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lunes, 10 de febrero de 2020

SABATON+APOCALYPTICA+AMARANTHE-SANT JORDI CLUB-BCN-4-FEB-2020


Durante los últimos años la popularidad de Sabaton ha ido creciendo como la espuma dentro del panorama metálico europeo. Si miramos atrás con perspectiva no hace tanto tiempo, en 2012, la banda tocó en la sala mediana del Razzmatazz sin conseguir ni tan siquiera completar la mitad de su aforo. Pero desde entonces la banda no ha dejado de cosechar éxitos, y hemos tenido ocasión de verles llevar su espectáculo a recintos cada vez mayores. Pudimos presenciar  como dos años más tarde la sala grande del Razzmatazz se les quedaba  pequeña a la hora de sacar a  pasear su tanque. También les vimos más recientemente batirse en el cobre en el Sant Jordi Club con unos pesos pesados comoson Accept, amén de haberles visto en grandes festivales y abriendo para los míticos Iron  Maiden en 2018. Teniendo en cuenta todo lo anteriormente referido creo que queda claro que los suecos no son precisamente una banda que se arrugue, ni que rehúya los desafíos. Ellos han sabido encontrar su estilo, su sonido, y su personalidad como banda, y están dispuestos a defenderlos a capa y espada.

El motivo de su nueva visita al Sant Jordi Club era la presentación en sociedad de su novena entrega de estudio “The Great War”, una obra conceptual en la que sin abandonar su habitual temática bélica han decidido centrarse en la Primera Guerra Mundial. Para acompañarles en esta misión por tierras catalanas  el escuadrón de Falun contó  con el respaldo de otros ilustres veteranos de la escena metálica europea como son Apocalyptica, quienes aprovecharon la ocasión para repasar algunos de sus versiones más populares junto a un par de nuevas composiciones de su flamante nueva entrega “Cell-0”. Mientras que los encargados de abrir la velada con sus bailables ritmos y sus adictivas  melodías fueron los chicos de Amaranthe.


Aunque eran los encargados de abrir fuego en esta tarde noche de martes, lo cierto es que cuando Amaranthe aparecieron en escena una nutrida representación  de incondicionales les estaban esperando impacientes. Y es que la banda que lidera la vocalista Elize Ryd, siempre ha tenido a nuestro país en su itinerario de ruta, ya que hemos tenido ocasión de verles tanto en salas como en el marco de los grandes festivales, con lo que cuentan ya con un buen número de seguidores. Además su propuesta vanguardista y dinámica, contando con el concurso de tres vocalistas, les permite abarcar una gran cantidad de registros, algo que les ha permitido  conectar con un público de lo más variado y heterogéneo. Así que eso se notó, y mucho, en la conexión que consiguieron con unos fans que no dejaron de cantar y saltar .

En cuanto al repertorio que presentó esta noche la banda, he de reconocer que me sorprendió, ya que no se centraron en las composiciones de su más reciente “Helix”, sino que nos propusieron un recorrido por toda su discografía haciendo especial hincapié en el material de su debut homónimo de 2011. Arropados por la calurosa acogida del personal, y mientras sonaba “Helix” a modo de introducción, los músicos de la banda fueron  tomando posiciones para arrancar la descarga con el bailable ritmo del adictivo “Maximize”. Uno a uno los vocalistas fueron  apareciendo en escena para subirse sobre unas pequeñas tarimas y desde allí repartirse las líneas vocales  antes de abandonarse al headbanging durante las partes instrumentales. Me gustó mucho como empastaron las voces guturales de Henrik Englund, la más metalera de Nils Molin, y la más lírica y elegante de una Elize que ejerció como líder indiscutible de la banda desde que apareció en escena luciendo un llamativo modelito con capa incorporada.

Pese a ello,  Nils también se hizo cargo de algunas de las presentaciones, siendo el que se encargó  de anunciarnos la llegada del bailable “Digital World”, que provocaba la locura entre unas primeras filas que parecían dispuestas a darlo todo con ellos. Tampoco faltaron los constantes saltos durante el arranque de un “Hunger”, que personalmente creo que suena bastante más potente que antaño gracias a la garra que le imprimen los actuales acompañantes de la frontwoman sueca. No abandonarían el material de su ópera prima, ya que el cambio de registro no tardó en llegar con los aromas más elegantes y baladísticos de la imprescindible “Amaranthine” que, como buenos millennials que son, estuvo acompañada por un montón de móviles que se encargaron de cumplir la función que en otra época hacían los mecheros.

