Poco a poco Eclipse se han consagrado como uno de los nombres de referencia dentro del hard rock europeo. Trabajo, dedicación, y mucho talento son las directrices que han guiada la trayectoria de un combo sueco que lleva ya varios años exhibiendo un excelente estado de forma. “Paradigm”, su séptima entrega de estudio significaba la excusa perfecta para su regreso a la Ciudad Condal, concretamente a la sala mediana del Razzmatazz, y pese a estar programada su actuación para un fin de semana de tres días, lo cierto es que el personal acabó respondiendo a la llamada de Erik Martensson y sus muchachos.
La noche se presentaba como una fiesta hard roquera. De modo que para abrir la descarga del combo de Estocolmo contaríamos con la presencia de los locales Big Mouthers, una banda con tablas y una imagen trabajada, que lleva ya bastante tiempo batallando por hacerse un nombre dentro de la escena nacional, y que aprovechó la ocasión para presentar su debut “ Wishes”, que veía la luz el pasado 2018.
Me sorprendió muy positivamente que a la hora prevista para el arranque de la descarga de Big Mouthers la sala presentaba ya un ambiente de lo más animado. Y es que entre las primeras filas había un buen número de amigos y seguidores de los catalanes, tal y como corroboró la buena acogida que obtuvieron, con el personal coreando algunos de sus temas. Y es que como comentaba anteriormente, la formación barcelonesa tiene tablas, descaro, y sobre todo unos temas potentes y pegadizos a partes iguales, de esos que invitan a moverte y alzar el puño para acompañar sus pegadizos estribillos.
Así que no me extrañó que la banda consiguiera que el recinto se convirtiera en una fiesta desde que dieron el pistoletazo de salida con esa explosión de poderío roquero y potentes melodías que es el tema que presta título a su debut “Wishes”. Otro detalle a destacar es que se les vio muy cómodos sobre el escenario, especialmente a su frontman, Nacho, que no paró de moverse y de animar al personal a que participara activamente a la hora de entonar los hímnicos estribillos de “Stupid War”.
Pero si el arrojo, la calidad, y la garra roquera que aportaron los catalanes no fuera suficiente para colmar las expectativas de unos seguidores que parecían estar pasándoselo en grande, para acompañarles durante la interpretación de “Where The Sinner Get Lost” la banda invitó a subir al escenario al saxofonista Víctor Macarena que dio al corte, al igual que en su versión de estudio, un regustillo funky/soulero que personalmente me encantó. Pero, evidentemente, el gran activo de Big Mouthers es su aguzado olfato a la hora de buscar esas melodías que se quedan dando vueltas en tu cabeza acompañadas de unos matadores estribillos. Así que la mejor prueba la tuvimos con trallazos altamente adictivos como el fantástico “Taste Of Love”.
Con el personal cada vez más animado, y metido en la descarga de unos Big Mouthers que se mostraron absolutamente intratables durante el tiempo que estuvieron sobre las tablas, tocaba encarar la recta final del show con las sonoridades más cercanas al A.O.R. que desplegaron a lo largo de “Fantasy Of Love”, con un Nacho que derrochó intensidad y feeling. Pese a su apuesta decidida por el rock melódico y comercial, que nadie piense que los catalanes se centraron en temas lentos ni ñoñas baladas, más bien al contrario, ya que dejaron patente que lo suyo es el hard rock marchoso, potente, y animado, dejando muestras de su estilo y calidad a la hora de atacar piezas como “I Don’ t Want To Live Forever” y el vacilón “Keep The Faith”, -nada que ver con el de los de New Jersey-, que servía para ponernos a todos a cantar.
Para el final de fiesta definitivo la banda se reservó la misma pieza que cierra su debut, una potente y roquerizada versión del imprescindible “My Way”, -que escribió Paul Anka y popularizó Frank Sinatra-. Gustaron, y mucho, Big Mouthers demostraron ser una banda de presente y con un futuro de lo más prometedor, dejando patente su apuesta decidida por la elegancia del hard rock melódico.
Multiinstrumentista, productor, vocalista..., Erik Martensson pasa por ser uno de los personajes más inquietos y prolíficos de los últimos años dentro de la escena del hard rock europeo. Su nombre está vinculado a un montón de bandas y proyectos, pero sin duda el que mayores alegrías y reconocimiento le ha reportado en los últimos años ha sido la sociedad que iniciará hace ya dos décadas junto al guitarrista Magnus Henriksson bajo la denominación de Eclipse. Durante estos veinte años nos han ofrecido un total de siete obras de estudio, y nos han visitado en varias ocasiones, -tanto en salas, como en el marco de los festivales estivales-, dejando siempre a su paso unas fantásticas sensaciones.
Teniendo en cuenta todos estos factores resulta una obviedad remarcar que Eclipse son siempre una apuesta segura de cara al directo, y más si la formación la completan el batería Philip Crusner, y su último fichaje el bajista Vicke Crusner, quien por cierto se mostró en perfecta sintonía con sus nuevos compañeros. Pese a que como comentaba, el combo sueco nos visita con bastante regularidad, lo cierto es que el cuarteto de Estocolmo consiguió congregar a un buen número de incondicionales que no quisieron perderse la cita. Además la calidad de su nuevo trabajo nos hacía presagiar que la banda daría una vuelta de tuerca a su repertorio, tal y como acabó sucediendo, ya que durante la velada tuvimos ocasión de escuchar hasta 7 nuevas composiciones.
