A diferencia de lo que suele ser habitual con las bandas
americanas Machine Head siempre han prestado una atención especial al público
europeo. Desde aquel primer tour abriendo para Slayer a finales de 1994, la formación que lidera Robb Flynn nos ha visitado en
repetidas ocasiones. La excusa para su regreso a nuestros escenarios era presentar el material de su última entrega
“Catharsis”, un trabajo que ha suscitado opiniones encontradas entre sus
seguidores. Nuevamente, al igual que sucediera en su última visita, los californianos
se presentaban en solitario, con lo que presagiábamos que nos brindarían un show largo, en el que nos ofrecerían un
detallado repaso a una carrera que sobrepasa holgadamente el cuarto de siglo.
Mucho ha variado la alineación del combo de Oakland desde aquella primera visita, permaneciendo únicamente al frente el mencionado Flynn. Pese a ello, el núcleo de la banda parece sólidamente asentado con el batería Dave McClain, el guitarrista y colega de Flynn desde su etapa de Vio-lence, Phil Demmel, y el bajista Jared MacEachern. El enclave escogido para su retorno a los escenarios barceloneses fue la sala grande de un Razzmatazz que, si bien no llegó a llenarse, acabó registrando una muy buena entrada, con la planta inferior prácticamente llena.
Un cuidado montaje escénico, -aunque no tan impactante visualmente como el de su anterior visita-, que incluyó un imponente telón trasero, pancartas laterales, y varias alfombras con el logo y el nombre de la banda, resultó el marco perfecto para que el cuarteto pusiera de manifiesto que actualmente son uno de los pesos pesados de la escena internacional. También contribuyó a que el show alcanzase unas altas cuotas de intensidad una audiencia animada y efusiva, que aportó ese plus de entrega que propició que el cuarteto ofreciera su mejor versión desde que abrieran fuego con el descomunal “Imperium”, que les sirvió para mostrar otras de sus armas de esta noche: un sonido arrollador y un juego de luces compuesto por varios rombos que recordaban su clásico logo. Liderados por un Flynn que se mostró seguro y dominante desde su posición central, sus compañeros no levantaron el acelerador para seguir caldeando el ambiente con la vertiginosa “Volatile”, dejándonos a Phil y Jared haciéndose cargo de esos rabiosos coros que animaron al respetable a alzar los puños al aire.
Con la gente coreando enfervorizada el nombre de la banda,
Flynn esbozó una fugaz sonrisa antes de invitarnos a todos a botar durante “Now We Die”, que se saldaba con el trío de
cuerda dando la espalda al personal para dejar que McClain, desde su altísima
tarima de batería, se encargara de rematar el tema. A lo largo de los años
Flynn ha mostrado su versatilidad compositiva, pero lo que no ha cambiado es su
devoción por los riffs rabiosos y matadores como los de “Beatiful Mourning”,
que era la elegida para la presentación
de Jared MacEachern.
Tras haber centrado su objetivo en algunas de sus últimas entregas durante los primeros compases de la velada, la primera mirada sobre el material facturado a finales del pasado siglo llegó con el tormentoso “The Blood, The Sweat, The Tears”, comandada por un Flynn arrollador, que rasgó sus cuerdas vocales sobre la demoledora base rítmica. La rabia de “Kaleidoscope” sirvió como pretexto para que volvieran a incidir en el material de su última entrega, para posteriormente echar la vista atrás y adentrarnos en el tema de apertura de “The Blackening”, “Clenching The Fists Of Dissent”.
Tras una pequeña demostración solista de Phil Demmel, Robb
reapareció en escena empuñando la acústica durante la larga introducción que
precedió a “Darkness Within”, durante la
que el frontman recordó su primera
visita a la ciudad, -en uno de los pocos discursos que se permitió-, ya que el
show tuvo un ritmo electrizante, alcanzando uno de los puntos culminantes
cuando el público se encargó del estribillo del tema. Nuevamente el equilibrio
entre las ambientaciones envolventes y los guitarrazos rabiosos y aplastantes volvió
a marcar la novedosa “Catharsis”.
Dejando que las encargadas de volver a hacernos viajar en el tiempo hasta la
década de los noventa fueran “From This Day” y “Ten Ton Hammer”, que caía como
un bombazo entre una audiencia completamente desatada.
La vertiente más vanguardista del combo americano quedaría
plasmada a lo largo de la camaleónica “Is There Anybody Out There?”, que ponía
al personal en movimiento en sus partes más rápidas y cañeras, antes de acabar
fundiéndose con “Locust”. Una vez más, Robb se quedó solo al frente de la nave
para ofrecernos el arranque acústico de “Bastards”, con el personal acompañando
con palmas antes de que el resto de sus compañeros se le sumaran para la segunda parte
del corte. Tras el imponente solo de Dave McClain tocaba encarar la recta final
del show dando buena cuenta de un trallazo incontestable como “Bulldozer”, que
era la responsable de que los ánimos volvieran a caldearse entre las primeras
filas, para acabar dejando paso a la épica de “Killers & Kings”, y la
arrolladora furia thashera de su primer gran hit, el imprescindible “Davidian”.
Aclamados, los americanos no tardaron en regresar sobre las
tablas para proponernos las ambientaciones intimistas y las esencias acústicas
de otra de sus nuevas composiciones “Behind A Mask”. Tocaba volver a levantar
la moral de la tropa, y para ello que mejor que dar un plus de intensidad y
dramatismo a la segunda mitad de “Sail
Into The Black”, que se convirtió en la antesala perfecta para “Aesthetics Of Hate”,
con ambos guitarristas haciendo vibrar al respetable con sus aportaciones
solistas.
Para el fin de fiesta definitivo el cuarteto se reservó una
nueva andanada de riffs, contundencia y agresividad, convirtiendo los aledaños
del escenario en un auténtico infierno al encarar una incontestable tripleta
que estuvo protagonizada por la velocidad de “Game Over”, la incontrolada ira de la primeriza “Block”, -que volvía a poner
la pista patas arriba-. Mientras que la rúbrica definitiva, para casi tres
horas de show en las que Machine Head tuvieron ocasión de mostrar sus múltiples
facetas, estuvo reservada para las melodías dobladas de “Halo”.
Ante una audiencia enfervorizada, que rindió homenaje a sus
héroes durante varios minutos, Machine Head abandonaban el escenario dejando tras de si a unos seguidores que
saltaron, vibraron y corearon, una colección de temas imprescindibles para
comprender la evolución del metal en pleno XXI.
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