La
del pasado sábado en Salamandra era una cita especial, de esas que se marca en
rojo en el calendario. Una vez más tres bandas míticas, en este caso de la
escena thrashera de ambos lados del Atlántico volvían a unir fuerzas para
protagonizar una vibrante gira que tiene previsto recorrer gran parte del Viejo
Continente bajo la denominación de Killfest Tour. Los headliners de este
explosivo periple eran los legendarios Overkill quienes llegaban dispuestos a
arrasar con todo a su paso con el carismático Bobby “Blitz” Ellsworth y el
incombustible D.D. Verni al frente, quienes aprovecharon la ocasión para
repasar toda su carrera y presentarnos algunos de los trallazos que componen su
decimonovena entrega “The Wings Of War”.
Si
los thrashers de New Jersey siempre fueron considerados como uno de los
pioneros de la escena americana, los encargados de calentar el ambiente no se
quedarían atrás, ya que Destruction fueron los elegidos para representar la
vertiente europea del género, ofreciéndonos un show con una esencia y una
puesta en escena muy clásica que gustó y convenció a todos sus incondicionales.
Los terceros en discordia, Flotsam And Jetsam, regresaban a nuestro país tras
su reciente paso por la última edición del Leyendas Del Rock, dejando patente
que merecen mucha más atención por parte del público, y que merecen mucho más
que ser recordados por ser la banda con la que se dio a conocer el ex–Metallica
Jason Newsted. Entre tanto nombre clásico, los encargados de dar el pistoletazo
de salida a la velada fueron Rezet, una formación germana poco conocida por
aquí, -esta era su primera visita a nuestro país-, pero que lleva en activo más
de quince años y que cuenta en su haber con cuatro largos, siendo su más
reciente entrega “Deal With It!”, que veía la luz a principios de este mismo
2019.
Como
suele suceder siempre que tenemos un paquete de gira de estas características
el inicio de las actuaciones estaba fijado muy pronto, a primera hora de la
tarde. Así que cuando los chicos de Rezet aparecieron en escena puntualmente
apenas habíamos en la sala unas 50 o 60 personas, ya que la gente estaba
todavía accediendo al recinto. Pese a ello el cuarteto de Schleswig que lidera
el vocalista y guitarrista zurdo Ricky Wagner salió con las pilas bien cargadas, dispuesto a dejarse oír y
reivindicarse entre una audiencia versada, -la media de edad de los asistentes
fue bastante elevada-, pero muy afín a su estilo, ya que los germanos practican
un thrash metal de corte clásico e impregnado de esencias y pinceladas heavy
metaleras, tal y como dejaron patente desde que dieron el pistoletazo de salida
con la novedosa “Treadmill To Hell”.
Como
no dispusieron de mucho tiempo los alemanes dieron un ritmo trepidante a su
descarga, enlazando casi todos los temas. Así que tras una primera toma de
contacto que sirvió como presentación para los que todavía no les conocían, y
mientras iba poblándose rápidamente la sala, era un buen momento para acelerar
aún más el paso con “Deal With It!”, que con sus potentes coros servía para que
los más animados levantaran por primera vez los puños al aire. Aunque el grueso
de su repertorio estuvo centrado en el material de su cuarta entrega
discográfica, los alemanes no quisieron dejarse en el tintero los pasajes más
oscuros de “Reality Is A Lie”, marcada por una rotunda cabalgada y un llamativo
juego de guitarras dobladas que servía para que el cuarteto pusiera de
manifiesto que el metal más clásico es una de sus principales influencias.
La
conjunción perfecta entre devastadores riffs y una rotunda base rítmica
llegaría acompañando a los explosivos cambios de ritmo de “Chaos In My Mind”,
mientras que las guitarras se tornarían
más afiladas durante la devastadora “Minority Erazer”. Para encarar la recta
final de su presentación Rezet confiaron en las estructuras más sólidas y
crujientes de “Thunder Raiders”, antes de cerrar definitivamente con la
primeriza e incendiaria “Have Gun, Will Travel”.
Afortunadamente
parece que el tiempo siempre acaba poniendo las cosas en el lugar que les
corresponde. Así que Flotsam And Jetsam, gracias a las buenas críticas de sus
últimas entregas, y sobre todo a sus potentes directos, por fin están
alcanzando el estatus y el prestigio que merece una banda que lleva desde
principios de la década de los ochenta batallando. Y es que la formación que
lideran el incombustible vocalista Eric
A.K. y el guitarrista Michael Gilbert es
una aniquiladora maquina en directo, capaz de contentar a los thrashers más
aguerridos, pero también poseen la calidad y argumentos suficientes para
convencer a los seguidores del heavy metal clásico.
