Cada generación tiene sus ídolos, cada estilo sus referentes, y cada banda el disco o los discos que les han consolidado, o marcado un punto de inflexión en su carrera. Evidentemente si hablamos de una formación con una trayectoria tan extensa y prolífica como la de Dream Theater seguro que entre sus seguidores habrá opiniones encontradas en torno a cual es su mejor lanzamiento hasta fecha. Pero seguramente si les invitamos a citar su top-3 personal "Metropolis Pt. 2: Scenes From A Memory" estará en el de la gran mayoría. Y es que para muchos esta faraónica obra conceptual, que se publicó en otoño de 1999, significó el cenit de la carrera de los americanos, amén de marcar el debut discográfico en la banda del maestro de las teclas Jordan Rudess, y ser el primer trabajo en el que se encargaron de la producción de forma exclusiva Mike Portnoy y John Petrucci. Siendo este uno de los alicientes de esta nueva gira estaba claro que los seguidores del combo de Long Island en tierras catalanas iban a responder a la llamada de unos héroes que les convocaron en el Sant Jordi Club para revivir dos décadas después la magia de la mencionada obra conceptual, y también para repasar algunos de los mejores momentos de su última entrega discográfica "Distance Over Time", un trabajo en el que la banda ha vuelto a recuperar su vertiente más metalera tras la discreta acogida que obtuvo su anterior "The Astonishing”.
Teniendo en cuenta el programa que nos tenía preparado el quinteto para esta noche de miércoles, no me sorprendió que el recinto acabara registrando una buena entrada, mezclándose entre la audiencia seguidores acérrimos y algunos nostálgicos que acudieron ante el reclamo que representaba escuchar de forma íntegra en directo su obra de 1999. Al igual que ya sucediera en anteriores visitas a la capital catalana, Dream Theater se presentaron solos a la cita, con lo que todos sabíamos que nos iban a deleitar con un show largo, dividido en dos actos separados por un pequeño receso. Durante el primer acto se dedicarían a repasar algunos temas de su última entrega y algún corte de sus últimos lanzamientos. Mientras que el segundo acto estaría reservado para narrar la truculenta y misteriosa muerte de Victoria Page. Como también viene siendo habitual siempre que vienen liderando su propio espectáculo, Dream Theater presentaron un cuidado montaje, con un escenario a dos niveles, comunicados por sendas escalinatas laterales, y una zona central donde se ubicaron el kit de batería de Mike Mangini y los teclados giratorios de Jordan Rudess. Otro detalle a destacar fue el espectacular y efectivo juego de luces que junto con la enorme pantalla trasera, -que proyectó imágenes que guardaban relación con los temas que estaban sonando-, acabaron siendo claves para ambientar y dar intensidad al show. En cuanto al sonido, por lo menos desde mi posición, fue bastante bueno. Aunque a la salida pude escuchar varios comentarios de gente que se quejaba de que la caja de Mangini y la guitarra de Petrucci sonaron algo saturadas en algunos pasajes del show. Pero, en líneas generales, creo que todo el mundo salió más o menos satisfecho en ese aspecto.
Con exquisita puntualidad se apagaban las luces del recinto provocando que el personal dejara a un lado sus charlas para centrar su atención en lo que estaba a punto de suceder sobre el escenario. Precedidos de una grandilocuente introducción, la proyección de unas imágenes de corte futurista, y acompañados de un reverencial silencio que únicamente se vio truncado por algún ocasional silbido, la formación americana tomaba posesión del escenario mientras el nombre de la banda se apoderaba de la inmensa pantalla trasera. Dieron el pistoletazo de salida de forma rotunda, con el escenario bañado en tonalidades azules siendo James LaBrie el último en aparecer para, tras dedicarnos una ostentosa reverencia, aferrarse a su pie micro, -con la mano y la calavera que sirve como portada para su último lanzamiento-, y empezar a pasearse por el escenario mientras atacaba la inicial “Untethered Angel”, empezando así a solventar una de las grandes incógnitas de la velada, su estado vocal. Y es que ese ha sido el gran hándicap de los últimos tours de los neoyorquinos. Pues bien, esta noche LaBrie empezó algo frío, le costó entrar en el show, pero al final creo que estuvo a un buen nivel. Quizás su registro ya no tiene los mismos matices que antaño, pero lo cierto es que su voz sonó lo suficientemente potente como para colmar las expectativas de sus incondicionales, pese a que se mostró algo reservón durante la primera mitad del show para acabar dando el “do de pecho” durante el exigente tramo final.
