martes, 7 de mayo de 2019

METALLICA+GHOST+BOKASSA-ESTADI OLIMPIC LLUIS COMPANYS-BCN-5-MAY-2019


Mucho han cambiado las cosas desde que Metallica pisaran los escenarios de nuestro país a principios de 1987. Según cuentan las crónicas los cuatro jinetes, contando ya en sus filas con Jason Newsted, no consiguieron llenar los pabellones en los que se presentaron junto a sus compatriotas Metal Church, y es que por aquellos tiempos su propuesta no era apta para todos los públicos, siendo incluso demasiado rápida y agresiva para los heavys de la época. Desde aquella primera incursión su crecimiento ha sido imparable aunque ha llegado acompañado de innumerables críticas y reiteradas acusaciones de traición. No obstante, lo que nadie puede discutirles a día de hoy es que se han convertido en una de las formaciones más exitosas e influyentes dentro del universo metalero, y pese a todas las proclamas en contra de algunos de los que un día fueron sus  acérrimos seguidores  los cuatro hombres de negro siguen contando los conciertos de su exitoso y extenso “Worldwired Tour” por sold outs.

Si hace poco más de una año los americanos ya recalaron en el Palau Sant Jordi en su visita a la capital catalana, de cara a esta segunda escala dentro de la gira de presentación de su décima entrega discográfica Metallica subían la apuesta y trasladaban su espectáculo hasta L´ Estadi Olimpic Lluis Companys , un recinto por el que ya habían pasado en anteriores ocasiones, la primera de ellas en septiembre de 1991 junto a los míticos Ac Dc dentro de la gira Monsters Of Rock. Para acompañarles en este periplo europeo, -que se inició hace tan solo unos días en Lisboa y que posteriormente recaló en Madrid-, Hetfield & cía contarían con la presencia de Bokassa, un trío noruego poco conocido por estos lares, pero por el que muchos se han interesado desde que se  anunció su presencia en este tour.

En cambio para ayudarnos a sobrellevar la espera antes de que las estrellas de la noche se adueñaran del recinto contaríamos con la presencia de una de las formaciones que parece llamada a recoger el testigo de los grandes nombres de la escena internacional: Ghost. La banda que capitanea Tobias Forge no se ha escapado de la controversia y los litigios con algunos de los que fueron sus Nameless Ghouls, pero lo cierto es que el combo sueco sigue llamando la atención y sumando nuevos adeptos a su causa gracias a la pegada de unos directos trepidantes, repletos de teatralidad, y con una vistosa puesta en escena, lo que les ha acabado convirtiendo en una de las bandas más exitosas de los últimos años.

A media tarde, con la gente todavía accediendo al recinto de forma escalonada y parsimoniosa, aparecían en escena los encargados de dar el pistoletazo de salida a las actuaciones en esta tarde noche de domingo: Bokassa. No todos los días una banda relativamente nueva tiene la oportunidad de presentar su música ante una audiencia tan masiva y multitudinaria como la que sigue a Metallica. Sí, evidentemente, el trío de  Trondheim fue un aperitivo que muchos prefirieron saltarse, pero en cualquier caso los noruegos aprovecharon la oportunidad para que muchos curiosos descubrieran su propuesta.

Quizás se les vio un tanto perdidos en la inmensidad de un escenario que se les acabó quedando demasiado grande, y más si tenemos en cuenta su alineación clásica de trío. Tampoco les acabó de acompañar un sonido que resultó de lo más irregular y embarullado, algo que se ha convertido en un clásico para todas las bandas que abren los grandes espectáculos al aire libre.

Pese a ello, los noruegos salieron dispuestos a disfrutar al máximo la experiencia, y lo cierto es que en ningún momento se les vio incomodos o intimidados ante el reto que suponía enfrentarse a un estadio que todavía estaba tomando colorido. Coléricos, dinámicos y muy enérgicos, Bokassa arrancaron su exiguo tiempo sobre las tablas dando buena cuenta de los afilados riffs de “Last Night (Was A Real Massacre)”, que les servía para dejar claras las líneas maestras de unas composiciones que se caracterizaron por su inmediatez, su velocidad y la contundencia, tal y como dejaron patente en temas como el corrosivo “No Control”.