Quizás
por ello a la hora prevista para el arranque del show de los de Phoenix la sala estaba ya prácticamente llena. Así
que el quinteto no tardó mucho en conectar con una audiencia muy animada que no
dudó en sumarse a la fiesta desde que se dejaron escuchar los devastadores
riffs que dieron forma a la inicial
“Prisioner Of Time”. Pese a que Eric A.K. tuvo algún problema con su micrófono
inalámbrico durante los primeros compases del concierto, lo cierto es que ese
inoportuno percance no lastró en ningún momento el espectáculo que nos
ofrecieron los americanos.
Además
la respuesta del respetable fue descomunal, con unas primeras filas muy
animadas y entregadas al máximo, y más aún cuando el segundo trallazo de la
velada fue el descomunal “Desecretor”, que les servía para poner literalmente
la sala patas arriba. Con la banda y el público ya muy metidos en el show, el
carismático vocalista se dirigió al respetable para confesarnos que “Iron
Maiden” además de ser el título del siguiente tema, es una de sus bandas
favoritas, tal y como quedó demostrado con la rotunda cabalgada y las armonías
dobladas de guitarras que marcaron el corte contenido en su trabajo homónimo de
2016.
Otro
detalle que me gustaría destacar fue el repertorio escogido, alternando piezas
de sus primeras obras y temas de factura más reciente, algo que dio al show un
ritmo eléctrico y endemoniado. Así que tras deleitarnos con las esencias clásicas del tema
anterior tocaba volver a echar la vista
atrás para regresar a 1986 y dejar que la aniquiladora guitarra de Michael
Gilbert nos anunciara la llegada de “Hammerhead”. Pero como comentaba
anteriormente el combo americano no había llegado a la Ciudad Condal para vivir
de rentas, de modo que tocaba centrar el
objetivo en las composiciones de “The End Of Chaos”, siendo la elegida para
proseguir su recital “Demolition Man”, que con el desgarrador bajo de Michael
Spencer en primer plano nos voló literalmente la cabeza antes de recabar una
cerrada ovación.
Uno
de los pocos momentos en los que remitió la intensidad del show fue durante un
“Suffer The Masses”, que incomprensiblemente pasó algo desapercibido pese a los
esfuerzos y los malabares con los que nos obsequió un Ken Mary, que se gustó
tras su kit. Mucho más calurosa y efusiva fue la respuesta que el respetable
tuvo con una de las imprescindibles en cualquier concierto de los americanos, “I
Live You Die”, que era la escogida para allanarnos el camino hacia una recta
final que estuvo marcada por la novedosa “Recover”, y por esa bomba de
relojería que es la icónica “No Place For Disgrace”, que abría y prestaba título
a su segundo largo publicado en 1988, escenificando la perfecta sintonía entre
un quinteto que lo dio todo en escena y un público que disfrutó intensamente de
la descarga de los thrashers de Phoenix.
Estrenando
nueva formación y con un fantástico nuevo
trabajo bajo el brazo como es “Born To Perish”, el ahora cuarteto de Well am
Rhein tenía la responsabilidad de defender el orgullo del thrash europeo entre
las descargas de los dos titanes americanos. Fieles a sus raíces, a su estilo,
y a la personalidad que siempre les ha caracterizado, el gigantón Schmier y sus
acólitos apostaron por proponernos una puesta en escena clásica: con un gran
telón de fondo presidiendo el escenario, una iluminación tenue, muy ocultista,
y en la que predominaron las tonalidades verdosas y rojizas; sendas columnas de
humo en los laterales y unos pies de micros convenientemente decorados con
calaveras.
He
de admitir que tenía muchas ganas de comprobar como sonarían en directo los
nuevos temas, y como los intercalarían entre las composiciones que siempre
suelen tocar en sus conciertos, ya que los alemanes suelen descargar siempre
los mismos temas en todas sus giras. Así que como era previsible su repertorio
de esta noche estuvo conformado por una buena ración de sus primeras entregas,
varios guiños extraídos de sus trabajos de principios de este siglo XXI, y tres
trallazos del mencionado “Born To Perish”. Sin duda munición más que suficiente
para fracturar las cervicales de unos incondicionales que disfrutaron al máximo
del arrollador concierto de los germanos.
Como
comentaba anteriormente la principal novedad en el seno de la formación pasaba
por la incorporación del guitarrista suizo Damir Eskic, lo que además de
“muscular” el sonido de la banda, nos permitió ver a un Mike Sifringer más
relajado y moviéndose con más soltura por el escenario, ya que de la mayoría de
los solos se encargó el nuevo fichaje de la banda. De cara al fratricida duelo
de esta noche los germanos salieron con el cuchillo entre los dientes, siendo
conscientes del que golpea primero golpea dos veces. Así que arrancaron
poniendo toda la carne en el asador, recurriendo para romper el hielo a un auténtico
clásico como es “Curse The Gods”.