Tras recibir una cerrada ovación, unas estridentes sirenas se encargaron de anunciarnos que había llegado el momento de volver a botar intensamente siguiendo las rotundas andanadas de Englund junto a  los elementos de corte electrónico del oscuro “Gg6”. Con la vocalista tomando el mando y pidiendo el apoyo del personal seguiríamos repasando su última entrega con la pieza que le presta título “Helix”. Pero sin duda uno de los puntos culminantes de la descarga del sexteto fue durante el hímnico “That Song”, con ese guiño descarado a los míticos Queen que sirvió para que todos acabáramos cantando.

A estas alturas la conexión entre la banda y sus seguidores era  ya absoluta, así que todos volveríamos a saltar, en esta ocasión liderados por Englund, durante “Call Out My Name”. Pero no se iba a quedar aquí la cosa, ya que para asemejar aún más los aledaños del escenario a una clase de aeróbic, Amaranthe nos dieron combustible para seguir  movimiendo el esqueleto  al ritmo de “The Nexus”. Mientras que el  broche definitivo corrió  por cuenta de los tempos “mansonianos” del implacable  “Drop Dead Cynical”. Siempre dinámicos, divertidos, y efectivos. Quizás nunca sean la banda favorita de los más metaleros, pero lo cierto es que Amaranthe  han conseguido reunir un repertorio repleto de temas adictivos, pegadizos, y que funcionan realmente bien en directo.


Para el gran público Apocalíptica serán siempre  aquella formación de chelistas que a mediados de los noventa se dio a conocer por versionear canciones clásicas  de Metallica. Pero dejando a un lado los opiniones y gustos personales, estaremos de acuerdo que ese sería un pobre resumen para la trayectoria de los finlandeses, ya que la banda desde entonces ha facturado una buena cantidad de trabajos, amén de haber girado repetidamente por todo el viejo continente. En esta ocasión, el cuarteto de Helsinki regresaba a los escenarios de la Ciudad Condal para presentar en sociedad algunas de las composiciones de su flamante nuevo trabajo “Cell-0”, que se publicó a principios del pasado mes de enero.

Lejos de la sobriedad de la que los finlandeses han hecho gala en algunas de sus visitas, esta noche la batería de Mikko Sirén se situó a un lado para dejar que presidiera él escenario una enorme pantalla en la que se fueron proyectando imágenes de la propia banda tocando, y también otras que guardaban relación con los temas que estaban sonando, algo que sin duda ayudó a amenizar y a hacer más atractiva la puesta en escena del cuarteto. En cualquier caso, tal y como era previsible, la actividad en los aledaños del escenario fue bastante menor que durante la actuación de Amaranthe. Pero esto no quiere decir que su descarga fuera aburrida, sino que se disfrutó de forma diferente, ya que también tuvimos ocasión de acompañar algunos temas con palmas, e incluso de cantar cuando nos ofrecieron sus inevitables revisiones de los temas de los Hombres de Negro.

Como siempre suele suceder en sus presentaciones había mucha expectación por comprobar como sonaría el cuarteto en directo. De modo que Paavo Lötjönen, Perttu Kivilaakso y Eicca Toppinen, -que fue el más enérgico y activo de los tres chelistas -, se repartieron el escenario para inaugurar su presentación desplegando la elegancia sonora contenida en “Ashes Of The Modern World”, mientras en las pantallas las llamas no dejaban de crepitar. Sin duda fue un buen arranque, que convenció a sus seguidores y que llamó la atención de los que todavía no habían tenido ocasión de verles en directo. Así que después de los obligados saludos tocaba viajar al pasado para recuperar el corte que abría su tercer largo “Path”, que se convertía en la excusa perfecta para que por primera vez el personal acompañara con palmas su desarrollo.

