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viernes, 17 de mayo de 2019

MORBID FEST-I AM MORBID+VITAL REMAINS+ATROCITY+SADIST+ARCANUS-SALAMANDRA-BCN-9-MAY-2019


Seguramente este mismo cartel a mediados de los noventa también hubiera suscitado gran interés entre  los seguidores de la escena death metalera. Sin duda el que fuera el frontman de una de las formaciones pioneras del estilo al otro lado delAtlántico, David Vincent, llegaba liderando este Morbid Fest junto a su nuevo proyecto  I Am Morbid, con el que se dedica a revisitar, para alegría de los fans más puristas, el material de  las primeras entregas de la que fuera su banda Morbid Angel. Por si el anuncio de que Mr. Vincent y sus muchachos iban a ofrecer una trepidante retahíla de viejas favoritas  no fuera suficiente aliciente para movilizar al público barcelonés, el cartel de esta noche de jueves en la Sala Salamandra se completaba con sus compatriotas Vital Remains, los alemanes Atrocity, los progresivos Sadist, y los locales Arcanus.

A diferencia de lo sucedería con el resto de bandas que componían el line-up de este Morbid Fest el quinteto barcelonés es una banda relativamente nueva que, desde que diera sus primeros pasos hace ya un lustro, ha publicado un par de Eps “Ashes” (2016) y “Omen” (2018), en los que muestran una propuesta  heterogénea y ambiciosa, en la que convergen diferentes estilos para crear una sonoridad potente y personal que puede agradar tanto a fans de Lamb Of God, -por su potencia arrolladora-, como a los seguidores de Gojira o Meshuggah, por sus intrincadas estructuras.

Lamentablemente el apretado timing de la velada acabó provocando que cuando Arcanus aparecieron en escena, -apenas unos minutos después de las seis de la tarde-, la sala estuviera aún muy poco concurrida. No obstante, eso no pareció importar a unos músicos que se mostraron dispuestos a dejarse la piel en el escenario, dispuestos a  sacar el máximo partido a la oportunidad que representaba compartir escenario con unos pesos pesados de la escena internacional.

Vestidos rigurosamente de negro, -sin ninguna clase de dibujo ni estampado en sus camisetas-, el quinteto decidió apostar fuerte en el arranque, creando un sólido e infranqueable muro sonoro durante la inicial “Isolated”. Otro detalle que me llamó la atención fue la entrega y el desparpajo que exhibieron sobre las tablas, moviéndose como auténticas fieras para tratar de enganchar al personal y conseguir llamar la atención de los que todavía no les conocían mientras atacaban  temas como “Oceans Of Blood”, que fue el escogido para realizar una  primera incursión en el material de su Ep debut “Ashes”.

Aunque como comentaba al inicio, la propuesta de la formación catalana es de difícil catalogación, lo cierto es que consiguieron enganchar a gran parte de los presentes, y la mejor prueba fue comprobar la reacción de las primeras filas ante “Alive”, que nos dejaba la estampa de su frontman, Oscar Gallardo, recorriendo el escenario con semblante amenazador. El equilibrio perfecto entre melodía y una  solidez rítmica  absolutamente avasalladora quedaría plasmado a lo largo de los opresivos desarrollos de “Emptiness”.

Una nueva mirada a su más reciente entrega “Omen” sirvió para flanquearnos el paso hacia la recta final del show dando buena cuenta de “Eros”, con la que nos mostraron su vertiente más vanguardista. Mientras que para poner el colofón a este primer acto de la noche optaron por otra de las nuevas, “Circles”.

Tras un rápido cambio de equipo todo parecía dispuesto para que aparecieran en escena Sadist, quienes aprovecharon su tiempo para repasar algunos de los temas más emblemáticos  de su carrera y  presentar algunas composiciones de su más reciente entrega discográfica “Spellbound”; que veía la luz a finales del pasado año. Comandados por el guitarrista y teclista Tommy Talamanca, -a quien por cierto resulta todo un espectáculo ver en directo, ya que toca a la vez y de forma simultánea ambos instrumentos-, el combo genovés apareció sobre las tablas para proponernos en el arranque una de las piezas más punzantes y agresivas de su último redondo “The Birds”. Pero sin duda lo que más destacaría de su vistosa puesta en escena fue la indumentaria con la que apareció su frontman Trevor Nadir, quien se personó luciendo una diabólica máscara, mandil de descuartizador y motosierra.

