Dejando
a un lado los gustos personales de cada
uno, resulta indiscutible que Blaze Bayley es un luchador empedernido. Pocos
artistas serían capaces de afrontar con tanta actitud, entrega e ilusión una
carrera posterior tras haber sido el frontman de uno de los buques insignia del
heavy metal. Tal vez sus conciertos no sean multitudinarios, ni las ventas de
sus discos lleguen a la décima parte de las de sus ex–compañeros. Pero, en
cualquier caso, Blaze conserva una base
irreductible de fieles incondicionales. Y, aunque no son muchos, los que acuden
a una de sus descargas siempre acaban repitiendo en posteriores giras. Tras
habernos visitado para presentar las dos primeras partes de su obra conceptual
“Infinite Entanglement”, el incombustible vocalista aterrizaba en la sala tres
del Razzmatazz para ofrecernos el último capítulo de su trilogía “The Redemption Of William Black”, escoltado
por los músicos que le han acompañado en sus últimas visitas: el guitarrista Chris
Appleton, el bajista Karl Schramm y el batería Martin McNee, o lo que es lo
mismo las tres cuartas partes de la formación de Manchester, Absolva.
Lo
primero que me gustaría destacar fue que al acceder al recinto, junto al puesto
del merchandising, había una mesa en la que Blaze aguardaba dispuesto para atender a sus seguidores, así que todo el
quiso tuvo ocasión de fotografiarse con él o pedirle un autógrafo durante todo
el tiempo que el encargado de abrir la velada Luke Appleton estuvo en escena.
El bajista de Iced Earth y guitarrista de Absolva nos ofreció un set acústico,
en el que únicamente armado con su guitarra se dedicó a repasar algunas de sus
composiciones en solitario, amen de ofrecernos un par de adaptaciones de
clásicos de Iced Earth.
Aunque
no estaba familiarizado con la faceta como vocalista de Luke, más allá de su
aportación a los coros de la formación que capitanea el carismático Jon
Schaffer, debo admitir que me sorprendió la potencia, textura y elegancia de su registro, logrando que cortes
como “The Fear Is A Lie” y “Three Eyed Crow” se acabaran convirtiendo en la excusa perfecta para que calentáramos
nuestras gargantas de cara al plato fuerte de la noche.
Evidentemente,
Luke no quiso dejar pasar la ocasión de recordarnos nuestra próxima cita estival
con Iced Earth durante los prolegómenos de un coreadísimo “I Died For You”,
antes de encarar la recta final de su presentación con el roquero “Never A Good Day To Die”, que dejaría paso a
otro delicioso guiño de su banda con el
dramático “Watching Over Me”. En definitiva, interesante y entretenida
actuación de un Luke Appleton que sorprendió a más de uno con la intensidad y
el feeling de su voz.
Evidentemente
lo más fácil para Blaze Bayley sería montar un repertorio basado en su etapa al
frente de la Doncella, algo que teniendo en cuenta que Harris y cía. apenas
tocan temas de esa época, sin duda le serviría para poder tocar en recintos de
mayor aforo. Pero si algo ha caracterizado la trayectoria del vocalista de
Birmingham es la honestidad, y aunque es cierto que se permite alguna licencia
al material que facturó entre 1994 y 1999 , el grueso de su repertorio se
centra en sus últimas entregas. Y es que, tal y como nos comentó a lo largo de
la velada el propia Blaze: necesita de nuestro apoyo y colaboración para seguir
viviendo su sueño.
Pese
a las reducidas dimensiones del escenario del Razzmatazz 3, la banda presentó
como montaje escénico un telón de fondo y sendas pancartas laterales que reproducían
la portada de su última obra. Otro detalle a destacar fue el buen rollo y la perfecta sintonía del vocalista
con sus músicos, intercambiando bromas, e incluso dejando que fueran ellos
quienes se encargaran de llevar las riendas del show durante algunos momentos.
