Aunque quizás llegaron un poco tarde a la eclosión de la escena thrasher americana, -su debut “Ignorance” se publicó en 1987, cuando los cuatro grandes del genero estaban ya plenamente establecidos-, Sacred Reich siempre gozaron de una excelente reputación entre los fans. Lamentablemente Phil Rind y sus secuaces acabaron siendo unas victimas más de los noventa, ya que tras la edición de “Heal” en 1996, la banda no publicó más trabajos disolviéndose al final del pasado milenio. Tras unos años en barbecho regresaban a los escenarios en 2007, pero el final a una sequia discográfica que se ha dilatado demasiado llegaba el pasado verano con su quinta entrega de estudio titulada “Awakening”, que venía marcada por la incorporación de su nuevo guitarrista Joey Radziwill.
Además del reto que suponía regresar a los escenarios barceloneses después de tantos años, Sacred Reich se pusieron el listón de exigencia bastante alto, ya que para abrir la velada, al igual que toda su gira europea, contaron con el concurso de una banda que ha conseguido aglutinar a una fiel parroquia de incondicionales a base de ofrecer directos potentes e incendiarios, Night Demon. Y es que el trío americano que capitanea Jarvis Leatherby pasa por ser una de las mejores formaciones de heavy metal del otro lado del Atlántico. El lugar escogido para que se llevase a cabo el fratricida duelo entre los veteranos thrashers de Phoenix y los incipientes metaleros de Ventura fue la sala Salamandra de L´hospitalet de Llobregat.
Viejos conocidos de la audiencia de la capital catalana,- la primera vez que Jarvis y sus muchachos pisaron la ciudad fue para presentar su EP homónimo-, Night Demon han visitado en poco más de un lustro casi todos los escenarios de la ciudad. En esta ocasión el trío no traía nuevos temas que presentar, pero eso poco importó a unos seguidores que saben que su punto fuerte es el directo, tal y como dejaron patente en su última referencia en vivo “Live Darkness”, que se publicó el pasado año.
Haciendo retumbar los cimientos del local como si fueran una apisonadora fuera del control Night Demon irrumpieron en escena para hacer explotar al personal con una rotunda versión de “Welcome To The Night”, con la que nos incitaban a agitar frenéticamente la cabeza siguiendo el devastador ritmo que imprimió la batería de Dusty Squires.
Como en ellos suele ser habitual los americanos nos ofrecieron un show trepidante, eléctrico y vibrante, en el que se fueron sucediendo los temas sin descanso, ya que apenas se detuvieron a darnos las buenas noches. Así que tras el zarpazo inicial, Jarvis y el guitarrista Armand John Anthony ocuparon el centro del escenario para abalanzarse sobre un “Full Speed Ahead”, que literalmente nos voló la cabeza, y que sonó como toda una declaración de intenciones.
Sin tiempo para reponernos ni asumir la doble ración de heavy/speed que acabábamos de presenciar, una melodía familiar hizo que todos levantáramos los puños al aire para corear junto al trío un fugaz pasaje del inmortal “Overkill” de Motörhead, que acabó convirtiéndose en la introducción perfecta para el demoledor “Dawn Rider”. No abandonarían el material de su segundo trabajo de estudio, ya que llegaba el momento de adentrarnos de lleno en los vibrantes increscendos épicos de “Hallowed Ground”.
He de reconocer que una vez más me encantó la descarga del combo americano,- directa y brutal-, sin pregrabados. Bueno sí, el sonido de la tormenta que nos anticipaba que había llegado el momento de “The Howling Man”, que convirtió la pista en un mar de puños que se alzaban orgullosos. Por si alguien albergaba alguna duda sobre su filiación clásica, el trío nos regaló los suculentos desarrollos de “Heavy Metal Heat”. Pero sin duda uno de los puntos álgidos del show llegó con el arrollador corte que daba título a su primer largo “Curse Of The Damned”.
En perfecta sintonía con el respetable, -convenciendo a los que ya les conocíamos, y enamorando a los que todavía no habían tenido ocasión de disfrutarlos en directo-, Night Demon encaraban la recta final de su presentación con los ritmos bombardeantes de “Screams In The Night”, que nos mostraban su faceta más speed metalera. El trío se transformó en cuarteto cuando repentinamente la muerte apareció en escena blandiendo un cáliz mientras la banda atacaba el primerizo “The Chalice”, repitiendo así la misma puesta en escena que ya tuvimos ocasión de ver en su primera visita al Rocksound.
El cambio de registro se consolidó con el arranque lento y tenebroso de “Darkness Remains”, adentrándonos de lleno en sus épicas melodías. Mientras que el broche definitivo corrió por cuenta de otra composición de su EP debut, el tema que da nombre a la banda “Night Demon”. Una vez más, Jarvis Leatherby y sus acólitos no defraudaron a su paso por la Ciudad Condal , demostrando que a día de hoy son una de las bandas más en forma dentro de la escena del heavy metal. Esperemos que no tarden en volver y que de cara a esa próxima visita tengan nuevos temas que presentar.
Desafortunadamente he de admitir que no me sorprendió que la presencia de una banda mítica dentro de la escena americana como es Sacred Reich no acabara movilizando a una mayor cantidad de público en su retorno a tierras catalanas, y más si tenemos en cuenta que Jorn estaba tocando esa misma noche en una céntrica sala de la Ciudad Condal. Eso sí, no me cabe la menor duda de que cualquier seguidor del thrash metal que se precie tenía que estar presente en esta noche de jueves en un Salamandra donde finalmente acabó registrándose algo más de media entrada.
