Además de ser considerado como uno de los compositores y guitarristas más influyentes y prolíficos de su generación Mark Tremonti es un trabajador inagotable. Da igual que sea uniendo fuerzas junto a su compañero Myles Kennedy en Alter Bridge, o llevando las riendas de su aventura en solitario, el guitarrista y vocalista de Michigan parece ser un enamorado de la carretera. Tras su periplo europeo de festivales del pasado verano, que recaló en el Rock Fest Barcelona, y una vez finalizada su gira por los States, Tremonti regresaba al viejo continente para presentar en sociedad las composiciones de su último redondo “A Dying Machine”.
Habiendo
saboreado las mieles del éxito con Creed, y tras consolidar entre los grandes a
Alter Bridge, Tremonti parece ahora decidido a llevar a la banda que presta su
nombre a un nuevo nivel, y para ello el cuarteto que lidera se presentó en la
Sala Salamandra acompañado de unos viejos conocidos de la audiencia barcelonesa
como son The Raven Age, y de los franceses Disconnected. Aunque su
participación en el festival de Santa Coloma fue todo un éxito, lo cierto es
que me sorprendió que la sala no presentará un aspecto más animado y concurrida,
ya que apenas registró algo más de medio entrada. De modo que cuando a la hora
prevista aparecieron en escena los encargados de abrir la velada los franceses Disconnected el ambiente era todavía algo frío.
Sobreponiéndose a las adversidades el combo de Troyes salió muy motivado, especialmente su vocalista, Ivan Pavlakovic, que salió con la intención de contagiar su desbordante entusiasmo al respetable mientras repasaba los mejores momentos de su opera prima “White Colossus”. Me sorprendió muy positivamente el estilo que practicó el quinteto francés, dando buena cuenta de un metal moderno y con toques progresivos, en el que se mezclaron de forma solvente contundencia, melodía y diferentes registros vocales, dotando a cortes como la inicial “Living Incomplete” de una poderosa pegada que se vio potenciada por las imágenes que proyectaron en la parte trasera del escenario.
Muy
simpático y comunicativo Ivan intentó picarnos recordándonos que la noche
anterior habían tocado en la capital, y que la respuesta del público fue brutal.
Así que tras espolear al personal era un buen momento para que todos nos
pusiéramos a saltar siguiendo el contagioso ritmo de “Blind Faith”. Y es que el
frontman de los franceses se extendió bastante a la hora de las presentaciones
llegando incluso a cortar un poco el
ritmo que estaba llevando el show. Quizás por ello el propio frontman abandonó
el escenario para bajar a la pista y mezclarse con los integrantes de las primeras
filas para animar nuevamente el cotarro durante “Losing Yourself Again”.
Para
el tramo final de su presentación los chicos de Disconnected se reservaron el
que posiblemente sea su tema más complejo, ambicioso y cañero, “For All Our
Sakes”, finiquitando así un escueto show que resultó de lo más ameno y
entretenido.
No tardaron mucho en hacer acto de presencia sobre las tablas los encargados de recoger el testigo para dar continuidad a la velada: The Raven Age, quienes repetían en los escenarios catalanes, aunque en esta ocasión contaban con la novedad en su seno del vocalista Matt James, quien se incorporó a la banda este mismo año para cubrir la vacante que dejó Michael Burrough. Debo admitir que la reciente incorporación del frontman ha dotado a la formación londinense de una nueva personalidad, ya que ahora suenan mucho más maduros y melódicos, aunque sin renunciar a ese toque especial que les hace ser una banda de sonido plenamente contemporáneo, tal y como dejaron patente desde que abrieron fuego apoyándose en los implacables riffs de “Betrayal Of The Mind”.
Aunque
desconozco si los los presentes estaban
al corriente, cabe remarcar que el guitarrista de los británicos George Harris,
es ni más ni menos que el hijo del legendario bajista de Iron Maiden, Steve
Harris. Y aunque el sonido de The Raven Age dista mucho de los parámetros de la
mítica Doncella, lo cierto es que en algunos momentos puntuales, como en los
desarrollos intermedios de “Promise Land”, pudimos escuchar esas
características armonías dobladas a cargo de George y su socio a las seis
cuerdas Dan Wright.
Como
comentaba anteriormente, me gustó mucho su nuevo vocalista, Matt James, quien se mostró bastante más comedido
escénicamente que su predecesor, aunque mostrando una mayor amplitud de
registros, ofreciendo unas muy buenas sensaciones a la hora de atacar las
melódicas líneas vocales contenidas en piezas como “The Death March”. Aunque
como era previsible el repertorio que interpretaron estuvo muy centrado en el
material de su primer largo “Darkness Will Rise”, que veía la luz a principios
del pasado año, el quinteto londinense no quiso dejar pasar la ocasión de
presentar su último single “Surrogate”, que, por cierto, funcionó muy bien en directo.
Otro
detalle que me gustaría destacar de la descarga de The Raven Age, es que su show
siguió una clara línea ascendente, ya que a medida que iba avanzando la banda
se mostró más suelta y cómoda sobre las tablas, ofreciendo su mejor versión al
encarar la recta final con piezas como el oscuro e incisivo “My Revenge”, para
el que se sumaba a las voces rasgadas el bajista Matt Cox. El último cartucho en la recamara
de los londinenses estuvo reservado para el veloz “Angel In Disgrace”, con ambos
hachas nuevamente volviendo a ocupar el
centro del escenario para doblar sus guitarras y protagonizar un final cargado
de épica e intensidad.
