Normalmente en cada país suele haber una banda que le representa dentro de la escena metálica internacional, y si hablamos de nuestros vecinos portugueses creo que es indiscutible que esa formación es Moonspell. A lo largo de su dilatada y prolífica andadura los de Amadora han tocado diferentes estilos siempre de forma brillante, dejando al oyente con unas magníficas sensaciones, y además contando con el carisma y la personalidad arrolladora de un grandísimo frontman como es Fernando Riberio. Además la banda siempre ha tenido una relación especial con nuestro país, ya que desde que vinieran por primera vez a mediados de los noventa abriendo para Morbid Angel nos han visitado en infinidad de ocasiones. En esta ocasión los lusos no traían nuevos temas que presentar, es más en sus últimas visitas ya habían dado buena cuenta de su fantástica obra conceptual “1755”, que versa en torno al gran terremoto que asoló en ese año la ciudad de Lisboa. En cualquier caso, la banda se ha fraguado una excelente reputación a lo largo de los años, así que no me sorprendió que la sala acabara presentando una muy buena entrada.
Pero no era la presencia de Fernando Ribeiro y sus acólitos el único reclamo para esta velada de viernes en la sala Salamandra, ya que justo antes de que los lusos tomaran el escenario contaríamos con la presencia de otros viejos conocidos de la audiencia catalana como son los griegos Rotting Christ, quienes regresaban para presentar en sociedad las composiciones de su décimo tercera entrega de estudio que veía la luz a principios de este mismo año bajo la denominación de “The Heretics”. Los terceros en discordia, y los que a la postre fueron los encargados de abrir la velada fueron los suizos Silver Dust.
Ante una sala que poco a poco empezaba a tomar colorido, y con mucha curiosidad entre los que decidieron no perderse la primera banda de la tarde, aparecían en escena Silver Dust. Pese a ser poco conocidos por estos lares, lo cierto es que sus descargas previas en Madrid y Murcia no habían dejada indiferente a nadie. Y es que no suele ser muy habitual que la banda encargada de abrir la velada tenga una puesta en escena tan cuidada y trabajada.
Musicalmente hablando la propuesta de los suizos gira en torno a un metal oscuro con bastantes pinceladas góticas y muchos elementos teatrales. Pero sin duda lo que más llamó la atención de su presentación fue ese espejo/pantalla que colocaron en el escenario, y que acabó convirtiéndose en parte imprescindible del show, llegando en algunos momentos a interactuar con los propios músicos, y especialmente con su pintoresco líder, Lord Campbell.
Otro detalle a destacar fue la indumentaria que lucieron, vestidos elegantemente con ropajes decimonónicos. Así que de esta guisa el cuarteto irrumpió en escena para sumergirnos de lleno en las ambientaciones inquietantes y barrocas de “Libera Me”. Y es que la tercera entrega conceptual del combo suizo “House 21”, ha sido su obra más ambiciosa hasta la fecha, así que no faltaron a lo largo de su presentación los desarrollos más lúgubres y pantanosos de “The Unknow Soldier”, con imágenes de soldados desfilando por la pantalla mientras Lord Campbell deambulaba por el escenario agitando un medallón como si fuera un péndulo.
Tras haber cautivado a gran parte de los presentes con su impactante puesta en escena el carismático frontman nos invitó a alzar los cuernos al aire para acompañar el descenso a la oscuridad que supuso “The Age Of Decadence”, que servía para realizar una primera incursión en el material de su anterior entrega discográfica de 2016, dejándonos a una voz femenina grabada que se encargó de dar la replica a Campbell. Pero no solo las sonoridades góticas fueron las que marcaron la descarga de Silver Dust, ya que fue durante “Forever” cuando pudimos apreciar la faceta más electrónica del cuarteto.
Pero sin duda uno de los momentos cumbre del show llegó durante el intercambio que protagonizaron Lord Campbell, empuñando en esta segunda mitad del show una guitarra, y un misterioso organista que apareció en la pantalla para protagonizar un duelo instrumental con el frontman. Con los compañeros del vocalista retornando a escena tocaba cambiar radicalmente de registro para adentrarnos en las sonoridades más animadas y festivas de “La La La”. Mientras que la incertidumbre volvería a apoderarse del recinto después de que el timbre de un viejo teléfono nos anunciara que había llegado el momento de sucumbir ante la tenacidad metalera de “The Calling”.
Para adentrarnos en la recta final de su presentación que mejor que volver a proponernos una nueva mirada sobre su anterior entrega para desplegar las opresivas melodías del decadente “The Judgement Day”, para dejar que el broche definitivo corriera por cuenta del grandilocuente “Ave Satani”. En definitiva que los suizos llegaron y convencieron con la potencia de una propuesta que respaldada sobre una cuidada puesta en escena resultó de lo más eficaz y entretenida.