Me
gustó mucho la rabia, la actitud y la entrega que destiló el cuarteto sobre las
tablas, con un Schmier que literalmente se multiplicó en el escenario, ya que
cantó temas como el corrosivo “Nailed To The Cross” recorriendo los tres micros
que había repartidos en escena. Si durante las dos actuaciones previas los
aledaños del escenario ya habían estado bastante animados, fue durante la
descarga de Destruction cuando se desató la locura, convirtiéndose la pista en
una auténtica batalla campal. Otro detalle que me sorprendió muy gratamente, y
más teniendo en cuenta la edad de muchos de los presentes, fue la excelente
acogida que obtuvieron los nuevos temas, especialmente reseñable me pareció la
explosión de júbilo del personal cuando el incombustible frontman nos anunció
que había llegado el momento de un “Born To Perish”que nos voló la cabeza con
la monumental pegada de un Randy Black que estuvo inconmensurable a lo largo de
toda la velada.
Pero
evidentemente los fieles de los incorruptible thrashers alemanes no pudieron resistirse ante la avalancha
metalera que significaron piezas míticas dentro de su longeva andadura como el
incontestable “Mad Butcher”, que nos dejaba la estampa Schmier plantado en el centro del escenario
aporreando su bajo con el pie anclado sobre uno de los monitores. Como un
tornado fuera de control Destruction pasaron por el escenario del Salamandra
arrasando con todo a su paso, y sin hacer prisioneros. Y la mejor prueba fue
comprobar la sucesión de pogos y desquiciantes bailes que acompañaron a otra de
las imprescindibles “Eternal Ban”.
Sin
concedernos ni un segundo de tregua para recuperar mínimamente el aliento el
show de Destruction prosiguió con una doble ración de su nueva entrega dando
buena cuenta de “Inspired By Death”, que nos dejaba el escenario cubierto
completamente de humo; para acto seguido dejar paso al oscuro y seminal
“Betrayal”, con la dupla de guitarras dándonos la entrada con su descomunal
ataque. Una rápida mirada sobre “All Hell Breaks Loose” serviría como excusa
para recordarnos aquello que “The Butcher Strikes Back”, que se zanjaba con una
rotunda ovación.
Lamentablemente
en esta ocasión Schmier y sus secuaces no eran el acto principal de la velada,
de modo que su presentación fue algo más corta de lo que a muchos nos hubiera
gustado. Sin embargo, no podían marcharse del escenario sin ofrecernos ese
descomunal “Thrash ´Till Death”, que con el desgarrador alarido de Schmier sonó
como toda una declaración de intenciones. Para poner el colofón a su descarga
el combo germano se reservó uno de sus primeros clásicos “Bestial Invasion”,
que fue precedido por el agradecimiento a todos los presentes y el homenaje
hacia los propios Overkill, que no tardarían en aparecer en escena.
Aunque
quizás su trayectoria no ha sido tan constante como la de otros compañeros de generación, se me viene a la cabeza Kreator
por ejemplo, lo cierto es que Destruction parecen estar viviendo un muy buen
momento, y parece que esta nueva formación, si tiene continuidad en el tiempo,
puede hacernos pasar muy buenos momentos tanto en disco como en directo.
Dentro
de la escena metálica hay bandas que son imprescindibles. Quizás no sean las
mejores técnicamente, ni tampoco las que mas gente congregan en sus conciertos.
Pero sin duda son aquellas que ofrecen algo distintivo a sus seguidores.
Overkill son actitud en estado puro, ofrecen diversión garantizada, y la locura
siempre acaba desatándose en los aledaños de cualquier escenario que pisen.
Llevan toda una vida dedicada a la música, y pese a que el paso del tiempo
empieza a dejarse notar en el rostro del irreductible Bobby “Blitz” Ellsworth,
no parece que los planes de una de las bandas de referencia dentro del thrash
metal americano pasen por colgar los instrumentos.
Es
más, me atrevería a decir que la banda tiene cuerda para rato, y la
constatación la tuvimos recientemente cuando el quinteto publicó el explosivo
“The Wings Of War”, que es nada más y nada menos que su decimonovena entrega de
estudio, lo que les convierte en una de las formaciones más prolíficas dentro
del thrash metal americano, superando holgadamente la producción, sin ir más
lejos, de los integrantes del selecto grupo del Big Four.
La
tarde había sido larga y productiva. Así que tras el arranque que
protagonizaron Rezet, tanto sus compatriotas de Flotsam And Jetsam como los
germanos Destruction se habían marcado sendos buenos conciertos, con lo que los
de New Jersey no lo iban a tener nada fácil si querían convertirse en los indiscutibles triunfadores
de la velada. Tampoco creo que Bobby, D.D. Verni, and cía., salieran
preocupados o intimidados por lo que había sucedido previamente sobre el
escenario del Salamandra, ya que cuando Overkill saltan a escena es para
destrozar el local.
