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jueves, 6 de febrero de 2020

ABBATH+1349+VLTIMAS+NUCLEAR-SALAMANDRA-L´HOSPITALET-BCN-31-ENE-2020


Constantemente en el ojo del huracán. Abbath, y especialmente su carismático líder, Olve Eikemo, llevan ofreciéndonos noticias desde poco antes de la edición de su segundo trabajo “Outsider”, y lo cierto es que  no siempre han sido positivas. Tras su accidentada gira sudamericana, que se zanjó con la suspensión de su cita bonaerense y la cancelación del resto del tour, Abbath se sometió a un tratamiento para dejar atrás sus adicciones. Muchos chascarrillos había en torno al estado de forma en que llegaría el frontman de Bergen a su cita con el público catalán. Además recientemente conocíamos la noticia de la salida de la bajista italiana Mia Wallace, con lo que para muchos era una incógnita saber quien se haría cargo esta noche de las cuatro cuerdas.

Pero dejando a un lado la presencia de Abbath, el cartel de esta velada  de viernes en el Salamandra se completaba con sus veteranos compatriotas 1349, quienes incendiaron el escenario con su devastador black metal mientras repasaban su última entrega “The Infernal Pathway”. También contaríamos con la presencia de otro viejo conocido de la escena extrema internacional como es David Vincent, quien en esta ocasión dejó a un lado el bajo para concentrarse en su faceta de  vocalista  en su nuevo proyecto Vltimas. Mientras que los encargados de abrir fuego fueron los chilenos Nuclear, quienes en su primera visita a nuestro país aprovecharon para presentar su cuarto largo de estudio “Formula For Anarchy”.

Como suele ser habitual  siempre que una gira de estas características aterriza en nuestros escenarios, el apretado timing acabó propiciando  que el inicio  de las actuaciones se llevará a cabo a primera hora de la tarde, con lo que muchos no pudieron llegar a tiempo de presenciar la descarga de los encargados de inaugurar el cartel, Nuclear. Pese a que no tenía muchas referencias suyas, lo cierto es que los chilenos tienen una sólida y extensa trayectoria a sus espaldas, y eso se notó en el aplomo, la soltura,  y la garra que el quinteto exhibió en escena, especialmente su frontman el vocalista  Matías Leonicio.

No dejaron lugar a dudas ya que el combo afincado en Santiago dejó clara su adscripción al thrash metal más clásico y de corte americano desde que irrumpieron en escena para volarnos la cabeza con la devastadora velocidad de la incendiaria “Confront”. Y es que viendo su forma de moverse por el escenario y sobre todo la estructura y sonoridad de sus composiciones quedaba claro que la banda ha bebido, y mucho, de bandas imprescindibles para cualquier fanático del thrash metal made in  U.S.A., con lo que no faltaron los guiños a bandas imprescindibles  como Testament, Exodus, Overkill, o Vio-lence.

Además el hecho de poder dirigirse  al público en castellano acabó siendo clave para que la banda gozase de una excelente acogida a la hora de atacar dardos envenenados como el incisivo “God Forsaken Life”, -que nos dejaba con el  amenazante y saturado bajo de Roberto Barría haciendo peligrar la estabilidad estructural del Salamandra-, para acto seguido dejar paso a  la explícita invitación a lalocura y el desenfreno que fue  la adictiva “Violence That Burns”, con la que completaban su representación en el repertorio  de esta noche del material de  su segunda entrega de 2008,  “Ten Broken Codes”.

Con el capítulo de los saludos y las presentaciones zanjado, y tras anunciarnos Matías que está era  su primera incursión en nuestro país, la banda no vaciló  a la hora de abalanzarse sobre esa bomba de relojería que lleva por título “Killing Spree”, con la que retornaban al material del que hasta el momento es su última referencia, “Formula For Anarchy”, que nos dejaba con el tándem de hachas que conformaron Sebastián Puente y Francisco Haussman dándonos poderosos argumentos para que no dejáramos de castigar nuestras maltrechas cervicales. Sin concédenos tiempo recobrar el aliento, y ante una audiencia que parecía enloquecida con la lección de clasicismo thrashero que nos estaban brindando los chilenos, llegaba el momento de sucumbir ante la tenacidad riffera  de  “No Light After All”.