Además de repasar algunas de las composiciones que formaban parte de su primer largo “Divide & Conquer”, Bokassa aprovecharon la ocasión para adelantarnos algunos de los temas que formaran parte de su nuevo trabajo “Crimson Riders”, que verá la luz a mediados del próximo mes de junio. Así que no faltaron las coreables melodías de “Mouthbreakers Inc.”, con las que algunos ya estaban familiarizados ya que los noruegos la presentaron como adelanto del álbum a finales del pasado mes de Abril, ni  las atmosferas más opresivas  de “Vultures”. 

Para dar por zanjado este primer asalto de la velada el combo de Trondheim recurrió a la rabia punkera que destiló “Walker Texas Danger”, tras la que se marcharon con la satisfacción del deber cumplido, aunque la reacción general de los presentes acabó resultando bastante fría. En definitiva que esperemos que Bokassa no tarden en regresar para presentar su directo en una sala más acorde con las características de su propuesta.

Aunque resulta evidente que Metallica a día de hoy son una banda que atrae a un público de lo más variado y heterogéneo, creo que es obvio que su base de seguidores sigue siendo netamente metalera. Por ello no me extrañó que a la hora prevista para la descarga de Ghost las gradas y la pista de L´ Estadi Olimpic Lluis Companys presentaran un aspecto bastante más animado y concurrido. Creo que a estas alturas sería un error referirse al combo sueco como si fuera una banda al uso ya que, teniendo en cuenta los acontecimientos acaecidos durante los últimos tiempos, resulta obvio  que es el proyecto personal de Tobias Forge, o debería decir del Cardinal Copia.

En cualquier caso me gustaría recalcar que la formación sueca siempre ha mantenido una estrecha relación con Metallica, no solo por que Ulrich y Hetfield los han citado en diferentes entrevistas como una de sus bandas favoritas de la actualidad, sino porque ya acompañaron a los americanos en el Sonisphere de 2012. Desde entonces la popularidad de Ghost no ha dejado de crecer y actualmente se han convertido en uno de los espectáculos más cotizados y aclamados del Viejo Continente. Estaba claro teniendo en cuenta todos estos precedentes, -y que su puesta en escena es uno de sus puntos fuertes-, que el Cardinal Copia y su séquito  de  Nameless Ghouls portarían algo más de escenografía que el diminuto telón del que dispusieron Bokassa. No obstante, su montaje escénico no fue tan vistoso y espectacular como el que suelen llevar  cuando son ellos las estrellas de la noche, -limitándose a una pequeña estructura con forma de pórtico-, aunque les sirvió para ambientar debidamente  su presentación.

Otro detalle que me llamó la atención fue el crecimiento que ha sufrido su alineación de cara a este tour, con la inclusión de una tercera guitarra y un segundo teclista, algo que ha contribuido a que sus composiciones suenen ahora más potentes y orgánicas. En cuanto al repertorio que escogieron cabe remarcar que fue equilibrado, siendo su más reciente entrega “Prequelle” y “Meliora” los que mayor protagonismo tuvieron.

Como si fueran una procesión fantasmagórica los Nameless Ghouls aparecían en escena para allanar el camino a un Cardinal Copia que fue el último en aparecer mientras sonaba el fantasmagórico “Ashes”, para rápidamente convertirse en el centro de todas las miradas cuando se dispuso a atacar las estrofas iniciales de la pegadiza “ Rats”. Sorpresivamente el controvertido frontman dejó a un lado su indumentaria papal para aparecer ataviado con su traje de crooner, invitando al personal a que se uniera a la fiesta tras anunciar “Absolution”, que arrancaba con la primera explosión pirotécnica de la tarde mientras la caída del sol nos permitía distinguir las primeras imágenes a través de las pantallas laterales.

Las columnas de humo y las palmas de unos aficionados que se fueron animando a medida que avanzaba el show acabaron convirtiendo un clásico como “Ritual”, en uno de los momentos culminantes de la descarga, con grada y pista tributándoles una sonora ovación. El idilio entre la banda y sus incondicionales prosiguió cuando la base rítmica se encargó de adentrarnos en las sonoridades más ocultistas e inquietantes de “From The Pinnacle To The Pit”, con el Cardinal Copia ocupando por primera vez la tarima central del escenario para hacernos elevar los puños al aire.

