Era previsible que la llamada del mítico guitarrista fuera atendida por unos seguidores que si bien no llegaron a agotar todo el papel, -su descarga en la Ciudad Condal estaba prevista en la sala Bóveda para la noche del jueves-, si que acabaron dando al recinto el calor y el colorido que merecía la cita. Por supuesto que la media de edad de los presentes era elevada, pocas personas pudimos ver que estuvieran por debajo de la treintena. Pero eso quedó compensado con la entrega y la pasión que imprimieron unos fans que se dejaron la voz coreando esos himnos que todos hemos cantado en infinidad de ocasiones y que cada vez que uno los escucha en directo te hacen hinchar el pecho para hacer aflorar tu faceta más “true”. Por si no fuera suficiente reclamo el arranque de la gira peninsular de Ross The Boss el atractivo cartel de esta noche lo completaban Cobra Spell, quienes pese a contar con novedades inesperadas en su formación gustaron y mucho a todos los presentes, y los gallegos Dark Embrace quienes con una propuesta bastante más oscura y alejada de los parámetros del heavy metal más tradicional hicieron lo posible para agradar al respetable.
Sin embargo el arranque del show fue un tanto deslucido, ya que un fallo en la introducción propició que la salida no fuera todo lo vistosa que podría haber sido. Afortunadamente cuando las guitarras del tándem Anubis/ Silva empezaron a disparar los poderosos riffs de la inicial “Addicted To The Night”, la cosa cambió drásticamente. Como si fueran fieras enjauladas las chicas ataviadas con pantalones de cuero no pararon de moverse por el escenario y hacer headbanging mientras Léonard Cakollin se encargaba de propulsar desde su kit su centelleante embestida sonora. Me gustó mucho la actitud y entrega de una Kris Vega que ejerció en todo momento de frontwoman, convirtiéndose en el perfecto nexo de unión entre banda y público, y hablando en las presentaciones de los temas como si fuera un miembro permanente de la banda…, el tiempo dirá. Sea como sea, dio la sensación que la catalana se entendió a la perfección con sus compañeras, y eso se notó en lo potentes que sonaron piezas como “Poison Bite”, en la que combinaron velocidad y melodía.
Evidentemente su escueto repertorio incluyó algunos de los temas que han incluido en los dos EPs que han lanzado hasta el momento, “Love Venom”(2020), y “Anthems Of The Night”(2022), con lo que no faltaron trallazos tan efectivos y vacilones como “The Midnight Hour”, que con su aroma ochentero invitaba a mover las caderas a los más animados. Pero sin duda lo que más disfrutamos los que no quisimos perdemos su descarga fueron los hímnicos coros de “Shake Me”, mientras ambas guitarristas quedaban ocultas por las columnas de humo de los laterales y Kris buscaba, una y otra vez, la complicidad de un público cada vez más animado y participativo.
Quizás lo que menos me convenció de la descarga de Cobra Spell fue la versión del clásico de W.A.S.P. “Animal (Fuck Live A Beast)”, ya que me sonó algo embarullado y con unos coros poco convincentes. Antes de que Cobra Spell dieran por concluido este primer asalto de la noche, Kris todavía tuvo tiempo de presentarnos a sus compañeros antes de atacar “Accelerate”, tras el que se marcharon acompañados de una rotunda ovación y dejando al público con ganas de que haber escuchado algún tema más.
Enmarcados en un escenario engalanado con un telón de fondo y sendas pancartas laterales la banda apareció en escena en formato de cuarteto, sin contar con la presencia de un bajista e incorporando varios teclados pregrabados a su propuesta. Lamentablemente no disfrutaron de un sonido tan limpio y matizado como el de Cobra Spell, con lo que por lo menos desde mi posición se hizo bastante complicado apreciar los detalles de algunas de sus composiciones. Además, también tuvieron que sobreponerse a un problema con una de las guitarras durante los compases iniciales del show. En cualquier caso, y dejando a un lado estos contratiempos iniciales, Dark Embrace se mostraron sólidos y potentes, aunque su vertiente death poco tenía que ver con las propuestas más netamente heavy metaleras que nos brindaron el resto de bandas que conformaban en cartel de esta noche.
Como era previsible su repertorio se centró en ofrecernos un exhaustivo repaso del ya mencionado “The Call Of The Wolves (Re-Howled)”, destacando temas como el camaleónico “Let The Blind To See”, que combinaba pasajes humeantes con otros más oscuros e intrigantes, proponiéndonos so vocalista Óscar Rilo unos rotundos cambios de registro. Y es que su propuesta resultó de lo más heterogénea y variada, ya que en ella pudimos apreciar influencias y ramalazos de bandas como Amon Amarth, Moonspell, Paradise Lost y Iced Earth entre otros.
Tampoco quisieron dejarse en el tintero las tesituras más agresivas contenidas en “Time Will Tell”, que nos mostraba todo el potencial épico del combo de A Coruña. Para el final se dejaron el tema que está llamado a convertirse, sino lo es ya, en su bandera “Metalhead ´Till I Die”, toda una declaración de intenciones que se zanjaba con la banda levantando sus instrumentos al aire para rubricar un notorio broche final. Pese a no gozar de las mejores condiciones de sonido y enfrentarse a un público no muy afín a su propuesta Dark Embrace se esforzaron al máximo para intentar conectar con un respetable que no acabó de acogerles como se merecían.
Salieron a por todas, y no tardaron en conectar con un púbico al que rápidamente se metieron en el bolsillo, y es que dar el pistoletazo de salida con un trallazo incontestable como es “Blood Of The Kings”, es garantía segura de éxito. Así que la estampa que ya habíamos vivido en sus anteriores visitas volvió a repetirse, con una banda intachable y un respetable que se dejó literalmente la garganta mientras alzaba los brazos para corear reverencialmente cada una de las estrofas del tema de apertura. Sin apenas darnos tiempo para recuperarnos del impacto inicial el cuarteto proseguiría su triunfal paseo militar por los seis primeros discos de Manowar con la inigualable “The Oath” invitándonos por primera vez a revisitar el material de “Sign Of The Hammer” mientras Ross The Boss y sus acólitos, para alegría de sus incondicionales, desplegaban todo su arsenal épico.
No abandonarían el material contenido en la obra que Manowar publicaron en el último trimestre de aquel lejano 1984, ya que acto seguido todos tendríamos ocasión de levantar nuestros brazos para realizar ese gesto que se ha convertido en imprescindible para cualquier seguidor del metal mientras entonábamos junto a Marc Lopes el estribillo de la propia “Sign Of The Hammer”. Habiendo sellado el pacto con unos seguidores que a estas alturas de la velada estaban ya completamente entregados tocaba rematar por todo lo alto este primer tramo del show, y para ello que mejor que confiar en la crudeza metalera de “Thor (The Powerhead)”, que levantaba aún más los ánimos de una “tropa” que acabó correspondiendo la fuerza y la entrega de los músicos con una rotunda ovación.
Quedaba claro lo que la mayoría de los presentes habían ido a escuchar. Así que Ross The Boss y sus muchachos no tardaron en volver a encaminar la velada, provocando Lopes la algarabía del personal cuando nos preguntó si teníamos ganas de cantar antes de hacernos estremecer con otra de las que por derecho propio se han convertido en un “himno de guerra” para los fans del auténtico heavy metal “Blood Of My Enemies”. El espíritu roquero y la velocidad guitarrera impregnarían de lleno otra de las de cosecha propia, la trepidante “Glory To The Slain”, que nos dejaba a Lopes rasgando sus cuerdas vocales mientras Ross The Boss se aproximaba al filo del escenario para regalarnos una de sus clásicas poses.
Pero sin duda uno de los momentos de la noche llegaría justo a continuación, plasmando la lealtad y la hermandad de Ross The Boss con sus seguidores, y es que “Black Wind Fire And Steel”, sonó absolutamente descomunal, con una banda totalmente desatada y una audiencia que dio la réplica a Lopes haciendo que literalmente retumbaran los cimientos del local. Iba a ser difícil mantener semejante nivel de potencia e intensidad, así que muy acertadamente el cuarteto optó por dar un rotundo giro de timón a la dinámica que estaba llevando el show, con lo que Ross The Boss volvió a posicionarse tras los teclados mientras Dirk Schlächter y Marc Lopes le acompañaban en la sentida interpretación de “Mountains”. Antes de encarar la recta final del show todavía tendríamos ocasión de deleitarnos con los ritmos más folkies de “Maiden Of Shadows”, que fue la última de las elegidas para representar a su más reciente “Born Of Fire”.
Lamentablemente los retrasos acomunados acabaron propiciando que Ross The Boss tuviera que dejar fuera algunos de los clásicos que en principio iba a tocar esta noche. Sin embargo, no faltaron a la cita la primeriza “Battle Hymn”, que cuarenta años después de su publicación sigue poniendo los pelos de punta, la heavy metalera y despiadada “Kill With Power”, toda una declaración de intenciones que con los rotundos agudos de Lopes sonó indiscutible. Mientras que el broche de oro a este brutal ejercicio de revival lo puso el imprescindible “Hail And Kill”, con toda la sala aullando y levantando los puños al aire para poner de manifiesto que aún queda un nutrido reducto de auténticos defensores de la fe metálica en tierras catalanas.
Tal vez la descarga de esta noche no fuera la mejor de las que hemos tenido ocasión de ver a Ross The Boss en los últimos años. Pero una vez más, volvió a dejar patente que si sus ex-compañeros dejaran a un lado los discursos y la parafernalia para centrarse en la verdaderamente importante, la música, otro gallo les cantaría. En cualquier caso, para los que preferimos la música a la mística y la teatralidad, estoy seguro que Ross The Boss nos seguirá regalándo noches tan mágicas y emotivas como esta.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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