En
definitiva que visto lo visto parece que los vientos de cambio que ha traído su
nuevo vocalista, Matt James, han sentado
francamente bien a The Raven Age. Así que habrá que estar atentos a sus
próximos pasos.
No, que nadie se llame a engaño. Ya que después de ver el espectáculo que vimos el pasado martes en el Salamandra creo que queda claro que Tremonti es algo más que el simple proyecto en solitario del hacha de Detroit. Y es que Mark demostró a lo largo de la noche que no es de aquellos músicos que necesitan ser el centro de atención y acaparar todas las miradas. Sino más bien al contrario, ya que no se le caen los anillos a la hora de presentar a sus compañeros e incluso cederles parte del protagonismo en diferentes pasajes a lo largo de la velada, con lo que el resultado es un colectivo que funciona como una autentica apisonadora en directo.
Respaldados
sobre un sonido potente, matizado y poderoso, y con los músicos haciendo gala de
una fantástica actitud desde el minuto uno, el inicio estuvo marcado por la
voracidad arrolladora que imprimieron a la pieza que prestaba título a su segunda entrega
discográfica “Cauterize”, logrando que la media entrega larga que se dio cita en el Salamandra se dejara arrastrar
por el torrente emocional y la potencia que emanaba del escenario. Con Mark al frente, ocupando el centro del escenario y
luciendo camiseta de los encargados de abrir la velada, fue a lo largo del
primerizo “You Waste Your Time”, cuando nos percatamos de que el guitarrista
Eric Friedman iba a erigirse como una figura importante a lo largo del show,
haciéndose cargo de algunas líneas vocales e incluso de algunos de los solos.
Y es
que la descarga del combo americano estuvo llena de contrastes, intercalando
momentos y fraseos trepidantes, -dominados por la rotundidad rítmica y los
afiladísimos riffs-, con pasajes más
tortuosos y envolventes, en los que Mark parecía tender un puente con su pasado
al frente de los míticos Creed, embarcándonos de lleno en los aromas post-grunge que
destilaron cortes como “Another Heart”. Tuvimos que esperar hasta el cuarto
tema de la noche para poder degustar algo de su material más reciente,
invitándonos a que todos moviéramos los pies con las vitalistas melodías del
single “Take You With Me”.
El
primer momento de tregua, que resultó ideal para permitirnos retomar el aliento
tras un arranque cargado de potencia e intensidad, llegó durante los compases
iniciales del uptempo “Traipse”, que destacó por el impresionante trabajo del
batería Garrett Whitlock. Una primera aproximación sobre el material de su
tercer largo serviría como excusa para proponernos su tema de apertura “My Last
Mistake”, que nos dejaba a Mark y Eric repartiéndose las partes solistas para hacer subir las revoluciones de un
personal que se fue animando contagiado por la vitalidad y actitud
de una banda que se entregó al máximo.
El cambio de tercio llegaría cuando Mark abandonó el escenario para dejar que su compañero el bajista Tanner Keegan fuera el encargado de llevar el timón de la nave, haciéndose cargo de la guitarra y las voces para ofrecernos una cachonda improvisación de corte bluesero que resultó de lo más divertido de la velada. Acto seguido Mark regresaba a escena para recuperar la potencia hard roquera con otro de los singles de la banda “Trust”, que por cierto sonó mucho más potente y correoso que en su versión de estudio. Las sonoridades más oscuras y opresivas tendrían su espacio durante la afilada “Catching Fire”, con Mark volviéndose a apoyar en su fiel escudero, Eric Friedman, a la hora de encarar las partes solistas.
No
levantarían el pie del acelerador, ya que la siguiente en sonar fue “So You´re
Afraid”, con la que nos abocaban
directamente sobre uno de los temas más marchosos y eléctricos que
tuvimos ocasión de escuchar esta noche “Flying Monkeys”. Sin abandonar el
material de su segunda entrega discográfica, las guitarras volverían a
recuperar todo su ímpetu y fogosidad durante el arranque de “Radical Change”,
desatando la locura entre las primeras filas mientras ambos hachas volvían a convertirse
en el centro de todas las miradas.
A
estas alturas de la velada los aledaños del escenario se habían convertido en
una autentica fiesta, de modo que los americanos parecían decididos a seguir
dándonos argumentos para que la acción no se detuviera en la pista, y para ello
que mejor que proponernos una nueva vuelta de tuerca con las veloces guitarras
de apertura de “Bringer Of War”, que era la elegida para que Mark nos mostrará
sus facultades como frontman, dirigiendo al personal a su antojo durante sus desarrollos intermedios. La
elegancia y los aromas más delicados llegaron acompañando a las exquisitas
melodías de “Dust”, que nos dejaba una de las imágenes de la noche, con la
pista repleta de teléfonos que iluminaban el escenario.
Pero por su alguien se había olvidado de que esto
era un concierto de rock, tras la calma siempre vuelve a estallar la tormenta .
Así que Mark y sus muchachos quisieron finiquitar la velada poniendo toda la
carne en el asador. Y para ello que mejor que la descomunal tripleta que
conformaron la adrenalítica “Throw Them To The Lions”, que les servía para
volver a levantar el ánimo del personal; los implacables y demoledores riffs de
esa carta ganadora que es “A Dying Machine”, responsable de poner todo el
recinto a saltar; y “Wish You Well” con la que nos emplazaban a repetir en
próximas visitas dejando tras de si a un personal eufórico y con una sonrisa de plena
satisfacción.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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