Normalmente
no resulta un buen augurio cuando un show se traslada a un local de menor aforo
pocas horas antes de su celebración. Aunque siempre es de agradecer la
determinación y el compromiso tanto de los organizadores como de los propios
músicos para sacar el show adelante y no acabar defraudando a los que han
decidido invertir su dinero y tiempo de ocio en disfrutar de música en directo.
Tras un silencio discográfico de cuatro años los británicos Feed The Rhino
ponían en circulación “The Silence”, su trabajo más personal y maduro, en el
que la banda ha reunido todas sus influencias para ofrecernos una colección de
composiciones en las que se combinan su habitual pegada, algunos riffs de
esencia stoner, guiños al metal alternativo y una buena dosis de corrosiva
rabia hardcore.
El
comentado cambio de local acabó propiciando que la cita se trasladara de la
Sala Bóveda al Bar Ceferino. Pero si alguien pensaba que esto iba a acabar
repercutiendo en la intensidad y la entrega de los músicos no podía estar más
equivocado, ya que tanto los británicos como los encargados de abrir la velada,
Osezno, nos brindaron dos aplastantes shows.
Con algo de retraso sobre el horario
inicialmente previsto, y con poco más de una treintena de personas ocupando el
local, aparecían en escena Osezno para ofrecernos un exhaustivo repaso a su
trabajo homónimo, que los más curiosos ya habíamos tenido ocasión de escuchar a
través de su bandcamp. No pareció importarles lo más mínimo el frío ambiente
que se respiraba en el local, ya que el cuarteto salió con las pilas bien
cargadas para hacernos agitar la cabeza al ritmo de su autodenominado Rock’N’
Core, desplegando las rabiosas acometidas de la inicial “Quién”.
Ya desde los compases iniciales del show pudimos comprobar que el cuarteto venía dispuesto a demostrar el porqué han sido elegidos para abrir las descargas de los británicos en nuestro país, y la mejor prueba fue la contundencia y solidez con la que sonaron los aplastantes riffs de “Qué Soy Yo”, con su frontman, Grego Ruiz, avanzando su posición para castigar sus cuerdas vocales entre los presentes.
Esa vena visceral, con claras reminiscencias del punk más crudo y corrosivo, saldría a relucir a lo largo de temas como “Despierta”. El contraste a tanto velocidad llegaría con las esencias stoner que marcaron temas como el tortuoso “Odia, Rompe El Miedo” y “Solo Una Vez”, que me recordaron a los Hamlet de finales de los noventa.
Para encarar la recta final de su presentación Osezno optaron por una de sus primeras composiciones “Balas De Fuego Y Sal”, para dejar que la encargada de rubricar su incendiaria presentación fuera “Una Historia”. Lo dicho, qué Osezno se dejaron la piel sobre las tablas para tratar de animar a una audiencia que se fue calentando a medida que avanzaba el show.
No tardaron mucho en tomar posiciones los chicos
de Feed The Rhino, ya que no quisieron perderse la actuación de Osezno. Pese a
la poca afluencia de público los británicos irrumpieron dispuestos a no hacer
prisioneros. Así que su frontman, Lee Tobin, decidió que un buen lugar para
arrancar el show era sobre la barra del local mientras su compañeros atacaban
de forma implacable la novedosa “Featherweight”. Además, esta noche no hubo separación
física entre banda y público, ya que los músicos se entremezclaron con los
espectadores mientras ahondaban en su faceta más melódica a lo largo de “Heedless”.
Parecía difícil que los británicos consiguieran mantener semejante nivel de intensidad durante todo el show, pero su vitalidad y la conexión con el público, -especialmente con los miembros de Osezno que no pararon de animar durante todo el show-, acabaron propiciando que el recinto se convirtiera en una sauna cuando nos adentramos en las sonoridades más oscuras y amenazantes de “Caller Of The Town”. Sin concedernos tiempo para recuperar el aliento, los temas de los británicos fueron sucediéndose, para convertirse en la banda sonora perfecta de las locuras acróbatas de un frontman que no vaciló a la hora de subirse a Caballito sobre el vocalista de Osezno durante “The Burning Sons”.
El primer recuerdo a su anterior entrega “The
Sorrow And The Sound”, llegó con los desquiciantes alaridos de “Behind The
Pride”, convirtiéndose en el preámbulo perfecto para la dupla que conformaron
el machacón “Left For Ruins” y el desgarrador “Tides”, que arrancaba con las
notas de un piano grabado antes de que volviera a desatarse la tormenta. No
tardó mucho en regresar la rabia y la agresividad para adentrarnos esta ocasión
en las ambientaciones más envolventes y opresivas de “Deny And Offend”.
Sin duda uno de los momentos culminantes de la
velada se produjo cuando tras agradecernos nuestra presencia la banda se
abalanzó sobre uno de los temas que mejor plasman su evolución de cara a este cuarto
trabajo “Timewave Zero”, alternando algunos pasajes vocales limpios con su
habitual descarga de cólera incontrolada. Con Lee nuevamente encaramado a la
barra del local, y con un miembro de la sala observando con cara de preocupación
sus impredecibles movimientos, la banda encaraba el sprint final de su
actuación con dos bombazos como son “Nerve Of A Sinister Killer”, con el que
nos invitaban a levantar los puños al aire, para posteriormente rematarnos
definitivamente con “New Wave”.
Demostraron tablas, profesionalidad y actitud.
Feed The Rhino se marcaron un soberano concierto ante las treinta personas que
nos acercamos a verlos, ofreciéndonos el mismo derroche de rabia e intensidad
que si estuvieran ante una sala completamente abarrotada.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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