Tampoco faltaría ese pequeño guiño a otro peso pesado del heavy metal como es Judas Priest en la introducción, muy a lo “The Hellion”, de “On Killing”. Mientras que para poner la rúbrica a su vibrante media hora el quinteto se reservó  el único tema en castellano que interpretaron, y que Matías dedicó a todos los que luchan contra la represión y las dictaduras: “Apátrida”. En definitiva que los chilenos no sólo se erigieron como los representantes sudamericanos en esta gira, sino que también fueron los abanderados del thrash metal más clásico  e incendiario.


Acto seguido, y tras una pequeña pausa, llegaba el momento de volver a ver  en acción al incombustible y carismático David Vincent, a quien hace relativamente poco tuvimos ocasión de ver en esta misma sala con su proyecto revival de Morbid Angel, I Am Morbid. Pero no, está noche no íbamos a tener ocasión de escuchar  ningún tema de la legendaria  formación de Florida, ya que el show de Vltimas se basó  en repasar de forma íntegra y en el mismo orden todo el material contenido en su ópera prima “Something Wicked Marches In”, que publicaron a principios del pasado año.

Había mucha expectación por ver cómo sonaría en directo este nuevo proyecto que además cuenta con la participación  del guitarrista Rune “Blasphemer” Eriksen y el batería Flo Mounier. Y lo cierto es que no dejaron indiferente a nadie con la
intensidad y pegada que exhibieron a la hora de desplegar su  malévolo  death metal salpicado de desarrollos más densos y con toques groove. Eso sí, lo primero que llamó la atención del personal fue la puesta en escena y la indumentaria de un David Vincent, que salió ataviado con  un sombrero y un larguísimo guardapolvo, luciendo una estampa que algunos nos recordó a la del famoso luchador de la W.W.E., “The Undertaker”.

Musicalmente la banda se mostró sólida y convincente, es más debo admitir que me sorprendió lo compactos y rodados que sonaron al atacar cortes como el inicial “Something Wicked Marches In”. Aunque he de reconocer  que quedé un tanto descolocado al ver la forma de moverse de  Vincent, ya  que sin el apoyo de su bajo parecía un tanto desubicado, y eso se notó en los forzados bailes que nos dedicó durante la interpretación de “Praevalidus”. Pero dejando a un lado esta anecdótica situación lo cierto es que la banda sonó como un auténtico cañón en directo, colmando las expectativas de un respetable que se fue animando a medida que avanzaba el show.

También es cierto que el frontman americano recuperó esta noche su faceta más netamente teatral, engolando  su voz  para presentarnos temas como el devastador e hiriente “Total Destroy”, que nos dejaba con la imperial pegada de un Flo Maunier que se salió durante el show. El momento de sumergirnos de lleno en las estructuras más densas, oscuras, y pesadumbrosas no tardaría en llegar cuando la banda se adentró en los seminales desarrollos de  “Monolilith”, que Vincent  presentó como una canción de amor.

Nuestro recorrido por el debut del combo proseguiría con ese derroche de velocidad y mala leche que lleva por título “Truth And Consequence”. A estas alturas de la velada, y debido al movimiento de los que ocupaban las primeras filas, el calor empezaba a dejarse notar en la sala. Así que Vincent se despojó de su guardapolvos para encarar la segunda parte del show, dando buena cuenta de las ambientales y ocultistas melodías de “Last Ones Alive Win Nothing”, que nos dejaba al público canturreando  su melodía central antes de que el incombustible frontman  nos espetara algunos de sus  rugidos más desgarradores.

Y es que a medida que fue avanzando el show, la propuesta de Vltimas pareció convencer al respetable. Así que cuando la banda se dispuso a encarar la recta final del show con un tema como “Everlasting” llamó la atención ver a prácticamente toda la sala acompañar con palmas el desarrollo del camaleónico tema. La desafiante velocidad fue la que volvió a marcar el riff destroza cervicales del irreverente “Diabulus Est Sanguis”, para dejar que la despedida definitiva, al igual que sucede en su debut, corriera por cuenta del ritualista “Marching On”.

Al final buena descarga de unos Vltimas que tras superar la sorpresa inicial de ver a Vincent concentrado en su papel de vocalista consiguieron convencer al personal descargando toda su ópera prima para dejar patente que los pilares del proyecto creen firmemente en el potencial de su  “nueva criatura”.


Para muchos la presencia de 1349 resultaba  uno de los grandes atractivos de la velada, ya que a la postre los noruegos eran la formación más veterana de las cuatro que conformaban el cartel de esta noche. Nacidos en la segunda  mitad de la década de los noventa  la banda que capitanea Ravn ha seguido una carrera cargada de brutalidad y black metal en estado puro, recurriendo a  todos los clichés clásicos del genero, tanto a nivel musical como en sus oscuras y apocalípticas puestas en escena. Así que esta noche, en la que su última entrega “The Infernal Path” fue protagonista indiscutible del repertorio, no iba a ser una excepción.

Envueltos en humo, con unas brillantes luces rojas que prácticamente nos impidieron discernir las figuras de los miembros de la banda, y luciendo sus clásicas indumentarias y maquillajes de combate, así aparecieron 1349 en escena para tras la habitual introducción tomar posiciones y convertir un Salamandra que a estas horas de la noche estaba ya prácticamente lleno en un auténtico infierno, dando buena cuenta en el arranque del primer clásico de la noche, “Sculptor Of Flesh”, dejando claro desde los compases iniciales que llegaban dispuestos a arrasar con todo a su paso. Como si de una maldición se tratase el combo de Oslo nos ofreció un ceremonial intenso y vibrante, en el que apenas hubo tiempo para charlas ni presentaciones, ya que  se dedicaron únicamente  y exclusivamente a proporcionarnos argumentos para seguir desparramando mientras se sucedían cortes  como “Through Eyes Of Stone”, que dejaba el escenario oculto tras  un denso manto de humo.

Pese a la notable acogida que obtuvieron sus nuevas composiciones, obviamente los momentos más intensos y vibrantes de su presentación llegaron cuando la banda rescató para regocijo de sus incondicionales temas como el visceral “Slaves”, que nos dejaba la estampa de gran parte de los presentes levantando sus cuernos al aire para rendir  pleitesía a la banda en un apocalíptico final. Aún más atrás en el tiempo, concretamente hasta de su tercer largo “Hellfire”, nos hicieron viajar con “I Am Abomination”, que tras las invocaciones de un Ravn que no paró de agitarse espasmódicamente por el escenario nos imbuía de lleno en sus espeluznantes  ambientaciones.

El retorno a la más candente actualidad estaría reservado para  la rapidez y la descarnada crudeza que imprimieron a  las guitarras que se encargaron de liderar la truculenta “Striding The Chasm”, para que acto seguido quedara plasmada la perfecta sintonía entre banda y público en una rotunda y humeante “Golem”, que fue la escogida para volver a incidir en el contenido de  su anterior largo “Massive Cauldron Of Chaos”. Fue en este punto cuando Ravn, -en uno de sus pocos speechs-,  se dirigió al personal por primera vez para agradecernos nuestra presencia antes de encarar la recta final de su presentación con “Atomic Chapel”.

Algo Mas etéreas y atmosféricas sonaron las melodías del que fue el single de presentación de su última entrega “Dødskamp”, abocándonos sobre un tempo  más cadencioso mientras las columnas de humo se alzaban frente a nuestros a ojos. La elegida para poner el punto y final a la actuación de un combo noruego que creo que acabó convenciendo a todos los presentes fue otra de las nuevas: “Abyssos Antithesis”, tras la que desaparecieron del escenario dejándonos noqueados, y con la sensación de haber bajado durante un rato a las profundidades del averno.


Como comentaba al inicio, en el ambiente podía palparse la inquietud y la expectación por descubrir a qué Abbath nos íbamos a encontrar esta noche sobre el escenario del Salamandra. Y siendo sincero tengo que reconocer que el frontman noruego desplegó  una garra, una fuerza, y una actitud que hacía tiempo que no le veíamos, mostrándose mucho más entero, enérgico,  y entregado que en algunas de sus últimas visitas. Además en esta ocasión contó con un llamativo montaje, con las letras del nombre de la banda colocadas en el centro del escenario, y con conjunto de luces y humo que sirvió para ambientar a la perfección su particular puesta en escena. La otra gran incógnita giraba  en torno  a quien se haría cargo del bajo tras la repentina salida de Mia Wallace . Pues bien el elegido fue Rusty Conrell, quien se mostró bastante integrado dentro de lo que es el engranaje de la banda en directo.

Al apagarse las luces todos centramos nuestra atención sobre el escenario. Así que tras dejar de sonar una introducción de corte oriental la banda apareció en escena para desatar la locura en la sala con el inquietante “Hecate”. Con un Abbath dinámico, concentrado y exultante alfrente, -que no paró de agitar la cabeza mientras buscaba la complicidad de unas primeras filas que parecían completamente desatadas-, el cuarteto no tuvo dificultades para conectar con sus seguidores, y más cuando el segundo en el orden de aparición fue un trallazo incontestable  como “Count The Dead”.

Implacable y desafiante, Abbath no vaciló a la hora de  tirar de carisma para provocar los aullidos del respetable durante los prolegómenos de “Bridge Of Spasms”, que era  la escogida para volver a  dejar el escenario oculto tras una densa cortina de humo que prácticamente nos impedía seguir lo que sucedía sobre las tablas. Su exhaustivo repaso al trabajo publicado a mediados del pasado año no se detuvo, ya que acto seguido llegaba el momento de desplegar  la tormenta  épica contenida en “The Artifex”, que nos pasaba por encima sin ningún tipo de miramiento ni compasión.

Lejos de amainar el vendaval sonoro que nos brindó el combo de Bergen, la tormenta de decibelios y humo  continuó creciendo  con el ritmo marcado y casi marcial que nos propusieron con  el demencial  “Harvest Pyre”, que lograba que los más devotos elevaran orgullosos sus cuernos al aire cada vez que Abbath gritaba “¡Fire!”. Una nueva mirada a su ópera prima sirvió como excusa para que volviéramos a disfrutar de las fantasmagóricas ambientaciones de “Ashes Of The Damned”. Al igual que ya sucediera en sus anteriores visitas a nuestro país la banda no quiso dejarse en el tintero su particular versión del “Warriors” de I.

Todos sabíamos que tarde o temprano elcontrovertido frontman tendría que echar lavista atrás  para recuperar algún corte de la banda con la que se dio a conocer, los míticos Immortal. Así que una vez abierto el capítulo de las versiones era un buen momento para atacar “Against The Tide (In The Artic World), que fue recibido de forma reverencial por gran parte del respetable, convirtiendo los aledaños del escenario es un auténtico hervidero. Tras semejante clásico ahora tocaba intentar mantener el nivel de intensidad desplegado, y para ello que mejor que confiar en la monumental pegada de la pieza que abre su último redondo “Calm In Ire (Of Hurricane), que nos dejaba con una nueva  rociada de humo en su delirante sprint final.

Asentadas sobre unos tempos más marcados, -para dar al corte una orientación casi hímnica-, sonaron las punzantes  guitarras que nos flanquearon el paso hacia “Outsider”, que con sus rotundos increscendos lograba que la acción en las primeras filas no se detuviera. Los más fieles incondicionales  del frontman noruego tuvieron durante la parte final del show la oportunidad de volver a degustar dos viejas gemas de su ex-banda. Así que esa ametralladora sonora que lleva por título “In My Kingdom Cold” y la inevitable y celebradísima “Tyrants” fueron las escogidas  para encarar la recta final del show.

Como no podía ser de otra forma para poner el broche definitivo a una trepidante velada de metal extremo el cuarteto optó por desplegar una nueva andanada épica en forma de trallazo incontestable “To War!”, dejando que el golpe de gracia definitivo corriera por cuenta de otra de las piezas que formaban parte de su ópera prima homónima, “Winterbane”. Al final creo que esta vez Abbath mostraron su mejor versión a su paso por la Ciudad Condal, brindándonos  un show plagado de fuerza, garra, e intensidad, y que creo que no defraudó a ninguno de los presentes. Parece que por fin Abbath han encontrado el buen camino..., veremos lo que les dura.



TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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