Los encargados de dar el pistoletazo de salida a una velada que auguraba emociones fuertes fueron los chicos de Tag My Heart. Pocas, muy pocas, referencias previas teníamos de la banda que capitanea la hiperactiva vocalista Isabel, ya que apenas llevan un par de años en activo. Tampoco es que su presencia hubiera despertado mucha expectación entre el público de la capital catalana ya que cuando aparecieron en escena apenas medio centenar de seguidores habían accedido al recinto. Afortunadamente, la progresiva entrada del personal propició que cuando finalizaron su escueta presentación la sala estuviera ya algo más concurrida.
En cualquier caso, el cuarteto alemán salió con ganas de agradar al personal, con las pilas bien cargadas, y sobre todos nos proporcionaron unos buenos argumentos para que los más enérgicos y animados pudieran saltar siguiendo los contagiosos ritmos que marcaron temas como la inicial “Kalesia”. A pesar de que se presentaron sin el concurso de un bajista, Tag My Heart sonaron sólidos y convincentes, con una propuesta a medio camino entre el metal y el rap, con lo que las constantes invitaciones al pogo de su frontwoman, Isabel, -que acabó mezclándose con el respetable-, en temas como “Break Free” sirvieron para espolear a un público que, aunque en su mayoría no conocía sus temas, se fue animando a medida que avanzaba el show.
También tuvieron ocasión de exhibir su pasión por las guitarras más volátiles y etéreas durante “Cold Dark World”, y “A World Without You”, que nos mostraban en su arranque su faceta más introspectiva y melancólica antes de acabar explotando en una catarata de opresivos riffs. Pero sin duda si hubo un tema que consiguió conectar con un público que ya empezaba a dar colorido a los aledaños del escenario ese fue “ Opium”, que con sus rotundos cambios de ritmo, y sus aplastantes pasajes con guturales incluidos, hicieron que los pogos volvieran a repetirse. En definitiva que con un estilo diametralmente opuesto al de los dos platos fuertes de la noche Tag My Heart supieron caldear el ambiente desgranando el material de su EP “Serendipia”, ganándose el favor de algún curioso que decidió personarse en el local a primera hora de la tarde.
No tardaron mucho en recoger el testigo para seguir animando la velada April Art, que al igual que sus compatriotas Tag My Heart, estuvieron liderados por una frontwoman, Lisa-Marie Watz. Lo primero que destacaría de este cuarteto oriundo de Giessen fue su vistosa y colorista puesta en escena, con todos los músicos ataviados con ropajes de un chillón color rojo. En cuanto a su propuesta sonora, lo cierto es que podríamos decir que combinaron en su sonido furiosas ráfagas de metal contemporáneo con toques crossover y tesituras y cambios de ritmo cercanos a los parámetros de rock alternativo.
Pero dejando a un lado las definiciones, la verdad es que llamaron la atención de más de uno con la frescura y potencia que destilaron en cortes como la musculosa “Painkiller”. Y es que la propuesta de los germanos se basó en la adictiva potencia de sus riffs y en la enérgica actitud de una vocalista que, -como si fuera una monitora de aerobic-, no dejó de saltar y animar al personal haciendo servir como banda sonora temas del calibre y la intensidad de “Breakout”.
Indiscutiblemente, April Art supieron jugar sus bazas y no tuvieron muchas dificultades para captar la atención del público más joven que no dudó en acompañar con palmas el desarrollo de “Break The Silence”, que era la elegida para cerrar la trilogía inicial extraída de su último EP “Fighter”. Esa vertiente más moderna y vanguardista que comentaba anteriormente se dejaría notar con fuerza en las pistas pre-grabadas que acompañaron los demoledores rapeados que precedieron a la entrada del meloso y coreable estribillo del single “The Sky Is The Limit”.
Los saltos y los pogos cada vez más alocados en los aledaños del escenario irían en aumento durante “Rising High”, para que acto seguido April Art volvieran a mostrarnos su faceta más contundente y combativa durante la infecciosa “Fighter”. El golpe de gracia definitivo para una agrupación que demostró tablas, desparpajo y que, en definitiva, derrochó actitud en escena correría por cuenta de “Change”, que nos dejaba la estampa de su vocalista empuñando una bandera. Gustaron y convencieron. April Art demostraron que no son unos recién llegados al negocio musical dando buena cuenta de su gusto por las guitarras agresivas, los textos rapeados, los ritmos bailables y también de unos estribillos que se quedan dando vueltas en tu cabeza de forma inmediata.
Tras la doble dosis de propuestas contemporáneas que nos brindaron Tag My Heart y April Art tocaba cambiar radicalmente de registro para adentrarnos de lleno dentro del folk épico de una banda que atesora más de dos décadas de andadura y que ha sabido crearse un estilo propio y fácilmente reconocible como son Ensiferum. Asiduos habituales de nuestros escenarios hasta que la pandemia truncó nuestras rutinas, la banda regresaba a los escenarios de la capital catalana para presentar en sociedad su más reciente entrega discográfica “Thalassic” que vio la luz a mediados del pasado 2020. Evidentemente sus recurrentes visitas, -tanto en salas como en festivales-, les han servido para tener una nutrida legión de incondicionales, y eso se notó en la acogida y la pasión de unos fans que lo dieron todo y se entregaron al máximo.