Momento de saludar al personal antes de la primera charla que sirvió como introducción para otro de los temas de su última entrega “Faith”, con el que nos invitaban a cambiar el paso para hacernos transitar hacia derroteros más envolventes, dejándonos la amenazante estampa de los Nameless Ghouls encaramados sobre los monitores. Fue la alargada introducción de “Cirice” la que propició que los más cercanos al escenario alzaran los puños al aire antes de que el frontman volviera a clavar ambas rodillas en el suelo para posteriormente incorporarse  y pasear exultante por una de las pasarelas    durante el solo de guitarra. 

Pese al incuestionable liderazgo del Cardinal Copia fueron varios los momentos en los que el frontman despareció del escenario para dejar todo el protagonismo a sus enmascarados compañeros, tal y como sucedió durante la instrumental “Miasma”, durante cuya parte final apareció en escena el Papa Emeritus III. Aprovechando el momento de euforia los cánticos en latín nos anunciaban que había llegado el momento de “Year Zero”, que hacia acto de presencia acompañada   de humo, luces rojas, y las palmas del respetable.

Entre las miradas incrédulas de los que todavía no les conocían y el estallido de euforia de sus incondicionales devotos el Cardinal Copia y sus acólitos se disponían a encarar la recta final de su presentación proponiéndonos las hipnóticas melodías que marcaron “Mummy Dust”. El capítulo dedicado a su obra del pasado año quedaría zanjado  con los potentes riffs del efectivo  “Dance Macabre”. Para dejar que la despedida definitiva, acompañada de pirotecnia y fuentes de chispas, llegará con las bailables melodías de “Square Hammer”. Lo dicho, que en poco menos de una hora Ghost tuvieron ocasión  de mostrar porque en poco tiempo han pasado de ser una promesa a una de las bandas más importantes de la escena europea.

La espera acabó haciéndose demasiado larga. Con la caída del astro rey el viento racheado que sopló durante toda la tarde acabó tornándose más gélido e intenso, con lo que la sensación de frío acabó apoderándose  de gran parte de los presentes. He de confesar que viendo el aspecto de las gradas y la pista a medida que avanzaba la tarde, -y más cuando el show de Ghost estaba ya tocando a su fin-, tuve serías dudas sobre si los cuatro jinetes serían capaces de acabar llenando el estadio. Y lo cierto es que, aunque quedaron algunas entradas en taquilla, diez minutos antes de la hora prevista  para el inicio del  show el recinto presentaba un fantástico aspecto.

A lo largo de la tarde habíamos podido ver gran parte del montaje escénico que serviría como apoyo para la descarga del combo americano, con cinco enormes pantallas  flanqueadas por las letras  M y  A, y dispuestas para formar una sinuosa pared. Sí, por supuesto, no faltó el humo, las proyecciones que se fueron alternando con imágenes de la propia banda, la pirotecnia, los hinchables,  el fuego, y los lasers  que tanto colorido y vistosidad dan a los conciertos en los grandes recintos al aire libre. Tampoco faltó ese selecto grupo de afortunados que tuvieron oportunidad  de seguir el concierto desde el “nido de las serpientes”, incrustado dentro del mismo escenario. Quizás el único pero lo podemos achacar a un sonido que no acabó de convencer a gran parte de los presentes, ya que no sonó tan nítido y potente como nos hubiera gustado, y eso acabó penalizando especialmente a los temas más rápidos del repertorio.

Si hablamos de los miembros de la banda cabe remarcar que estuvieron a un buen nivel  en líneas generales. Especialmente reseñable me pareció el concurso de un Kirk Hammett al que vi más enérgico e inspirado que en anteriores ocasiones, aunque sigue con su costumbre de adaptar los solos en la mayoría de los temas. James Hetfield volvió a ser, una vez más, el alma, el corazón de la banda, el frontman, el artífice de que Metallica  siga conectando con sus seguidores, aunque le vimos pasarlo realmente mal a la hora de atacar algunos de los clásicos de la primera etapa. Una sensación similar nos dejó un esforzado Lars Ulrich que intentó por todos los medios ser el motor que impulsará a sus compañeros, aunque en   más de una ocasión se aceleró en exceso. Lo que si me sorprendió fue la actitud un tanto más comedida de Robert Trujillo, ya que se mostró bastante más sobrio que en anteriores visitas, reservándose  algunos de sus alocados bailes para el tramo final de la noche.

