Mucha, muchísima, expectación había suscitado el retorno a los escenarios catalanes de Halestorm tras su visita hace un lustro abriendo para Alter Bridge en la sala grande del Razzmatazz. Si en aquella ocasión la banda que lideran los hermanos Hale ya dejó unas muy buenas sensaciones con un show sólido y compacto. Ahora con más rodaje y experiencia, y con un fantástico nuevo álbum bajo el brazo “Vicious”, -que han grabado junto al afamado productor Nick Raskulinecz que ha trabajado con bandas como Mastodon, Alice In Chains, Bush, o Ghost-; los de Pensilvania superaron con creces las expectativas inicialmente previstas obligando a los organizadores a trasladar la cita desde la sala Bikini al Salamandra.
Aunque a día de hoy el éxito del cuarteto
americano en su país es una realidad indiscutible, este periplo por el viejo
continente les está sirviendo para afianzar su posición demostrando una
calidad, una personalidad y un nivel de energía sobre las tablas, que les hacen
candidatos a ser una de las formaciones que más darán que hablar durante los
próximos años,... no lo dudéis. Quizás su propuesta ecléctica y heterogénea no
acabe de casar con los gustos de los seguidores de las tendencias más clásicas, ni de las de las más potentes.
Pero lo que nadie puede negarles viendo el ambiente que se respiraba en los
alrededores del local, y la larga cola que aguardaba impaciente a que se
abrieran las puertas del recinto es su tirón, contando con el favor de una
audiencia de lo más variada y heterogénea.
No se presentaban solos los de Red Lion a su reencuentro con el público barcelonés, ya que como aperitivo antes de su aparición estelar sobre las tablas de un Salamandra que acabó presentando un fantástico aspecto, contaron con el concurso de Devilskin. Si el line-up de las estrellas de la noche venía marcado por la relación de parentesco entre Lzzy y Arejay, (hermanos). La de los neozelandeses venía dada por la relación padre-hijo de su sección rítmica, ya que él batería Nic Martin es el vástago del bajista y fundador Paul Martin. Pero dejando a un lado las anécdotas, lo cierto es que el combo de Hamilton gozó de bastante más tiempo del que suele ser habitual en los teloneros, y de un fantástico sonido para presentar su potente hard rock salpicado de pinceladas metaleras y alternativas.
Comandados por una sonriente e hiperactiva Jennie Skulander, que apareció en escena luciendo un elegante y llamativo vestido rojo, el cuarteto abría fuego puntualmente confiando en la solidez melódica de “Pray”, dejando patente desde el mismo arranque que su propuesta no es de fácil catalogación, ya que conjuga registros cristalinos y desgarradores alaridos. Tras reponernos del impacto inicial, la vocalista proclamaba el nombre de la banda, por si algún despistado aún no se había enterado, para posteriormente clavar su rodilla en el suelo para empuñar una pistola y gasearnos con ella durante el arranque de “Elvis Presley Circle Pit”, que les servía para hacer una primera incursión en su debut “We Rise”.
Habiendo conseguido captar la atención de unas primeras filas que se fueron animando a medida que avanzaba el show era un buen momento para presentarnos “All Fall Down”, que sorprendía a más de uno por su orientación más afilada, con un gran solo del guitarrista Tony “Nail” Vincent. Uno de los temas que mejor puede definir la propuesta de Devilskin es “Mountains”, en la que se combinan a la perfección: potencia, elegancia, y melodía, de manos de una banda que derrocha intensidad, vitalidad y entrega.
Aunque en algún momento puntual como durante el arranque de “Start A Revolution” se echó en falta una segunda guitarra o el concurso de unos teclados que sirvieran para rellenar algunos huecos, lo cierto es que el combo de Hamilton sonó de lo más compacto y convincente, gracias a la pegada que exhibieron en sus rotundas aceleraciones, con una Jennie absolutamente desatada, que no paró de castigar sus cuerdas vocales mientras se movía compulsivamente. El contraste a tanto despliegue físico llegó con los aromas más sosegados del uptempo “Animal”, conducido por las amenazantes líneas de bajo de Paul Martin.
La sorpresa de la noche, -ya que imagino que pocos la esperaban-, llegó cuando la banda se embarcó en la versión del clásico de Dio “Holy Diver”, reivindicando así sus raíces más clásicas y heavy metaleras para convertir la pista del Salamandra en un mar de cuernos que se alzaban orgullosos al aire. Una nueva mirada sobre su debut, -que curiosamente fue el álbum que más visitaron-, sirvió como excusa para desplegar su garra roquera sobre los desarrollos de “Never See The Light”, con Nail haciendo uso del slide para conceder al tema un atractivo aroma sureño.
El momento para que Jennie nos mostrara sus facultades como frontwoman, jugando con el público para posteriormente ponerlo a cantar, llegó justo a continuación con “Vessel” y “Until You Bleed”, que nos conducía hacia una hilarante parte final con Nail y Paul ocupando la parte central del escenario para batirse en un trepidante duelo. El segundo y último adelanto que nos ofrecieron del que será su nuevo trabajo fue su último sencillo “Endo”, que arrancaba de forma delicada para acabar convirtiéndose en un verdadero vendaval sonoro.
“Voices” fue la elegida para encarar la recta final de su presentación con una dramática interpretación de Jennie. Para, posteriormente, bucear en las sonoridades de corte setentero durante el arranque de “Little Pills”. El remate definitivo para su hora sobre las tablas llegó con el que probablemente fue el tema más rabioso de toda la noche, el colérico “Violation”. Resumiendo interesante y sorpresiva descarga de unos Devilskin que llegaron como unos perfectos desconocidos y que se bajaron del escenario del Salamandra mientras la gente apuntaba su nombre de cara a futuras visitas.
