Pese
a llevar en activo desde principios de los noventa, con bandas como Citizen
Swing y The Mayfield Four, la fama y el reconocimiento no le han llegado al
guitarrista, vocalista y compositor de Boston hasta que su nombre se ha visto
unido al de héroes de la guitarra como Mark Tremonti o el icónico Slash. Myles
Kennedy posee una de las voces más versátiles y personales de la actualidad.
Así que tras girar en los últimos años por todo el mundo junto a Alter Bridge y
Slash & The Conspirators, el vocalista está aprovechando este verano para presentar
a sus seguidores el material de su debut
en solitario “Year Of The Tiger”.
No, en esta ocasión, no veríamos a Kennedy como ese frontman enérgico y vitalista, ya que en la cercanía e intimidad que nos proporcionó un Razzmatazz 2 ,que acabó registrando algo más de media entrada, tuvimos oportunidad de ver a un músico más próximo, cercano e intimista, que apareció en escena acompañado de una sobria sección rítmica, y con el objetivo claro de tocar la fibra y emocionar a sus seguidores.
Pero
antes de que esto sucediera tendríamos ocasión de presenciar la sorpresiva
presentación que nos brindó Dorian Sorriaux. Y digo sorpresiva porque teniendo
en cuenta su bagaje y su trabajo junto a la vocalista Elin Larsson en Blues Pills, me esperaba una actuación cargada
de eléctrica psicodelia. Pero, lo cierto, es que no podía estar más equivocado.
Dorian
Sorriaux apareció en escena ataviado con una de sus características camisas de estampado imposible y únicamente
acompañado de su guitarra para durante poco más de cuarenta minutos repasar
algunas de las composiciones que forman parte de su primer E.P. en solitario
“Hungry Ghost”.
A
media luz, y sin ninguna clase de elemento decorativo que restase importancia a
lo verdaderamente importante: la música; el guitarrista francés supo imprimir a
su presentación un toque intimista e introspectivo dando buena cuenta de temas
como la propia “Hungry Ghost”, la hipnótica “Huitoto” y “Hello My Friend”, con
la que el francés dejaba clara su pasión por las ambientaciones más relajadas y
cercanas al folk-rock.
Pero,
desafortunadamente, su descarga no acabó de conectar con el público, ya que
mientras que los más devotos copaban las primeras filas para no perderse detalle
de las historias que Sorriaux y su guitarra nos estaban narrando, el resto del
personal parecía totalmente ajeno a lo que estaba sucediendo sobre el escenario.
En cualquier caso, mientras Blues Pills parecen haberse tomado un merecido descanso tras su ajetreada agenda de los
últimos años, Dorian Sorriaux parece dispuesto a darse a conocer en su faceta
de cantautor.
Tras
un entreacto que fue bastante más corto de lo habitual, un escenario engalanado
con un discreto telón de fondo se preparaba para albergar la descarga del trío americano. El
indiscutible protagonista de la velada, Myles Kennedy, apareció en escena
ataviado con una camisa de cuadros, y con la firme intención de hacer mover al personal
con la garra roquera que imprimió a la inicial “Devil On The Wall”.
Sin
duda este debut en solitario del músico de Boston ha sido como un exorcismo
para él, ya que en “Year Of The Tiger”
ha plasmado el dolor y la desesperación propios de perder a seres queridos, y
eso se percibió en la crudeza e intensidad con la que sonaron en directo temas
como la emocionante “The Great Beyond”. La noche había empezado bien, con un
Myles intenso y en perfecto estado de forma. Así que las buenas sensaciones seguirían
en aumento a lo largo de los envolventes desarrollos que marcaron “Ghost Of
Shangri La”, que fue la elegida para que el frontman nos presentara a sus compañeros de
viaje.
Kennedy
lo había conseguido, en poco más de diez minutos había logrado transformar el
recinto en una acogedora reunión de amigos. De modo que amparándose en ese
ambiente relajado y distendido que había
conseguido crear se fueron sucediendo cortes como “Haunted By Design”, que
sorprendió a más de uno por la originalidad de sus melodías sureñas. La fuerza
hard roquera no tardaría en regresar cuando las primeras filas reconocieron los
compases iniciales de “Standing In The Sun”. Acto seguido Kennedy tomaría
asiento para empuñando su guitarra acústica deleitarnos con una intimista adaptación
del clásico de Alter Bridge “Addicted To Pain”.
No
tardaron mucho sus compañeros en regresar a escena para apoyarle e imprimir
contundencia a los devaneos alternativos
contenidos en “Turning Stones”. Mientras que el momento de dar argumentos a los
que piensan que el de Boston es
uno de los mejores vocalistas de los
últimos años llegó con un fantástico “Blind Faith”. Pero sin duda una de las
grandes sorpresas de la noche llegó justo cuando llegábamos al ecuador del
show, con una versión acústica del “The Trooper” de Iron Maiden.
Aunque
nunca fueron una banda popular en el Viejo Continente, Kennedy no quiso dejar
pasar la ocasión de premiar a sus seguidores más devotos y veteranos con una
perla, un fugaz recuerdo a los tiempos de The Mayfield Four, rescatando para la
ocasión “White Flag”. La vuelta sobre el material de su debut en solitario
estuvo reservado para los aromas southern-rock de “Songbird”. Una vez más, sólo
en escena, Kennedy volvió a emocionar a la parroquia con una desgarradora versión
del “Watch Over You”, de Alter Bridge, que recabó una cerrada ovación.
Si
algo ha marcado la carrera del vocalista y guitarrista ha sido su versatilidad
a la hora de cantar diferentes estilos. Pues bien, lo que llegó a continuación
fue una transición hacia derroteros blueseros de manos del “Travelling
Riverside Blues”, del maestro Robert Jhonson, que nos hacía calentar motores
antes de poner el punto y seguido a la velada con “World On Fire” y “Year Of
The Tiger”.
Acompañado de los cánticos del personal Kennedy
regresaba a escena acompañado de su acústica para “All Ends Well”. Mientras que
la rúbrica definitiva para 90 intensos minutos de música llegó de manos de la
deliciosa “Love Can Only Heal”. Lejos de
los grandes escenarios, acompañado de una banda solvente y sin excesivos
añadidos, Myles Kennedy nos brindó en la Ciudad Condal un show rebosante de
clase, aromas acústicos, y feeling
roquero.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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