Habiendo dado por inaugurada la velada de forma fulgurante, el escenario se quedó sumido en la penumbra mientras la tormenta hacia acto de presencia a través de la pantalla para darnos la bienvenida al inquietante tema que abría su "Black Clouds & Silver Linings", “A Nightmare To Remember”, que nos dejaba con un espectacular juego de luces y la primera gran demostración de un Mike Mangini que, tras casi una década tras los parches del combo americano, parece que por fin está consiguiendo el reconocimiento de aquellos que se mostraron reacios a su incorporación tras la salida de Portnoy. Tampoco se quedó atrás el trepanador riff de un Petrucci que se mostró imperial durante todo el show, convirtiéndose en auténtico protagonista al alternar momentos de rotunda densidad melódica, velocidad y, como no, virtuosismo en unos desarrollos plagados elegancia, técnica y buen gusto.
Tras recibir una cerrada ovación el frontman canadiense se dirigió por primera vez al respetable para espetarnos un rotundo "¡Hola Barcelona!". Acto seguido nos comentó su gusto por nuestros vinos, nuestra gastronomía y nuestro clima. Fue en este preciso instante cuando LaBrie desveló en que iba a consistir el espectáculo de esta noche. Así que tras los saludos y después de comunicarnos el menú de la velada era un buen momento para volver a incidir sobre el material de "Distance Over Time", dando buena cuenta de un "Paralyzed", que nos dejaba con otro gran despliegue luminotécnico antes de que Jordan Rudess inclinara 45 grados sus teclados para protagonizar uno de sus trepidantes duelos con Petrucci. Aunque siempre suele ser el que pasa más desapercibido, el menos espectacular visualmente en escena, lo cierto es que la labor de John Myung resulta siempre impecable, dando el plus de solidez necesario tanto para que en temas de ambientación más relajada y elegante como "Barstool Warrior", la banda no pierda esa garra e intensidad que le caracteriza; como para formar junto Mangini esa devastadora base rítmica que servirá como colchón para los alardes de sus compañeros en temas como el laberíntico "In The Presence Of Enemies, Part I".
La pieza elegida para dar carpetazo a este primer acto fue una alargada versión de "Pale Blue Dot", que arrancaba con duelo entre Petrucci y Mangini para adentrarnos de lleno en uno de los cortes más enérgicos y potentes de su último redondo mientras en la pantalla se sucedían imágenes de la carrera espacial.
Una vez concluido este primer acto las luces se encendieron y durante el cuarto de hora de intermedio pudimos escuchar un poco de charlestón. Una elección un tanto atípica para amenizar la espera, pero no extraña si tenemos en cuenta que la historia que vendría a continuación se desarrolla en parte durante los años finales de la década de los veinte del pasado siglo.
De cara a este segundo acto no hubo cambios en lo que a la escenografía se refiere. El único cambio fue el del pie de micro de LaBrie. Pocas veces una introducción resultó tan idónea y acertada como "Regression". De modo que mientras escuchábamos el tic tac del reloj y la cálida voz del hipnotizador nos preparábamos para dejarnos imbuir por lo que estábamos a punto de presenciar.
La guitarra acústica de Petrucci y LaBrie sentado en la escalinata nos abrieron las puertas para invitarnos a transitar a través de los sofisticados desarrollos de la instrumental "Overture 1928", con nuevamente Rudess y Petrucci dándose la alternativa para hacer las delicias del respetable.
No tardaría en regresar el frontman canadiense para liderar a sus compañeros a lo largo de "Strange Déjà-Vu", que con sus vibrantes increscendos lograba que a más de uno se nos pusiera la piel de gallina.
