El polifacético y carismático Glenn Hughes lleva trabajando y envuelto en diferentes proyectos desde que a finales de la década de los sesenta grabara su primer sencillo junto a Finders Keepers. Desde entonces la lista de discos en que ha participado resulta imposible de recitar de memoria, colaborando con algunos de los músicos más talentosos e influyentes de las últimas décadas dentro de la escena roquera. Pero sin duda una de las épocas más recordadas para todos sus seguidores fue cuando a mediados de los setenta militó en los míticos Deep Purple, con los que grabó tres obras de estudio “Burn” (1974), “Stormbringer (1974), y ”Come Taste The Band” (1975), convirtiéndose en un destacado miembro del Mark III, todavía con Ritchie Blackmore, y el Mark IV, junto al guitarrista americano Tommy Bolin, donde en ambas encarnaciones compartió las tareas vocales con David Coverdale.
Precisamente esta gira, que arrancaba esta noche en Barcelona su paso por nuestro país, servía para rememorar esa etapa de su carrera. El enclave escogido para la cita fue la céntrica sala Apolo, y pese a estar programada para la noche del lunes, lo cierto es que el recinto acabó llenándose hasta la bandera. Evidentemente teniendo en cuenta quién era el protagonista, y el repertorio que presentaba, la media de edad de los asistentes fue elevada. No obstante, eso no fue un obstáculo para que en la sala se acabara creando el ambiente necesario para hacer que la velada se acabara convirtiendo en una gran fiesta del rock de los setenta.
Como era previsible, teniendo en cuenta la nacionalidad británica de nuestro protagonista, las luces del local se apagaron puntualmente para dejar paso a la introducción radiofónica que precedió a la salida de los músicos a escena. Hughes fue el último en aparecer, ataviado con su chupa de cuero, gafas de sol, largas patillas, pañuelo anudado al cuello, y melena al viento, dejando claro, por si alguien tenía alguna duda, que a los sesenta pasados uno puede seguir luciendo como una auténtica rockstar. Pero que nadie piense que Hughes se respalda únicamente en su imagen, ya que apenas necesitó un par de minutos del grandilocuente “Stormbringer” para dejar patente que su voz sigue conservando la elegancia, los matices, y el feeling que le convirtieron en un referente obligado cuando hablamos de los más grandes vocalistas dentro de la historia del rock. Además, demostró estar en un fantástico momento de forma, moviéndose incansablemente por el escenario mientras daba buena cuenta de sus habilidades como bajista. Sus acompañantes también estuvieron a un excelente nivel, resguardando al maestro e incluso reforzando los coros para lograr que temas como “Just Take Your Life” no perdieran su esencia clásica, con el teclista Jesper Bo Hansen explayándose a su antojo en su rotunda recta final.
No abandonarían el material del legendario “Burn”, ya que el escogido para hacer que el ambiente siguiera caldeándose fue el marchoso “Sail Away”, que servía para que Hughes se paseara con altanería por el escenario golpeando las cuerdas de su bajo para acabar recabando una rotunda ovación. Evidentemente no faltaron a lo largo de la velada los alegatos en favor del rock y las proclamas en torno a la inmortalidad del género que fueron contestadas con sonoras ovaciones del respetable, tal y como sucedió durante los prolegómenos del sensacional “You Fool No One”, que con su característica percusión invitaba a los más animados a mover las caderas antes de que Hughes desapareciera del escenario para dejar paso a un entretenido solo de batería.
Para su regreso a escena el incombustible frontman salió ya sin su chupa, en manga corta. Así que casi como si fuera una declaración de intenciones tocaba realizar una primera aproximación a la que fue la primera entrega de estudio del Mark IV, siendo la elegida “You Keep On Moving”, que nos dejaba a un Hughes imponente, no solo a la hora de encarar el tema, sino también a la hora de aunar a todos los presentes para hacernos corear su pegadizo estribillo. No dejaría de lado su particular aproximación al material de “Come Taste The Band” para rescatar el marchoso “Gettin’ Tighter”, que muy acertadamente dedicó al guitarrista Tommy Bolin, lo que acabó provocando otra cálida ovación de manos de un público que se lo estaba pasando en grande.
Una nueva mirada sobre el primer álbum que grabó junto al maestro Blackmore serviría como excusa para hacer que la sala se viniera abajo al reconocer los compases iniciales del majestuoso “Mistreated”, que ratificaba que Hughes es un vocalista de otro planeta, ya que esa sucesión de agudos en su parte final sirvió para que todos quedáramos impresionados con su apabullante potencia y su gran gama de registros. No podía faltar. Pese a que no fue un tema que él grabara en su versión de estudio, ningún concierto que se centre en las composiciones de Deep Purple puede dejar de lado uno de los himnos imprescindibles del hard rock como es “Smoke On The Water”, que acabó fundiéndose con un amplio pasaje del soulero “Georgia On My Mind” al igual que ya hicieran los propios Purple en su época.
Pero sin duda, como buen veterano que es, Hughes se guardó un as en la manga para cerrar la velada por todo lo alto. Ni más ni menos que una incendiaria y acelerada versión de “Burn”, que hacía que todos eleváramos nuestros puños al aire para corear su estribillo. Así de forma insultante, derrochando potencia, elegancia, carisma y sensibilidad fue comoGlenn Hughes cerró su fulgurante paso por la sala Apolo de la Ciudad Condal, ofreciendo a sus seguidores un pedacito de nostalgia, y la oportunidad de volver a disfrutar en vivo de algunas gemas que hace ya mucho tiempo que quedaron fuera del repertorio de gira de los propios Purple.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
TEXTO:ALFONSO DIAZ
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