Los americanos nunca necesitaron montajes excesivamente extravagantes para sacar adelante sus presentaciones. Así que un gran telón de fondo y la batería de Dave McClain presidiendo el escenario fue todo lo que necesitaron las huestes de Phil Rind para ofrecernos una rotunda lección de thrash metal old school.
Tengo que reconocer que tenía ciertos reparos sobre el show de esta noche, ya que no me acabó de convencer el último redondo de la banda “Awakening”. Pero lo cierto es que sus nuevas composiciones ganan enteros en directo, y mezcladas con algunos de sus clásicos de siempre acaban casando muy bien. Además me dio la sensación de que Phil está en un buen momento de forma vocal, ya que su voz sonó tan rasgada y característica como antaño. Eso sí, para un servidor el mejor de los cuatro músicos que vimos esta noche sobre el escenario fue Dave McClain, todo un metrónomo y una fuerza de la naturaleza. ¡Que forma de aporrear su kit!
Precedidos del inmortal clásico de Thin Lizzy “The Boys Are Back In Town”, el cuarteto se reencontraba con unos seguidores que les acogieron con los brazos abiertos. Así que rápidamente empezaron a machacarnos con una de sus nuevas composiciones “Manifest Reality”. Lo primero que me llamó la atención fue la insultante juventud de su nuevo guitarrista Joey Radziwill, quien apenas habría nacido cuando sus compañeros publicaron su anterior entrega de estudio en 1996 “Heal”, un trabajo del que por cierto no tuvimos ocasión de escuchar nada esta noche. En cualquier caso, y pese al salto generacional, la verdad es que el chico se mostró de lo más eficiente e integrado, aunque casi todos los solos corrieron por cuenta del veterano Wiley Arnett.
La noche no podía haber empezado mejor, pero los americanos sabían que para calentar a sus incondicionales había que darles una primera degustación de “carnaza” clásica, algo que ayudara a subir el nivel de intensidad, y para ello que mejor que hacer que la locura se desatase con los tempos rotundos y crujientes de “The American Way”. Durante la primera charla de la noche Phil recordó su anterior visita en 1991, y también que 23 años después la banda tiene un nuevo trabajo que presentar. Así que precisamente el siguiente tema en sonar fue uno de los más directos y coreables de su más reciente entrega “Divide & Conquer”, que combinó a la perfección sus habituales guitarras afiladas y unos coros altamente adictivos que todos coreamos con el puño en alto.
El primer recuerdo al material que facturaron a lo largo de la década de los ochenta no tardaría en llegar con un corrosivo “One Nation”, que hacia que en la sala los pogos y los alocados bailes fueran cada vez más salvajes y animados. Pese al inexorable paso del tiempo la banda no ha perdido esa visión critica contra los políticos que siempre les caracterizó. De modo que Phil se mostró tan mordaz como lo recordábamos en sus charlas entre tema y tema, tal y como sucedió durante el speech que precedió al tema que presta título a su nuevo redondo “Awakening”, que de entre los nuevos fue de los que mejor funcionó.
Sin darnos tiempo para recuperar el aliento, el cuarteto nos puso en su serio aprieto, ya que todos tuvimos que ponernos a saltar y hacer headbanging al reconocer el inconfundible inicio del que para muchos es uno de los mejores cortes de su segundo largo, “Love…Hate”. Nuestro periplo por la primera mitad de la década de los noventa prosiguió con un primer recuerdo al contenido de “Independent”, del que nos deleitaron con un celebradísimo “Free”, que ponía de manifiesto el compromiso militante de la banda. Pero no se iban a detener ahí la brutal andanada de los de Arizona, ya que la incendiaria “Crimes Against Humanity” y “Who´s To Blame”, servirían para poner de manifiesto que poco han cambiado las cosas desde que ambos temas fueron grabados a principios de los noventa, ya que sus letras siguen conservando a día de hoy plena vigencia.
Aunque se demoró algo más de lo previsto, creo que todos sabíamos que Phil Rind y sus acólitos tarde o temprano tendrían que revisitar su abrumador debut de 1987 “Ignorance”, y para ello que mejor que hacerlo con la propia pieza que daba título a la obra. Como no podía ser de otra forma la respuesta del personal fue apoteósica, con la gente entregándose al máximo. Aprovechando la euforia reinante en la sala era un excelente momento para colarnos otra de las nuevas, y en esta ocasión la elegida fue “Salvation”, que cortó un poco el rollo después del derroche de adrenalina que había acompañado al tema anterior.
Afortunadamente el mítico “Independent”, otro de los imprescindibles en cualquiera de sus conciertos, volvería a poner las cosas en su sitio, con Phil ejerciendo desde el centro del escenario como el perfecto maestro de ceremonias. Con la gente coreando con devoción reverencial el nombre de la banda, el frontman se acercaba al micro para recordarnos la actual situación que están viviendo en Bolivia, Chile y Colombia, para aseverar que “Nada ha cambiado” para acto seguido torcer el gesto y atacar la hiriente “Killing Machine”.
Lamentablemente el tiempo de los thrashers americanos se estaba acabando pero antes de marcharse todavía tendrían ocasión de hacernos agitar frenéticamente la cabeza con las viscerales andanadas de “Death Squad”. Para dejar que el fin de fiesta definitivo corriera por cuenta de una caótica “Surf Nicaragua”, con la gente subiéndose al escenario para entre todos firmar un bizarro final.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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