Teniendo en cuenta que el combo de Helsinki tenía una nueva obra que presentar, he de reconocer que me sorprendió que optaran por un repertorio tan variado, seguramente conscientes de que esta noche se enfrentaban a un público que en esencia no era el suyo. En cualquier caso, me gustó mucho la segunda y última de las nuevas que interpretaron “En Route To Mayhem”, que acompañada de unas bases electrónicas pregrabadas sonó de lo más oscura. No tardaría en abrirse el capítulo dedicado a las versiones. De modo que la elegida para abrir fuego fue “Seemann” de los alemanes Rammstein para cuya interpretación vocal contaron con Elize Ryd de Amaranthe, que apareció vestida con un elegante vestido negro para acabar redondeando una interpretación cargada de sensibilidad y feeling.

Pero no fue esta la única colaboración que la vocalista sueca hizo con el cuarteto finlandés, ya que también se hizo cargo  de las líneas vocales del tema que grabó  Adam Gontier en su álbum “Worlds Collide”, “I Don’t Care”, mientras  que a través de la gigantesca pantalla podíamos ver imágenes de la inmensidad del universo. Tras despedir con una rotunda ovación a Elize, el cuarteto volvería a quedarse solo en escena, pero no abandonaron el material de su sexta entrega publicada en 2007, ya que acto seguido le llegó el turno a “Grace”, que nos dejaba con un excelente trabajo de Mikko Sirén tras los tambores mientras sus compañeros intercambiaban sus posiciones para que los ánimos entre las primeras filas no decayeran.

Era el momento que muchos estaban esperando, y por fin había llegado. Si durante lo que llevamos de show muchos se habían dedicado a seguir con curiosidad lo que sucedida sobre el escenario fue en este tramo final cuando el Sant Jordi Club se convirtió en una auténtica fiesta. Y es que cuando la gente reconoció el característico inicio de “Seek & Destroy” la decoración del auditorio cambió por completo, con el personal saltando y cantando cuando llegó el momento de atacar sus estrofas y estribillos. Aunque quizás no recibió una acogida tan eufórica como su predecesora, lo cierto es que su adaptación del “Hall Of The Mountain King” de Edvard Grieg también gozó de una buena  acogida.

Pero sin duda el momento álgido de la descarga de los finlandeses llegó en el tramo final  con el guiño al “Thunderstruck” de Ac Dc, que desató la euforia del personal para acabar dejando paso a un emotivo “Nothing Else Matters”, que nuevamente ponía a todo el público a cantar para poner un brillante broche a una notable actuación. Sin duda los finlandeses supieron aprovechar su tiempo para ganarse el favor de los que todavía no habían tenido ocasión de verles en directo. Además el cuarteto ya ha confirmado tres fechas en nuestro país junto a Epica para el próximo mes Noviembre. Así que los que se quedaron con ganas de más tendrán oportunidad de resarcirse este próximo otoño.


Aunque a lo largo de la tarde, -mientras se sucedían  las descargas de Amaranthe y Apocalyptica-, ya pudimos ver que el amplio escenario del Sant Jordi Club se iba a convertir en una trinchera, -con barricadas, piletas, alambradas de espino, etc...-, durante  la descarga de Sabaton, un inmenso telón de fondo con el nombre de la banda y la inscripción de “The Great Tour” se encargó de ocultar el escenario de miradas indiscretas mientras los “pipas” se apresuraban en dar los últimos retoques al vistoso montaje que presentó el combo de Falun. No era esta la primera vez que el escuadrón que capitanean el vocalista Joakim Brodén y su lugarteniente el bajista Pär Sundström tomaba este recinto. Así que los que  tuvimos ocasión de verles en su anterior visita sabíamos que íbamos a presenciar un gran espectáculo. Pero lo que no nadie podía imaginar era que su puesta en escena de esta noche, -en la que hubo ropa de camuflaje, cascos, pies de micro con forma de metralleta, explosiones, pirotecnia, un avión, su habitual tanque, y , sobre todo, mucho fuego-; iba a superar con creces la que pudimos presenciar hace poco más de tres años.

Y es que pese a las mordaces críticas de los más ortodoxos, la carrera de los suecos está siendo ascendente e imparable, tal y como lo demuestran las excelentes críticas que ha cosechado su novena entrega de estudio “The Great War”, que veía la luz a mediados del pasado 2019. Mucho se había hablado en sus anteriores visitas de los farragosos discursos de Joakim, y de que la banda empastaba en directo su sonido con el de los teclados pregrabados haciendo que al final su sonido resultara algo sintético. Pues bien, de cara a esta gira los suecos parecen haber atendido las demandas de los más críticos, ya que esta noche Joakim  estuvo bastante comedido  a la hora de alargarse en los parlamentos. Es más, incluso se hizo eco de la crítica, y bromeó al respecto. En cuanto al tema de los teclados pregrabados, evidentemente sonaron, pero no tan en primer plano como en batallas anteriores, con lo que las guitarras sonaron mucho más fieras y aguerridas. Pero sin duda si hubo un factor que contribuyó a que la victoria de los suecos fuera incontestable fue el arrojo y la entrega de un público que cantó cada himno de combate como si le fuera la vida en ello.

Con absoluta puntualidad las luces del recinto se apagaban mientras a través del P.A. sonaba “In Flanders Fields”, alertando al personal que el desembarco del escuadrón sueco era ya inminente. La respuesta del respetable fue corear ensordecedoramente el nombre de la banda, con lo que mientras la introducción de “Ghost Division” hacía crecer aún más la expectación. La primera salva de explosiones acompañó la caída del telón dejando ante nuestros a una banda que ya estaba posicionada sobre el escenario y dispuesta a atacar de forma expeditiva el primer clásico de la noche “Ghost Division”. La banda se mostró dinámica, ágil y compacta desde los compases iniciales, y quizás lo único que chirrió durante el arranque fue la voz de un Joakim que empezó un tanto renqueante.

Tras haber mostrado su potencial en un inicio arrollador, -rebosante de explosiones-, tocaba pasar revista a las  tropas antes de seguir con nuestra  misión, y para ello que mejor que ponernos todos a botar siguiendo el ritmo marcial de “Great War”, mientras unas altísimas columnas de fuego se encargaban de acompañar los “oes”, que coreaban sus incondicionales con el puño en alto. Pero si alguien pensaba que Sabaton iban a quemar todas sus naves en el arranque no podía estar más equivocado.  Así que tras el speech que precedió a “The Attack Of The Dead Man”, la tripleta de cuerda se agrupó  en la parte central del escenario mientras Joakim se perdía entre bambalinas para regresar ataviado con una larga casaca con dos bombonas en la espalda, una mascarilla, y una metralleta con la que amenazó con gasear a las primeras filas.


Con el respetable absolutamente volcado y acompañando con palmas arrancaba “Seven Pillars Of Wisdom” que fue la elegida para proseguir con el repaso a su última entrega discográfica, aunque  sin contar en esta ocasión con  ningún tipo de apoyo extra-musical fuera de las proyecciones en la gigantesca pantalla trasera. Tras una tensa calma que se rompió con la alocución y las imágenes en el campo de batalla que acompañaron a “Diary Of An Unknown Soldier”, fue la batería de Hannes Van Dahl, -ubicada dentro de una tanqueta en un lateral del escenario-,  la que se encargó de adentrarnos en  “The Lost Battalion”, mientras sus compañeros  nos animaban a acompañar con palmas hasta la llegada de su hímnico estribillo, redondeando así uno de los momentos de la noche, con la pista convertida en un mar de puños que se alzaban orgullosos hacia el escenario.

Acto seguido llegó el momento de una de las sorpresas de la noche, ya que en una de sus charlas Joakim nos presentó a  un avión que contenía unos teclados que fueron tocados por un personaje disfrazado de aviador durante “The Red Baron” antes de que el incombustible frontman nos invitara a cantar una y otra vez su pegadizo estribillo. Con la tripleta de cuerda copando la parte superior del escenario mientras Joakim se paseaba por la primera línea de fuego arrancaba “The Last Stand”, que nos dejaba nuevamente con gran parte del público saltando mientras que el tándem Rörland/ Johansson nos ofrecía un melódico   intercambio guitarrero.