Sólo ante el auditorio, únicamente acompañado por las notas de los teclados de Jordan Rudess, así fue como LaBrie brilló intensamente en el arranque de "Through My Words", para acabar fundiéndose con la desgarradora "Fatal Tragedy", que nos dejaba al fornido guitarrista reivindicándose como líder e indiscutible motor de la banda al hacer que gran parte de las miradas recayeran sobre él cuando tomó una de las escalinatas para marcarse un espectacular solo desde la parte superior del escenario. No tardaría en recoger el testigo un Jordan Rudess que terminó abandonando su posición para empuñar un keytar y pasearse por el escenario.Pero que nadie piense que la banda iba a dejar que su faceta metalera quedara diluida dentro de la historia conceptual que marca el álbum, ya que también hubo momentos para mover la cabeza y abandonarse al headbanging, tal y como sucedió durante los compases iniciales de "Beyond This Life”, que nos dejaba a una banda completamente desatada y a una audiencia que rugía intensamente hasta que LaBrie irrumpió en escena para poner un punto de cordura antes de que la banda se lanzará a brindarnos un apoteósico final. Después de semejante derroche de intensidad y poderío tocaba calmar los ánimos del personal, y para ello LaBrie tomaría asiento en un taburete para embelesarnos a todos con una emocionante interpretación de "Through Her Eyes", que dejaba el recinto inundado de móviles que querían inmortalizar el momento.
Fue en este punto cuando por primera y única vez a lo largo de este segundo acto el vocalista se dirigió al respetable para comentarnos que hacía dos décadas que habían grabado el álbum, y que este fue precisamente el álbum que marcó el debut de Jordan Rudess. Precisamente sería el teclista de larga perilla el que se encargó de adentrarnos dentro de las exóticas sonoridades, con influencias orientales, de la fantástica "Home", que para un servidor acabó convirtiéndose en uno de los momentos culminantes del show, con nuevamente un Petrucci absolutamente desatado, combinando cortantes y poderosos riffs con excelsos ejercicios de virtuosismo. Pero sin duda si hay una pieza es este "Metropolis, Pt. 2: Scenes From A Memory" que da la auténtica medida como instrumentistas de los miembros del combo americano esa es “The Dance Of Eternity", todo un tratado de como se pueden incluir en una misma composición estilos de lo más dispares y heterogéneos sin que el resultado final acabe sonando como una locura sin sentido.
La vuelta a derroteros más relajados e intimistas llegaría con las notas de piano que sirvieron para dar el pistoletazo de salida para "One Last Time", con Petrucci sumándose junto a todos los presentes a la hora de corear su estribillo para redondear un majestuoso ejercicio de elegancia y sensibilidad. Pero las emociones seguirían fluyendo, y es que todos sabíamos que había llegado otro de los que estaba llamado a convertirse en uno de los momentos de la noche "The Spirit Carries On", que nos dejaba una notable interpretación de LaBrie y la enésima exhibición de un Petrucci que volvió a tomar la parte superior del escenario. Como no podía ser de otra forma, para acompañar el tramo final, LaBrie pidió que el personal agitara los brazos firmando así un final que nos volvió a poner los pelos de punta.
Nuestro intenso y vibrante viaje estaba a punto de concluir. Pero antes de que el quinteto se despidiera definitivamente todos sabíamos que aún nos quedaba degustar ese apasionante capítulo final que lleva por título "Finally Free", que nos brindaba la oportunidad de cantar nuevamente junto al vocalista en ese inicio acústico para posteriormente acabar sucumbiendo ante su fulgurante catarsis épica, con Mangini aporreando su kit mientras el personal no dejaba de agitar frenéticamente la cabeza. Pero no, el espectáculo todavía no había concluido, ya que tras un breve parón LaBrie regresó a escena, -portando el pie de micro que había llevado durante la primera mitad del show-, para rematar definitivamente la velada con otra de sus nuevas composiciones "At Wit's End" tras la que se despidieron dándose un baño de masas y agasajados por los eufóricos cánticos de unos seguidores que se mostraron plenamente satisfechos con el espectáculo que acababan de presenciar.
Fue una gran noche, una noche épica, memorable, de reencuentros..., en la que Dream Theater presentaron algunas de sus nuevas composiciones y nos invitaron a vivir en directo el apasionante "Metropolis, Pt.2: Scenes From A Memory", logrando reconciliarse con algunos de los seguidores que no quedaron contentos con su irregular descarga en la pasada edición del Rock Fest Barcelona. En cualquier caso, esta noche la banda brilló intensamente y convenció a su paso por la Ciudad Condal. Así que ahora estamos ya todos impacientes por saber que será lo que nos propondrán en su próxima visita... Se admiten apuestas.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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