INICIO

viernes, 24 de diciembre de 2021

LEPROUS+WHEEL+AIMING FOR ENRIKE-APOLO-BCN-10-DIC-2021


Disparidad de opiniones, debate, confrontación de ideas..., y en definitiva polémica es lo que suele conllevar cuando se incluye el termino evolución al referirse a lo que ha sucedido con la propuesta de una formación ya asentada dentro de la escena internacional. Los noruegos Leprous nacieron hace dos décadas y por aquel entonces sus conexiones con la escena extrema resultaban más que evidentes. En cualquier caso, Einar Solberg y sus secuaces no tardaron en convertirse en un manjar no apto para todos los paladares, una gema que aglutinaba diferentes sensibilidades musicales forjando una identidad propia que les sirvió para conquistar a un buen numero de seguidores. Avalados por la calidad de sus trabajos y la fuerza de sus directos la banda fue creciendo progresivamente hasta conseguir llegar a un público más masivo y diversificado, y fue en ese punto cuando comenzaron a ser el blanco de las críticas más airadas pero, curiosamente, también de los elogios más encendidos de los que les iban descubriendo.

Sin duda la presente gira del combo noruego bautizada como “From The Beginning-20th Anniversary Tour”, resultaba la oportunidad idónea para hacer convivir a viejos y nuevos adeptos proponiéndonos un viaje retrospectivo a toda su trayectoria como banda, invitándonos a disfrutar de un par de cortes de cada una de sus entregas con el aliciente de que este recorrido se haría de forma cronológica, lo que nos permitiría apreciar como ha ido evolucionando su propuesta a lo largo de estas dos décadas de andadura. El enclave escogido para este atractivo “viaje” musical fue la Sala Apolo de la capital catalana. Además para acentuar aún si cabe la relación con el pasado de la banda los encargados de abrir la velada fueron Aiming For Enrike, formación en la que milita el batería Tobias Ørnes Andersen , que fue miembro de Leprous entre 2007 y 2014. Mientras que los encargados de amenizar los momentos previos a la salida de los indiscutibles protagonistas de la velada fueron los finlandeses Wheel.

Siempre resulta una satisfacción, -dejando a un lado los tipos de polémica a los que me refería anteriormente-, ver como una banda que uno ha seguido ha pasado de tocar en la intimidad de la sala pequeña del Razzmatazz a llenar prácticamente hasta arriba la Sala Apolo. Sin duda ese crecimiento exponencial es fruto del duro trabajo, la dedicación, y significa también el triunfo del talento de unos músicos que no han parado de crecer, experimentar y, en definitiva, romper barreras con cada uno de su lanzamientos. Sea como fuera, a primera hora de la tarde el aspecto en el local todavía distaba mucho de lo que acabaría siendo cuando Leprous tomaron el escenario. Así que cuando aparecieron en escena Aiming For Enrike poco más de dos centenares de seguidores habían accedido al recinto.


Alejados de las sonoridades guitarreras a las que estamos acostumbrados este dúo oriundo de Oslo, que conforman el ya mencionado Tobias Ørnes Andersen y el guitarrista Følstad Nilsen, nos sorprendió con una propuesta netamente instrumental, heterogénea y muy variada en la que confluyeron elementos del pop, el rock, la música electrónica, la experimentación y el jazz, creando una amalgama sonora que poco a poco fue animando al personal, con lo que a medida que iba avanzando su presentación más de uno nos dimos cuenta de que estábamos meneando el esqueleto como si estuviéramos en una discoteca.

Seguramente no fuera la propuesta que cualquier amante del rock hubiera escogido para abrir la velada, pero lo cierto es que los ritmos de batería que imprimía Tobias desde su escueto kit junto a las etéreas melodías de guitarra y varios elementos pre-grabados sirvieron para hacernos pasar un buen rato mientras daban forma a temas como “Christmas Eve” o “Flat Beats”.

Con la gente escalonadamente accediendo al local el ambiente se fue caldeando, así que cuando el dúo encaró la recta final de su primera aparición en tierras catalanas dando buena cuenta de “Hard Dance Brainia” y “Moustache” la sala presentaba ya un aspecto bastante animado. En definitiva que Aiming For Enrike nos sorprendieron con una propuesta que estaba más próxima a los parámetros de la música electrónica que al rock.


Los encargados de recoger el testigo fueron unos viejos conocidos de los asiduos a conciertos en la Ciudad Condal, ya que los finlandeses Wheel ya estuvieron por aquí en 2019 abriendo para Soen. Si en aquella ocasión el combo de Helsinki no tuvo la suerte de cara, -la calidad del sonido de que disfrutaron en el Salamandra fue bastante deficiente-, en esta ocasión si que pudimos dejarnos imbuir de la magia de su metal progresivo impregnado de esencias “toolianas”.