Habiendo superado el impacto inicial que supuso la irrupción de los italianos, Sadist no tardaron mucho en dejarnos las primeras muestras de que las pinceladas progresivas siempre han sido un activo importante dentro de su propuesta. Así que continuando con las composiciones de nuevo cuño era  el momento adecuado para sumergirnos de lleno dentro de las lúgubres ambientaciones de “Bloody Bates”, aunque lo cierto es que acabó pasando un tanto desapercibida entre una audiencia que no estaba familiarizada con ella. Donde si que el personal se dejó notar con fuerza fue a lo largo de “Perversion Lust Orgasm”, que amparada en su ritmo más denso y machacón se acabaría convirtiendo en el primer recuerdo al  material que facturaron durante la década de los noventa.

Ante unas primeras filas que ahora si parecían algo más animadas, y con Trevor deshaciéndose momentáneamente de su demoniaca máscara, el show de los italianos prosiguió con “The Path”,  una nueva incursión sobre el material de su tercera entrega “Crust”, que nos dejaba la inquietante estampa del vocalista rodeando con el cable del micro el cuello de Talamanca. El cambio de registro hacia sonoridades más oscuras y pantanosas no tardaría en llegar, dejando que los elementos de corte progresivo se encargaran de enriquecer “The Lonely Mountain”, tras la cual llegó el momento de las presentaciones.

Pero dejando a un lado esos desarrollos más intrincados  y sofisticados, si hay algo que  ha marcado la propuesta del combo italiano  a lo largo de todos estos años es la agresividad, la velocidad, y la contundencia, tal y como dejaron patente a lo largo de “Season In Silence”. Una vez más, Trevor volvería a colocarse su demoniaca máscara antes de atacar “One Thousand Memories”. Para posteriormente dar por zanjada su escueta presentación con “Sometimes They Come Back”; con el frontman elevando su motosierra para amenazar nuevamente la integridad de Talamanca. En resumen que Sadist nos ofrecieron una descarga sólida, potente y sofisticada, dentro de la brutalidad de su propuesta. Aunque fue una verdadera lástima que gran parte de los presentes parecieran no estar familiarizados con la propuesta de una banda que está a punto de celebrar su trigésimo aniversario.

Aunque probablemente Atrocity no haya sido el proyecto más exitoso de Alexander Krull, lo cierto es que para todos los que vivimos la explosión del death metal a finales de los ochenta y principios de los noventa la formación germana siempre tendrá un lugar entre nuestras bandas favoritas. En cualquier caso, mucho ha cambiado la escena, la banda,  y el propio Krull desde aquella lejana visita a finales de 1992 en la que llegó formando equipo con Gorefest y Deicide. Es más me atrevería a decir que queda más bien poco de aquel halo netamente underground que transmitían por aquel entonces, ya que a día de hoy Krull se ha convertido en un excelente frontman que busca constantemente la interacción con unos seguidores que parecen más interesados en  levantar los puños mientras corean sus arrolladores estribillos que de dejarse las cervicales haciendo headbanging.

No obstante si algo ha mostrado el incombustible frontman a lo largo de su longeva andadura es su facilidad para adaptarse a los cambios, introduciendo nuevos elementos y sonoridades en sus composiciones, algo que le ha servido para conseguir conectar con esa nueva generación de seguidores, tal y como dejó patente con la excelente acogida que obtuvieron las composiciones de su mas reciente entrega “Okkult II”, que gozó de un destacado protagonismo durante la primera parte del show. Evidentemente tampoco faltó algún fugaz destello del pasado que sirvió para que algunos de sus más veteranos seguidores se acabaran quedando con un buen sabor de boca. En cualquier caso, me dio la sensación de que lo peor de la presentación del combo germano fue que salieron a escena sin el concurso de un bajista. 

Aparecieron con algo de retraso sobre el horario inicialmente previsto, vestidos de riguroso luto, con chupas de cuero, y los rostros tiznados para rápidamente ponerse manos a la obra y dar buena cuenta de la novedosa “Masters Of Darkness”, que servía para dejar patente que las voces corales y los arreglos pregrabados hace tiempo que se convirtieron en parte importante de su propuesta. En cualquier caso la rotunda tempestad que supuso la descarga de Atrocity no había hecho más que comenzar , de modo que los riffs se tornaron más hirientes y afilados durante la demoledora “Shadowmaker”, que era la elegida para dejarnos el primer duelo entre Bauer y Streit.

Si el segundo corte de la descarga de los germanos había servido para dejar claro que pese al paso de los años sus primigenias raíces siguen vivas en su actual propuesta, la siguiente en sonar fue la imprescindible “Necropolis”, que convertía las primeras filas en una marea de cuernos que se alzaban siguiendo las indicaciones de un frontman que elevó  su pie de micro, con el anagrama de la banda, para espolear aún más al  personal. El ritmo  más cadencioso junto a unos riffs más densos y marcados nos anunciaron la llegada de “Spell Of Blood”, que sorprendió a más de uno por su solidez rítmica  y la tenacidad de sus incendiarios cambios de ritmo. La elegida para cerrar este extenso segmento que el cuarteto dedicó a su obra del pasado año fue la grandilocuente “Gates Of Oblivion”, que con sus voces pregrabadas creaba un ambiente de lo más oscuro e inquietante antes de la llegada de su matador estribillo.

