domingo, 23 de agosto de 2020

MOONSPELL-LARGO DA SÉ-FARO-PT-20-AGO-2020


En el futuro todos recordaremos este 2020 como el año de la pandemia que cambió nuestras vidas, y su verano como el  que truncó muchos de nuestros proyectos. Si hablamos de música lo cierto es que el maldito COVID-19 ha trastocado los planes de fans, promotores, y, por supuesto, de las bandas que han visto cómo su actividad en directo quedaba prácticamente paralizada. Pese a ello, y ciñéndose a una serie de estrictos protocolos, se han seguido realizando conciertos. Un servido ya pudo asistir hace un par de semanas a la descarga de Angelus Apatrida en la Ciudad Condal, así que ahora tocaba recorrerse toda la península ibérica para  comprobar como nuestros vecinos lusos afrontaban el reto de ofrecer música en directo en plena crisis sanitaria.

Los protagonistas de la velada  eran Moonspell, una de los formaciones más emblemáticas e internacionales de Portugal, quienes dentro del ciclo de conciertos “Festival F Noites F” se presentaron a los pies de la Catedral de Faro para llevar a cabo, según nos comentó el propio Fernando Ribeiro uno de los tres objetivos que la banda se había marcado  para lo que queda de  este 2020: tocar en directo. En cuanto a los otros dos, el carismático frontman nos desveló  que eran realizar un concierto en streaming para todos sus seguidores,  y presentar nuevo material. Aunque no concretó  si se refería a un par de nuevas composiciones,  o a un álbum completo.


Sea como fuere, los incondicionales de Moonspell respondieron al aullido de  los lobos de Brandoa, y aunque el aforo del lugar no legó a  completarse  lo cierto es que registró un aspecto de lo más concurrido y animado. En cuanto a la disposición del público todo el auditorio debía estar sentado en lugares asignados. Pero no era esta la única premisa de seguridad, ya que a la entrada del recinto los bomberos locales se encargaban de tomar la temperatura a todos los que accedíamos al recinto. Después unas señoritas se encargaban de tomarnos los datos personales y de contacto. Por último,  un miembro de la organización acompañaba a los asistentes hasta sus localidades. Igual de estricto era el procedimiento a la hora de realizar consumiciones o comprar merchandising, ya que debía realizarse a través del móvil  una vez escaneado un código QR que había dispuesto en cada una de las sillas. Sin duda todas estas restricciones y medidas  de seguridad pueden parecer excesivas, pero ahora mismo creo que son necesarias e imprescindibles para poder asistir a un espectáculo con plenas garantías. 


Pero dejemos a un lado todas esta cuestiones para centrarnos en el aspecto estrictamente musical, la descarga de Moonspell. Hacía tiempo, desde finales del pasado año, que Fernando Ribeiro y sus muchachos no pisaban un escenario. Así que tras la reciente reedición de lo que fue su cuarto largo “The Butterfly Effect”, la banda estaba ansiosa de reencontrarse con sus seguidores y presentar en sociedad a su nuevo batería  Hugo Ribeiro. Viendo los ensayos  que la banda había compartido a través de sus redes sociales podíamos presagiar que el material de su obra de 1999 iba a tener  un peso importante en el  repertorio de esta noche.


Con algo de retraso sobre el horario inicialmente previsto, y con el viento soplando con fuerza en la plaza de la Catedral, Moonspell aparecieron  sobre el escenario  de forma sobria, dejando aparcada la teatralidad a la que nos tienen acostumbrados, para dar el pistoletazo de salida con la envolvente intensidad melódica de “Domina”. Tras recibir el caluroso recibimiento de su público la banda cambió radicalmente de registro para atacar una de las piezas que se ha convertido en imprescindible en sus últimas giras “Em Nome Do Medo”, que en su versión más cruda y descarnada, -la que incluyeron en “Alpha Noir”-, era la escogida  para que Fernando levantara por primera vez los brazos y buscara  la complicidad de unos fans que, pese a estar sentados, respondieron enfervorizados a las demandas de apoyo del vocalista.


Habiendo entrado en calor, y con la banda mostrándose tan sólida y compacta como nos tiene acostumbrados, era un buen momento para centro nuestro objetivo sobre la inquietante “In Tremor Dei”. En repetidas ocasiones a lo largo del  show el vocalista agradeció a todos los presentes el apoyo y el civismo, recordándonos que para poder estar todos juntos nuevamente frente al escenario ahora tocaba estar sentados disfrutando de su música. Una primera mirada al material que facturaron durante la década de los noventa sirvió como excusa para que volviéramos a deleitarnos con dos himnos clásicos como son   “Opium” y “Awake!”, ambos pertenecientes a su “Irreligious”


Evidentemente, y teniendo en cuenta el amplio y variado catálogo de los portugueses, cada cual tendrá sus propias preferencias, pero he de reconocer que uno de los temas que más disfruté fue “Breathe (Until We Are No More)”, que combinó a la perfección la  guitarra de  Ricardo Amorim,- quien se mostró excelso y elegante a lo largo de todo el show-, y los envolventes teclados de Pedro Paixâo. Como comenté anteriormente el material de “The Butterfle Effect” iba a tener un papel destacado esta noche. Así que la encargada de abrir el capítulo dedicado a su cuarta entrega  fue “Soulsick”, que nos dejaba al bajo de Aires Pereira marcando implacablemente el ritmo mientras Fernando iba variando de registro a su antojo antes de flanquearnos el paso hacia las tesituras industriales de “Butterfly FX”.


Para completar  la trilogía escogida para representar el que probablemente sea el trabajo  más heterogéneo y experimental de su longeva trayectoria la banda se decantó por la intimista y  melancólica  “Can´t Bee”. Acto seguido Fernando nos presentó al nuevo percusionista de la banda para posteriormente  hacer subir la intensidad del show con el delicioso “Scorpion Flower”, que resultó el preámbulo perfecto para “Everything Invaded” y  esa exhibición de rock gótico que lleva por título “The Future Is Dark”,  que a la postre fue la que sirvió para poner el punto y seguido a su presentación.


Estaba claro que Moonspell nos habían sorprendido con un repertorio completamente diferente al de su último tour, y sin duda eso es algo que sus seguidores apreciamos, ya que los portugueses han demostrado a lo largo de su carrera que saben transitar por diferentes estilos musicales. Pero, evidentemente, para el final el quinteto se reservó algunas de sus piezas más potentes y emblemáticas. Y es que fue a lo largo de los bises cuando Moonspell nos invitaron a viajar al pasado  para hacer explotar al público con el trepidante “Wolfshade (A Werewolf Masquerade)”, un celebradísimo y coreadísimo  “Alma Mater”, y, como no, un apabullante “Full Moon Madness”, que ponía a aullar a todos los presentes antes de que Fernando tomará las baquetas para sumarse a la percusión en su demoledora recta final.



Debido a la perseverancia  de un auditorio que demandó insistentemente que la banda no abandonará el escenario, los músicos  se vieron obligados a empuñar nuevamente sus instrumentos para rematar por todo lo alto  la velada con otra de las imprescindibles para cualquiera de sus incondicionales de la primera época, “Mephisto”. Fue una noche especial, tanto por el entorno, como por las circunstancias, como por el repertorio escogido, pero lo cierto es que Moonspell supieron cómo llenar de magia la noche de Faro.

A modo de epílogo me gustaría recalcar que si la entrada al recinto fue ordenada, la salida se llevó a cabo de la misma forma, ya que fue desalojado fila a fila hasta quedar completamente vacío.




TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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