Fue durante los prolegómenos de “82nd All The Way”, cuando Joakim se encargó de recordarnos que la banda había visitado en numerosas ocasiones la Ciudad Condal desde aquella primera incursión abriendo para Edguy y Dragonforce hace ya la friolera de 14 años. Con el escenario teñido de rojo y con las sirenas antiaéreas alertándonos de un inminente ataque había llegado el momento de “Night Witches”, que fue la escogida  para que nuevamente la pirotecnia se encargará de espolear los ánimos de un respetable  que no vaciló a la hora de sumarse a los estribillos mientras Joakim desaparecía del escenario  para retornar a los pocos segundos armado con un mortero que acabó disparando para dar por concluido el tema.

Lo estábamos pasando en grande. Una vez más el escuadrón sueco estaba conquistando al público catalán, pero lo mejor todavía estaba por llegar. Y es que no suele ser habitual que dos bandas al completo unan sus fuerzas sobre el escenario. Pues bien en esta gira europea Apocalyptica y Sabaton lo están haciendo para disfrute de los seguidores de ambas formaciones, y lo cierto es que el resultado final fue sencillamente espectacular, convirtiéndose en  la rúbrica perfecta para un espectáculo sublime. Y es que el cuarteto finlandés se posicionó inicialmente en la parte superior del escenario para acompañar a los suecos a lo largo de “Angels Calling”, haciéndola sonar más épica, grandilocuente y majestuosa. Pero fue durante “Fields Of Verdun”, cuando ambas bandas se fusionaron como si fueran una para copar  la parte frontal del escenario y provocar el éxtasis  de unos seguidores que enloquecieron con la aparición de las columnas de fuego en la parte final del tema.

Pero no, la alianza sueco-finlandesa no se ciñó  únicamente a estas dos composiciones, ya que con la gente completamente entregada, y acompañando con palmas, nos adentramos en los derroteros más melancólicos de “The Price Of A Mile”. Con los chelistas solos en escena, y mientras las columnas de fuego ambientaban el recinto, aparecerían Sabaton  engalanados con sus largas casacas para desplegar toda la épica contenida en “Dominium Maris Baltici”. Evidentemente las banderas suecas no tardaron en hacer acto de presencia entre las primeras filas, y más aún cuando ambas formaciones atacaron “The Lion From The North”. El broche definitivo  para la espectacular colaboración entre ambas formaciones estuvo reservado para una de las imprescindibles en cualquier descarga del combo de Falun,  “Carolus Rex”, que como no podía ser de otra forma fue de las más coreadas, con la gente desgañitándose cada vez que aparecían las altísimas columnas de fuego en la parte frontal del escenario.

Iba a ser muy difícil conseguir mantener en los bises el nivel de intensidad que la banda había conseguido desplegar a lo largo del show. Pero esta claro que a Joakim y sus muchachos les gusta afrontar riesgos y encarar retos difíciles. Simplemente bastaron los compases iniciales de un celebradísimo “Primo Victoria”, para que la locura se apoderará del recinto, dejándonos a una audiencia completamente enloquecida, saltando con el puño en alto mientras no dejaba de cantar. Ese ambiente de hermandad se mantuvo a lo largo de “Bismarck”, con las pantallas mostrándonos imágenes de un mar embravecido.

Con la gente coreando el nombre de la banda Joakim tomaría el micrófono para invitarnos a corear la melodía del que sería el siguiente tema “Swedish Pagans”, que personalmente me sonó menos potente que otras veces, pero que se salvó gracias a la entrega de un público que se convirtió en su auténtico protagonista. Para la despedida definitiva el escuadrón sueco se reservó el que probablemente sea su  tema más festivo y desenfadado “To Hell And Back”, que puso a todo el mundo a bailar en un fin de fiesta  apoteósico, con una estruendosa explosión y una discrecional lluvia de octavillas.

Hace tiempo que Sabaton  vienen postulándose como una de las bandas candidatas a recoger el testigo de los grandes nombres. Quizás su estilo no acabe de convencer a los más puristas, pero lo que nadie puede negar  es que tienen las ideas claras y saben como montar un buen espectáculo en directo.




TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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