Sin duda la presente gira del combo noruego bautizada como “From The Beginning-20th Anniversary Tour”, resultaba la oportunidad idónea para hacer convivir a viejos y nuevos adeptos proponiéndonos un viaje retrospectivo a toda su trayectoria como banda, invitándonos a disfrutar de un par de cortes de cada una de sus entregas con el aliciente de que este recorrido se haría de forma cronológica, lo que nos permitiría apreciar como ha ido evolucionando su propuesta a lo largo de estas dos décadas de andadura. El enclave escogido para este atractivo “viaje” musical fue la Sala Apolo de la capital catalana. Además para acentuar aún si cabe la relación con el pasado de la banda los encargados de abrir la velada fueron Aiming For Enrike, formación en la que milita el batería Tobias Ørnes Andersen , que fue miembro de Leprous entre 2007 y 2014. Mientras que los encargados de amenizar los momentos previos a la salida de los indiscutibles protagonistas de la velada fueron los finlandeses Wheel.
Siempre resulta una satisfacción, -dejando a un lado los tipos de polémica a los que me refería anteriormente-, ver como una banda que uno ha seguido ha pasado de tocar en la intimidad de la sala pequeña del Razzmatazz a llenar prácticamente hasta arriba la Sala Apolo. Sin duda ese crecimiento exponencial es fruto del duro trabajo, la dedicación, y significa también el triunfo del talento de unos músicos que no han parado de crecer, experimentar y, en definitiva, romper barreras con cada uno de su lanzamientos. Sea como fuera, a primera hora de la tarde el aspecto en el local todavía distaba mucho de lo que acabaría siendo cuando Leprous tomaron el escenario. Así que cuando aparecieron en escena Aiming For Enrike poco más de dos centenares de seguidores habían accedido al recinto.
Seguramente no fuera la propuesta que cualquier amante del rock hubiera escogido para abrir la velada, pero lo cierto es que los ritmos de batería que imprimía Tobias desde su escueto kit junto a las etéreas melodías de guitarra y varios elementos pre-grabados sirvieron para hacernos pasar un buen rato mientras daban forma a temas como “Christmas Eve” o “Flat Beats”.
Con la gente escalonadamente accediendo al local el ambiente se fue caldeando, así que cuando el dúo encaró la recta final de su primera aparición en tierras catalanas dando buena cuenta de “Hard Dance Brainia” y “Moustache” la sala presentaba ya un aspecto bastante animado. En definitiva que Aiming For Enrike nos sorprendieron con una propuesta que estaba más próxima a los parámetros de la música electrónica que al rock.
Con su segundo largo bajo el brazo “Resident Human”, los finlandeses irrumpieron en escena moviéndose con sutileza entre las sombras de un escenario poco iluminado, dejando que poco la melancolía y la fuerza contenidas en piezas como la extensa “Dissapating”, se convirtieran en la mejor carta de presentación para quienes todavía no les conocían, con la sección rítmica sosteniendo el tema mientras su vocalista y guitarrista zurdo James Lancelles se encargada de darle su toque personal a las melodías.
Pese a que su escueto repertorio estuvo básicamente centrado en las composiciones de su último largo Wheel tampoco quisieron dejar de lado algún recuerdo al material de su ópera prima “Moving Backwards”, con lo que no faltaron las pinceladas más cercanas a tesituras netamente progresivas en temas como “Vultures”. El retorno sobre sus nuevas composiciones llegaría de manos de ese opus melódico y ambiental que lleva por título “Hyperion”, que combina a la perfección sensibilidad, potencia e intensidad.
Las atmósferas densas y opresivas, las contundentes melodías, y la sofisticación de sus estructuras acabaron propiciando que el personal se dejara engatusar por las hipnóticas ambientaciones de “Movement”, que con el escenario teñido de rojo se convirtió en uno de los puntos culminantes de su presentación. Como no podía ser de otra forma la despedida definitiva llegaría con “Wheel”, tras la que el cuarteto finlandes se marchó del escenario dejando unas buenas sensaciones entre los presentes, y con los músicos satisfechos por haberse quitado el mal sabor de boca que les dejó su anterior visita a tierras catalanas.
Desde sus inicios las presentaciones de Leprous han sido algo más que únicamente una experiencia musical, ya que en sus montajes han sido recurrentes la utilización de proyecciones, luces leds, imágenes, efectos lumínicos..., así que todos esos elementos no podían faltar en una gira que resume sus dos primeras décadas de andadura. Tampoco es que el montaje que presentaron Einar y sus muchachos fuera excesivamente ambicioso, pero si que sin perder ese aura minimalista y misteriosa, incluyó todos esos elementos ratificando que han cuidado hasta el más mínimo detalle de cara a este periplo conmemorativo.
Otro detalle que llamó la atención fue la disposición de dos kits de batería, situados uno a cada lado del escenario, y es que Tobias Ørnes Andersen se unió a sus ex-compañeros en más de un tema propiciando que la rotundidad de su sonido fuera aún mayor. Pero no fue el percusionista el único músico invitado, ya que en algunos temas, especialmente en los de sus últimas entregas, se sumó también un trompetista:Pedro. Eso sí, donde no hubo sorpresas fue en el vestuario con el que salieron a escena Leprous, como siempre elegantemente vestidos. En cuanto al resto de la disposición escénica una vez más los teclados de Einar estuvieron presidiendo la parte central y en primera línea para dejar que el resto de sus compañeros se movieran a sus anchas por el escenario.
