Durante
años los más veteranos hemos tenido que escuchar como si fuera una eterna
cantinela que el hard rock melódico era
un estilo caduco, pasado de moda, y que estaba abocado a la desaparición cuando
las bandas clásicas se fueran retirando. Pues bien, resulta cuanto menos
curioso que bien entrado el siglo XXI no solo la mayoría de las grandes bandas siguen en activo, -con mayor o
menor fortuna-, sino que además actualmente hay una nueva generación de músicos
que han conseguido llamar la atención no solo de los fans más veteranos, sino
también de los más jóvenes que se han dejado seducir por su vitalismo, sus
potentes estribillos, y en definitiva
por sus ganas de fiesta y diversión.
Por
ello no me sorprendió que pese a estar marcada la cita en pleno puente del mes
de diciembre la sala mediana del Razzmatazz acabará registrando una notable
entrada para presenciar el triple ataque roquero que nos brindaron Shiraz Lane,
One Desire, y una banda que se ha convertido en los últimos años en una asidua
de nuestros escenarios, amen de ser siempre sinónimo de fiesta, actitud y
diversión: H.e.a.t.
Aunque
seguramente para gran parte de los presentes los encargados de abrir la velada,
Shiraz Lane, eran unos completos desconocidos, los más habituales de las salas
de conciertos de la Ciudad Condal ya habían tenido ocasión de verles hace
aproximadamente un año en el cercano Rocksound. Sí, los finlandeses son una banda
joven, pero no les falta actitud, tablas, y una buena colección de
composiciones que en directo suenan mucho más potentes que en sus trabajos de
estudio. Y la mejor prueba fue comprobar con la solidez y el aplomo con el que
sonó la inicial “Carnival Days”.
Me
gustó mucho su intensidad y su trabajada puesta en escena, todo ello aderezado
por la vitalidad que derrochó su
incansable vocalista Hannes Kett, quien por cierto me recordó en algunos
momentos a un jovencísimo Sebastian Bach. Pero no fue su frontman el único que
dejó patentes sus claras influencias de finales de los ochenta, ya que a lo
largo del show no faltaron los fraseos de corte sleazy a la hora de atacar
temas como “The Crown” y “Tidal Wave”.
Habiendo
inaugurado la velada con una buena muestra del material contenido en su última
entrega discográfica, los finlandeses emplearon los siguientes minutos de su
presentación en hacer un poco de historia, echando la vista atrás hacia su
primer largo “For Crying Out Loud”, para invitarnos a cantar el estribillo de
la hímnica “Mental Slavery”. Acto seguido su potente base rítmica se encargó de
marcar el tempo sobre el que se asentaron los pilares del melódico
“Shangri-La”.
Para
encarar la recta final de su escueta presentación las guitarras de Jani Laine y
Miki Kalske volverían a recuperar toda su potencia e intensidad para liderar
“Harder To Breathe”, con la que el quinteto volvía a poner de manifiesto su
excelente olfato a la hora de facturar estribillos de lo más pegadizos y
coreables. Habiendo llamado la atención de gran parte de los que todavía no les
conocían Shiraz Lane apostaron por
culminar su presentación por todo lo alto, montando una buena fiesta
durante la final “People Like Us”, que sonó como toda una declaración de
intenciones con la banda botando sobre el escenario mientras la gente se
animaba a cantar el estribillo. En definitiva que los finlandeses salieron
contentos del escenario, y con la
certeza de que esta noche habían
conseguido un puñado de nuevos seguidores.
Si
los muchachos de Shiraz Lane habían sido los encargados de poner la fuerza, el
ímpetu, y el desparpajo roquero, los siguientes en tomar las tablas de un Razzmatazz
2 que a esas horas presentaba ya un buen aspecto fueron One Desire, y con ellos
llegó la elegancia, las melodías accesibles y las sofisticación de un hard rock
maduro, en el que los teclados gozaron de un destacado protagonismo.
