Aunque imagino que a estas alturas ningún seguidor de Eluveitie pondrá en duda el indiscutible liderazgo de Chrigel Glanzmann, creo que un servidor no fue el único que temió por la continuidad del combo suizo cuando tras su última gran reestructuración en 2016, que se zanjó con la salida de la vocalista Anna Murphy, entre otros. Tampoco ayudó a resolver la incertidumbre la publicación de “Evocation II-Pantheon”, un trabajo de esencia folk/acústica en el que el protagonismo vocal recayó sobre Fabienne Erni, dejando bastante fríos a los que preferimos la faceta más visceral y death metalera de los de Winterthur. Afortunadamente, y ya con la nueva formación plenamente consolidada, la banda ponía en circulación en Abril del presente año “Ategnatos”, una obra en la que volvían a recuperar toda la caña e intensidad que siempre les ha caracterizado para dejarnos unas inmejorables sensaciones que acabaron rubricando con su notable presentación en la pasada edición del festival Leyendas Del Rock.
Evidentemente, la vuelta a la Ciudad Condal de Chrigel Glanzmann y sus acólitos acabó movilizando a un nutrido sequito de incondicionales. Pero es que además los suizos llegaban escoltados por otra formación que nos ha visitado en infinidad de ocasiones, y que pasa por ser uno de los estandartes del metal gótico en tierras italianas, pese a que en sus últimas entregas parecen haber orientado su sonido hacia el mercado americano, estamos hablando, como no, de Lacuna Coil, quienes aprovecharon la ocasión para presentar en sociedad algunas de las composiciones de su novena entrega discográfica “Black Anima”.
Por si esta brutal dupla no fuera suficiente para colmar las expectativas del público barcelonés que acudió esta noche de miércoles a la sala mediana del Razzmatazz, contaríamos con la presencia sobre las tablas de Infected Rain, una formación moldava poco conocida por estos lares pero que ha publicado ya cuatro referencias de estudio, siendo la última de ellas “Endorphin”, y que además cuenta con la presencia de un torbellino sobre las tablas como es la hiperactiva vocalista Lena Scissorhands.
Fue una sorpresa agradable cuando al acceder al local, -minutos antes de la hora prevista para el inicio del show-, comprobamos que había en la sala bastantes seguidores esperando a que diera el pistoletazo de salida la descarga de Infected Rain. Aunque he de admitir que un servidor tenía muy pocas referencias suyas, lo cierto es que los allí presentes parecían conocer al dedillo sus temas, con lo que la conexión entre los moldavos y el público fue brutal. Y es que no suele ser muy habitual ver al público saltar incansablemente y corear los temas durante la descarga del grupo elegido para abrir la velada.
Indudablemente el gran arma de Infected Rain fue su leonina vocalista Lena, que no paró de saltar, animar y agitarse, moviendo sus larguísimos tirabuzones, mientras lideraba a sus compañeros durante acometidas rotundas y certeras como la inicial “Mold”. Como era previsible el grueso de su repertorio estuvo centrado en las composiciones de su más reciente entrega, el mencionado “Endorphin”, un trabajo que pasa por ser un ejercicio de fusión que combina sonoridades nu-metaleras, funk, y rabia death-core, dando como resultado un cocktail explosivo que acabó calando entre unas primeras filas que no dejaron de saltar con el puño en alto para apoyar temas como “Passerby” y “Lure”, que servía para que la banda dejara constancia de sus influencias de corte industrial.
Con el personal bastante animado, y con un aforo que superaba ya la media entrada, tocaba que los moldavos nos pusieran de nuevo a botar siguiendo el crujiente y machacón ritmo de “Black Gold”, para que acto seguido nos acabaran sumergiendo de lleno en los desarrollos más pantanosos de “The Earth Mantra”, que fue la encargada de combinar la visceralidad propia del death metal con algunos desarrollos de corte melódico que llegaron introducidos por unos teclados pregrabados.
Tras agradecer la entrega a todos los presentes, y a las bandas que tocarían después su apoyo, Infected Rain nos asestaron una despiadada acometida final en forma de “Sweet, Sweet Lies”, que a la postre fue el único recuerdo que se permitieron a su segundo largo “Embrace Eternity”. En definitiva que los moldavos supieron aprovechar al máximo su tiempo, convenciendo a los que ya les conocían y pescando un buen botín de seguidores entre los que todavía no les conocíamos.
Mi relación con Lacuna Coil a través de los años ha sido dispar y cambiante, ya que han alternado trabajos que me han gustado mucho con otros que, personalmente, me han dejado bastante frío, y me han aportado más bien poco. En cualquier caso, y dejando a un lado valoraciones estrictamente personales, resulta evidente que la formación que encabezan Cristina Scabbia y Andrea Ferro se ha acabado convirtiendo en un referente obligado para cualquier seguidor del metal en lo que llevamos del presente milenio. Cabe remarcar que los milaneses siempre han tenido una relación especial con sus fans de nuestro país, y eso se acabó notando en la entrega y la devoción que profesaron unos fans que se implicaron al máximo con ellos.
