Para los que gustamos de la música en vivo resulta incuestionable que donde una banda realmente se la juega, donde da su auténtica medida es en directo. Quizás los americanos Incite no hayan inventado nada nuevo, tal vez nunca les veamos copar los puestos de privilegio de los grandes festivales veraniegos. Pero lo que nadie puede discutirle a la formación que lidera el frontman Richie Cavalera, hijastro del carismático Max Cavalera, es la actitud y que se dejan la piel en el escenario. No era esta la primera vez que el cuarteto pisaba los escenarios de la capital catalana, ya que un servidor tuvo ocasión de verles abriendo los conciertos de Soulfly hace unos años. En esta ocasión la banda traía bajo el brazo su último redondo “Built To Destroy”, que pusieron en circulación a principios del pasado año, y aunque la afluencia de público en la Sala Monasterio fue más bien discreta, lo cierto es el cuarteto nos acabó convenciendo.
Tal y como comentaba anteriormente no puede decirse que Incite sea una banda innovadora, ya que practican un thrash metal cortante y afilado, en el que incluyen elementos propios del hardcore, y desarrollos groove, dotando a su propuesta de un aroma noventero que te hacen retrotraerte a los mejores tiempos de bandas como Machine Head, Lamp Of God, Biohazard o Pantera. No llegaban sólo el combo de Phoenix a su cita con el publico catalán, ya que para ejercer como anfitriones en su desembarco en la Ciudad Condal cantarían con el concurso de Pycaya, quienes continúan con la gira de presentación de su segundo y hasta el momento último trabajo de estudio “Brutalizándolo Todo”, que se publicó en otoño de 2018.
Varias han sido las ocasiones que un servidor ha tenido ocasión de ver al quinteto barcelonés en acción, y las sensaciones siempre han sido las mismas, ya que Pycaya son una apisonadora en directo, encadenando en sus shows una sucesión de temas potentes y directos, en los que puedes percibir la influencia de bandas como S.A. Nopresion, Pleurosis, o los Hamlet de la primera mitad de la década de los noventa, aunque siempre con un punto de ácido humor que les sirve para completar unas letras incisivas y críticas. Salieron un tanto comedidos, pero tras abrir fuego con la rotundidad de “Que Vas A Hacer” y “Deseo Tóxico”, la banda se desmelenó totalmente, convirtiendo el escenario en una auténtica fiesta, con su frontman Luis dejando a un lado la gorra con la que salió ataviado para abandonarse al headbanging, mientras su alocado guitarrista Sergio se dedicaba a deambular por el escenario sin dejar de provocar a sus compañeros.
Durante la hora que estuvieron sobre las tablas el quinteto catalán nos ofreció un detallado repaso a sus dos entregas, aunque durante los primeros compases del show se centraron en las composiciones de su debut de hace un lustro “On”, con lo que no faltaron el tema que le prestaba título, ni los riffs entrecortados y de esencias nu-metaleras de “B.D.I.”. Cachondos, potentes, y haciendo gala de ese punto callejero y macarra, Pycaya no tuvieron problemas para conectar con un personal que se fue animando a medida que se sucedieron trallazos potentes e incontestables como “Arde” o “La 8”.
Tampoco faltaron las críticas hacia la manipulación de los medios de comunicación durante los prolegómenos de la mordaz “No Estoy Ciego”, para posteriormente dejar paso a “Nada Nuevo”, y al tema que sirvió como vídeo de presentación de su último largo “Jodido”. El momento de reivindicar el valor de todos esos héroes que luchan contra las enfermedades estuvo reservado para “3 Almas”. Mientras que la elegida para poner el broche definitivo a su presentación fue la siempre efectiva “Cuervo 2.0”.
Lo dicho Pycaya no defraudaron. Los barceloneses son una de las bandas más activas dentro del circuito barcelonés, y eso se notó en una descarga intensa y plagada de caña y diversión.
No tardaron mucho en hacer acto de presencia para adueñarse del escenario del Monasterio los chicos de Incite. No se si sería a consecuencia de la buena descarga que acababan de brindarnos Pycaya, por la reacción del público, o porque esta es la actitud con la que los americanos salen siempre a escena..., pero lo cierto es que Richie Calavera y sus muchachos nos ofrecieron un show devastador.
Quizás un poco corto, estuvieron apenas hora sobre el escenario, pero se vaciaron al máximo y nos volaron literalmente la cabeza, dejándonos exhaustos. Sí, como suele suceder cuando una banda llega apadrinada por un nombre ilustre dentro de la escena internacional, he de admitir que tenía ciertas reservas. Pero bastó con ver como se movía el cuarteto sobre las tablas durante la inicial “Built To Destroy” y la destreza y pegada como frontman que exhibió el propio Richie para que nos diéramos cuenta de que este jueves noche nos lo Íbamos a pasar en grande.
Y es que no fue únicamente Richie el que cargó con todo el peso del show , ya que sus compañeros estuvieron a un excelente nivel. Especialmente destacable me pareció el concurso de Eli Santana en otra de las nuevas “Ruthless Ways”, ya que el hiperactivo “hacha” no paró de atacar su instrumento mientras nos regalaba una buena colección de poses.
Habiendo protagonizado un inicio incendiario, y con el personal ya metido en situación, tocaba realizar una primera mirada al pasado, rescatando para la ocasión “Resistance”, que con esa cadencia pesada, al más puro estilo Lamb Of God, se convertía en la excusa perfecta para que todos alzáramos nuestros cuernos siguiendo las indicaciones de un Richie que a estas alturas estaba ya completamente desatado.
No dejarían a un lado la rudeza sonora de esos riffs netamente destroza cuellos, ya que la siguiente en hacer acto de presencia fue “Up In Hell”, que era la elegida para realizar una primera incursión en su tercer largo de 2014.
Uno de los pocos momentos en los que el cuarteto nos concedió un fugaz paréntesis para recuperar mínimamente el aliento fue durante los desarrollos de corte más melódico que marcaron “Stagnant”. Pero fue tan sólo un espejismo porque la maquinaria americana no tardaría en volver a rugir intensamente durante “The Aftermath”, que fue secundada con un pequeño pero salvaje circle Pit que se formó siguiendo las indicaciones del propio frontman.
Sí, es cierto, no fuimos muchos los que acudimos a la cita. Pero cabe destacar que la comunión entre banda y público fue absoluta, y más aún cuando los americanos recuperaron una de las piezas más abrasivas de su debut de 2009 “Tyranny’s End”, para posteriormente empalmar con uno de los temas más “Sepultura” de su trayectoria como es “Losing Grip”. Implacables, y tras proponernos un par de brindis, Incite no levantaron el pie del acelerador mostrándonos su faceta más incisiva y visceral con ese torrente de ametrallantes riffs de esencia punkera que lleva por título “WTC”.
Por si alguien todavía no se había enterado que el último disco del cuarteto de Phoenix “Built To Destroy” se publicó a principios del pasado año, Incite nos propusieron una triple ración del mismo antes de poner el punto y seguido a la velada. Así que la encargada de poner al personal en movimiento nuevamente fue la aplastante “Backbone”, que nos dejaba a Richie filmando al personal, “Leech” y ladevastadora “Savior Self”. Para poner el epílogo a una velada salvaje de humeante metal el cuarteto se reservó dos gemas de su ópera prima, “The Slaughter”, y la implacable “Army Of Darkness”.
Fue un concierto corto, pero intenso, en el que Richie Calavera y sus muchachos dejaron claro que han sabido aprovechar la oportunidad de girar junto a Max Cavalera para curtirse sobre los escenarios. No, Incite no aportan nada sustancialmente nuevo, pero tienen la actitud, la garra y la fuerza necesarias para colmar las expectativas de un grupo de hambrientos metalheads. Y el pasado jueves en la Ciudad Condal lo demostraron.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ
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