Pero no era la presencia de Celeste el único aliciente para desplazarse hasta la sala Bóveda del barrio del Poble Nou en esta tarde noche de viernes, ya que los encargados de abrir la velada fueron los británicos Conjurer, una banda con una propuesta diametralmente opuesta a la de los headliners, pero que supieron conquistar a un montón de nuevos adeptos gracias a la pegada de un sonido intenso, potente y altamente abrasivo, tal y como dejaron patente en el repaso que nos propusieron a su escueta trayectoria discográfica.
Me gustó mucho la dupla que formaron los guitarristas Brady Deeprose y Dan Nightingale, quienes ademas se repartieron también las tareas vocales logrando que piezas como “Choke” o “Scorn” , repletas de guitarrazos de afinación grave, sirvieran para que el personal poco a poco fuera entrando en su show. Pero sin duda quien acaparó gran parte de las miradas del combo británico fue el bajista Conor Marshall, quien no tardó en adueñarse del centro del escenario y no paró ni un segundo de castigar sus cervicales. Además, en el tramo final de su presentación no dudó en bajarse del escenario para acabar aporreando su instrumento rodeado del personal que a esa hora ya llenaba gran parte de la sala.
Otro detalle que me gustaría destacar de la presentación de Conjurer fue el llamativo juego de luces que presentaron , y no lo digo porque fuera excesivamente espectacular, sino porque contrastó con la oscuridad absoluta que nos propusieron posteriormente Celeste. En cualquier caso, creo que Conjurer en su primera visita a la capital catalana dejaron unas magnificas sensaciones en lineas generales, y es que los hirientes y devastadores desarrollos contenidos en “Hadal”, la magnificencia de los abruptos cambios de “Hollow”, y sobre todo la actitud salvaje de una banda que se vació en escena acabaron siendo la mejor carta de presentación para un cuarteto que de seguro regresará por estos lares y que tiene argumentos suficientes para ofrecernos muy buenos momentos, tanto en estudio como en directo, en los próximos años.
Cualquiera que haya seguido la trayectoria de Celeste durante los últimos años estará de acuerdo con un servidor en que su música no es de fácil asimilación y resulta de difícil catalogación, ya que el cuarteto tiene una forma muy peculiar de encarar tanto las estructuras como la propia sonoridad de su propuesta, dando vida propia a cada una de sus composiciones. Es por ello, que sus directos acaban convirtiéndose en una catarsis de emociones siempre vinculadas a una sonoridad oscura, potente, intensa, angustiosa, por momentos opresiva y siempre, acompañadas, de esa peculiar puesta en escena con los músicos de la banda danzando en un escenario en penumbra y contando como único soporte lumínico de una luz roja que emana de sus frentes y que hace que todos nos quedemos como hipnotizados siguiendo sus evoluciones en escena.
En cualquier caso, no lo iban a tener nada fácil los chicos de Celeste para superar la brutalidad sonora que nos acababan de brindar unos Conjurer que gustaron y convencieron al personal. Además a diferencia de lo que sucediera durante la descarga del combo británico, Celeste apenas interactuaron con el público, con lo que no hubo presentaciones ni prácticamente agradecimientos, con lo que podríamos decir que el cuarteto galo confió ciegamente en la efectividad de su “oferta musical” para convencer a una audiencia que si bien es verdad le costó entrar en el show, si que acabó disfrutándolo intensamente.
En cuanto al repertorio que nos ofrecieron, evidentemente estuvo muy centrado en su más reciente entrega discográfica, el ya mencionado “Assassin(s)”, del que nos ofrecieron una buena degustación, con lo que no faltaron durante el arranque del show los toques percusivos, envolventes, amenazantes y cuasi tribales de “(A)”, ni tampoco la infranqueable pared sonora que crearon para dar forma a la titánica “Nonchalantes De Beauté”, que nos dejaba también con los rugidos angustiosos y absolutamente desgarrados de un Johan Girardeau que se fue creciendo a medida que avanzaba el show.
Evidentemente, también tuvieron ocasión de mirar atrás durante la hora, aproximadamente, que estuvieron sobre las tablas, con lo que no faltaron guiños a su anterior “Infedèle(s)”, dando buena cuenta de las guitarras más etéreas y ambientales que marcaron el arranque de la camaleónica “Cette Chute Brutale”. Tampoco faltaron los tempos más densos, pesados y rocosos, -cercanos a tesituras sludge-, que desgranaron en piezas como la novedosa “Elle Se Répète Froidement” y “Laisse Pour Compte Comme Un Bâtard”, repescada de su “Animale(s)”.
Sea como fuere, el cuarteto galo se mostró en un excelente estado de forma, abordando con absoluta convicción los épicos increscendos de “Des Torrents De Coups”, que si ya en disco suenan intensos y devastadores, en directo cobraron una nueva dimensión con el cuarteto danzando como fantasmas sobre un escenario en penumbra. Y es que bandas como Celeste ofrecen algo más que un espectáculo meramente musical cuando se presentan en directo. Quizás alguien esperara proyecciones espectaculares o efectos lumínicos para captar su atención, pero lo cierto es que en ocasiones el minimalismo escénico, la sobriedad y la originalidad, también pueden servir para conmover, involucrar y emocionar a una audiencia que poco a poco fue cayendo rendida a la propuesta de una banda que demostró que está en el buen camino para convertirse en un nombre importante dentro de la escena internacional.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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