Especialmente reseñable me pareció el concurso del guitarrista Chris Appleton,
quien ejerció como el perfecto escudero del frontman desde que aparecieron en escena para inaugurar
la velada con el novedoso “Redeemer”, que era la elegida para que Blaze nos
pusiera a cantar por primera vez. Comandados por los poderosos redobles de Martin McNee arrancaba “Are You Here”,
mientras Blaze alzaba los brazos efusivamente para hacer que el personal
rugiera intensamente. La euforia acabaría desbordándose cuando sin previo aviso
la banda nos propuso el primer guiño Maiden de la noche, con un vertiginoso
“Futureal”, que se convertía, con diferencia, en el tema más celebrado de estos
primeros compases del show.
Tras
recabar las primeras muestras de cariño de sus incondicionales, Blaze se dirigió
por primera vez al respetable, de forma pausada, intentando que todos comprendiéramos
sus palabras de sincero agradecimiento por nuestro apoyo, para posteriormente
abalanzarse sobre “The First True Sign” y uno de los temas que se ha convertido en imprescindible en
todas sus giras “Silicon Messiah”, de su etapa como Blaze. Acto seguido llegaba
el momento del primer recuerdo a su
anterior entrega discográfica de manos de “Dawn Of The Dead Son”, con Blaze
abandonando la primera línea de fuego para dejar que fueran sus compañeros
quienes ocupasen el centro del escenario para protagonizar una trepidante
cabalgada. Acompañado de las palmas del respetable arrancaba “Escape Velocity”,
mientras el vocalista aprovechaba para saludar efusivamente a los integrantes
de las primeras filas.
Una
nueva ración de contundencia instrumental y estribillos altamente coreables
harían que “Fight Back” fuera cantada por gran parte del respetable antes de
que Chris se encargara de rematar el
tema con su impactante solo final. El viraje hacia latitudes más melódicas
llegó de manos del envolvente “Prayers
Of Light”. Mientras que para delimitar el ecuador del show el cuarteto
optó por el tema que abría el recopilatorio “Best Of The Beast”:
“Virus”.
Aprovechando
la euforia que había suscitado esta segunda ración maideniana era un buen
momento para invitar al personal a que se sumase al estribillo de “Independence”, para acto seguido
adentrarnos en las sonoridades más oscuras e intrigantes de “Immortal One”. No
tardarían mucho en volver a salpicar el show de salvaje intensidad metalera con
“Human”, convertida en el preámbulo perfecto para que todos volviéramos a alzar
nuestros puños al aire para acompañar los efectivos coros de “Calling You Home” y “Endure And Survive”.
Para
encarar la recta final del show Blaze volvió a referirse a su etapa al frente de Iron Maiden, de la que
aseguró sentirse muy orgullo, lo que provocó la aprobación del público, y más
aún cuando Luke Appleton se unió a la banda como segundo guitarrista para
sumarse “The Angel And The Gambler”, que sorprendió con esos nuevos arreglos
que le dieron un aire más roquero y menos sofisticado; y el contundente “Man On
The Edge”, que a la postre fue el único
y solitario recuerdo que se permitió al álbum que supuso su
incorporación a la banda de Harris, “The X Factor”. Para poner el punto y
seguido a la velada el frontman volvería a recabar nuestra colaboración para
que nos sumáramos al aplastante estribillo del melódico “A Thousand Years”. No,
nuestra reunión de amigos con Blaze y sus muchachos todavía no había concluido. Así que atendiendo
a las demandas de un público que pidió con insistencia más música y diversión
al grito de “we want more”, los músicos volvieron a empuñar
sus instrumentos para rematar la velada con dos composiciones rescatadas de la primera entrega de la trilogía, la propia
“Infinite Entanglement”, y la apoteósica
“Dark Energy 256”, que rubricaban una nueva demostración de actitud y
autenticidad de manos de un músico pertinaz y entregado, que parece dispuesto a
no tirar la toalla y a seguir batallando para obtener el reconocimiento que sin
duda se merece.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario