Todos
sabemos que dentro de la gran familia del hard rock y el heavy metal ahí
multitud de estilos y ramificaciones, por eso cuando uno piensa en lo que
pueden tener en común artistas y bandas tan dispares como son: Yngwie
Malmsteen, Talisman, Axel Rudi Pell, Soul Sirkus, Trans-Siberian Orchestra,
W.E.T., Journey y Sons Of Apollo..., entre otros, la respuesta obvia es
inevitable: la voz de ese trabajador incansable que es Jeff Scott Soto. Pero
dejando a un lado todo ese bagaje el frontman de Brooklyn lleva desde que
publicara en 2014 “Inside The Vertigo” y un par de años después “Divak”,
prestando una atención especial a su proyecto Soto. Hace escasamente unos meses
se ponía en circulación su tercera entrega “Origami”, en la que continua
indagando en ese hard rock metalizado, marcado por la densidad sonora y una ambientación algo más vanguardista de lo
que nos tiene acostumbrados.
Sí,
evidentemente, Jeff Scott Soto es el timón y la absoluta referencia de este
proyecto, pero lo cierto es que se ha sabido rodear de una banda de plenas
garantías, y en donde destaca especialmente la figura de uno de nuestros
guitarristas más conocidos internacionalmente, Jorge Salán. Para reencontrarse
con el público de la Ciudad Condal Mr. Soto y sus muchachos se decantaron por
la Sala Upload de la montaña mágica de Montjuic. Además no llegaban solos a la
cita, ya que para ayudarnos a calentar motores antes de la aparición estelar de
los protagonistas de la velada contaríamos con el concurso de dos jóvenes
bandas poco conocidas entre el púbico de la capital catalana. Así que ante una
expectante audiencia los suecos JD Miller fueron quienes se encargaron de dar
el pistoletazo de salida. Mientras que los elegidos para amenizar los minutos
previos antes de la irrupción del carismático vocalista americano fueron los suizos Big
Clyde.
Pese
a estar programada la cita para la noche del lunes, lo cierto es que al día
siguiente era fiesta local, La Mercè, lo que acabó propiciando que un buen
numero de seguidores no quisieran dejar pasar la ocasión de volver a ver en
directo al incombustible y polifacético Jeff Scott Soto. Sin embargo, cuando
saltaron sobre las tablas los jóvenes suecos JD Miller apenas una treintena de
personas habían accedido al local. El cuarteto de Boräs que capitanea el
vocalista Peter Hallden demostró unas buenas aptitudes a la hora de atacar su
potente hard rock de corte melódico, tal y como dejaron patente desde que
abrieron fuego con el novedoso “Buried Alive”.
Y es
que los chicos de JD Miller demostraron tener un muy buen olfato a la hora de
combinar pegadizas melodías y estribillos altamente coreables, con lo que al
atacar piezas como “The Desire”, fuimos varios los que nos acordamos de sus
compatriotas Eclipse. Aunque el combo sueco lleva prácticamente una década en
activo, tiempo en el que han publicado un par de trabajos, lo cierto es que
curiosamente centraron casi todo su repertorio en el material de lo que será su
próximo trabajo “Afterglow”, que verá la luz a mediados del próximo mes de
Octubre. Algo que pone de manifiesto la plena confianza que tienen depositada
en sus nuevas composiciones, con lo que no se cortaron a la hora de animar al
personal para que participara en cortes como “Game Of Love”.
Precisamente
la única mirada que se permitieron al
pasado, concretamente a su anterior “World War X”, fue con la extraña “Clouded
Minds”, que sonó algo embarullada y deslavazada, al intercalar sin demasiada
coherencia partes muy cañeras y desarrollos melódicos que incluyeron teclados y
voces pregrabadas. Mucha mejor acogida obtuvo el uptempo “Devilstorm”, que
servía para que Peter volviera a demandar la complicidad de un público que, al
igual que la banda, se fue deshinchando a medida que avanzaba el show. Uno de
los momentos más intensos de su escueta presentación llegó cuando el cuarteto
se adentró en las atmosferas más densas de su último sencillo “Icarus”, que con
un toque más vanguardista rompía la dinámica que hasta ese momento había
llevado el show.
Para
cerrar este primer acto de la noche JD Miller se reservaron el poderoso tema
que prestará título a su inminente nuevo trabajo “Afterglow”, para acabar
rubricando definitivamente su actuación con “Inside The Dream”, que nos dejaba
la estampa de su frontman cantando la mitad del tema a pecho descubierto. En
definitiva que los suecos amenizaron la espera con un show correcto, dando
buena cuenta de un hard rock melódico, cañero, y con algún toque más moderno.
Tras
un entre acto que fue bastante más rápido de lo esperado, y ante una sala que a
esas horas de la noche estaba ya bastante más concurrida y animada no tardaron
en hacer acto de presencia sobre las tablas Big Clyde. A diferencia de lo que
sucediera con JD Miller, el quinteto suizo nos sorprendió con una propuesta más
directa, potente y gamberra; presentándonos un sonido que podríamos encuadrar a
medio camino entre la elegancia melódica de Thin Lizzy y la socarronería
punkera de los primeros Backyard Babies. Simplemente bastó con echar un vistazo
a las pintas de sus miembros para darnos cuenta de que tenían una pose bastante
más macarra y descarada que la del cuarteto sueco que les había precedido.
Sin
embargo, el combo de Arosa atesoraba a priori menos tablas, ya que llevan en activo
apenas 3 años. Pero que nadie piense que las huestes que lidera el hiperactivo
vocalista Kev Volken se iban a sentir intimidadas, más bien al contrario, ya
que salieron dispuestos a divertirse y hacer pasar un buen rato a todos los presentes. Así que ataviados con
jeans, cuero, camisetas, y recubiertos de cadenas, los suizos irrumpían en
escena para golpearnos duro con la inicial “Coffee To Go”, con la que nos daban
argumentos para que los más animados no paráramos de movernos y agitar las
caderas. No tuvieron ninguna clase de dificultades a la hora de conectar con la
gente, y pese a que pocos de los presentes conocían sus temas, consiguieron que
los aledaños del escenario se convirtieran en una auténtica fiesta gracias a las
esencias clásicas que desplegó el guitarrista Marco Hegner a lo largo del marchoso “Heartbreaker”.
Aunque
como comentaba Big Clyde todavía no han publicado su primer largo, desde el año
pasado tienen a disposición del público su EP debut “One”. Así que durante su
presentación además de tocar algunos temas nuevos también aprovecharon para
repesar su contenido, de modo que no quisieron dejarse en el tintero la primera
canción que escribieron como banda “When The Sun Goes Down”, que estuvo marcada
por su potente riff de esencia sureña y
los rotundos coros del bajista Sid de Leeuwe. Con el ambiente ya bastante
caldeado su frontman, Kev Volken, no dudó en desprenderse de su chaqueta y
bajar a la pista para darse un paseo entre el respetable mientras cantaba
algunas estrofas de “She Was Sitting”, que grabaron para colgar en las redes
sociales.
Una
vez más me gustaría destacar la actitud salvaje y descarada de una banda que se
fue viniendo arriba a medida que avanzaba el show. Se les vio seguros y disfrutando
al máximo del show, las bromas y los vaciles entre ellos fueron una constante.
Así que ese buen rollo acabó contagiándose a un público que se lo pasó en
grande con ellos, y que se convirtió en protagonista al acompañar con palmas el
desarrollo del vacilón “Loony Bin
Preacher”. Las influencias más clásicas y añejas del combo suizo quedarían
plasmadas a lo largo de la setentera “Bragger”, que fue muy bien recibida por
parte del respetable.
Pero
sin duda creo que lo que más nos gustó a todos los presentes de Big Clyde fue
su socarronería y su descaro. De modo que no pudimos disimular una sonrisa
cuando nos sorprendieron durante el arranque de “Kick My Boots”, con un guiño
del “Superstition” de Stevie Wonder. Un
tema que por cierto se zanjó con el vocalista tirando sus botas a un lateral
del escenario. La despedida definitiva para una actuación que acabó resultando
demasiado corta estuvo reservada para “Roll The Dice”, tras la que se marcharon
con un amplia sonrisa dibujada en el rostro y con la sensación que dejaban tras
de si a un montón de nuevos amigos que a partir de ahora van a estar muy pendientes de sus próximos pasos.
Como
recalcaba al inicio dentro de los proyectos personales del polifacético
frontman neoyorquino quizás sea SOTO, el que mejor plasme sus inquietudes
musicales más modernas y vanguardistas, aunque siempre conservando la esencia
del hard & heavy y, como no, la tremenda personalidad que aporta el
registro de un vocalista que lleva más de tres décadas en activo. Aunque como
era previsible hubo durante la velada varias miradas al pasado, lo cierto es que en el repertorio
que nos ofreció la banda hubo mucha representación del material contenido en
sus tres entregas de estudio. Como ya sucediera en sus anteriores visitas Mr.
Soto y sus muchachos aparecieron en escena muy bien arropados por el público,
así que tras una introducción con tintes industriales empezaron a desgranar los compases iniciales de la rotunda y
novedosa “Hypermania”.