Cualquiera  que haya asistido a un show de Metallica sabe que los momentos previos a que la banda aparezca en escena son casi como un ritual. Así que cuando dejó de atronar a través del P.A. el manido clásico de los hermanos Young “It's A Long Way To The Top (If You Wanna Rock 'n' Roll)”, y las pantallas se encendieron todos sabíamos que había llegado el momento de emocionarnos y corear la melodía de “The Ecstasy Of Gold”, convertida ya desde hace décadas en una pieza imprescindible en sus directo. ¡El momento había llegado! Así que con las pantallas dándonos elocuentes pistas de que el primer tema de la noche sería de su último redondo el cuarteto irrumpía en escena para ofrecer al eufórico personal un “Hardwired”, que hizo que se encendieran todas las luces de alarma, ya que el sonido fue de lo más tosco y embarullado. No obstante, eso no pareció importar a unos seguidores que lo dieron todo mientras Hetfield miraba con pose desafiante y el escenario quedaba teñido de rojo .

Afortunadamente los problemas de sonido se fueron subsanando, y aunque en ningún momento llegó a ser óptimo, si que nos permitió disfrutar  de “The Memory Reamins”, que nos dejaba la imagen de Marianne Faithfull proyectada sobre las pantallas mientras el respetable se encargaba de corear su cazallera melodía, lo que permitía al cuarteto zanjar de un prematuro plumazo la controvertida etapa “Load”/“Reload”. Tras saludar como es debido a “la gran familia Metallica”, Hetfield nos anunció que esta noche venían dispuestos a tocar viejos temas. Así que la primera en caer, para alegría de sus seguidores más clásicos y thrasheros, fue un aplastante “Ride The Lighting”, que convertía  por primera vez el estadio en un mar de puños que se alzaban orgullosos al aire para acabar rubricando el primer gran momento de la noche.

Como viene siendo habitual los cuatro hombres de negro siempre se guardan algún as en la manga. Algo que haga  que cada concierto de la gira sea realmente especial. De modo que la primera sorpresa en forma de variación con respecto a los repertorios que habían tocado en Lisboa y Madrid no tardó en llegar de manos de “The Thing That Should Not Be”, que curiosamente fue recibido con bastante frialdad por gran parte del público.  Algo normal si tenemos en cuenta que no es un tema de los que habitualmente se radia en las emisoras comerciales. Donde pudimos oír desgallitarse a una audiencia que parecía completamente desatada fue a lo largo del primer hit  que desgranaron  del álbum negro “The Unforgiven”, que nos dejaba la estampa de millares de teléfonos intentando capturar el momento en que Hetfield alternaba acústica y eléctrica.

A diferencia de lo que sucediera en su anterior visita, en esta ocasión el material de “Hardwired… to Self-Destruct” gozó de una representación bastante más discreta. Además, he de reconocer que me pareció un acierto la inclusión de “Here Comes  Revenge”, ya que fue uno de los temas que no interpretaron en febrero del pasado año en el Palau Sant Jordi. En  cambio la que si volvió a repetir aparición esta noche fue “Moth Into Flame”, que precedida de la ácida presentación de Hetfield, el fuego recorriendo el escenario, y con la llegada de sus aclamados estribillos  parece haberse convertido en una de las nuevas favoritas de sus incondicionales.

Una vez más el frontman volvería a dirigirse al respetable para recordarnos que la banda lleva prácticamente cuatro décadas en activo justo antes de hacernos sucumbir ante la aplastante pegada de un “Sad But True”, que convertido en himno de grandes recintos hizo retumbar violentamente los cimientos de L´Estadi Olimpic. Acto seguido llegaría otra de las sorpresas de la noche, ya que viendo lo que habían tocado en sus anteriores conciertos creo que pocos esperábamos escuchar esta noche una gema como  “Fade To Black”, pero lo cierto es que un servidor disfrutó al máximo con la pieza que cerraba la cara A del mítico “Ride The Lighting”.

