viernes, 27 de septiembre de 2019

SOTO+BIG CLYDE+JD MILLER-UPLOAD-BCN-23-SEP-2019


Todos sabemos que dentro de la gran familia del hard rock y el heavy metal ahí multitud de estilos y ramificaciones, por eso cuando uno piensa en lo que pueden tener en común artistas y bandas tan dispares como son: Yngwie Malmsteen, Talisman, Axel Rudi Pell, Soul Sirkus, Trans-Siberian Orchestra, W.E.T., Journey y Sons Of Apollo..., entre otros, la respuesta obvia es inevitable: la voz de ese trabajador incansable que es Jeff Scott Soto. Pero dejando a un lado todo ese bagaje el frontman de Brooklyn lleva desde que publicara en 2014 “Inside The Vertigo” y un par de años después “Divak”, prestando una atención especial a su proyecto Soto. Hace escasamente unos meses se ponía en circulación su tercera entrega “Origami”, en la que continua indagando en ese hard rock metalizado, marcado por la densidad sonora  y una ambientación algo más vanguardista de lo que nos tiene acostumbrados.

Sí, evidentemente, Jeff Scott Soto es el timón y la absoluta referencia de este proyecto, pero lo cierto es que se ha sabido rodear de una banda de plenas garantías, y en donde destaca especialmente la figura de uno de nuestros guitarristas más conocidos internacionalmente, Jorge Salán. Para reencontrarse con el público de la Ciudad Condal Mr. Soto y sus muchachos se decantaron por la Sala Upload de la montaña mágica de Montjuic. Además no llegaban solos a la cita, ya que para ayudarnos a calentar motores antes de la aparición estelar de los protagonistas de la velada contaríamos con el concurso de dos jóvenes bandas poco conocidas entre el púbico de la capital catalana. Así que ante una expectante audiencia los suecos JD Miller fueron quienes se encargaron de dar el pistoletazo de salida. Mientras que los elegidos para amenizar los minutos previos antes de la irrupción del carismático  vocalista americano fueron los suizos Big Clyde.


Pese a estar programada la cita para la noche del lunes, lo cierto es que al día siguiente era fiesta local, La Mercè, lo que acabó propiciando que un buen numero de seguidores no quisieran dejar pasar la ocasión de volver a ver en directo al incombustible y polifacético Jeff Scott Soto. Sin embargo, cuando saltaron sobre las tablas los jóvenes suecos JD Miller apenas una treintena de personas habían accedido al local. El cuarteto de Boräs que capitanea el vocalista Peter Hallden demostró unas buenas aptitudes a la hora de atacar su potente hard rock de corte melódico, tal y como dejaron patente desde que abrieron fuego con el novedoso “Buried Alive”.

Y es que los chicos de JD Miller demostraron tener un muy buen olfato a la hora de combinar pegadizas melodías y estribillos altamente coreables, con lo que al atacar piezas como “The Desire”, fuimos varios los que nos acordamos de sus compatriotas Eclipse. Aunque el combo sueco lleva prácticamente una década en activo, tiempo en el que han publicado un par de trabajos, lo cierto es que curiosamente centraron casi todo su repertorio en el material de lo que será su próximo trabajo “Afterglow”, que verá la luz a mediados del próximo mes de Octubre. Algo que pone de manifiesto la plena confianza que tienen depositada en sus nuevas composiciones, con lo que no se cortaron a la hora de animar al personal para que participara en cortes  como “Game Of Love”.

Precisamente la única mirada  que se permitieron al pasado, concretamente a su anterior “World War X”, fue con la extraña “Clouded Minds”, que sonó algo embarullada y deslavazada, al intercalar sin demasiada coherencia partes muy cañeras y desarrollos melódicos que incluyeron teclados y voces pregrabadas. Mucha mejor acogida obtuvo el uptempo “Devilstorm”, que servía para que Peter volviera a demandar la complicidad de un público que, al igual que la banda, se fue deshinchando a medida que avanzaba el show. Uno de los momentos más intensos de su escueta presentación llegó cuando el cuarteto se adentró en las atmosferas más densas de su último sencillo “Icarus”, que con un toque más vanguardista rompía la dinámica que hasta ese momento había llevado el show.

Para cerrar este primer acto de la noche JD Miller se reservaron el poderoso tema que prestará título a su inminente nuevo trabajo “Afterglow”, para acabar rubricando definitivamente su actuación con “Inside The Dream”, que nos dejaba la estampa de su frontman cantando la mitad del tema a pecho descubierto. En definitiva que los suecos amenizaron la espera con un show correcto, dando buena cuenta de un hard rock melódico, cañero, y con algún toque más moderno.


Tras un entre acto que fue bastante más rápido de lo esperado, y ante una sala que a esas horas de la noche estaba ya bastante más concurrida y animada no tardaron en hacer acto de presencia sobre las tablas Big Clyde. A diferencia de lo que sucediera con JD Miller, el quinteto suizo nos sorprendió con una propuesta más directa, potente y gamberra; presentándonos un sonido que podríamos encuadrar a medio camino entre la elegancia melódica de Thin Lizzy y la socarronería punkera de los primeros Backyard Babies. Simplemente bastó con echar un vistazo a las pintas de sus miembros para darnos cuenta de que tenían una pose bastante más macarra y descarada que la del cuarteto sueco que les había precedido.

Sin embargo, el combo de Arosa atesoraba a priori menos tablas, ya que llevan en activo apenas 3 años. Pero que nadie piense que las huestes que lidera el hiperactivo vocalista Kev Volken se iban a sentir intimidadas, más bien al contrario, ya que salieron dispuestos a divertirse y hacer pasar un buen rato  a todos los presentes. Así que ataviados con jeans, cuero, camisetas, y recubiertos de cadenas, los suizos irrumpían en escena para golpearnos duro con la inicial “Coffee To Go”, con la que nos daban argumentos para que los más animados no paráramos de movernos y agitar las caderas. No tuvieron ninguna clase de dificultades a la hora de conectar con la gente, y pese a que pocos de los presentes conocían sus temas, consiguieron que los aledaños del escenario se convirtieran en una auténtica fiesta gracias a las esencias clásicas que desplegó el guitarrista Marco Hegner a lo largo del  marchoso “Heartbreaker”.

Aunque como comentaba Big Clyde todavía no han publicado su primer largo, desde el año pasado tienen a disposición del público su EP debut “One”. Así que durante su presentación además de tocar algunos temas nuevos también aprovecharon para repesar su contenido, de modo que no quisieron dejarse en el tintero la primera canción que escribieron como banda “When The Sun Goes Down”, que estuvo marcada por su potente  riff de esencia sureña y los rotundos coros del bajista Sid de Leeuwe. Con el ambiente ya bastante caldeado su frontman, Kev Volken, no dudó en desprenderse de su chaqueta y bajar a la pista para darse un paseo entre el respetable mientras cantaba algunas estrofas de “She Was Sitting”, que grabaron para colgar en las redes sociales.

Una vez más me gustaría destacar la actitud salvaje y descarada de una banda que se fue viniendo arriba a medida que avanzaba el show. Se les vio seguros y disfrutando al máximo del show, las bromas y los vaciles entre ellos fueron una constante. Así que ese buen rollo acabó contagiándose a un público que se lo pasó en grande con ellos, y que se convirtió en protagonista al acompañar con palmas el desarrollo del  vacilón “Loony Bin Preacher”. Las influencias más clásicas y añejas del combo suizo quedarían plasmadas a lo largo de la setentera “Bragger”, que fue muy bien recibida por parte del respetable.

Pero sin duda creo que lo que más nos gustó a todos los presentes de Big Clyde fue su socarronería y su descaro. De modo que no pudimos disimular una sonrisa cuando nos sorprendieron durante el arranque de “Kick My Boots”, con un guiño del  “Superstition” de Stevie Wonder. Un tema que por cierto se zanjó con el vocalista tirando sus botas a un lateral del escenario. La despedida definitiva para una actuación que acabó resultando demasiado corta estuvo reservada para “Roll The Dice”, tras la que se marcharon con un amplia sonrisa dibujada en el rostro y con la sensación que dejaban tras de si a un montón de nuevos amigos que a partir de ahora van  a estar muy pendientes de sus próximos pasos.

Como recalcaba al inicio dentro de los proyectos personales del polifacético frontman neoyorquino quizás sea SOTO, el que mejor plasme sus inquietudes musicales más modernas y vanguardistas, aunque siempre conservando la esencia del hard & heavy y, como no, la tremenda personalidad que aporta el registro de un vocalista que lleva más de tres décadas en activo. Aunque como era previsible hubo durante la velada varias miradas  al pasado, lo cierto es que en el repertorio que nos ofreció la banda hubo mucha representación del material contenido en sus tres entregas de estudio. Como ya sucediera en sus anteriores visitas Mr. Soto y sus muchachos aparecieron en escena muy bien arropados por el público, así que tras una introducción con tintes industriales empezaron a desgranar  los compases iniciales de la rotunda y novedosa  “Hypermania”.

Su puesta en escena fue de lo más sobria y austera, con únicamente un  telón de fondo presidiendo el escenario, y con todos los músicos vistiendo de riguroso negro, a excepción de Jorge  Salán que llevaba una camiseta blanca y un foulard negro. Tras haber abierto fuego y después de adueñarse del centro del escenario J.S. Soto no tardó mucho en desprenderse de sus gafas de sol para posteriormente darnos la bienvenida al show mientras el tema de apertura se fundía con el demoledor “Freakshow”. La primera sorpresa de la velada para los seguidores más fieles del vocalista no tardó en llegar con el primer medley de la noche, el que conformaron “21 st. Century” y esa joya de esencias funkeras que es “Colour My XTC”, de Talisman, que nos dejaba la estampa del guitarrista BJ echándole una mano al “jefe” en las líneas vocales para acabar recabando la primera gran ovación de la noche.

Con las guitarras del propio BJ y Salán llevando las riendas de forma rotunda e incontestable arrancaba el marchoso “Drowning”, rescatado de uno de los álbumes mejor consideradnos entre los seguidores del vocalista americano “Lost In Translation” y con el que Mr. Soto rescataba su faceta más melódica y hard roquera contando, además, con el fantástico trabajo de sus compañeros en unos coros que sonaron impecables. Pero evidentemente el principal protagonista de esta noche era el material facturado bajo el apelativo de Soto, así que el quinteto no tardó en cambiar el paso para hacer que las guitarras sonaran más graves y potentes a la hora de dar forma a “Wrath”, que fue la escogida para convertirse en el primer recuerdo  a su “Inside The Vértigo”.

De entre los temas que sonaron de su anterior “Divak”, uno de los que personalmente más me gustó fue el rugoso y reptante “ Weight Of The World”, gracias a la rotunda combinación de afilados riffs, las luminosas melodías vocales de sus estribillos, y unos cuidados coros. Otro detalle que me gustaría destacar fue que el show tuvo un ritmo dinámico y vibrante, con el quinteto empalmando muchos de los temas. Así que sin apenas darnos tiempo para recuperar el aliento arrancaba “Soul Divine”, que se convertía en la excusa perfecta para volver a echar la vista atrás, hacia tesituras más hard roqueras e incidir nuevamente en el material de “Lost In Translation”.

Siempre simpático, próximo y dicharachero, en uno de los pocos discursos que se permitió el carismático frontman tuvo tiempo de presentarnos al nuevo bajista de la banda Tony Dickinson, amén de tener un recuerdo hacia su antecesor en el puesto Dave Z, que moría en un desgraciado accidente de tráfico en julio de 2017. Precisamente fueron las líneas de bajo de Dickinson las que se encargaron de flanquearnos el paso hacia “The Fall”, que con esas sonoridades fuertes, casi industriales, nos daba argumentos para ponernos todos a botar. Aunque he de admitir que los temas de SOTO funcionaron muy bien en directo, creo que muchos de los seguidores del vocalista americano de lo que disfrutaron intensamente fue de momentos mágicos, como el que generó con el  delicioso medley que conformaron la tripleta “Watch The Fire”, “Learn To Live Again” y “One Love”, rescatadas de los discos de W.E.T., el proyectó que compartió con  Erik Martensson y Robert Säll.

Como veterano de la escena que es, Mr. Soto  después de meterse al personal en el bolsillo sabía que era un buen momento para volver a incidir en su material más reciente. De modo que la siguiente en sonar, -tras presentarnos a sus compañeros,  con  simpático guiño a Salán incluido-,  fue la potentísima “Origami”. Mientras que uno de los momentos que sirvió para el lucimiento personal del vocalista no tardaría en llegar de manos de un fantástico “Detonate”, completando así una rotunda dupla de su lanzamiento publicado  este mismo 2019.

La conjunción perfecta entre virtuosismo, elegancia y melodía correría por cuenta del siempre sugerente “Eyes Of Love”, el tema que abría aquel ya lejano en el tiempo “Prism”. Para encarar el rush final de la actuación Mr. Soto, despojado ya  del foulard que acostumbra a lucir y birra en mano, nos invitó a ser participes del medio tiempo “Torn”, la emotiva “When I´m Older”, antes de invitarnos a  cantar a todos el clásico “I´ll Be Waiting” de Talisman.

Para poner el broche definitivo a la velada el quinteto  se marcó un guiño del “Highway Star” de Deep Purple antes de finiquitar el show por todo lo alto con un celebradísimo “Stand Up”, para el que también se sumaron a la fiesta los dos cantantes de las bandas que habían abierto la velada.


En definitiva que Jeff Scott Soto al frente de su proyecto Soto nos ofreció una fantástica velada repleta de intensidad, feeling y potencia hard & heavy. Aunque eso sí, creo que un servidor no fue el único que echó en falta algún recuerdo al material que grabó junto al maestro Malmsteen durante la década de los ochenta.  Quizás la próxima vez tengamos más suerte.







TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ




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