En
cualquiera de sus variantes y múltiples encarnaciones Rhapsody siempre gozaron
de la simpatía y el apoyo de los seguidores del power metal sinfónico en
nuestro país. Para muchos su trayectoria se ha acabado convirtiendo en un auténtico
culebrón, pero sin duda la formación más longeva, fidedigna, y que mayor
conexión estilística guarda con aquella banda que despuntó a finales de la
década de los noventa son los Rhapsody Of Fire que capitanea el teclista Alex
Staropoli. La cita de esta noche en la Ciudad Condal marcaba el punto de
partida de su nueva gira europea, ya que su nueva obra “The Eighth Mountain”, no vería la luz
oficialmente hasta el día siguiente, aunque los más devotos tuvieron la
oportunidad de irse a casa con una copia del disco. El enclave escogido para el
retorno de los guerreros italianos a tierras catalanas fue la Sala Bóveda, y
como compañeros de viaje para todo este periplo por nuestro país los de Trieste
contaron con el concurso de los alemanes Thornbridge y los gallegos Aquelarre,
que aprovecharon la ocasión para presentar su recién estrenado “Suevia”.
Como
era previsible teniendo en cuenta el arraigo que atesora la formación
transalpina en nuestro país, la sala acabó presentando una fantástica entrada.
Pese a que cuando aparecieron en escena los encargado de abrir la velada,
Thornbridge, el ambiente era todavía algo frío. Precisamente, esa fue la
primera sorpresa de la noche, que el cuarteto de Alzenau fuera el encargado de
dar el pistoletazo de salida a la velada, ya que todos pensábamos que esa
responsabilidad recaería sobre el combo vigués.
Con
algo más de una década de andadura a sus espaladas la banda que lideran los
guitarristas Patrick Rogalski y Jörg Naneder, que es quien se encarga de las
voces; publicaba hace tan solo unos días “Theatrical Masterpiece”, y
precisamente fueron las composiciones de su segundo largo las que marcaron gran
parte de su presentación. Aunque no eran excesivamente conocidos por estos lares, lo cierto es que su
estilo, muy cercano al de los indiscutibles protagonistas de la velada, les
sirvió para captar la atención del público desde que aparecieron en escena para
someternos a la polvorienta cabalgada a ritmo de doble bombo que nos
propusieron con la pieza que da nombre su nuevo trabajo.
Lamentablemente
las reducidas dimensiones del escenario acabaron provocando que el cuarteto
permaneciera bastante estático sobre las tablas mientras daba buena cuenta de
los potentes riffs contenidos en “Keeper Of The Royal Treasure”, que lograba
que el ambiente poco a poco fuera caldeándose,
pese a que en algunos momentos su propuesta acabara pecando de ser demasiado
lineal y predecible. Quizás uno de los pocos momentos en los que el cuarteto germano
consiguió que la gente se animara fue a
la hora de acompañar los grandilocuentes coros con toques épicos que
acompañaron a “The Dragon´s Reborn”, con el que proponían un primer guiño al
material de su debut de 2016.
Curiosamente
si durante las primera parte de su show Thornbridge dejaron patente que su propuesta está muy
influenciada por bandas que practican un
power de corte épico y sinfónico, fue durante la segunda mitad de su
presentación cuando nos mostraron su vertiente más germana, dejando
patente su admiración por banda como Gamma Ray, los primeros Blind Guardian, o Iron Savior, con lo que no faltaron
trallazos rotundos y desbordantes de melodía como la propia “What Will Prevail”
o “Neverwinter Nights”, que nos dejaba alguna fugaz pincelada de corte
medieval.
Antes
de dar por concluido su show los
germanos todavía tuvieron ocasión de presentarnos un par de temas más de su
último redondo. De modo que la intensidad volvería a ir en aumento cuando
atacaron el oscuro “Demon In Your Heart”, que contó con unos inquietante coros
pregrabados. Mientras que la escogida para rubricar sus escasos cuarenta
minutos sobre las tablas fue “Set The Sails”, con la que nos hacían acelerar el
paso para proponernos una ultima andanada marca de la casa. En definitiva,
correcta actuación de unos Thornbridge que, pese a ser poco originales, desplegaron una propuesta que agradó y
convenció a gran parte de los presentes.
He
de reconocer que el que suscribe tenía muchas ganas de ver en directo a Aquelarre,
ya que pese a que todavía no había tenido ocasión de escuchar su tercera y
última entrega “Suevia”, si que les conocía de sus anteriores trabajos
“Requiescat In Pace” y “Tempo”. Otro detalle que me gustaría destacar muy
positivamente fue la respuesta de un enfervorizado público que se volcó con
ellos consiguiendo crear un clima de camaradería y buen rollo que acabó siendo
clave para que los gallegos pudieran rubricar su indiscutible triunfo en
tierras catalanas.
