
para los que tuvimos ocasión de ver a la banda a principios de los
noventa, aquella formación con Chris Barnes al frente siempre tendrá un lugar especial en nuestro
putrefacto corazoncito.
Ante
una sala prácticamente llena y en la que los ánimos estaban ya bastante
caldeados era el momento propicio para que los incombustibles Cannibal Corpse
se adueñaran del escenario para encargarse de rematar al personal. Su fórmula
puede parecer a priori sencilla, pero las cinco piezas que conforman la banda
constituyen una maquinaria insaciable y arrolladora de facturar death metal.
Poco importó que los de Buffalo llevaran un juego de luces impropio de una
banda de su entidad, con unos focos rojos
que permanecieron fijos durante todo el show, ya que su objetivo se
centró de forma exclusiva en lo musical, dando buena cuenta durante la primera
mitad del show de las composiciones de su último redondo “Red Before Black”.
Fieles
a su estilo tradicional y netamente old school los deathers neoyorquinos
aparecieron en escena a pelo, -sin contar con ninguna clase de introducción
previa-, para empuñar sus instrumentos y empezar a castigar nuestros tímpanos y
cervicales con los expeditivos desarrollos de “Code Of The Slashers”. Capitaneados por un
expeditivo George “Corpsegrinder” Fisher, -que no dejó de agitar la cabellera dibujando
sus característicos molinillos-, la
banda se mostró tan sólida y convincente como en anteriores visitas, consiguiendo que las primeras filas
estallaran al reconocer los compases iniciales de “Only One Will Die”, o los hirientes riffs
que marcaron la thrashera “Red Before
Black”.
Y es
que aunque de su formación original tan sólo quedan el bajista Alex Webster y
el batería Paul Mazurkiewicz, quienes forman una de las secciones rítmicas más
aplastantes y devastadoras de la escena death metalera, lo cierto es que el
tándem que conforman los guitarristas Rob Barrett y Pat O´Brien lleva ya muchos
años trabajando juntos, y eso se notó en la complicidad de ambos hachas a la
hora de atacar temas como “Scourge Of Iron”.
Fue
una noche intensa, salvaje y caliente. Aunque quizás el único punto negro del
show fue la frialdad de George, ya que se dedicó a interpretar los temas sin
apenas dirigirse al respetable. Pese a ello, la conexión entre la banda y sus seguidores fue palpable, alcanzándose el clímax cuando el
quinteto desgranó piezas como la apabullante “Evisceration Plague”, para acto
seguido regresar sobre su última entrega para dejar que el amenazante bajo de
Alex Webster se encargara de arrastrarnos por el fango durante los compases
iniciales de “Scavenger Consuming
Death”.
Llegando
casi al ecuador del show se produjo uno de los momentos más intensos y
vibrantes de la noche, con un “The Wretched Spawn”, que sonó absolutamente
aplastante para convertirse en el primer guiño que se permitieron a su obra de
2004. Si la primera parte del show había estado dedicada al material de sus últimos
lanzamientos, para abordar la segunda mitad de la velada la banda se embarcó, para delirio
de sus fans más veteranos, en un rutilante viaje a través de los mejores
momentos de sus primeras obras.
La
elegida para inaugurar este retrospectivo viaje por el pasado fue “Pounded Into
Dust”, que lamentablemente quedó algo deslucida a causa de unos inoportunos
problemas técnicos en la guitarra de Rob Barrett. Afortunadamente la cosa pudo
solventarse rápidamente, de modo que durante “Kill Or Become”, -que por cierto fue de las más celebradas de
la noche-, ambos hachas pudieron volver a deleitarnos con otro de sus humeantes
duelos marca de la casa.
El
primer recuerdo a la etapa de Chris Barnes estuvo reservado para los aromas más
devastadores y cercanos al grind que rezumó la primitiva “Gutted”. Para los que
piensan que la banda no ha evolucionado desde sus primeras obras hasta nuestros
días, la respuesta quedó plasmada a lo
largo de “Corpus Delicti”, que era la elegida para cerrar definitivamente el
capítulo dedicado a “Red Before Black”.
Con
la banda rayando a un excelente nivel y con el respetable completamente desatado,
dejándose la piel en los diferentes circle pits que se montaron en los aledaños
del escenario, era un buen momento para aproximarnos al álbum que significó el
debut de “Corpsegrinder” al frente de la
banda en 1996, “Vile”, abordando la descomunal “Devoured By Vermin”. Aún más atrás
en el tiempo, concretamente hasta su debut de 1990 “Eaten Back To File”, nos
hicieron viajar con la incontestable “A Skull Full Of Maggots”, que provocaba
el delirio de los más veteranos antes de hacernos alcanzar el clímax absoluto
con la controvertida e irreverente “I Cum Blood”.
Para
encarar la recta final del show el quinteto retomaría el material de sus últimas
entregas con el tortuoso “Make Them
Suffer”. Pero sin duda la sorpresa de la noche llegó cuando Trevor Strnad
apareció en escena para sumarse a los protagonistas de la velada en una apabullante versión de su clásico
“Stripped, Raped And Strangled”. El último hachazo que nos tenían preparado los
americanos fue el imprescindible “Hammer
Smashed Face”, que convertía las
primeras filas en una auténtica batalla campal. Tras el asedio al que nos
sometieron Cannibal Corpse caras de satisfacción y agotamiento entre una
audiencia que se marchó a casa con la sensación de que los americanos siguen
siendo una de las bandas más brutales y aplastantes dentro de la escena death
metalera.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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