Todo, absolutamente todo, a lo largo del show estuvo medido al milímetro. El sonido fue prácticamente perfecto, tanto a nivel instrumental como vocal, y esa perfección hizo que en algunos momentos el concierto tuviera un punto de buscada frialdad, aunque con ello no quiero decir que los músicos no se movieran intensamente por el escenario, ni mucho menos, sino que todo parecía estar estratégicamente estudiado para buscar la reacción de un público que por momentos parecía hipnotizado y se dejaba llevar por el torrente progresivo, -a dos baterías y con el refuerzo de la trompeta de Pedro-, que significó “Passing”, el corte que abría el que para muchos de sus seguidores es su mejor obra hasta la fecha “Tall Poppy Syndrome”, que nos dejaba con la estampa de la banda alternando la sutileza de sus melodías con esos rotundos arreones que les conectaban a sus “aventuras” previas a Leprous. La nostalgia para satisfacción de los más veteranos siguió marcando estos primeros compases del show dando buena cuenta de los brutales cambios de ambientación y los tempos asincopados que protagonizaron “Dare”, con Einar encaramándose sobre una de las pequeñas plataformas que habían repartidas en escena para elevar el brazo y buscar la complicidad del personal a la vez que las proyecciones se encargaban de presentarnos una sucesión de imágenes de corte psicodélico.
Nuestro viaje por la trayectoria del combo noruego prosiguió con una invitación a echar la vista atrás una década, centrando nuestro objetivo sobre otra de sus obras imprescindibles “Bilateral”, del que desgranaron la monumental “Forced Entry”, que propició que la sala se viniera literalmente abajo en un ejercicio de virtuosismo y vanguardia musical absolutamente indiscutible para posteriormente adentrarnos de lleno en el increscendo percusivo de “Painfull Detour”, contando con el refuerzo nuevamente deTobias Ørnes Andersen para dar una mayor profundidad a su sonido y deleitarnos con la precisión y coordinación de ambos baterías.
Fue a partir de este punto cuando Leprous empezaron a “picotear” sobre el material que les ha otorgado el estatus del que disfrutan actualmente. Quizás no sea este su material más potente y representativo, pero si es el que les ha abierto las puertas de un público más heterodoxo y mayoritario ayudándoles a salir de los círculos netamente metaleros, y eso se notó en la respuesta de un público que se rindió sin ofrecer resistencia a piezas como “Foe”, - con un Einar absolutamente desatado y convertido ya en el protagonista absoluto dando buena cuenta de sus características líneas vocales, y la atmosférica e introspectiva “The Valley”, que fueron las elegidas para representar su álbum de 2013 “Coal”.
Poco a poco y de forma inexorable Leprous se iban acercando al presente, así que siguiendo cronológicamente con el repaso a su carrera tocaba hacer escala en su obra de 2017 “Malina”, un álbum que quizás muchos sitúan como la frontera definitiva entre su etapa primeriza y la actual, y en la que, en cualquier caso, ya podemos apreciar su plena madurez compositiva, y eso se notó en las atmósferas más intimistas que desplegaron a lo largo de la camaleónica “Bonneville”. Sin embargo las guitarras no tardarían en volver a arropar a la voz de Einar para ponernos los pelos de punta durante “From The Flame”, que con el escenario teñido en tonalidades purpuras se acabaría convirtiendo en uno de los puntos culminantes de esta segunda mitad del show.
La vertiente más majestuosa del combo noruego quedaría plasmada a lo largo de “Below”, que con menos distorsión y con mucha más carga de elementos de vanguardia sonora hacía las delicias de sus fans menos metaleros. Transitando por esos derroteros más intimistas e introspectivos, en los que la banda y especialmente Einar parecen encontrarse como pez en el agua, la descarga prosiguió con “Distant Bells”, con todo el personal en respetuoso silencio mientras la banda nos invitaba a navegar por su cauce de emociones y sensaciones.
Para cerrar este viaje retrospectivo a toda su producción discográfica tocaba hacer escala en su más reciente “Aphelion”, siendo las escogidas para representarlo “Out Of Here” y la pieza que cierra el plástico “Nighttime Disguise”, que nos condujo hacia un apocalíptico final con los músicos y sus seguidores alcanzando el éxtasis en un cierre apoteósico. No podían marcharse así. Sus seguidores les pedían más. De modo que Einar y sus muchachos no tardarían mucho en volver a posicionarse sobre las tablas para rematar definitivamente la velada ofreciéndonos un nuevo guiño a su “Pitfalls” con “The Sky Is Red”.
Al final del show ovación de gala para una banda que se dio un auténtico baño de masas en su retorno a la Ciudad Condal. Fue una noche de nostalgia y vanguardia musical, y que además, debido a la elección del repertorio, nos dio la oportunidad de comprobar como ha ido evolucionando y moldeándose el sonido de la banda a lo largo de estas dos décadas de andadura. En cualquier caso, y hablando en primera persona, he de reconocer que me encantó la primera mitad del show, con la banda hipnotizando al personal y mostrando esa combinación de crudeza y sutileza que tanto nos gusta a sus seguidores. En cambio, la segunda parte del concierto me pareció muy enfocada hacia el lucimiento de Einar, algo que parece indicar que cada vez Leprous son menos banda y más el proyecto de Mr. Solberg.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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