A diferencia de lo que suele ser habitual en muchas bandas que han superado holgadamente las décadas de andadura, el repertorio que nos presentaron los milaneses no se apoyó en el material de sus primeras entregas, ya que solo se permitieron algún fugaz guiño a “Comalies”, “Karmacode” y “Broken Crown Halo”, centrando su objetivo en las composiciones de sus dos últimos lanzamientos “Delirium” y “Black Anima”.
Pese a ello creo que en líneas generales el repertorio que nos presentaron acabó convenciendo al personal, ya que creo que somos muchos los que preferimos que interpreten en directo sus temas más potentes y aguerridos, en los que Andrea comparte protagonismo con Cristina, haciéndose cargo de los registros guturales. Quizás la única pega que se pueda poner a su show de esta noche fue el sonido, demasiado alto y poco matizado, con el bajo de Marco Coti Zelati a un volumen arrollador y sonando excesivamente saturado.
Luciendo tanto el propio bajista como el guitarrista Diego Cavallotti unos ropajes y unas mascaras muy similares a los que vistieron en su última visita a la capital catalana, Lacuna Coil irrumpían en escena mientras el escenario quedaba cubierto por una densa cortina de humo. El tándem vocal no tardaría en hacer acto de presencia, con Andrea encapuchado mientras Cristina aparecía luciendo una gabardina larga, cinturón y unas botas, para rápidamente ponernos a todos a saltar siguiendo el entrecortado ritmo de “Blood, Tears, Dust”, que se cerraba con una rotunda ovación. Como viene siendo habitual en todas sus presentaciones, tirando de simpatía y carisma, ambos vocalistas se encargarían de reclamar nuestra atención antes de ponernos a todos a dar palmas para acomapañar el primer clásico que dejaron caer esta noche “Our Truth”, que nos dejaba a la incombustible frontwoman jugando, una y otra vez, con su coreable melodía vocal.
Pero estaba claro que esta noche los italianos tenían una misión, y era presentar los mejores cortes de su noveno largo “Black Anima”. Así que la primera en caer haciéndonos recargar las pilas con su rotunda brutalidad fue “Layers Of Time”, intercalando las partes líricas de Cristina con la rotunda voracidad que desplegó un Andrea que literalmente se salió. Sin concedernos ni un segundo de tregua el amenazante bajo de Zelati fue el encargado de allanarnos el paso hacia los tortuosos y nu-metaleros desarrollos de otro de los cortes importantes de su nueva obra: “Reckless”
Pese a que para un servidor hace ya tiempo que debería haber salido de su repertorio, lo cierto es que fueron muchos los seguidores de los italianos que cantaron reverencialmente su adaptación del clásico de Depeche Mode “Enjoy The Silence”, aunque personalmente creo que tienen material suficiente para no tener que recurrir a un cover para levantar al personal. A estas alturas de la velada el ambiente en la sala era ya tremendo, con un recinto que completaba ya las tres cuartas partes de su aforo. Así que con el escenario cubierto nuevamente de humo arrancaba el tenebrosamente inquietante “The House Of Shame”.
Como comentaba al inicio “Black Anima”, me ha servido para reencontrarme con unos Lacuna Coil a los que hacia tiempo que había perdido la pista. De modo que un servidor disfrutó como un enano con ese descomunal derroche de rabia y pegada metalera que es “Sword Of Anger”. El contraste entre el presente y el pasado quedaría plasmado cuando el quinteto atacó el primer, y único, recuerdo que se permitieron a su aclamado “Comalies”, con un “Heaven´s A Lie” que servía para que ambos vocalistas se explayaran a sus anchas con los registros limpios.
La grandilocuencia épica que aportaron los coros pregrabados nos anticipaba que era la hora de la última de las nuevas que tocaron esta noche, “Veneficium”. Mientras que la despedida definitiva, ante una sala completamente entregada, corrió por cuenta de la siempre efectiva “Nothing Stands In Our Way”, que nos dejaba la estampa de todo el personal saltando para acabar rubricando que 25 años después de su creación Lacuna Coil están viviendo uno de los mejores momentos de su carrera.
Hay algo que siempre me ha llamado la atención de la propuesta en directo de Eluveitie, y creo que es algo que les diferencia de otras bandas que practican un estilo similar. Y es que la gran mayoría de los sonidos que se escuchan en sus obras de estudio acaban sonando en directo. Para ello los suizos no recurren a los cada vez más habituales pregrabados, sino que en escena presentan un line-up de 9 músicos. De modo que en sus directos puedes ver como son tocados instrumentos tan poco habituales en un concierto de metal como son la gaita, la flauta, la zanfoña, el violín, la mandolina…, algo que acaba propiciando que el sonido de la formación de Winterthur posea una riqueza y unos matices que la convierten en una banda única, y afortunadamente cada vez más conocida y popular.
Fue precisamente en esta misma sala cuando en 2012 tuve ocasión de verles por primera vez abriendo para Sabaton. Y desde entonces, pese a los cambios de personal, su crecimiento ha sido constante, progresivo e imparable. Lo que no ha cambiado desde aquella primera vez es la pinta de su líder Chrigel Glanzmann que sigue luciendo su eterno sombrero de lana y sus larguísimas rastas.