Si al principio de estas líneas me refería a los protagonistas de esta crónica, Moonspell, como la banda insignia del metal portugués, creo que, aunque solo sea por su excelsa trayectoria y la repercusión que han tenido sus trabajos dentro de la escena extrema, sería injusto no referirse a Rotting Christ como uno de los principales abanderados del metal heleno, ya que la formación que capitanean los hermanos Tolis, -Sakis, voz y guitara, y Themis batería-, lleva funcionando con diferentes músicos desde finales de la década de los ochenta.
Quizás nunca hayan disfrutado del apoyo mayoritario y el reconocimiento masivo, aunque sinceramente creo que tampoco nunca lo han buscado, ya que su propuesta oscura, densa y ritualista nunca ha sido para paladares no iniciados en esas lides. Su décimo tercera entrega de estudio “The Heretics” deja claro que los atenienses no se han desmarcado de la senda que venían perfilando en sus últimos lanzamientos, con lo que la recepción de sus incondicionales ha sido bastante positiva.
Pero, en cualquier caso, esto no quiere decir que el repertorio que nos presentaron estuviera básicamente centrado en los temas de su más reciente entrega, ya que el cuarteto se centró en repasar su producción de la última década, aunque también tuvo la deferencia de reservarse un par de guiños al material que facturaron durante la década de los noventa. Recibidos como héroes que regresan a casa después de la batalla el público catalán ofreció a los atenienses una cálida bienvenida.
De riguroso negro y con su habitual semblante serio e impasible, Sakis no tardó en situarse en el centro del escenario para comandar a sus compañeros durante ese arranque sobrio, denso y ritualista que significó el envolvente y blasfemo “666”. Pero no, ese ritmo lento y decadente no fue la tónica de su descarga, ya que tras espetarnos un “Buenas Noches Cataluña”, la banda se abalanzó de lleno e inmisericordemente sobre “Dub-Sag-Ta-Ke”, que lograba que por primera vez las primeras filas levantaran sus puños al aire.
Habiendo caldeado el ambiente era un buen momento para que Sakis ejerciera como maestro de ceremonias y se encargara de presentarnos su nueva obra, y para ello que mejor que atacar “Fire, God And Fear”, que servía para impregnar todo el recinto de oscura épica gracias a la potencia de unos coros que nos invitaron a alzar nuestros cuernos. Pero, indudablemente, si de algo pueden sacar pecho los hermanos Tolis es de haber tocado diferentes palos y registros a lo largo de todos estos años. Así que la vertiente más oscura y seminal de su sonido quedaría plasmada a lo largo de “Kata Ton Daimona Eaytoy”, con el que volvían a incidir por segunda vez en su obra de 2013.
Para los que prefieren la faceta más ocultista y ritualista el combo ateniense no quiso dejarse en el tintero los cánticos, casi tribales, de “Apage Satana”, que se acabaron convirtiendo en el preámbulo perfecto para los desarrollos más atmosféricos de la novedosa “Dies Irae”. Como si fuera un viaje en el tiempo acto seguido llegaba el momento de centrar nuestro objetivo sobre los primigenios tiempos de la banda de manos de “The Forest Of N´Gai”. Pero sin duda uno de los momentos en los que mejor pudimos ver la conexión entre los griegos y sus incondicionales fue durante “Societas Satanas”, que nos dejaba la estampa de unas primeras filas saltando completamente entregadas.
Una nueva mirada sobre su catalogo noventera sirvió como excusa para repescar el tema que inauguraba su tercer largo, “King Of A Stellar War”. La vuelta sobre sus últimos lanzamientos llegó acompañada de las demoniacas melodías que marcaron “In Yumen-Xibalba”, que nos dejaba a Themis comandando con sus explosivos cambios de ritmo la brutal acometida del cuarteto. Por si alguien a estas alturas todavía dudaba de la efectividad en directo de Rotting Christ, la visión de un auditorio cantando los versos de “Grandis Spiritus Diavolos”, fue incontestable. Mientras que para rubricar su indiscutible triunfo los griegos apostaron por los parámetros más clásicos de una joya como es “Non Serviam”.
Poco más se puede decir de la descarga de unos Rotting Christ que estuvieron sublimes, dejando patente con la sobriedad de su descarga que llevan más de tres décadas incendiando los escenarios a su paso.
