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viernes, 3 de mayo de 2019

SAINT VITUS+DOPELORD-BÓVEDA-BCN- 25-ABR-2019


Que una formación salga a la carretera para conmemorar junto a sus seguidores su cuadragésimo  aniversario es sin duda una gran noticia. Y si además aprovecha la ocasión para presentar algunas de las composiciones que formaran parte de su inminente nuevo trabajo homónimo, que se publicara a mediados del mes de mayo …, pues miel sobre hojuelas. Además este retorno discográfico de Saint Vitus pone  fin a siete años de silencio discográfico y significa un nuevo retorno del que fue su vocalista original Scott Reagers. Evidentemente  el regreso del combo californiano volvió a movilizar a un buen numero de incondicionales que no dudaron en desplazarse hasta la sala Bóveda de la Ciudad Condal para ser testigos de primera mano de las evoluciones del incombustible Dave Chandler y sus acólitos, quienes dejaron patente, una vez más, porque son una de las bandas más influyentes, representativas  y longevas de la escena doom internacional.

Para dar el pistoletazo de salida a la velada, y ayudarnos a paliar la espera antes de su salida al escenario, contaríamos con el concurso de Dopelord. Con algo menos de una década de andadura a sus espaldas este cuarteto procedente de la ciudad de Lublin, Polonia, debutaba en los escenarios de la capital catalana y llegaba dispuesto a desplegar  la rotunda solidez de sus estructuras y la oscuridad de sus imponentes riffs, centrado su repertorio en las composiciones de su último redondo “Children Of The Haze”, que veía la luz hace un par de años.


No se si fue por el aspecto un tanto desangelado que presentaba la sala cuando aparecieron en escena, pero lo cierto es que los compases iniciales de la descarga de los polacos  resultaron bastante fríos. Tampoco ayudó que se mostraran algo  distantes y poco ágiles sobre las tablas, sin moverse durante la ejecución de los primeros temas, ni dirigir unas palabras a los presentes durante los prolegómenos de “Navigator” y “Addicted To Black Magick”, que repescaron de su penúltima entrega “Black Arts, Riff Worship & Weed Cult”, un título que define a la perfección las inquietudes de la banda.

Aunque como comentaba anteriormente Dopelord no nos ofrecieron sus mejores prestaciones durante los compases iniciales de su presentación, la verdad es que poco a poco se fueron animando, y la mejor arma para hacer que los más animados empezaran a mover tímidamente la cabeza fueron los riffs de esencia sabbathica que desplegaron a lo largo de “Dead Inside (I & II)”. Tampoco  faltaron durante el tramo final de su primera incursión en tierras catalanas las demoledoras estructuras de corte sludge de la imponente “Children Of The Haze”.

No obstante debo admitir que un servidor de lo que más disfrutó  fueron de los tempos algo más dinámicos y eléctricos que los polacos desplegaron a lo largo de temas como “Preacher Electrick”, con cierto aroma al “Orgasmatron” de los míticos Mötorhead. Mientras que la rúbrica para una descarga que fue claramente de menos a más fue “Reptile Sun”, que rompía la dinámica habitual de las composiciones de la banda para poner de manifiesto que sus temas también están influenciados por el material de bandas como Type O Negative o Paradise Lost. 


No resulta extraño que cualquier banda edite un trabajo homónimo. Pero lo que no es tan habitual es que 35 años después de poner en circulación su ópera prima publique otro con la misma denominación. ¿Significa esto el inicio de un nuevo capítulo dentro de la extensa andadura de Saint Vitus? Pues a tenor de lo escuchado en los tres adelantos que hemos tenido ocasión de degustar del que será su novena entrega de estudio diría que no. Contando nuevamente con el concurso del vocalista Scott Reagers el combo americano nos ofreció toda una demostración de actitud, contundencia y profesionalidad, pasando por encima de todos sus seguidores con la misma voracidad que lo haría una banda de hambrientos veinteañeros.