Una nueva mirada a lo que fueron sus primeros años, concretamente al material contenido en su primer largo “Hallucinations”, nos sirvió como excusa para volver a disfrutar de una vieja favorita como es “Fatal Step”. Acto seguido, y tras recordarnos Krull que la banda lleva tres décadas incendiando escenarios a su paso, era un buen momento para que nos ofrecieran una puesta al día de lo que fue el tema que prestaba nombre  a su primera grabación allá por 1989 “Blue Blood”. 

El inmisericorde y descriptivo “Death By Metal” fue el escogido para representar el contenido de “Okkult”. Mientras que para dar el carpetazo definitivo a una descarga que se hizo demasiado corta optaron por “Reich Of Phenomena”. En resumen que Atrocity se marcharon dejando una buenas sensaciones entre un público que se lo pasó en grande. Aunque personalmente debo admitir que me quedé  con las ganas de escuchar más temas de sus primeras obras, y especialmente algún corte de aquel fantástico “B.L.U.T.”

Para muchos de los presentes la sola presencia en este Morbid Fest de Vital Remains significaba un importante reclamo que convertía el evento en imprescindible, especialmente para los seguidores de la escena extrema americana. Sí, he de reconocerlo, a un servidor también le sorprendió la inclusión en esta gira del combo que lidera el incombustible guitarrista Tony Lazaro, y más si tenemos en cuenta que su última referencia de estudio “Icons Of Evil”, se remonta a principios de 2007.

De la actual encarnación del combo de Providence me sorprendió muy positivamente su frontman, Brian Werner, quien se comportó en todo momento como una fiera enjaulada, escupiendo iracundamente  las envenenadas letras mientras se encaraba con los integrantes de las primeras filas, haciendo gala de una actitud propia de un cantante punk. Fueron rápidos, potentes, letales,  y expeditivos. Se mostraron como un huracán desatado  que consiguió conectar rápidamente con sus seguidores haciendo que los moshpits y el pogo fueran una constante desde que irrumpieron en escena para castigar nuestras cervicales al ritmo de  la propia “Icons Of Evil”.

Con la gente completamente enchufada, y con una banda que se mostró tan sólida y expeditiva como recordábamos, el paseo triunfal de los americanos prosiguió comandado por  los trepidantes  riffs de “Scorned”, que servía para dejar patente que, además de velocidad y violencia sonora, en las composiciones de la banda también hay espacio para esos desbordantes oasis de virtuosismo. Como era previsible, teniendo en cuenta la temática ocultista y demoniaca de muchas de sus composiciones, no faltó el recuerdo a la escena extrema y, como no, a uno de los nombres imprescindibles, Slayer, durante el speech que sirvió como introducción para el corte que prestaba título a su tercer largo “Forever Underground”, y que a la postre se acabó convirtiendo en la única licencia que se permitieron a su producción noventera.

La perfecta sintonía entre la banda y unos seguidores que parecían extasiados quedaría plasmada a lo largo de “Hammer Down The Nails”, que nos dejaba la estampa de Werner gesticulando ostensiblemente para dar las pertinentes instrucciones para formar un wall of death. Haciendo gala de ese espíritu provocador que marcó la presentación de los americanos, una vez más el propio frontman se encargó de preguntar a los presentes si querían un tema más  mientras a través del P.A. sonaba “Let The Killing Begin”, que nos acabó conduciendo irremediablemente sobre la demoledora “Dechristianize”. Fue corto, fue intenso, y brutal. En definitiva un show perfecto, una lección magistral de clasicismo death metalero que hacia que las espadas quedaran en todo lo alto de cara a la inminente llegada del  plato fuerte de la noche.

Para muchos, incluido para quien suscribe estas líneas, referirse a las primeras obras de Morbid Angel es poco menos que mentar un material que a día de hoy se considera clásico e imprescindible para comprender la evolución dentro la escena extrema internacional. Así que tras su salida de la mítica formación americana y una vez zanjada, -por lo menos momentáneamente-, su aproximación al country, el incombustible David Vincent parece ahora dispuesto a volver a congraciarse con sus primigenios seguidores recurriendo para ello a la vieja táctica de revisitar parte del material imprescindible para cualquier seguidor que se precie  de los deathers de Florida.

