La relación de un servidor con la trayectoria y la producción discográfica de Korn fue siempre algo discontinúa. Pioneros indiscutibles de la escena del nu-metal, la edición de su debut homónimo en 1994 supuso una auténtica revolución dentro de una industria americana que veía como tras la irrupción del grunge lentamente se iba difuminando la hegemonía que hasta poco antes habían ostentado las bandas de hard rock y heavy metal. Su consolidación definitiva llegaría con sus siguientes obras, “Life Is Peachy” y “Follow The Leader” e “Issues”, exprimiendo al máximo muchos de los elementos novedosos que incluía su ópera prima para sonar cada vez más personales. Fue a principios de milenio cuando las huestes que lidera Jonathan Davis se adentraron en terrenos más experimentales para después, al comienzo de la presente década, volver a recuperar su primigenia esencia coincidiendo con el regreso a su line-up del guitarrista Brian “Head” Welch en 2012.
A lo largo de su longeva andadura la propuesta de los americanos, y en especial las letras de Jonathan Davis, han estado siempre impregnadas de desesperación, angustia y dolor. Así que tras vivir la traumática e inesperada muerte de su esposa, Deven, el pasado 2018, el carismático frontman quiso plasmar su estado de ánimo y muchos de sus sentimientos en los textos de sus nuevas composiciones. Hablando en concreto de cómo suena esta decimotercera entrega de los californianos, lo cierto es que posee una dualidad aplastante. Con esto quiero decir que las partes más roqueras, suenan demoledoras, intensas y potentes, comandadas por el amenazante e omnipresente bajo del incombustible Fieldy. Mientras que, por otro lado, nos topamos con su vertiente más experimental, en la que no faltarán arreglos electrónicos, pasajes rapeados, o desarrollos ambientales, todo ello coordinado bajo la batuta del productor Nick Raskulinecz que ha realizado un fantástico trabajo tras los controles.
Aunque la mezcla con otros estilos ha sido una constante a lo largo de su carrera, Korn parecen querer dejar claro desde el mismo arranque que hay un montón de elementos que siempre les han acompañado y a los que no pretenden renunciar a estas alturas de la película. De modo que aprovecharán la inicial y escueta “The End Begins” para incluir algunas de las señas de identidad que han marcado algunos de sus trabajos y han forjado a su personalidad como banda, de modo que no faltarán las gaitas, unas desgarradoras líneas de bajo marcando el ritmo y, como no, los desconsolados llantos de Jonathan Davis. Tras esta primera toma de contacto no tardará en llegar el primer gran trallazo de manos de “Cold”, marcado por un titánico y aniquilador riff que explotará sobre una base rítmica machacona que irá subiendo de revoluciones con la llegada de un estribillo que salpicado con el sonido de los sintetizadores acabará volándote la cabeza, completando así un corte que hará botar al personal intensamente en sus conciertos.
“You’ ll Never Find Me”, será la primera sucesión de rotundos cambios de ritmo y matices que nos propondrán los americanos, tanto ambiental como estilísticamente, ya que se sucederán desarrollos densos y pesadumbrosos con andanadas de rabia incontrolada que te harán quemar toda la mala leche acumulada. Siguiendo una línea similar aunque con una orientación. más directa y rotunda, gracias al protagonismo de las guitarras de Munky y Head, suena “The Darkness Is Revealing”, en la que también han querido incluir algunas pinceladas que nos retrotraen al material que facturaron en su primer lanzamiento del presente milenio “Untouchables”.
Como buenos maestros de las ambientaciones lúgubres y tenebrosas la banda no se cortará a la hora de arrastrarnos por el fango sonoro a lo largo de la inquietante “Idiosyncrasy” que se abre con un lacerante riff, -que recuerda a los Slayer de mitades de los noventa, pero a mitad de velocidad-, que se irá repitiendo cíclicamente como preámbulo antes de abocarnos sobre los desarrollos más ambientales del corte. La desesperación, la angustia y la agonía continuarán in-crescendo durante el tortuoso “The Seduction Of Indulgence”, con Davis repitiendo sus versos como si fueran un soporífero mantra sobre una base percusiva constante y repetitiva.