Tampoco me sorprendió que desde minutos antes de que empezara a sonar su habitual introducción, -con una selección de clásicos atemporales-, todo el mundo estuviera ya en su posición y con los ojos clavados en el escenario. Y es que esta noche de sábado íbamos a cantar, y mucho. Así que para ir afinando las gargantas y calentar al personal que mejor que un tema con nombre de aquí como es “Viva La Victoria”, que hacía explotar al respetable mientras Erik, empuñando su guitarra y luciendo su habitual sonrisa, nos miraba complacido. Fue una entrada arrolladora y triunfal, pero el recital de los suecos no había hecho más que comenzar, de modo que si en el tema inaugural casi todas las miradas habían recaído sobre Erik, fue durante el solo del marchoso “Mary Leigh” cuando Magnus, ataviado con su sempiterno sombrero, reclamó su cuota de protagonismo.
A tenor de la euforia y el entusiasmo con los que Eclipse fueron recibidos no había lugar a dudas sobre que “Paradigm” ha colmado las expectativas de sus incondicionales, pero por si alguien albergaba todavía alguna reticencia esta se disipó cuando, -emulando el mismo orden que en su última entrega de estudio-, la banda se abalanzó sobre el emotivo uptempo “Blood Wants Blood”. Acto seguido, y por primera vez, Erik dejó a un lado su guitarra para concentrarse en su faceta como frontman, recorriendo incansablemente el escenario mientras animaba a unas entregadas primeras filas durante “The Storm”, que se saldaba con el vocalista agitando su pie de micro para que los flecos que colgaban se movieran como una bandera.
Mostrando la confianza y la seguridad escénica propia de los grandes frontman´s, Erik elevó su pie de micro desafiante antes de preguntarnos si estábamos preparados para rockear durante los prolegómenos del explosivo “Vertigo”, que desataba la locura en la sala, poniendo a todo el mundo a saltar mientras cantábamos su imparable estribillo. No abandonarían el material de su abrumador “Monumentum”, de hace un par de años, ya que la siguiente en sonar fue, -según nos comentó el propio Erik una de sus favoritas-, “Jaded”, que teñía el escenario de verde mientras el show ganaba en intensidad por momentos.
Tras un arranque explosivo, que sirvió para que todos nos desfondáramos coreando unos temas que poseen una intensidad y una potencia arrolladora, tocaba cambiar de registro. Así que para calmar los ánimos y permitirnos recobrar el aliento el cuarteto nos propusó las sonoridades acústicas de “Shelter Me”, que se convertía en la excusa perfecta para regresar a su más reciente entrega discográfica. La dulzura y la elegancia de las acústicas continuaría reinando a lo largo de la emotiva “United”, que acabó dejando paso a un “The Downfall Of Eden” , que en este formato sonó bastante más folkie. Sin embargo, me dio la sensación de que esta tripleta acústica acabó cortando de raíz el arrollador arranque que había tenido el show, y más si tenemos en cuenta que tras recuperar las eléctricas para “When The Winter Ends”, que se saldó con fantástico solo de Magnus, llegó el momento del grandilocuente solo del batería Philip Crusner.
Para el retorno sobre las tablas Erik volvió a empuñar su acústica para invitarnos a cantar con él “Take Me Home”. Evidentemente cuando el vocalista anunció que había llegado el momento de “Battlegrounds” la sala se vino literalmente abajo, y es que desde que incluyeran el tema en su aclamado ”Bleed & Scream”, el corte se ha convertido en uno de los imprescindibles en todas sus presentaciones. Con un cierto toque vacilón el cuarteto hizo que los compases iniciales del clásico de Black Sabbath “Heaven & Hell”, se acabara convirtiendo en la introducción del tema elegido para retornar sobre el material de “Monumentum”, “Black Rain”.
Nuevamente un motivado Erik volvería a dejar aparcada su guitarra para contagiarnos su vitalidad roquera, invitándonos a saltar para acompañar el desarrollo de un celebradísimo “Blood Enemies”. Dispuestos a hacernos tocar el cielo, Eclipse volvieron a poner toda la carne en el asador, con lo que los aledaños del escenario volvieron a convertirse en una fiesta durante “Stand On Your Feet”. Mientras que la escogida para poner el punto y seguido a la velada, y completar así una tripleta de infarto extraída de “Armageddonize”, fue la hímnica “Runaways”.
Agasajados por un público que coreó incansablemente el nombre de la banda los músicos retornaron para agradecer la entrega a sus seguidores. Pero no quedó ahí la cosa, ya que la rúbrica la pusieron el fenomenal “I Don’t Wanna Say I’ m Sorry”, que arrancaba con Erik sacando una bandera que acabó entregando a un integrante de las primeras filas para que se encargara de ondearla; y la vitalista “Never Look Back”.
Eclipse demostraron que a día de hoy están establecidos en la primera división del hard rock europeo. Sus giras cada vez más extensas y exitosas así lo ratifican. Quizás lo único que se les puede achacar es esa costumbre de enlazar varios temas acústicos, algo que, personalmente, creo que ralentiza el ritmo del show. En cualquier caso, cuando Erik y sus muchachos enchufan sus guitarras y se ponen a rockear son sinónimo de fiesta y diversión. Y , como decía anteriormente, un valor seguro de cara al directo.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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