Tras la fantástica descarga que protagonizaron el pasado verano dentro del Leyendas Del Rock tenía muchas ganas de volver a verles en directo, y lo cierto es que los suizos no me defraudaron. Ellos no son una banda que necesite grandes montajes escénicos ni atrezo, ya que la sola presencia de los nueve músicos llena un escenario como el de la sala mediana del Razzmatazz. Así que tras la protocolaria introducción, y precedidos del frío sonido de la lluvia, la banda aparecía sobre las tablas para dar por inaugurada la velada con el corte que abre y titula su última referencia de estudio “Ategnatos”, que inundaba el recinto con su particular mezcla de melodías folk y contundencia death metalera. Otro detalle que me gustaría destacar es la fabulosa compenetración que tuvieron Chrigel y Fabienne, intercalando registros guturales con voces cristalinas.
Habiendo puesto al personal en movimiento, y acompañados de la euforia de unas primeras filas que les recibieron con verdadero entusiasmo, era un buen momento para Chrigel dejara a un lado la mandolina y se empuñara la flauta para abalanzarse sobre la tenacidad de un “King”, que literalmente nos voló la cabeza. Tras semejante derroche de potencia tocaba cambiar radicalmente de registro, así que guiados por las sugerentes melodías y la aterciopelada voz de Fabienne nos dejamos arrastras hacia “The Call Of The Mountains”.
Evidentemente muchos son los temas destacados del ya mencionado “Ategnatos”, pero he de reconocer que uno de los que más me gustó esta noche fue el seminal “Deathwalker”, que alternó la fiereza de las guitarras, la elegancia del violín, las sugerentes melodías de la Zanfoña y los instrumentos de aire junto al registro de una Fabienne que brilló intensamente al doblar los guturales de Chrigel. Acto seguido, y sin darnos tiempo para recobrar el aliento, llegó el momento de adentrarnos en una de las composiciones más antiguas que tocaron esta noche “Quoth The Raven”, un rescate de “Everything Remains (As It Never Was)” de 2010, que hizo las delicias de sus fans más veteranos.
El retorno sobre su material más novedoso estuvo marcado por el que se convirtió en uno de los temas más celebrados de toda la noche, “The Slumber”, que fue el responsable de poner a todo el personal a botar con el puño en alto mientras los bailes y los cánticos se sucedían en los aledaños del escenario. Pero que nadie piense que imbuidos de ese fervor festivo Eluveitie se iban a olvidar de enseñarnos los dientes, de mostrarnos su faceta más agresiva e incisiva. Y es que acto seguido nos tocaría virar de dirección hacia la que probablemente sea una de las canciones más extremas que han escrito en los últimos años “Worship”.
Viendo la dinámica que estaba tomando el show parecía claro que Chrigel y sus secuaces estaban decididos a alternar composiciones folk con descomunales trallazos de esencia death metalera. De modo que a continuación nos tocaba tranquilizar los ánimos, dejando que Fabienne se reivindicara como vocalista con una soberana y elegante interpretación del delicioso “Artio”, que fue el primer guiño que se permitieron a su anterior “Evocation II-Pantheon”. No tardaría mucho el personal en volver a animarse con las desenfadadas y festivas melodías de “Epona” y “A Rose Of Epona”, que nuevamente proporcionaba argumentos para que los más animados no pudieran dejar de mover los pies.
La fiesta no se detendría aquí, aunque poco a poco las guitarras irían comiéndole el terreno a los instrumentos folk al adentrarnos en un “Ambiramus”, que nos abocó sobre el ejercicio solista que nos ofreció el batería Alain Ackermann. Con toda la banda nuevamente posicionada sobre el escenario tocaba encarar la recta final del show con una nueva ración de folk metalizado por cuenta de los violines que marcaron “Havoc”.
Tras recibir una cerrada ovación, que denotaba que los suizos estaban convenciendo a sus incondicionales en su retorno a la Ciudad Condal, el recital prosiguió con otras de las que están llamadas a convertirse en imprescindibles en sus directos “Breathe”. Mientras que para poner el punto y seguido optaron por la intensidad de los instrumentos de viento fundiéndose con las guitarras para dar forma al rotundo “Helvetios”.
La euforia del personal volvería a dispararse cuando el combo suizo reapareció sobre el escenario para azotarnos sin compasión con el último de los temas nuevos que interpretaron esta noche “Rebirth”, con Chrigel espetándonos sus registros más crudos y viscerales. El fin de fiesta definitivo no tardaría en llegar con una fantástica “Inis Mona”, con todo el público cantando mientras Fabienne nos invitaba a cambiar el estribillo por el nombre de nuestra ciudad para rubricar así un cierre apoteósico.
Una vez más Eluveitie volvieron a convencer al personal a su paso por la Ciudad Condal dejando claro que la banda todavía no ha alcanzado su techo, y la mejor prueba es comprobar como en cada una de sus visitas los suizos van ampliando su plantel de seguidores.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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