Si a largo de los primeros temas del álbum Korn parecen decididos a mostrar su faceta más netamente roquera, será durante “Finally Free” cuando saquen a relucir su vertiente más ecléctica, dando buena cuenta de un corte que suena bastante más accesible que cualquiera de sus predecesores, concentrando el foco principal sobre la efectividad de unos pegadizos estribillos, y sobre una base altamente funkera durante las estrofas que les preceden. Tampoco que han querido dejar olvidada esa vertiente más experimental, aunque en esta ocasión aderezada por los rotundos guitarrazos que atronaran a lo largo de “Can You Hear Me”, que prosigue con esa orientación más aperturista que la hace apta para todos los públicos, inyectando en esta ocasión algunas pinceladas góticas.
El cambio de registro no tardará en hacerse efectivo al proponernos la orientación más rotunda y pesada durante los compases iniciales de “The Ringmaster” que arranca con el amenazante bajo de Fieldy machacándonos inmisericordemente antes de incluir algunos giros propios del rap, para que posteriormente las guitarras se encarguen de poner la “pimienta” necesaria para acabar completando el que probablemente sea el tema más completo y variado de todo el álbum, y por consiguiente uno de los que mejor puede resumir como suenan los actuales Korn.
Curiosamente los californianos han optado por reservarse para la segunda mitad de este “The Nothing” algunas de las piezas que seguro más gustarán a sus fans más veteranos. Y si no me crees pégale una buena escucha al delicioso “Gravity Of Discomfort”, que guarda su esencia primigenia, ya que perfectamente podría haber sido incluido en cualquiera de sus tres primeras entregas. Aunque sin duda uno de los temas que más llama la atención es el epiléptico “H@rd3r”, que arranca de forma sosegada para ir creciendo en potencia e intensidad hasta desembocar en un estribillo marca de la casa, de esos que puedes imaginarte en directo con Davis desgarrando sus cuerdas vocales mientras se agita convulsivamente y sus tirabuzones se mueven en todas direcciones.
La conjunción perfecta entre elementos electrónicos y abrasivos guitarrazos llegará con la rugosidad instrumental que nos propone “This Loss”, otro tema inclasificable que solo puede ser definido con la etiqueta Korn. Mientras que el final estará reservado, tal y como suele ser habitual, para una pieza que rezuma dolor, inquietud y desconsuelo, y que en esta ocasión han bautizado como “Surrender To Failure”.
Puede parecer que fue ayer, pero lo cierto es que el pasado 2019 se cumplió el 25 aniversario del debut de Korn, lo que convierte al combo californiano en una banda clásica, y en un referente obligado para muchos de los fans que forjaron sus gustos en la segunda mitad de la década de los noventa, especialmente en Estados Unidos e Inglaterra. En cualquier caso, amados y odiados a partes iguales, Korn prosiguen su andadura con paso firme, y sinceramente pienso que este “The Nothing” está a la altura de la trayectoria y el legado de una banda única e irrepetible, que supo , junto a un grupo de visionarios, romper barreras para explorar nuevos horizontes dentro del metal.
DISCOGRAFICA:
Lista de Temas
01. The End Begins
02. Cold
03. You’ll Never Find Me
04. The Darkness Is Revealing
05. Idiosyncrasy
06. The Seduction of Indulgence
07. Finally Free
08. Can You Hear Me
09. The Ringmaster
10. Gravity of Discomfort
11. H@rd3r
12. This Loss
13. Surrender to Failure
02. Cold
03. You’ll Never Find Me
04. The Darkness Is Revealing
05. Idiosyncrasy
06. The Seduction of Indulgence
07. Finally Free
08. Can You Hear Me
09. The Ringmaster
10. Gravity of Discomfort
11. H@rd3r
12. This Loss
13. Surrender to Failure
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