Con el tiempo justo para reponernos de la intensa descarga que nos acaba de brindar el combo griego llegaba el momento de enfrentarnos al plato fuerte de la noche, Moonspell. La sala Salamandra se ha acabado convirtiendo en el santuario de los lusos en tierras catalanas, ya que si la memoria no me falla sus tres últimas visitas han sido en esta misma sala. Así que con un escenario engalanado con una escenografía similar a la de su última visita Fernando Ribeiro aparecía en escena para liderar a sus compañeros, empuñando un candil y vestido con una gabardina larga, para hacernos transitar a través de la inquietante “Em Nome Do Medo”, que sonó como una vedada invitación a adentrarnos en su particular universo sonoro.
Ocupando el centro del escenario fue el bajista Aires Pereira quien se encargó de hacer retumbar los cimientos del local con el amenazante arranque de “1755”, que nos dejaba la estampa de Ribeiro interpretando el tema con una picuda mascara mientras los coros grabados se encargaban de dotar al tema de una mayor grandilocuencia. Al igual que ya sucediera en sus últimas visitas Pedro Paixâo volvió a ocuparse únicamente de los teclados, con lo que su compañero Ricardo Amorim fue quien se hizo cargo de todo el trabajo de guitarras. De modo que esa dupla teclados/guitarra acabó propiciando que temas como “Desastre”, sonasen absolutamente matadores, contando además con la entrega y devoción de un público que coreó el corte como si de un clásico más se tratase.
Pero, evidentemente, si hablamos de la respuesta del respetable y de temas clásicos de los lusos, el primer gran momento de la velada no tardaría en llegar cuando la banda nos propuso una de esas gemas que se han convertido en imprescindibles para todos sus seguidores, especialmente para los que prefieren su vertiente más siniestro/gótica, “Opium”. Y es que curiosamente su “Irreligious” de 1996, tuvo un papel destacado en el repertorio de esta noche, poniendo de manifiesto que sigue siendo una sus obras cumbre para sus incondicionales, y la mejor prueba fue comprobar el reverencial silencio que se produjo durante los desarrollos intermedios de “Awake”, que se saldaba con una cerrada ovación.
Dejando a un lado las inclinaciones góticas y los aromas melancólicos que destilan muchas de sus composiciones, Moonspell también quisieron dejar constancia de que el death metal siempre ha sido una piedra fundamental de su sonido, y así lo dejaron patente con la rotunda brutalidad que desplegaron a lo largo de “Night Eternal”. Muchos fueron los momentos en los que el frontman tiró de su carisma personal para buscar la complicidad con el público, tal y como sucedió durante “Breathe (Until We Are No More)”, que personalmente creo que es uno de los temas que mejor aúna las diferentes vertientes de la banda.
Con el escenario bañado en tonalidades verdosas, y con los teclados de Paixâo llevando las riendas, era un buen momentos para adentrarnos en terrenos más introspectivos e intimistas de manos de “Everything Invaded”, que era la elegida para realizar una rápida visita sobre el material de su “The Antidote”. Con Fernando erigido en el centro de todas las miradas al alzar su pie de micro para que pudiéramos ver el logo de la banda tocaba regresar al material de su última entrega con un torbellino arrollador como es “Evento”, que arropado con unos fantásticos arreglos orquestales ponía la guinda a la fantástica interpretación del vocalista.
Las ambientaciones mas sórdidas y demoniacas se apoderarían del escenario cuando la iluminación se tornó rojiza para ambientar “Mephisto”, mientras que el elegido para poner el toque de lúgubre romanticismo fue otro clásico imprescindible como es “Vampiria”. Acto seguido tocaría mover frenéticamente los pies con ese ejercicio de oscuro folk que lleva por título “Ataegina”. No abandonaron el material del mítico “Wolfheart”, ya que para rematar esta tripleta de auténtico infarto, y poner así un brillante punto y seguido a la velada, que mejor que un “Alma Matter”, que fue coreado con verdadera devoción por unos seguidores que a estas alturas habían caído rendidos bajo el hechizo del combo lisboeta.
Para el retorno sobre las tablas tocaba volver a buscar la complicidad de todos los presentes convirtiendo el brumoso “Todos Os Santos”, en un clásico más, con Fernando iluminando al respetable con la mirada perdida. El colofón definitivo para la descarga llegaría con los electrizantes alaridos de “Full Moon Madness”, que sellaba la alianza entre la banda y unos seguidores que volvieron a tomar el camino a sus respectivos hogares con una amplia sonrisa dibujada en el rostro. No hubo sorpresas Moonspell regresaron a la Ciudad Condal para cumplir con su habitual cita anual, alimentando así la pasión de unos incondicionales que ya cuentan las horas para volver a verles en acción.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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