jueves, 16 de diciembre de 2021

SOEN+LIZZARD+OCEANHOARSE-APOLO-BCN-4-DIC-2021


Algo más de una década y cinco obras de estudio constituyen bagaje suficiente para echar la vista atrás, hacer balance y sacar conclusiones sobre una carrera que hasta el momento ha seguido una clara trayectoria ascendente. Poco podían imaginarse el batería Martin López y el vocalista Joel Ekelöf cuando unieron fuerzas que su sociedad acabaría dando forma a una de las bandas más emblemáticas de los últimos años. Tal vez Soen nunca lleguen a jugar en las “ligas mayores”, pero lo cierto es que su evolución hacia una sonoridad cada vez más personal y definitoria les ha acabado granjeando el favor y la lealtad de una legión de incondicionales que poco a poco va anexionando nuevos devotos. Su última entrega “Imperial” les ha servido para consagrarse definitivamente dentro de la escena progresiva, aunque algunos les hayan criticado por dejar de lado su faceta más introspectiva para moldear una propuesta más aperturista y mayoritaria. Sea como sea, la formación sueca sabe que este es su momento, y parece dispuesta a aprovecharlo. Así que mientras media Europa volvía a cerrar sus fronteras Soen regresaban a la capital catalana, concretamente a la Sala Apolo, para presentar en sociedad el ya mencionado “Imperial”.

Evidentemente teniendo en cuenta la calidad de sus obras, y las excelentes críticas cosechadas en sus anteriores visitas estaba claro que la sola presencia del combo sueco atesoraba el gancho suficiente para que la sala grande de la emblemática sala del barrio del Poble Sec acabará registrando una magnifica entrada, como así fue. Pero es que además los suecos contaron con el respaldo de dos bandas invitadas. Los encargados de abrir fuego serían los metaleros finlandeses Oceanhoarse, quienes aprovecharon la ocasión para brindarnos un exhaustivo repaso al material de su ópera prima “Dead Reckoning”, que publicaron a mediados del pasado mes de Agosto. Mientras que los elegidos para recoger el testigo y tratar de calentar al personal antes del desembarco de las estrellas de la noche, con una propuesta de lo más personal y heterogénea, fueron los galos Lizzard.


A primera hora de la tarde-noche y con la sala todavía a medio gas irrumpían en escena los chicos de Oceanhoarse. He de reconocer que no tenía muchas referencias acerca de la propuesta de este combo oriundo de Helsinki, pero lo cierto es que sin hacer nada del otro mundo si que demostraron tesón, garra y, ante todo, muchas ganas de conectar con un público que los observó desde la distancia sin acabar de entrar en ningún momento en el show. Quizás lo que más llamó la atención fue ese deje clasicote en muchos de sus temas, aunque en todo momento composiciones como “Headfirst” estuvieron dominadas por la densidad y virulencia de unos riffs que bebían directamente de la influencia del groove de la década de los noventa.

Aunque como comentaba anteriormente Oceanhoarse nunca llegaron a conectar con el poco público que a esa hora empezaba a tomar posiciones en la sala, lo cierto es que lo intentaron invitándonos a levantar los puños para acompañar los pegadizos estribillos de “Death Row Center”, mientras que su frontman, Joonas Kosonen, colocaba el rostro sobre la columna de humo que aparecía de forma recurrente en cada tema en la parte central del escenario. En cualquier caso, y hablando de su vocalista, lo cierto es que me gustó más cuando atacaba las líneas vocales más cañeras e incisivas, como en el caso de “Reaching The Gun”, que cuando se aventuraba en registros más melódicos.

Pese a la falta de complicidad con la audiencia, la banda no perdió en ningún momento las ganas de agradar y se mostró muy agradecida en su primera visita a la Capital Catalana. De entre los temas que más destacaron sin duda me quedaría con el machacón e hiriente “One With The Gun”, y con la adaptación que hicieron del clásico de Mr. Ozzy Osbourne “Bark At The Moon”; con la que por cierto tampoco llegaron a emocionar al personal. Tampoco me acabó de convencer que en los cuarenta minutos que tenían asignados hubiera espacio para un solo de guitarra y otro de bajo. En cualquier caso, la descarga del combo finlandés quedaría totalmente finiquitada con “The Intruder”, tras la que se marcharon dejando a una audiencia de lo más fría e indiferente.


Para el segundo asalto de la noche los franceses Lizzard nos tenían preparada una propuesta totalmente diferente. Formados en 2006 el trío tiene la capacidad de combinar la contundencia del rock progresivo, con toques propios pop y la música alternativa de la década de los noventa creando un atractivo y personal sonido que ha alcanzado su zénit en su última entrega de estudio “Eroded”. Respaldados sobre una puesta en escena sobria, a media luz, a diferencia de lo que sucediera con Oceanhoarse, el combo galo no tuvo problemas para captar rápidamente la atención de un respetable que se dejó atrapar por la magia que nos proponían con las etéreas melodías de “Corrosive”, para posteriormente embarcarnos en los tempestuosos increscendos de “The Decline”.

Quizás Lizzard no sea una banda que se deja la piel en el escenario, lo suyo no son las carreras, ni tampoco las filigranas gratuitas para llamar la atención del público, ya que su propuesta se basa en el trato exquisito de las melodías, en poner el foco en los detalles y ante todo en intentar transmitir emociones, tal y como dejaron patente durante “Vigilent”. Como comentaba anteriormente “Eroded”, marca su madurez compositiva, y eso se notó al dar buena cuenta de las tesituras de corte progresivo contenidas en piezas como “Haywire”, que de entre las nuevas fue de las que mejor funcionaron esta noche.

Tampoco quisieron olvidarse de su producción anterior, con lo que durante la parte central de su presentación tuvimos ocasión de deleitarnos con la sutileza contenida en piezas como la que daba título a su anterior redondo “Shift” o la melancólica y guitarrera “Min(E)d”, también rescatada de su obra de 2018 y que nos dejaba con un fantástico trabajo percusivo a cargo de Katy Elwell. Las esencias setenteras junto a los registros más potentes de Mathieu Ricou servirían para encarar la recta final del show con la novedosa “Blowdown”; para dejar que la encargada de poner el broche de oro a su descarga fuera “The Orbiter”, el tema más antiguo que tocaron y que formaba parte de su segundo largo “Out Of Reach”.

Una vez consumidos los dos actos previos que precedieron al desembarco de los indiscutibles protagonistas de la velada, la sala presentaba ya un fantástico ambiente. He de reconocer que habiendo podido presenciar las descargas de Soen en algunas de sus visitas previas tenía mucha curiosidad por saber que clase de repertorio habrían escogido para la presente gira. La primera sorpresa de la noche fue que por megafonía, justo antes de que arrancara el show, sonara algo tan potente y cañero como el “Battery” de Metallica. Sea como fuera, bastó que las luces del recinto se apagarán para que el respetable se dejara notar con fuerza, rubricando que la formación sueca ha conseguido forjar un vinculo muy especial con sus seguidores.

Aparecieron entre los deslumbrantes flashes de los focos traseros, acompañados de unas estridentes sirenas y respaldados por las palmas de apoyo del respetable. Tomaron posiciones sobre el escenario vestidos de riguroso negro y haciendo gala del aplomo que exhiben las bandas verdaderamente grandes, aquellas que saben que han andado ya suficiente camino para mirar directamente a sus incondicionales y seducirles desde el mismo arranque, tal y como hicieron con la inicial “Monarch”. Evidentemente el carisma de la banda está a estas alturas fuera de toda duda, pero lo que más llamó la atención es la personalidad que ha adquirido un Joel Ekelöf, que elegantemente vestido se paseó y dominó el escenario a su antojo, ejerciendo como el perfecto maestro de ceremonias, sabiendo conectar con el respetable e incluso invitándole a participar a la hora de atacar piezas como “Rival”, que acabó arrancado la primera gran ovación de la noche.

Pero dejando a un lado el talento del frontman, para muchos el otro gran foco de atención del combo sueco estaba situado en uno de los lados del escenario, y es que Martín López hizo gala de la técnica y la precisión que siempre le han caracterizado, brillando intensamente tras su kit al atacar piezas como la novedosa “Deceiver”, que observando la reacción de las primeras filas servía para poner de manifiesto que la última entrega discográfica de los suecos “Imperial”, les ha consagrado definitivamente. Una de las grandes incógnitas era saber como iba a ser el repertorio de esta noche. Pues bien, cabe remarcar que básicamente estuvo integrado por el material contenido en el ya mencionado “Imperial” y en el de su predecesor “Lotus”, con lo que no se dejaron en el tintero la introspectiva elegancia de “Lunacy”, ni tampoco el implacable ataque guitarrero que marcó el arranque de “Martyrs”, plasmando así la dualidad de la propuesta de una formación que no parece dispuesta a dejarse encasillar fácilmente.

Para sus fans más veteranos, aquellos que han seguido su trayectoria desde el inicio, y que ya tuvieron ocasión de verles la primera vez que pisaron la Ciudad Condal abriendo para Paradise Lost, la banda tuvo el detalle de recuperar “Savia”, único recuerdo que se permitieron del primerizo “Cognitive” de 2012. El retorno a la actualidad no tardaría en materializarse cuando Cody Ford dio buena cuenta de los sinuosos riffs de “Lumerian”, mientras su socio a las seis cuerdas, Lars Ählund, dejaba a un lado la guitarra para hacerse cargo de los teclados creando un ambiente intimista e introspectivo que volvió a hechizar, una vez más, a un respetable que a estas alturas del show estaba ya completamente entregado.


Las melodías se tornaron más etéreas y envolventes para invitarnos a transitar a través de “Covenant”, que nos dejaba a la sección rítmica marcando incesantemente el tempo para propiciar que Joel acabara desplegando su manto melancólico para convertir el corte en uno de los momentos culminantes de la velada. Fue durante esta parte intermedia del show cuando tuvimos ocasión de degustar la faceta más vanguardista y experimental del quinteto, disfrutando intensamente del sofisticado dramatismo de “Modesty”, con Joel nuevamente brillando intensamente para acabar arrancando otra cerrada ovación del personal. Pero por si alguien todavía albergaba alguna duda sobre el talento y la valía del frontman de Estocolmo, el buen gusto y la distinción que imprimió a la interpretación de la exquisita “River”, servirían para que los más escépticos acabaran rendidos a sus pies.

Para encarar la recta final de su presentación las guitarras potentes volverían a recuperar el protagonismo dando forma a “Antagonist”, que volvía a hacer subir la temperatura en el local antes de dejar que la encargada de poner el punto y seguido a la velada fuera otra de las nuevas, concretamente “Illusion”,que con sus aromas baladísticos marcaba la primera retirada de los músicos acompañados de una atronadora ovación. No tardarían mucho en volver a tomar posiciones para rubricar su presentación con la triada que conformaron: “Lascivious”, “Sectarian”, -único guiño que se permitieron a su “Lykaia Revisited”,- y que posee todas las señas de identidad de su propuesta-, y la sugerente “Lotus”, que era la elegida para poner el broche definitivo a su soberbia descarga.






TEXTO:ALFONSO DIAZ

FOTOS:CARLOS OLIVER

Cada estilo tiene sus músicos de referencia y cada época sus bandas Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Pues bien, visto lo visto no me cabe la menor duda de que Soen están aquí para quedarse…El tiempo dirá.

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