Su puesta en escena fue de lo más sobria, sin ningún elemento de  atrezo y contando con un juego de  luces bastante sencillo, con lo que concentraron todos sus esfuerzos únicamente en el aspecto musical. He de admitir que también me sorprendió  que no utilizaran ni tan siquiera una introducción para acompañar su aparición  sobre el escenario. Así que sin previo aviso, y casi de forma sorpresiva, fue la afilada guitarra de Dave Chandler la que se encargó de dar el pistoletazo de salida al show destripando los compases iniciales de “Dark World”, que fue la primera de las dos gemas que rescataron del álbum que publicaron a mediados de los noventa  y que llevaba por título “Die Healing”. Pese a que como era previsible la gran mayoría de las miradas se centraron sobre  el tándem que conformaron los veteranos Reagers y Chandler, lo cierto es que el concurso de la sección rítmica, especialmente la arrolladora pegada del batería Henry Vásquez, acabó resultando clave para que temas míticos dentro de su discografía como “White Magic/Black Magic” nos volaran la cabeza.

Precisamente fue el propio Chandler quien asumió el rol de ejercer como maestro de ceremonias, haciéndose cargo de gran parte de las presentaciones, tal y como sucedió con “Remains”, que fue la primera de las nuevas composiciones que interpretaron, y que fue muy bien acogida por una audiencia que no paró de animar mientras Reagers agitaba su frondosa cabellera siguiendo el ritmo. Tras las buenas sensaciones que nos dejó el primer estreno de la noche, la impresión de que el nuevo material del cuarteto va a mantener intacto su sello y su personalidad acabó reafirmándose cuando nos adentramos en los oscuros desarrollos de “Hour Glass”, que alternó pasajes lúgubres y  pantanosos con unos vigorosos arrebatos de rabia metalera para acabar arrancando de la expectante audiencia una rotunda ovación.

Las esencias más clásicas del cuarteto, aquellas que les sirvieron para forjar su particular estilo, volverían a impregnar el recinto cuando el inimitable Dave Chandler se encorvó sobre el mástil de su guitarra para hacer brotar esas sonoridades casi galácticas que servirían para dar el pistoletazo de salida a la apocalíptica “War Is Our Destiny”, con la que volvían  a incidir en su producción de la década de los ochenta paar volver a poner al personal en estado de éxtasis. No obstante, no tardó mucho la guitarra del hacha de San Diego en volver a recobrar su densidad habitual  para junto a la aplastante embestida de Henry Vásquez, -que castigó su kit como si no hubiera mañana-, proponernos las asfixiantes ambientaciones de un “One Mind”, que sonó absolutamente imparable gracias a la teatralidad que imprimió Reagers a su interpretación.

Pese a que era evidentemente que muchos todavía no habían tenido ocasión de escuchar los adelantos  de su nuevo trabajo,  lo cierto es que temas como “A Prelude To…” o el abrasivo “Bloodshed”, acabaron dejando unas fantásticas  sensaciones entre gran parte de los presentes. Aunque, personalmente, un servidor se quedaría con el ritmo envolvente y las estructuras cambiantes y un tanto sorpresivas de esa pieza que esta llamada a convertirse en un nuevo clásico del cuarteto   y que lleva el explícito título de “12 Years In The Tomb”. 

Con la gente bastante animada y expectante Reagers se posicionó en escena sujetando dos botellas, para acto seguido hacerlas chocar para provocar el sonido que nos anunciaba que había llegado el momento de dejarnos arrastrar hasta las profundidades del averno siguiendo los sinuosos desarrollos de “Burial At Sea”. Pero sin duda si hubo un tema que desató la locura entre los presentes fue el que los americanos escogieron para poner el punto y seguido a la velada. Sí, efectivamente, no podía ser otro: el mítico y celebradísimo “Saint Vitus”, que provocó que la sala se viniera abajo.

El tiempo apremiaba, y los californianos  no parecían dispuestos a dejarse ninguna bala en la recamara. Así que tras un pequeño parón, que sirvió para darnos a entender que había dado arranque el tiempo de los bises, el cuarteto se enfrascó de lleno en la pieza que daba título a su obra de  1986 “Born Too Late”, dándonos así argumentos para volver a castigar nuestras maltrechas  cervicales antes de rematarnos definitivamente con la mezcla de oscura psicodelia y agresividad thrashera que encierra  “Hallow´s Victim”, y la novedosa “Useless”.

Durante las últimas cuatro décadas Saint Vitus se han mantenido fieles a la oscuridad y al metal. Y, visto lo visto, no me da la sensación de que Dave Chandler y sus acólitos tengan la más mínima intención de variar un ápice su propuesta. Así que no me cabe la menor duda de que los americanos van a seguir agrandando su leyenda durante los próximos años.




TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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