Sonaron
muy bien, especialmente en sus cristalinos coros, con lo que no me extrañaría
que hubieran recurrido a alguna ayudita técnica .Pero, en cualquier caso, el
auténtico protagonista de su descarga fue André Linman, quien además de
mostrarse pletórico tanto vocalmente como en su faceta de guitarrista, nos
deleitó con una buena colección de poses y posturitas que parecían directamente
sacadas del libro de estilo de los grandes frontman de la década de los
ochenta.
Evidentemente
su repertorio estuvo centrado en las composiciones de su único lanzamiento
hasta el momento, aunque el propio Linman nos anunció que ya estaba trabajando
en su próxima obra. Salieron muy motivados, dispuestos a convencer al personal,
así que pusieron toda la carne en el asador dando el pistoletazo de salida con
el que fue su primer single “Hurt”.
Aunque
como comentaba casi todas las miradas recayeron sobre André Linman, el concurso
del guitarrista Jimmy Westerlund resultó imprescindible, revistiendo de
potencia roquera a las accesibles melodías de “Turn Back Time”. Para los
amantes de las sonoridades A.O.R., los finlandeses no quisieron dejarse en el
tintero la distinguida elegancia de “Apologize”, que con su marcado estribillo
lograba la complicidad de unas primeras filas que parecían cada vez más
animadas.
El
ecuador del show estuvo marcado por los aromas más relajados y baladísticos de
la pieza que cierra su opera prima “This Is Where The Heartbreak Begins”, que
era la escogida para que Linman mostrara todos los matices de su voz para
acabar alzando los brazos hacia el respetable antes de recabar una rotunda
ovación. Aunque no se apartaron en exceso de lo que podríamos denominar como su
fórmula habitual, debo admitir que me sorprendió esa orientación más
vanguardista y con toques poperos que
exhibieron a lo largo de “Love Injection” y “Falling Apart”, que nos proponía unas
guitarras más en segundo plano.
El
retorno sobre los parámetros más propios del hard rock clásico llegaría de
manos del marchoso “Wherever I´m Dreaming”, con Linman estirando al máximo sus
cuerdas vocales. Pero, sin duda, One Desire se reservaron lo mejor para el
final, ya que la última bala que se dejaron en la recamara fue uno de sus temas
más potentes y coreables “Buried Alive”, con el que ponían el brillante colofón
a una descarga que se nos acabó haciendo muy corta. Esperemos que no tarden en
regresar presentando su nuevo trabajo.
Kilometros,
giras, sudor…, y mucho rock n´roll. Así podría resumirse la trayectoria de
H.e.a.t desde que Erik Grönwall se uniera a la banda en Agosto de 2010. Desde
entonces la popularidad y la reputación de los suecos no hecho más que crecer,
y con sus apariciones en directo, -ya sea en salas o en el marco de los grandes
festivales-, se han consolidado como uno de los valores emergentes dentro del
hard rock europeo. Aunque, personalmente, debo admitir que su última entrega
“Into The Great Unknown” no me acabó de convencer, no quería perderme su enésima incursión en los escenarios de la
capital catalana, ya que H.e.a.t son siempre una apuesta segura de cara al directo.
Tras
haber caldeado el ambiente con las fantásticas descargas de Shiraz Lane y One
Desire, el respetable parecía preparado para dejarse arrastrar por la actitud
roquera y desenfadada que exhibieron Erik y sus muchachos. La fiesta empezó
incluso antes de que pisaran el escenario, ya que cuando comenzó a sonar la
habitual intro de sus descargas “The Heat Is On”, la gente enloqueció. Como
siempre, derrochando simpatía y garra roquera, el quinteto tan solo necesitó
unos segundos para meterse al público en el bolsillo, concretamente lo que
tardó Erik en aparecer en escena para agitar frenéticamente la cabeza y empezar a cantar los versos
iniciales de “Bastard Of Society”, dejando patente de que es uno de los mejores
frontman dentro de la escena del hard rock.
