Procedentes
de las oscuras y gélidas tierras
finlandesas Ensiferum arribaban a la cálida costa mediterránea para presentar en sociedad su última entrega
discográfica “Two Paths”. El avance de las hordas que comandan Markus Toivonen
y Petri Lindroos no ha sido fulgurante, pero a lo largo de sus más de dos
décadas en activo han conseguido ir sumando nuevos adeptos a su causa gracias a la pegada
de unos temas que combinan a la perfección: el folk, el death melódico y la épica metalera. La sala Salamandra fue el enclave
escogido por el combo de Helsinki para
su retorno a tierras catalanas, y como compañeros de viaje volvieron a contar
con los italianos Wind Rose, quienes ya les acompañaron en su visita de 2015.
Además, en esta ocasión, se sumaban al cartel los canadienses Ex Deo, quienes
aprovecharon para desplegar toda su grandilocuencia épica inspirada en el
mítico Imperio Romano.
El
ambiente en el recinto fue de lo más animado desde primera hora de la tarde. De
modo que cuando los encargados de dar el pistoletazo de salida a la velada, Wind Rose, aparecieron en escena el
local presentaba ya un fantástico aspecto. Ataviados con sus habituales ropajes
de combate los italianos pusieron rápidamente al personal en movimiento,
dándonos argumentos para que nos
abandonáramos al baile y la diversión desde la inicial “Fallen Timbers”. Viendo
la reacción de las primeras filas resultaba evidente que Wind Rose habían
sabido rentabilizar sus anteriores visitas a la capital catalana, y la de esta
noche no iba a ser una excepción.
A
diferencia de lo que suele ser habitual, me sorprendió positivamente que la
banda no tirará de coros pregrabados a la hora de atacar cortes como “Rebel And
Free”, que con sus contagiosas melodías se convertía en la excusa perfecta para
que la euforia se desatara en los aledaños del escenario ante la cara de
satisfacción de un sonriente Francesco Cavalieri. Precisamente fue el propio
frontman quien nos invitó a viajar con ellos a su tierra de origen durante los
prolegómenos de la novedosa “The Returning Race”, que impregnaba el recinto de
su suculenta ambientación medieval.
Tras
haber conseguido establecer una excelente conexión con los presentes quedaba
claro que tanto la banda como el público tenían ganas de fiesta y diversión.
Así que la encargada de prender la mecha que convirtió el local en un auténtico
desmadre fue la novedosa “Drunken
Dwarves”, que arrancaba con todo el personal sumándose a dar palmas para posteriormente invitarnos a danzar siguiendo
sus alocadas melodías.
Una
última mirada sobre el material de su tercer redondo “Stonehymn”, fue la excusa
para volver a adentrarnos en la grandilocuencia épica que marcó “To Ereborn”.
Mientras para poner el broche definitivo a su escueta presentación optaron por echar la vista atrás hacia su
anterior “Wardens Of The West Wind”, invitando al personal a que se sumara a los hímnicos estribillos de “The Breed Of Durin”.
Tras
haber transitado con Wind Rose por las
ambientaciones medievales y las melodías de corte power-folk, los siguientes en
ocupar las tablas de un Salamandra ya prácticamente lleno fueron Ex Deo. Justo
cuando se cumple el décimo aniversario de su creación la “legión romana” que comanda
el carismático Maurizio Iacono parece estar viviendo uno de sus mejores
momentos. Compuestos por la columna vertebral de Kataklysm, me llamó mucho la
atención la ausencia de Dano Apekian, por lo que las líneas de su bajo se
sumaron a la gran cantidad de sonidos y efectos pregrabados que presentó en
vivo el combo de Montreal.
Precedidos
de una larguísima introducción y luciendo la vestimenta clásica de las legiones
romanas, Ex Deo irrumpían en escena dispuestos a hacer rugir al personal con el
tema de apertura de su último redondo “The Inmortal Wars”, “The Rise Of
Hannibal”. Respaldados sobre la
descomunal potencia de unas guitarras cien por cien death metaleras y liderados
por la imponente presencia escénica de Maurizio,- muy metido en su papel de oficial
romano-, la banda pasó como un vendaval por el Salamandra, dando buena cuenta
de temas como “I, Calugvla”, que lograba que el personal se sumara al
headbanging.
No
puede decirse que Maurizio se prodigara en exceso a la hora de las
presentaciones, ya que apenas interactuó con el público durante los cincuenta
minutos que estuvieron sobre las tablas. Así que con el escenario a oscuras y
con los músicos de espaldas arrancaba “Pollice Verso (Damnatio ad Bestia)”, que se
abría con la banda mostrándonos su
faceta más melódica para acabar convirtiéndose en una andanada certera y letal.
Aunque,
como comentaba anteriormente, no me acabó de convencer la gran cantidad de
pregrabados que llevaron Ex Deo, lo cierto es que los canadienses acabaron
ganándose el galardón de la banda más potente y oscura de las tres que conformaban
el cartel de esta noche. De modo que esa
orientación más extrema y agresiva se
dejó notar con fuerza a la hora de
adentrarnos en trallazos seminales como “Cato Major: Carthago delenda est!”,
que nos dejaba con un excelente trabajo del batería Olivier Beaudoin.