Su puesta en escena fue de lo más sobria y austera, con únicamente un telón de fondo presidiendo el escenario, y con todos los músicos vistiendo de riguroso negro, a excepción de Jorge Salán que llevaba una camiseta blanca y un foulard negro. Tras haber abierto fuego y después de adueñarse del centro del escenario J.S. Soto no tardó mucho en desprenderse de sus gafas de sol para posteriormente darnos la bienvenida al show mientras el tema de apertura se fundía con el demoledor “Freakshow”. La primera sorpresa de la velada para los seguidores más fieles del vocalista no tardó en llegar con el primer medley de la noche, el que conformaron “21 st. Century” y esa joya de esencias funkeras que es “Colour My XTC”, de Talisman, que nos dejaba la estampa del guitarrista BJ echándole una mano al “jefe” en las líneas vocales para acabar recabando la primera gran ovación de la noche.
Con las guitarras del propio BJ y Salán llevando las riendas de forma rotunda e incontestable arrancaba el marchoso “Drowning”, rescatado de uno de los álbumes mejor consideradnos entre los seguidores del vocalista americano “Lost In Translation” y con el que Mr. Soto rescataba su faceta más melódica y hard roquera contando, además, con el fantástico trabajo de sus compañeros en unos coros que sonaron impecables. Pero evidentemente el principal protagonista de esta noche era el material facturado bajo el apelativo de Soto, así que el quinteto no tardó en cambiar el paso para hacer que las guitarras sonaran más graves y potentes a la hora de dar forma a “Wrath”, que fue la escogida para convertirse en el primer recuerdo a su “Inside The Vértigo”.
De
entre los temas que sonaron de su anterior “Divak”, uno de los que
personalmente más me gustó fue el rugoso y reptante “ Weight Of The World”,
gracias a la rotunda combinación de afilados riffs, las luminosas melodías vocales
de sus estribillos, y unos cuidados coros. Otro detalle que me gustaría
destacar fue que el show tuvo un ritmo dinámico y vibrante, con el quinteto
empalmando muchos de los temas. Así que sin apenas darnos tiempo para recuperar
el aliento arrancaba “Soul Divine”, que se convertía en la excusa perfecta para
volver a echar la vista atrás, hacia tesituras más hard roqueras e incidir
nuevamente en el material de “Lost In Translation”.
Siempre simpático, próximo y dicharachero, en uno de los pocos discursos que se permitió el carismático frontman tuvo tiempo de presentarnos al nuevo bajista de la banda Tony Dickinson, amén de tener un recuerdo hacia su antecesor en el puesto Dave Z, que moría en un desgraciado accidente de tráfico en julio de 2017. Precisamente fueron las líneas de bajo de Dickinson las que se encargaron de flanquearnos el paso hacia “The Fall”, que con esas sonoridades fuertes, casi industriales, nos daba argumentos para ponernos todos a botar. Aunque he de admitir que los temas de SOTO funcionaron muy bien en directo, creo que muchos de los seguidores del vocalista americano de lo que disfrutaron intensamente fue de momentos mágicos, como el que generó con el delicioso medley que conformaron la tripleta “Watch The Fire”, “Learn To Live Again” y “One Love”, rescatadas de los discos de W.E.T., el proyectó que compartió con Erik Martensson y Robert Säll.
Como
veterano de la escena que es, Mr. Soto después de meterse al personal en el bolsillo
sabía que era un buen momento para volver a incidir en su material más
reciente. De modo que la siguiente en sonar, -tras presentarnos a sus
compañeros, con simpático guiño a Salán incluido-, fue la potentísima “Origami”. Mientras que
uno de los momentos que sirvió para el lucimiento personal del vocalista no
tardaría en llegar de manos de un fantástico “Detonate”, completando así una
rotunda dupla de su lanzamiento publicado este mismo 2019.
La
conjunción perfecta entre virtuosismo, elegancia y melodía correría por cuenta
del siempre sugerente “Eyes Of Love”, el tema que abría aquel ya lejano en el
tiempo “Prism”. Para encarar el rush final de la actuación Mr. Soto, despojado
ya del foulard que acostumbra a lucir y
birra en mano, nos invitó a ser participes del medio tiempo “Torn”, la emotiva
“When I´m Older”, antes de invitarnos a cantar a todos el clásico “I´ll Be Waiting” de
Talisman.
Para
poner el broche definitivo a la velada el quinteto se marcó un guiño del “Highway Star” de Deep
Purple antes de finiquitar el show por todo lo alto con un celebradísimo “Stand
Up”, para el que también se sumaron a la fiesta los dos cantantes de las bandas
que habían abierto la velada.
En
definitiva que Jeff Scott Soto al frente de su proyecto Soto nos ofreció una fantástica
velada repleta de intensidad, feeling y potencia hard & heavy. Aunque eso
sí, creo que un servidor no fue el único que echó en falta algún recuerdo al
material que grabó junto al maestro Malmsteen durante la década de los
ochenta. Quizás la próxima vez tengamos
más suerte.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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