Con su segundo largo bajo el brazo “Resident Human”, los finlandeses irrumpieron en escena moviéndose con sutileza entre las sombras de un escenario poco iluminado, dejando que poco la melancolía y la fuerza contenidas en piezas como la extensa “Dissapating”, se convirtieran en la mejor carta de presentación para quienes todavía no les conocían, con la sección rítmica sosteniendo el tema mientras su vocalista y guitarrista zurdo James Lancelles se encargada de darle su toque personal a las melodías.

Pese a que su escueto repertorio estuvo básicamente centrado en las composiciones de su último largo Wheel tampoco quisieron dejar de lado algún recuerdo al material de su ópera prima “Moving Backwards”, con lo que no faltaron las pinceladas más cercanas a tesituras netamente progresivas en temas como “Vultures”. El retorno sobre sus nuevas composiciones llegaría de manos de ese opus melódico y ambiental que lleva por título “Hyperion”, que combina a la perfección sensibilidad, potencia e intensidad.

Las atmósferas densas y opresivas, las contundentes melodías, y la sofisticación de sus estructuras acabaron propiciando que el personal se dejara engatusar por las hipnóticas ambientaciones de “Movement”, que con el escenario teñido de rojo se convirtió en uno de los puntos culminantes de su presentación. Como no podía ser de otra forma la despedida definitiva llegaría con “Wheel”, tras la que el cuarteto finlandes se marchó del escenario dejando unas buenas sensaciones entre los presentes, y con los músicos satisfechos por haberse quitado el mal sabor de boca que les dejó su anterior visita a tierras catalanas.

Desde sus inicios las presentaciones de Leprous han sido algo más que únicamente una experiencia musical, ya que en sus montajes han sido recurrentes la utilización de proyecciones, luces leds, imágenes, efectos lumínicos..., así que todos esos elementos no podían faltar en una gira que resume sus dos primeras décadas de andadura. Tampoco es que el montaje que presentaron Einar y sus muchachos fuera excesivamente ambicioso, pero si que sin perder ese aura minimalista y misteriosa, incluyó todos esos elementos ratificando que han cuidado hasta el más mínimo detalle de cara a este periplo conmemorativo.

Otro detalle que llamó la atención fue la disposición de dos kits de batería, situados uno a cada lado del escenario, y es que Tobias Ørnes Andersen se unió a sus ex-compañeros en más de un tema propiciando que la rotundidad de su sonido fuera aún mayor. Pero no fue el percusionista el único músico invitado, ya que en algunos temas, especialmente en los de sus últimas entregas, se sumó también un trompetista:Pedro. Eso sí, donde no hubo sorpresas fue en el vestuario con el que salieron a escena Leprous, como siempre elegantemente vestidos. En cuanto al resto de la disposición escénica una vez más los teclados de Einar estuvieron presidiendo la parte central y en primera línea para dejar que el resto de sus compañeros se movieran a sus anchas por el escenario.


¿Como empezar el resumen de 20 años de actividad musical? Pues, evidentemente, por el principio. Echando mano de imágenes antiguas, de los primeros tiempos de la banda, en una intrigante introducción que concluía anunciando a todos los presentes que la descarga de Leprous se iniciaba con un guiño a la primera composición que escribieron la delicada “Silent Waters”. Recortando su figura y la de sus teclados Einar aparecía en escena para convertirse rápidamente en el centro de todas las miradas. Fusionado con los compases iniciales de corte apertura el frontman nos condujo hacia el dramático “Disclosure”que recibiendo la primera ovación de la velada se convirtió en el preámbulo perfecto para “Eye Of The Storm”, completando así el medley que servía como resumen y testimonio sonoro de lo que fueron sus inicios.

Todo, absolutamente todo, a lo largo del show estuvo medido al milímetro. El sonido fue prácticamente perfecto, tanto a nivel instrumental como vocal, y esa perfección hizo que en algunos momentos el concierto tuviera un punto de buscada frialdad, aunque con ello no quiero decir que los músicos no se movieran intensamente por el escenario, ni mucho menos, sino que todo parecía estar estratégicamente estudiado para buscar la reacción de un público que por momentos parecía hipnotizado y se dejaba llevar por el torrente progresivo, -a dos baterías y con el refuerzo de la trompeta de Pedro-, que significó “Passing”, el corte que abría el que para muchos de sus seguidores es su mejor obra hasta la fecha “Tall Poppy Syndrome”, que nos dejaba con la estampa de la banda alternando la sutileza de sus melodías con esos rotundos arreones que les conectaban a sus “aventuras” previas a Leprous. La nostalgia para satisfacción de los más veteranos siguió marcando estos primeros compases del show dando buena cuenta de los brutales cambios de ambientación y los tempos asincopados que protagonizaron “Dare”, con Einar encaramándose sobre una de las pequeñas plataformas que habían repartidas en escena para elevar el brazo y buscar la complicidad del personal a la vez que las proyecciones se encargaban de presentarnos una sucesión de imágenes de corte psicodélico.