Curiosamente,
me dio la sensación de que a medida que avanzaba el show la gente se fue
desconectando, quizás fuera por la actitud un tanto distante de la propia
banda, o por las estructuras más densas y complejas que nos presentaron
en temas como “Ad Victoriam (The Battle Of Zama)”. Afortunadamente la sintonía
entre banda y público volvió a restablecerse con el primer recuerdo a su debut
“Romulus”, del que nos propusieron el imponente “The Final War (Battle Of
Actium)”, que nos dejaba la estampa del vocalista arrodillado y con los brazos
extendidos para invocar a Júpiter.
El
nivel de intensidad no decreció, ya que a continuación llegó “The Roman”, que
acompañada de sus movimientos orquestales fue la escogida para cerrar el capítulo
dedicado a su obra del pasado año. El último ataque de las tropas canadienses
estuvo reservado para la tormentosa “Romulus”, que les servía para acabar
alzándose con una justa victoria. No cabe la menor duda, Ex Deo gustaron y convencieron
a su paso por Barcino.
A
diferencia de lo que sucedió en su última visita, -en la pasada edición del
Rock Fest Barcelona-, en esta ocasión Petri Lindroos y sus muchachos
aparecieron con exquisita puntualidad sobre las tablas. Contando como decorado
con un gran telón de fondo y varias plataformas repartidas a lo largo del
escenario, Ensiferum fueron acogidos como auténticos héroes. Ante tal derroche
de efusividad los finlandeses salieron con las pilas bien cargadas, inaugurando
la descarga con el trepidante dinamismo de “For Those About To Fight For
Metal”. No tardó mucho Lindroos en ocupar el centro del escenario y erigirse
como el perfecto maestro de ceremonias, espoleando incansablemente al personal
para que se sumara a los hímnicos estribillos de “Two Paths”, dejando patente
que el nuevo material ha calado hondo entre sus incondicionales.
Tras
haber calentado motores era un buen
momento para cambiar diametralmente de registro y adentrarnos en las
ambientaciones medievales que marcaron
“Heathen Horde”, que se convertía en la excusa perfecta para que todos
alzáramos los puños al aire mientras hacíamos nuestro el estribillo que se
repartieron Lindroos y Sami Hinkka. Lamentablemente, en esta ocasión, Ensiferum
se presentaron sin teclista, con lo que los grandilocuentes arreglos contenidos
en temas como el novedoso “King Of
Storms” sonaron “enlatados”.
El
momento de dejarnos llevar por las sonoridades más relajadas y las bucólicas
melodías llegó con los compases iniciales de “Wanderer”. No dejarían de lado el
material de “From Afar”, ya que las guitarras recobrarían toda su potencia e
intensidad para atacar “Twilight Tavern”, provocando la hilaridad de unas
primeras filas que enloquecieron cuando la banda aceleró el paso en su
desquiciante sprint final.
El
único y solitario recuerdo que se
permitieron al material de su debut homónimo fue “Treacherous Gods”, que conseguía mantener el
clima de euforia reinante justo antes de que la sala se viniera abajo cuando Lindroos
anunció que la siguiente sería “Lai Lai Hei”, que se convertía en uno de los
momentos de la noche justo cuando alcanzábamos el ecuador del show.
Parecía
difícil que los finlandeses consiguieran mantener semejante clima de euforia y
excitación. Así que tras un pequeño parón Hinkka empezó a dibujar sobre su bajo la melodía que sirvió como
presentación para ese alarde de épica metalera que es “In My Sword I Trust”.
Los oscuros cánticos de “Tumman Virran Taa” sirvieron como preámbulo para uno de los números más complejos y
majestuosos de los finlandeses “The Longest Journey (Heathen Throne Part II)”,
que conseguía mantener la atención del respetable pese a su extensa duración.
Con
la batería de Janne Parviainen llamando a filas al personal llegaba el momento
de regresar sobre el material de “Two Paths”, dándonos motivos para agitar
frenéticamente la cabeza siguiendo la trepidante cabalgada que supuso “Way Of
The Warrior”. El último envite antes del habitual receso estuvo reservado para
las esencias death metaleras del
demoledor “Into Battle”, que con el escenario teñido de rojo nos abocaba hacia
el apocalipsis final.
Las demandas del público no cesaron durante el
tiempo que la banda estuvo entre
bambalinas. Así que rápidamente regresaron para empuñar sus instrumentos y
volver a hacer mover al personal con las
furiosas acometidas de “Iron”, que,
curiosamente, se saldaba con un gracioso guiño al “Sweet Child O´Mine”. Al
final noche redonda para Ensiferum. Llegaron siendo aclamados, con el público
ya a su favor. Y se marcharon con la certeza de que en tierras catalanas tienen
un nutrido y fiel séquito de incondicionales.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario