Al
igual que sucede con muchas bandas británicas que hoy se consideran
imprescindibles para comprenden el auge y la evolución del heavy metal, Diamond
Head dieron sus primeros pasos a mediados de la década de los setenta. Pero,
lamentablemente, a diferencia de lo que sucediera con algunos de los máximos exponentes
de lo que se denominó la N.W.O.B.H.M.,
el combo de Stourbridge nunca a llegó a formar parte del olimpo del heavy
metal. Pese a ello, la reivindicación de su legado que hicieron banda como Metallica, quienes han realizado varias
versiones de sus temas a lo largo de los años, sirvió para que generaciones
posteriores acabaran descubriendo su material clásico. Aunque su producción discográfica no ha sido tan prolífica y regular como a muchos nos
hubiera gustado, el guitarrista Brian Tatler sigue siendo el motor del combo
británico, liderando los destinos de la banda a través de sus diferentes etapas y encarnaciones.
Hacia
ya bastante tiempo que los ingleses no visitaban la Ciudad Condal, si la
memoria no me falla desde 2005 cuando se presentaron como invitados de Megadeth en la sala grande del Razzmatazz. Así
que con la excusa de presentar su último trabajo homónimo aterrizaban en la
Sala Bóveda contando como frontman con el vocalista danés Rasmus Bom Andersen.
Los elegidos para acompañarles en este periplo por nuestro país fueron los
catalanes Aerial Blacked.
Bien
arropados por una buena representación de amigos, familiares y conocidos Aerial
Blacked aprovecharon su tiempo sobre las tablas para ofrecernos un detallado
repaso tanto de las composiciones de su primer largo “Breaking Stones”, como de
las composiciones que forman parte de su EP solidario “The United Project Vol. 1” cuya
recaudación integra está destinada a la fundación AFANOC, que se dedica a dar a
apoyo a niños con cáncer y sus familias; y en el que han colaborado músicos
como David Palau, Martí Dòria, Nacho de
Carlos, Mojinos Escozios…
Con
las pilas bien cargadas y altamente motivados Aerial Blacked saltaron al
escenario con la consigna clara de animar al personal dándonos buenos
argumentos desde que abrieran fuego con el marchoso “Kenyon”.
Pese a que les quedó un espacio escénico algo reducido, -los catalanes tuvieron
que montar su equipo delante del de los británicos-, la banda se mostró de lo
más activa y animada a la hora de atacar temas como “Out Of Control”.
Como
no podía ser de otra forma, su frontman Héctor nos informó de que en la zona de
merchandising estaba a nuestra disposición a un módico precio el mencionado EP solidario justo antes de seguir desgranando
su contenido, apostando en esta ocasión por desplegar su vena más macarra a lo
largo de “Join The Club”. El cambio de registro llegaría de la mano de las
ambientaciones más marcadas y machaconas de “Not Another Day”, con la que
acercaban su sonido a parámetros próximos
al stoner.
Aunque
en un principio no estaba prevista en el repertorio que los catalanes iban a
descargar esta noche, Héctor nos invitó a cantar el siguiente tema, una versión
del clásico de Metallica “For Whom The Bell Tolls”, que hacía subir la
temperatura en el local. Si durante la primera mitad del show Aerial Blacked se
habían dedicado a repasar algunas de las composiciones de su último EP, que
según nos comentaron tendrá continuación, el resto de su presentación estuvo
reservado para presentar el material de “Breaking Stones”. Así que las
guitarras se tornaron más incisivas y afiladas para flanquearnos el paso hacia
“Queens Of Nowhere”.
Con
la banda cada vez más animada y sintiéndose más a gusto sobre el escenario, el
cuarteto siguió dándonos buenos argumentos para que los más animados movieran
los pies y agitaran la cabeza siguiendo la trepidante andanada que supuso “The
Edge Of Death”, que nos dejaba a Héctor arrodillado en un lateral del escenario
para protagonizar un final cargado de contundencia e intensidad metalera. Para
encarar la recta final de su presentación el cuarteto nos propuso el que fue el
primer tema que escribieron “Fucking Machine”, que era el que abría aquella
primera demo que grabaron hace ya un
lustro.
Lamentablemente
el tiempo de los catalanes estaba llegando a su fin, pero antes de marcharse
todavía tuvieron tiempo para invitarnos a participar en el que fue el primer
single de “Breaking Stones”, “The Radar”. Para posteriormente dejar que el
cierre definitivo corriera por cuenta del siempre efectivo “Rebellion”.
Seguramente el hecho de jugar en casa fue un factor determinante para que Aerial
Blacked acabaran ofreciendo una notable descarga. Pero, en cualquier caso, resulta
indudable la entrega, calidad y actitud,
de una banda que salió dispuesta a dejarse la piel y conectar con el personal.