En
cualquier caso, Aquelarre saltaron a escena muy motivados, dispuestos a
convencer y dar argumentos que dejaran
patente que su presencia junto a la formación italiana en este periplo por
nuestro país había sido todo una acierto. Así que como decía, arrancaron muy
fuerte, poniendo toda la carne en el asador para conseguir conectar rápidamente
con unas primeras filas que se dejaron arrastrar por la rotundidad de su
heavy/power salpicado de fantásticas melodías, e incluso algunos registros más
rasgados que nos espetó su frontman,
Icko Viqueira, en temas como la inicial “Sangre Y Sudor”.
Tras
haber dejado unas muy buenas impresiones a los que todavía no les conocían con
su excelente carta de presentación tocaba empezar a desgranar algunas de sus
nuevas composiciones, y para ello que mejor que dejarnos imbuir de las melodías
de esencia celta de “Jakobsland”, que nos sorprendía con esa demoledora combinación de
contundencia y velocidad, que se vio potenciada a su máxima expresión por el
fantástico trabajo de su teclista Christian Marco.
La
descarga del combo gallego había comenzado de forma inmejorable, ya que tras
tan solo un par de temas habían conseguido captar la atención de una audiencia
que parecía cada vez más entusiasta y animada. Y la mejor prueba fue comprobar
lo animadas que se mantuvieron las primeras filas a lo largo de “Arcilla Y
Mármol”, que era la escogida para proponernos una primera incursión en su
segundo trabajo “Tempo”. Pero sin duda los temas que mejor funcionaron esta
noche fueron los de su tercer álbum “Suevia”, que tratan algunas de las
leyendas e historias de su tierra. Por ello no me extrañó que la novedosa “
Romasanta”, -el tema que narra la historia del hombre lobo de Esgos-, se
acabará convirtiendo en uno de los momentos de la noche, poniendo de manifiesto
la acusada evolución que ha seguido la propuesta de la banda.
El
retorno sobre las composiciones de su opera prima llegaría de manos de los
aromas power metaleros de “Guardián”, con Ramón sumándose a las labores vocales
para respaldar a Icko. Tampoco faltó para encarar el tramo final de su descarga
el tema que grabaron con uno de sus ídolos de juventud, según nos comento el
propio Icko, José Andrea, y que lleva por título “El Mismo Pecado”. Mientras
que la rubrica para la excelente presentación que nos brindó el combo vigués
llegó de manos del tema que da nombre a su último trabajo “Suevia”.
Sinceramente
creo que Aquelarre acabaron convirtiéndose en la sorpresa agradable de la velada,
ya que tuvimos ocasión de ver en acción a una banda joven, con muchas ganas, y
lo que es más importante con una colección de temas que funcionan muy bien en
directo.
Si
en su anterior visita a la capital catalana en otoño de 2017 acompañando a los
alemanes Orden Ogan, los Rhapsody Of Fire que capitanea el incombustible Alex
Staropoli ya nos dejaron unas inmejorables sensaciones, ahora con su line-up
más rodado, y con el vocalista Giacomo Voli asumiendo el papel de frontman, los italianos regresaban
para presentar en sociedad su nueva entrega discográfica “The Eighth Mountain”.
Pero no, que nadie piense que Staropoli haría recaer sobre su persona todos los
focos y las miradas, ya que el veterano teclista supo descargar parte del protagonismo en el
resto de sus acompañantes, especialmente sobre el mencionado Giacomo, -que
ofreció una exhibición vocal a lo largo de todo el show-; y el guitarrista
Roberto De Micheli, que lleva en el seno de la formación transalpina desde
2011.
Seguramente
lo más sencillo para Rhapsody Of Fire hubiera
sido plantear un repertorio plagado de viejas favoritas de su primera etapa.
Pero no, los italianos demostraron que no están dispuestos a vivir únicamente
de rentas del pasado, de modo que apostaron por conceder un destacado
protagonismo a su flamante nuevo trabajo, ya que del mencionado “The Eighth
Mountain” presentaron hasta un total de
siete composiciones.
Había
muchas ganas de volver a ver a los italianos en acción, la expectación podía
palparse en el ambiente. Así que cuando los músicos aparecieron en escena
acompañados de la extensa introducción “In Principio”, la sala les tributó una
rotunda ovación. No tardaron mucho en ponerse manos a la obra para empezar a desgranar
esos fulgurantes intercambios de
melodías que dieron forma al primer corte de la noche, “Distant Sky”, que nos
dejaba las primeras muestras de que Giacomo no tendría ninguna clase de
dificultad para convertirse en el perfecto anfitrión de la velada. Por supuesto
tampoco faltaron esos ampulosos y grandilocuentes coros marca de la casa que
sirvieron como preámbulo para el novedoso “The Legend Goes On”, que lograba
recabar el apoyo de unas primeras filas que no vacilaron a la hora de alzar los
puños para acompañar sus hímnicos estribillos.