Nuestro viaje por la trayectoria del combo noruego prosiguió con una invitación a echar la vista atrás una década, centrando nuestro objetivo sobre otra de sus obras imprescindibles “Bilateral”, del que desgranaron la monumental “Forced Entry”, que propició que la sala se viniera literalmente abajo en un ejercicio de virtuosismo y vanguardia musical absolutamente indiscutible para posteriormente adentrarnos de lleno en el increscendo percusivo de “Painfull Detour”, contando con el refuerzo nuevamente deTobias Ørnes Andersen para dar una mayor profundidad a su sonido y deleitarnos con la precisión y coordinación de ambos baterías.

Fue a partir de este punto cuando Leprous empezaron a “picotear” sobre el material que les ha otorgado el estatus del que disfrutan actualmente. Quizás no sea este su material más potente y representativo, pero si es el que les ha abierto las puertas de un público más heterodoxo y mayoritario ayudándoles a salir de los círculos netamente metaleros, y eso se notó en la respuesta de un público que se rindió sin ofrecer resistencia a piezas como “Foe”, - con un Einar absolutamente desatado y convertido ya en el protagonista absoluto dando buena cuenta de sus características líneas vocales, y la atmosférica e introspectiva “The Valley”, que fueron las elegidas para representar su álbum de 2013 “Coal”.


La transición hacia tesituras más experimentales y contemporáneas se materializó cuando la banda hizo crecer la intensidad durante los compases iniciales de “The Price” abocándonos sobre una catarsis instrumental que alcanzó su punto culminante con ese fulgurante increscendo que nos dejaba a ambos guitarristas agitando sus cuerpos espasmódicamente. Mucho más comedido, elegante y emotivo resultó el arranque de “Slave”, aportando un toque de dramatismo épico que sirvió para que Einar volviera a brillar intensamente antes acabar recibiendo otra cerrada ovación que servía para poner de manifiesto que “The Congregation” es un trabajo que goza del respaldo de los nuevos incondicionales del combo noruego.

Poco a poco y de forma inexorable Leprous se iban acercando al presente, así que siguiendo cronológicamente con el repaso a su carrera tocaba hacer escala en su obra de 2017 “Malina”, un álbum que quizás muchos sitúan como la frontera definitiva entre su etapa primeriza y la actual, y en la que, en cualquier caso, ya podemos apreciar su plena madurez compositiva, y eso se notó en las atmósferas más intimistas que desplegaron a lo largo de la camaleónica “Bonneville”. Sin embargo las guitarras no tardarían en volver a arropar a la voz de Einar para ponernos los pelos de punta durante “From The Flame”, que con el escenario teñido en tonalidades purpuras se acabaría convirtiendo en uno de los puntos culminantes de esta segunda mitad del show.

La vertiente más majestuosa del combo noruego quedaría plasmada a lo largo de “Below”, que con menos distorsión y con mucha más carga de elementos de vanguardia sonora hacía las delicias de sus fans menos metaleros. Transitando por esos derroteros más intimistas e introspectivos, en los que la banda y especialmente Einar parecen encontrarse como pez en el agua, la descarga prosiguió con “Distant Bells”, con todo el personal en respetuoso silencio mientras la banda nos invitaba a navegar por su cauce de emociones y sensaciones.

Para cerrar este viaje retrospectivo a toda su producción discográfica tocaba hacer escala en su más reciente “Aphelion”, siendo las escogidas para representarlo “Out Of Here” y la pieza que cierra el plástico “Nighttime Disguise”, que nos condujo hacia un apocalíptico final con los músicos y sus seguidores alcanzando el éxtasis en un cierre apoteósico. No podían marcharse así. Sus seguidores les pedían más. De modo que Einar y sus muchachos no tardarían mucho en volver a posicionarse sobre las tablas para rematar definitivamente la velada ofreciéndonos un nuevo guiño a su “Pitfalls” con “The Sky Is Red”.

Al final del show ovación de gala para una banda que se dio un auténtico baño de masas en su retorno a la Ciudad Condal. Fue una noche de nostalgia y vanguardia musical, y que además, debido a la elección del repertorio, nos dio la oportunidad de comprobar como ha ido evolucionando y moldeándose el sonido de la banda a lo largo de estas dos décadas de andadura. En cualquier caso, y hablando en primera persona, he de reconocer que me encantó la primera mitad del show, con la banda hipnotizando al personal y mostrando esa combinación de crudeza y sutileza que tanto nos gusta a sus seguidores. En cambio, la segunda parte del concierto me pareció muy enfocada hacia el lucimiento de Einar, algo que parece indicar que cada vez Leprous son menos banda y más el proyecto de Mr. Solberg.


TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ


No hay comentarios:

Publicar un comentario