Ante
una sala absolutamente abarrotada y expectante ante la inminente salida de los
americanos, la introducción que también abre su último redondo sirvió para que
los miembros de la banda tomaran posiciones liderados por el martilleante sonido del bajo
de un D.D. Verni que no tardó en ocupar el centro del escenario. Como viene
siendo habitual, el último en aparecer corriendo hacia su pie de micro fue
Bobby, provocando que el pogo y los bailes no se detuvieran mientras nos
espetaba las primeras estrofas del novedoso “Last Man Standing”. Acto seguido volvería a ser el amenazante
bajo de D.D. el encargado de dar paso a los descarnados riffs que nos brindó la
dupla Linsk/Tailer durante la adrenalítica “Electric Rattlesnake”.
Con
las primeras filas, y la propia banda, sudando copiosamente tras semejante
arranque fue con la irrupción del primer gran clásico de la noche “Hello From
The Gutter”, cuando los miembros del personal de seguridad de la banda tuvieron
que emplearse a fondo, ya que los surfers empezaron a volar sobre nuestras
cabezas, y más de uno acabó sobre el escenario saludando al propio Bobby.
Cualquiera que haya podido presenciar un show de los americanos sabe que el
quinteto de New Jersey es pura energía sobre las tablas. Así que Bobby y sus
muchachos no estaban dispuestos a levantar el pie del acelerador ahora que ya
habían alcanzado su “velocidad de crucero”, de modo que no tardó en llegar un
despiadado “Elimination”, que arrancaba con el frontman aferrándose a su pie de
micro mientras señalaba con el dedo índice al horizonte.
Semejante
sucesión de himnos ochenteros no hizo más que caldear aun más los ánimos de un personal que parecía cada vez
más entregado y extasiado. Así que nuestro recorrido por la nostalgia continuó
con una visita a su segundo largo del que rescataron “Deny The Cross”, que nos
dejaba a toda la banda apoyando a Bobby en los coros. Aunque tras el estallido
inicial tardaron en llegar más de lo habitual, estaba claro que Overkill no
iban a renunciar a presentar algunas de sus nuevas composiciones, y aunque como
es lógico con “Head Of A Pin” bajó un poco el nivel de euforia, lo cierto es
que los nuevos temas gozaron de una buena acogida.
Aunque
para muchos la producción noventera de Overkill puede tildarse de discreta, los
americanos no quisieron dejar aparcado el material de esa época, de forma que
enlazaron consecutivamente “Necroshine”, que sonó mucho más visceral y cañera
que en su versión de estudio; el
crujiente “Under One” y el despiadado “Bastard Nation”, ambos rescatados de su
obra de 1994, “W.F.O.”
El
retorno sobre las composiciones facturadas en los últimos años nos abocaría
directamente sobre la humeante “Mean, Green, Killing Machine”, que a la postre
se convirtió en el único recuerdo que se permitieron a su anterior “The
Grinding Wheel” de hace un par de años. No tardaría mucho en volver a desatarse
la locura en esa sauna en la que se había convertido ya hace rato el Salamandra
cuando el personal reconoció el imperecedero y seminal “Feel The Fire”. El
momento de las presentaciones llegó durante los prolegómenos de “Ironbound”,
que fue la escogida para poner el punto y seguido a la velada.
Si
vibrante había sido el concierto del combo americano, para los bises Bobby y
sus muchachos se reservaron parte de su artillería pesada. La inevitable
“Overkill” daba el pistoletazo de salida al encore poniendo a todo el mundo nuevamente en
movimiento, para acto seguido noquearnos definitivamente con un trallazo letal
e incontestable como “Rotten To The Core”. Tampoco podía faltar su “delicada”
adaptación del “Fuck You” , con Bobby haciéndonos una peineta para a
continuación dar rienda suelta a la faceta más punkarra y desenfadada de la
banda. Algo que tuvo continuación a lo largo de la novedosa “Welcome To The
Garden State”, que convertía el recinto en un desmadre total antes de que el
quinteto diera carpetazo al show interpretando nuevamente un fugaz fragmento
del “Fuck You”.
Fue una noche memorable en la que fuimos testigos
de primera mano de cómo tres nombres imprescindibles dentro de la escena thrashera siguen estando en pleno
siglo XXI en un gran estado de forma. Difícil, muy difícil, sería dar un
veredicto sobre que banda fue la gran triunfadora de la velada, ya que el
veredicto dependería mucho de los gustos personales de cada uno. Aunque puestos
a mojarse un servidor se quedaría con la descarga de Destruction.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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