Tras
haber roto el hielo con un par de composiciones de la última etapa era un buen
momento para espolear todavía más al personal, y que mejor para ello que
desplegar toda la épica del primer clásico de la noche “Dargor, Shadowlord Of
The Black Mountain”, que nos dejaba con esos vibrantes desarrollos de esencia
neoclásica que protagonizaron los teclados de Staropoli y la guitarra de De
Micheli. El trepidante ritmo de la descarga de los italianos no decreció, ya
que las nuevas composiciones demostraron tener pegada y un excelente potencial
en vivo, tal y como quedó patente a lo largo de la apabullante “The Courage To
Forgive”, que nos hacía cambiar de registro para incluir en algunos de sus
pasajes varias pinceladas de corte progresivo.
De
entre las nuevas una de las que mejor funcionó fue “March Against The Tyrant”,
una de las composiciones más extensas y variadas del álbum, y que sirvió para
que los italianos plasmaran toda la
amplitud de su propuesta, intercalando pasajes lentos e idílicos con
portentosas cabalgadas comandadas por la base rítmica que conformaron el bajista Alessandro Sala y el batería Manuel
Lotter. Una nueva mirada sobre el último trabajo que grabaron junto al
vocalista Fabio Lione en 2016 sirvió para que pudiéramos comprobar a lo largo
de “Into The Legend”, que el registro de
Giacomo poco tiene que envidiar al de su antecesor en cuanto a tonalidad y potencia.
Tras
volver a recabar una nueva ovación de manos de una audiencia que parecía estar
pasándolo en grande era un buen momento para que el quinteto pusiera la sala
patas arriba dando buena cuenta de las ambientaciones medievales que nos
anunciaban la inminente llegada de “The March Of The Swordmaster”, que volvía a
recabar la colaboración de las primeras filas. Pero no quedó ahí la cosa, ya
que la velada prosiguió con un trallazo directo e incontestable como es el
demoledor “Dawn Of Victory”, que nos dejaba la impactante estampa Staropoli
elevando su mano derecha para invocar al cielo mientras no dejaba de tocar sus
teclados.
El
momento de concedernos un fugaz respiro
que nos permitió recuperar el aliento, con Staropoli y Giacomo únicamente en
escena, llegó con la novedosa “The Wind, The Rain, And The Moon”, que sirvió
para que todos los presentes reconocieran con una cálida ovación el esfuerzo
del vocalista que cantó el tema en castellano bajo el título de “Sin Un Adios”.
No abandonarían el material de “The Eighth Mountain”, ya que la siguiente en
sonar fue la composición que han elegido como primer single: “Rain Of Fury”,
con la que volvían a darnos argumentos
para agitar frenéticamente la cabeza. Mientras que la elegida para poner la
nota de elegante lirismo fue “Warrior Heart”. Pero sin duda uno de los momentos
álgidos de la velada llegó con ese torbellino que es “Holy Thunderforce”, que
comandado por la fulgurante pegada y el rotundo doble bombo de Manuel Lotter
hacia retumbar los cimientos del local para cerrar por todo lo alto esta
primera parte del show.
Acompañados
de los cánticos de sus enfervorizados seguidores el combo italiano no tardó en
regresar a escena para dar la puntilla a la velada. No se iban a dejar ninguna
bala en la recamara, de modo que la elegida para dar el pistoletazo de salida a
los bises fue una de sus composiciones más rápidas y cañeras “Reign Of Terror”.
El momento de que los más veteranos tocaran el cielo llegó cuando Giacomo
anunció que había llegado el momento de “Flames Of Revenge”, un ejercicio de
sinfonismo metálico que sirvió para que todos nos dejáramos imbuir de la
elegancia de sus melodías.
El
último guiño a su flamante nuevo trabajo
corrió por cuenta de la humeante “Master Of Peace”, una composición
que tiene muchos números de convertirse en uno de sus nuevos clásicos. Mientras
que la despedida definitiva llegó de manos del inevitable “Emerald Sword”, que
nos dejaba a todo el mundo coreando su fantástico estribillo para lograr que
los italianos acabaran saliendo victoriosos.
Al final del concierto, y tras la habitual foto de
familia, Staropoli y sus muchachos saludaron a sus incondicionales luciendo una
amplia sonrisa mientras eran
agasajados por unos fans que
disfrutaron y se entregaron al máximo desde que la banda irrumpió en escena hasta que se despidieron acompañados de
“Custode Di Pace”.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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