Viendo como se había ido desarrollando la velada, y especialmente tras el paseo triunfal que supuso la descarga de  Vital Remains, no lo iban a tener nada fácil Vincent y sus acólitos para convencer a sus fans más exigentes, y más si tenemos en cuenta las lógicas reticencias de los que pensaban que ese retahíla de clásicos no sonarían igual sin la guitarra de Trey Azagthoth. No obstante el controvertido frontman llegaba acompañado de una banda de garantías, con otro ex–Morbid Angel a la batería, Tim Yeung (2013-2015), mientras que de las guitarras se encargaron Bill Hudson y Kelly Mclauchlin, quienes se mostraron en todo momento como un tándem sólido y muy solvente.

Con la gente expectante, tras la larga previa acontecida, y tomando posiciones en los aledaños del escenario las luces del local se apagaban para que “Omni Potens” sirviera como sintonía para la entrada del cuarteto a escena. Como no podía ser de otra forma Vincent no tardó en ocupar el centro del escenario para convertirse en el blanco de todas las miradas. Y es que el frontman de Carolina Del Norte sigue conservando intacta su estampa clásica, aporreando su bajo mientras escupía las envenenadas letras del primer gran clásico de la noche el iniciático “Immortal Rites”. Y sí, digo el primer gran clásico de la noche porque I Am Morbid, o mejor dicho Mr. Vincent se ciñó al guión previsto, ofreciendo a sus incondicionales una buena ración de death metal old school. Así que no faltaron las humeantes y corrosivas cabalgadas de “Fall From Grace”.

Evidentemente en un concierto en el que el grueso del repertorio databa  de finales de los ochenta y principios de los noventa no podía la faltar la figura de los practicantes del stage-diving. Así que  estos se dejaron notar con fuerza cuando el cuarteto atacó expeditivamente “Visions From The Dark Side”, que era la escogida  para volver a incidir en el material del mítico “Altars Of Madness”. Tras semejante arranque, que sirvió para poner la sala literalmente patas arriba, era un buen momento para levantar mínimamente el pie del acelerador. De modo que las guitarras se tornaron más cadenciosas y machaconas durante “Blessed Are The Sick”,

No tardaría mucho en volver a teñirse el escenario de rojo para dejarnos a una banda completamente desatada dando buena cuenta de la fulgurante pieza que abría “Covenant”, el infeccioso “Rapture”. El repaso al material de ese álbum prosiguió, ya que sin apenas concedernos un segundo de tregua llegaba el momento de “Sworn To The Black”, que nos dejaba la estampa de Vincent  agitando frenéticamente la cabeza antes de dar un paso al lado para dejar que la pareja de hachas se apoderaran del centro del escenario para repartirse las partes solistas y  regalarnos  un final preñado de épica metalera.

La primera escala en el último disco de estudio que Vincent grabó con sus ex–compañeros a mediados de la década de los noventa estuvo reservada para ese vendaval sonoro que lleva por título “Eyes To See, Ear to Hear”. Si no me equivoco la única concesión que se permitió Vincent fuera del material clásico de su ex–banda llegaría justo a continuación con “I Am Morbid”, rescatada de “Illud Divinum Insanus” de 2011, y que por cierto fue muy coreada por gran parte de los presentes.

El retorno sobre la ortodoxia más netamente death metalera, e impregnada de ese inequívoco aroma a underground, llegó de manos de “Maze Of Torment”, que nos acabó abocando sobre los solos de batería y guitarra. Para encarar la recta final de su presentación el combo americano nos propuso una doble ración de “Domination”. La primera en hacer acto de presencia para  provocar la hilaridad del respetable fue “Dominate”. Mientras que los rocosos riffs y los tempos más densos y machacones serían los encargados de anunciarnos la inminente llegada de “Where The Slime Live”.

Ante unas primeras filas que parecían absolutamente poseídas, el incombustible Vincent nos anunciaba que el show estaba llegando a su fin. Pero antes de marcharse definitivamente el cuarteto todavía tuvo ocasión de sumergirnos de lleno en las profundidades del averno, guiándonos a través de los tortuosos desarrollos de “God Of Emptiness”. Mientras que la despedida definitiva llegó de manos de otra pieza de “Covenant”, “World Of Shit (Promise Land)”, tras la que se marcharon dejando tras de si a una audiencia exhausta tras semejante maratón de brutalidad musical.

En resumen buen concierto de unos I Am Morbid que tiraron de clásicos y del carisma de un David Vincent que parece estar en plena forma. Aunque creo que fuimos muchos los que pensamos que los grandes triunfadores de la velada  fueron unos Vital Remains que celebrando su trigésimo aniversario se mostraron absolutamente imparables. 



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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