Tras ser presentados por Hetfield, Rob y Kirk se quedaron solos en escena sobre la pequeña plataforma central para según palabras del propio bajista, en castellano, “rendir tributo al rey de la rumba catalana, Peret”, tocando y cantando “El muerto Vivo”, que la gente coreó con absoluta devoción, aunque he de admitir que yo hubiera preferido que invirtieran esos cinco minutos en tocar “Fight Fire With Fire”, “Battery”, “Through The Never”, o incluso “That Was Just Your Life” que hubiera servido para representar al olvidado “Death Magnetic”. Pero dejando a un lado las preferencias personales, lo cierto es que la versión de Peret sirvió como preámbulo para el momento más emotivo de la noche, con Trujillo recorriendo los trastes de su bajo para sacar la melodía  de “Orion” mientras las pantallas proyectaban la característica estampa de Cliff Burton. El contraste, la vuelta al desenfreno, la velocidad, y la locura llegaría con esa bomba de relojería que lleva por título “Frantic”, que fue el único guiño que se permitieron a su denostado “St. Anger”.

Tras un pequeño impase, en el que la oscuridad se adueñó del recinto, una sucesión de explosiones, petardos, fuego, y humo se encargaron de anunciarnos que había llegado el momento de “One”, que estuvo acompañado por la proyección de las imágenes de las siluetas de los soldados sobre las enormes pantallas mientras el personal se encargaba de poner la nota épica coreando ensordecedoramente  su  melodía central. Pero sin duda uno de los momentos mágicos de la noche  fue un potentísimo “Master Of Puppets”, que servía para poner de manifiesto que quien tuvo retuvo, y que la banda sigue conservando parte de la actitud y la potencia que les convirtió en uno de los pilares indiscutibles del heavy metal.

A estas alturas de la velada el ambiente estaba ya muy caldeado. La banda había comenzado a desgranar su apabullante retahíla de clásicos. Así que, por si alguien se había olvidado de que esta banda de estadios dio sus primeros pasos en un cochambroso garaje, los cuatro músicos formaron en la pequeña tarima central para desde allí abalanzarse inmisericordemente sobre un “For Whom The Bell Tolls”, que sonó imperial, majestuoso, escenificando  la perfecta sintonía entre el cuarteto y sus seguidores. “Creeping Death”, era la escogida para que todos volviéramos a cantar con el puño en alto mientras el fuego volvía a aparecer en la parte superior del escenario. Mientras que para finiquitar este imparable trío y poner el punto y seguido a la velada que mejor que recuperar la garra y la esencia thrashera del primerizo “Seek & Destroy”, que nos dejaba, ahora sí, a un Trujillo completamente desatado dando vueltas aferrado fuertemente a su bajo.

Para su retorno sobre las tablas las pantallas se engalanaron con la bandera de la ciudad mientras Metallica daban buena cuenta de un “Lords Of Summer”, que sonó algo insulso y deslavazado. El precioso arpegio inicial de “Nothing Else Matters”, nos anunciaba que se estaba acercando el fin, y más cuando Hetfield mostró a la cámara la púa customizada del concierto de esta noche. Y, como no podía ser de otra forma, la rúbrica definitiva la puso la explosión de pirotecnia y euforia que acompañó al que se ha convertido en su gran himno “Enter Sandman”, que ponía el recinto patas arriba para poner el broche definitivo a más de dos horas de actuación.

En definitiva que Metallica nos brindaron un buen concierto en líneas generales,  brillando intensamente en ese mágico segmento en el que enlazaron “One”, “Master Of Puppets”, “For Whom The Bell Tolls”, “Creeping Death” y “Seek & Destroy”, aunque creo que estuvieron por debajo del nivel mostrado en su visita del pasado año. Personalmente no me acabó de convencer el ritmo que imprimieron a la primera parte del show, con muchos altibajos;  ni la reiteración  del homenaje  a Peret. Otro aspecto del que la gente se quejó a la salida fue de la calidad de un sonido que no acabó de convencer. Así que en los vomitorios del estadio el panorama fue el habitual en este tipo de eventos: mientras algunos salían con el gesto torcido diciendo que esta era la última vez que verían a Metallica en directo, otros se mostraban  eufóricos y exultantes anunciando que acababan de presenciar el mejor concierto de su vida. Pero ya se sabe… en el termino medio está la virtud.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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