Pese al éxito y el estatus del que disfrutan Halestorm en su país, he de reconocer que me sorprendió la sencillez y la sobriedad de un set escénico donde lo que más destacaba era la tarima de la batería. Y, como no, la impagable indumentaria de Arejay Hale, que lució estrambótica americana, corbata y bermudas. Como era previsible la cara más roquera de la banda la puso la propia Lzzy, -con vestido corto negro y chaqueta de cuero con flecos-, haciendo gala de esa actitud salvaje y roquera que siempre le ha caracterizado. En cuanto al sonido lo cierto es que fue bastante bueno en líneas generales, aunque también es verdad que se notó que este era uno de los últimos conciertos de este tramo del tour, ya que superado el ecuador del show la voz de Lzzy acusó notablemente el cansancio acumulado, sonando más ronca y rasgada que de costumbre.
Desmarcándose
de lo que suele ser habitual cuando las grandes bandas están inmersas en la
vorágine propia de las giras, me sorprendió ojeando sus últimos repertorios que
la banda no ha repetido el mismo en ninguna ocasión, con lo que aunque las
canciones son más o menos las mismas, el orden de aparición es una auténtica incógnita
que se va desvelando a medida que avanza
el show. Así que con la gente tomando posiciones en los aledaños del escenario
el cuarteto aparecía en escena, sin introducciones ni grandes dispendios, para que Lzzy se abalanzara sin previo aviso sobre su micrófono para dar la fiesta por
inaugurada con la pieza que abre y da nombre a su último redondo “Vicious”, que
ponía a la gente en acción dejando claro que su nuevo material ha calado hondo
entre su creciente legión de incondicionales.
Como
comentaba anteriormente, un animado público tenia ganas de cantar y de bailar,
de modo que Lzzy y sus muchachos optaron por una apuesta segura para acabar de
firmar un arranque fulgurante, confiando en una bomba de relojería como es
“Love Bites (So Do I)”, que nos hacia acelerar el paso mientras Arejay daba
arranque a su particular espectáculo, jugando con el micro de su batería al más
puro estilo Portnoy. Con el ambiente ya muy animado, y con las primeras filas convertidas
en una auténtica sauna, tocaba seguir buceando en el material de su segundo
largo “The Strange Caso Of”, para darnos con “Mz. Hyde” motivos para que todos
nos pusiéramos a saltar siguiendo su contagioso ritmo.
Al igual que ya sucediera en su anterior visita a tierras catalanas, Lzzy se mostró como una frontwoman de lo más cercana y solvente, así que no titubeó a la hora de alzar la voz para dedicar a todas las chicas presentes la novedosa “White Dress”, que era la escogida para rebajar mínimamente el trepidante ritmo que hasta ese momento estaba llevando su presentación, con Lzzy invitándonos a cantar mientras Arejay aprovechaba para deshacerse de su estrafalaria corbata. Absolutamente eufórico el público coreó intensamente el nombre de la banda antes de que Lzzy entonara a capela el arranque de un desgarrador “I Get Off”, que se convirtió en el preámbulo perfecto para el envolvente y camaleónico “Do Not Disturb”.
A
estas alturas de la velada la comunión entre los americanos y sus seguidores
era ya absoluta. Así que solo fue necesario que Lzzy amenazara con el arranque
de “Amen”, para que la sala al completo volviera a explotar. Un nuevo speech
serviría para que la carismática líder nos preguntara que tema nos apetecía
escuchar, un tema rápido o uno más pesado. De modo que atendiendo a las
demandas del personal la siguiente en sonar fue la demoledora “Killing
Ourselves To Live”, que se zanjaba con toda la banda arremolinada en torno a la
tarima de batería de Arejay.
Precisamente
los siguientes minutos estuvieron reservados para que el pequeño de los
hermanos Hale tuviera oportunidad de mostrarnos algunas de sus habilidades
técnicas, brindándonos un entretenido
solo de batería que incluyó un curioso numero tocando con baquetas gigantes, y
que acabó cuando apareció en escena para sumarse a la fiesta Nic Martin, batería de Devilskin. Su hermana y el resto
de sus compañeros no tardarían en
regresar a escena para protagonizar uno de los momentos culminantes del show con “Freak Like Me”, que ponía nuevamente el
recinto patas arriba antes de proponernos una nueva escala en su tercera
entrega para rescatar la divertida “Apocalyptic”, y dejar paso posteriormente a la novedosa “Skulls”.
Uno
de los momentos más vibrantes y desgarradores de la velada llegaría con la
emocionante “Heart Of Novocaine”, con Lzzy desprovista de su guitarra y con Joe
Hottinger haciéndose cargo de la guitarra acústica para iniciar brillantemente
el tiempo de los bises. Como si de una montaña rusa se tratara el cuarteto nos
volvería a poner la moral por las nubes con una apoteósica “I Miss The Misery”,
que nos dejaba a una audiencia completamente entregada entonando
ensordecedoramente la melodía para poner a prueba los cimientos del local.
Acompañados de los encargados de abrir la velada, Devilskin, que aparecieron en
escena para saludar, llegaba el momento de poner el broche definitivo al show
con un himno como “Here To Us”, que fue rubricado por la interpretación en
solitario de Lzzy de “She Won´t Mind”.
Fue
un concierto redondo, en el que Halestorm presentaron su firme candidatura para
convertirse, -si no lo son ya-, en una banda importante y llamada a llenar
grandes recintos en no mucho tiempo. Tienen temas, derrochan personalidad y
carisma, y cuentan con el fervor de unos seguidores que cantan, celebran, y
bailan cada una de sus composiciones, convirtiendo sus descargas en una
auténtica fiesta roquera.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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