Respaldados
sobre un sonido potente y muy bien equilibrado, la imparable y rotunda batería
de Crash fue la encargada de flanquearnos el paso hacia el hit “Breaking The
Silence”, que nos dejaba al respetable cantado su fantástico estribillo
mientras Erik aprovechaba para realizar su primer paseo por el foso. Una primera mirada a la anterior etapa de la
banda serviría como excusa para rescatar un “Danger Road”, que sonó mucho más
crudo y salvaje que en la versión que grabaron junto a Kenny Leckremo para su
segundo largo “Freedom Rock”.
A
diferencia de lo que sucediera en visitas anteriores, esta noche noté a Erik
algo menos parlanchín, aunque igual de simpático y cercano. De modo que esto
repercutió en que el ritmo del show fue
más animado y frenético. Así que sin
darnos ni un segundo de tregua llegaba el momento de “Emergency”, con la que
quedaba patente la perfecta sintonía entre los suecos y unos seguidores que
parecían dispuestos a convertirse en parte importante del show. La vuelta sobre
el material que facturaron en su trabajo del pasado año llegó de manos de “Shit
City”, con la que rebajaban mínimamente el nivel de revoluciones para permitir
que Erik se pegara otra excursión por el
foso.
Con
el escenario bañado en tonalidades azules era un buen momento para volver a
incidir en el álbum que significó el debut del frontman con la banda, “Adress
The Nation”, del que nos ofrecieron una buena ración enlazando varios temas. El
primero fue “Downtown”, que nos mostraba su maestría a la hora de atacar esas
estructuras y melodías cercanas al A.O.R. La energía y la garra netamente
hardroquera , con el público nuevamente cantando a pleno pulmón, la puso “In
And Out Of Trouble”. Su faceta más socarrona y juerguista quedaría plasmada a
lo largo de “It´s All About Tonight”, con Erik mostrando un fantástico juego de
piernas mientras lo acompañaba de movimientos pugilísticos. Tampoco faltaron
los guiños a la comercialidad con un “Living On The Run”, que sonó como toda
una declaración de intenciones, con una banda absolutamente desatada y un
respetable completamente entregado.
Fue
justo a continuación cuando llegó la primera charla de la noche, con Erik
alentándonos a que la fiesta no decayese antes de poner nuevamente al personal
a botar al son de “Beg, Beg, Beg”, momento que el frontman aprovechó para
lanzarse sobre las primeras filas antes de acabar ganando la barra del local.
Desde allí Erik realizó un pequeño guiño a Ac Dc para posteriormente volver
sobre el tema para cerrarlo por todo lo alto. El cambio de tercio llegó cuando
el vocalista empuñó la acústica para interpretar “Laughing At Tomorrow”, y un
pequeño fragmento de “La Bamba” que cantó en un correcto castellano para acabar
ganándose el beneplácito del personal.
La
última incursión sobre “Into The Great Unknown” estuvo reservada para
“Redefined”, con el vocalista nuevamente descendiendo al foso para calentar el
ambiente antes de atacar la primeriza “There For You”. Con toda la sala
saltando para crear un ambiente de fiesta absoluto llegaba el momento de
adentrarnos en “Mannequin Show”. Mientras que la elegida para poner el punto y
seguido a la velada fue la imprescindible “Tearing Down The Walls”.
No
tardaron mucho los suecos en regresar sobre las tablas para darse un último
baño de masas mientras atacaban un par de gemas de su fantástico trabajo de
2014 “Tearing Down The Walls”. “Point Of
No Return”, fue la responsable de poner el recinto patas arriba mientras Erik
se paseaba a pecho descubierto y embutido en una gorra por el escenario sin
parar de bailar y vacilar al personal. Mientras que el fin de fiesta definitivo
llegó de manos de “A Shot At Redemption”, con Erik cantando escoltado por un
par de niños para poner el broche de oro a una fantástica velada del mejor hard
rock.
Lo volvieron a conseguir, y ya van unas cuantas
veces. H.e.a.t llegaron a la Ciudad Condal y lograron que sus fans se marcharan
plenamente satisfechos y luciendo una sonrisa de oreja a oreja.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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