Pese
a ser una noche complicada, ya que coincidían varios conciertos en la capital
catalana, un buen numero de seguidores no quisieron dejar pasar la ocasión de ver en acción a los míticos Diamond Head.
Resulta cuanto menos curioso que algunos de los músicos que forman parte de la
actual encarnación de los británicos, - el vocalista Rasmus Bom Andersen y el
bajista Dean Ashton-, ni siquiera hubieran nacido cuando el guitarrista Brian Tatler ya estaba batallando
sobre los escenarios para darse a
conocer.
Ante
un público mayoritariamente veterano el cuarteto de Stourbridge irrumpía en
escena para desplegar todo su potencial, imprimiendo todo su garra hard roquera
para ofrecernos un primer guiño al
material del infravalorado “Death And Progress”, con el que nos invitaban
a cantar la coreable melodía de “Wild On
The Streets”. Debo admitir que me desconcertó bastante un sonido inicial
bastante irregular, con la voz de Rasmus Bom Andersen excesivamente alta. Pero
afortunadamente la situación poco a poco
se fue normalizando. Así que ya durante el rotundo “Borrowed Time” y “Sweet And
Innocent”, tanto la sección rítmica como los potentes riffs del
incombustible Brian Tatler sonaron mucho más compactos y matizados.
Aunque
me sorprendió la frialdad inicial con la que el respetable acogió a los británicos, Rasmus acabó tomando las riendas del show
recordándonos que hacía mucho tiempo que no se dejaban caer por aquí justo
antes de invitarnos a levantar los puños
al aire para acompañar el desarrollo de la novedosa “Bones”. Pero, sin duda, el primer gran momento
de la noche llegaría justo a continuación cuando el cuarteto anunció
“Helpless”, que se convirtió en el pretexto perfecto para que todos cantáramos sin dejar de agitar la cabeza.
Tras
haber espoleado definitivamente al personal con una de las piezas que popularizaron
entre la gran familia metalera Hetfield y sus muchachos, era un buen momento
para rebajar mínimamente el ambiente, recurriendo para ello a la elegancia
melódica de “In The Heat Of The Night”, una composición que conserva intacta la
primigenia esencia de la banda, fundiendo sus raíces hard roqueras con esos
vibrantes increscendos comandados por la
rotunda pegada de un Karl Wilcox que ingresó en la banda a principios de la
década de los noventa. Algo más densa, oscura y pantanosa sonó otra de las
nuevas “Set my Soul On Fire”.
Una
nueva mirada sobre el material que facturaron durante los primeros años de la
década de los ochenta sería la excusa perfecta para volver a hacer que el nivel
de revoluciones del personal volviera a incrementarse con “Lighting To The
Nations”, con Rasmus nuevamente invitándonos a entonar su melodía mientras el
incombustible Tatler convertía la barra del local es una extensión del
escenario. De entre sus nuevas composiciones una de las que mejor funcionó fue “Diamonds”, que nos dejaba con otro
implacable duelo entre el bajo de Ashton y la incisiva guitarra de Tatler
mientras Rasmus alzaba su pie de micro buscando la complicidad de unas primeras
filas que cada vez parecían más entregadas y animadas.
El sonido crudo y garagero de sus primeras
entregas fue el que marcó una fantástica
recta final que sirvió para colmar las expectativas de muchos de los presentes,
ya que la mítica formación británica enlazó de forma consecutiva “Shoot Out The
Lights”, una celebradísima “It´s Electric”, con Tatler dando un paso al frente
para incitar a que el respetable acompañara con palmas. Pero sin duda lo mejor todavía estaba
por llegar, ya que la euforia se desató definitivamente cuando el público reconoció los
compases iniciales de esa polvorienta cabalgada metálica que es “The Prince”,
-todo un compendio que aglutina los
pilares básicos del sonido de la N.W.O.B.H.M.-; y la incomparable “Am I Evil?”,
que hacía retumbar los cimientos de
local para poner el punto y seguido a la velada.
Para
finiquitar definitivamente su
presentación el combo británico no desaprovechó la ocasión de dejar patente la
perfecta sintonía con sus seguidores haciéndonos cantar el estribillo del
roquero “Sucking My Love”. Por muchos
años que pasen resulta innegable la influencia y el legado que nos han dejado bandas como Diamond Head.
Y la mejor noticia no es sólo comprobar que jóvenes formaciones siguen
citándoles entre sus influencias, sino
que en pleno siglo XXI todavía tengamos ocasión de verles sobre los escenarios
comandados por Brian Tatler.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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