Me sorprendió la arriesgada apuesta de Ensiferum copando prácticamente todo su repertorio con el material del ya mencionado “Thalassic”, pero lo cierto es que la banda parece haber encontrado la fórmula perfecta para su propuesta. Además, la incorporación del teclista Pekka Montin ha sumado un registro vocal más a su sonido. Recibidos con devoción, como héroes que regresan a casa después de una dura campaña, los finlandeses salieron dispuestos a corresponder al calor de sus seguidores quemando todas sus naves desde el mismo arranque, dándonos motivos para danzar y cantar al son del tema que abre su última entrega “Rum, Women, Victory”. Velocidad, épica, diversión, junto a una buena ración de estribillos corales y pegadizos, fueron la mejor presentación por si había alguien, -cosa que dudo-, que no conociera todavía al combo de Helsinki. Pero nuestra travesía no había hecho más que comenzar así que las sonoridades folkies se encargaron de impregnar los registros más rasgados y las guitarras más netamente power de “Andromeda”.
La primera mirada al pasado, concretamente hasta lo que fue su tercer largo, “Victory Songs”, llegaría de manos de las melodías de corte medieval que marcaron el arranque de “One More Magic Potion”, para posteriormente desatar la euforia en los aledaños del escenario con el personal danzando siguiendo sus festivas y contagiosas melodías. Pero no toda iba a ser fiesta y diversión, ya que también tuvimos ocasión de marchar junto a los finlandeses rumbo al campo de batalla para convertirnos en parte activa de “Into Battle”, invitándonos a todos a levantar nuestros cuernos.
Como suele ser habitual en todas sus presentaciones por estos lares me gustó mucho la conexión, la química, que la banda supo crear con sus seguidores. Y eso se notó en la rotunda aceptación de que disfrutaron piezas de nuevo cuño como “For Sirens”, que con su aplastante dinamismo y su alternancia en los registros vocales acabó convirtiéndose en uno de los momentos culminantes del show. Ya lo apunté anteriormente, y es que la incorporación de Pekka Montin ha servido para sumar una nueva voz a “la coral” de Ensiferum. De modo que el nuevo fichaje tendría ocasión de mostrarnos sus dotes como solista durante la veloz “Run From The Crushing Tide”, que volvía a aunar las voces de todos los presentes a la hora de entonar su marinera melodía.
Encarando la segunda mitad del show Ensiferum decidieron que era un buen momento para tener un detalle para con sus fans más veteranos dando buena cuenta de “Treacherous Gods”, que a la postre fue el único recuerdo que se permitieron a su ópera prima que data de hace más de dos décadas. Sin embargo, el momento más esperado para muchos de sus incondicionales llegaría justo a continuación, cuando Petri Lindross se encargó de empuñar la espada para dotar de una mayor carga épica a la interpretación de la imprescindible “In My Sword I Trust”, que se zanjaba con el respetable volcado antes de tributar al combo una cerrada ovación.
Evidentemente esta fue una buena forma de dar el pistoletazo de salida a lo que fue una trepidante recta final en la que no faltó el desfase y el despiporre que siempre despierta la apabullante “Lai Lai Hei”, con el personal levantando los puños para entonar su divertido estribillo. Mientras que la rúbrica a una descarga que se nos hizo especialmente corta fue la pieza que prestaba título a su obra de 2009, la cinemática “From Afar”, volviendo a combinar melodía, velocidad, épica y, en esta ocasión, unos grandilocuentes arreglos a cargo de los teclados. Una vez más los chicos de Ensiferum volvieron a liderar el avance de sus tropas para conquistar la Ciudad Condal dando buena cuenta de una propuesta que sigue sumando adeptos a su causa.
Los encargados de cerrar la velada fueron Dark Tranquillity. El combo sueco que capitanea el incombustible Mikael Stanne nunca fue una banda al uso. Los recurrentes cambios de formación y las variaciones estilísticas de una propuesta en constante evolución han propiciado que se hayan convertido en una formación peculiar. Además, pertenecen a ese curioso elenco de agrupaciones que no conservan ningún miembro fundador en su actual line-up, ya que tras la salida del guitarrista Niklas Sundin el último en abandonar la nave en agosto de 2021 fue el batería Anders Jivarp. Además de cara a este periplo europeo Christopher Amott también causaría baja ya que recientemente ha sido padre. En cualquier caso, la banda aterrizaba en el Salamandra con la intención de presentar su duodécima entrega de estudio “Moment”.
No lo iban a tener fácil tras la compacta descarga que nos acababan de ofrecer Ensiferum, pero si algo han demostrado los suecos a lo largo de su longeva trayectoria es su capacidad para conquistar, casi hasta el extremo del hipnotismos, a unos incondicionales que en muchos casos han crecido y evolucionado con ellos. Con el aplomo, la sobriedad, y la seriedad que han marcado los últimos años de su carrera la banda aparecía en escena liderados por un elegante Mr. Stanne dando el pistoletazo de salida con una muestra de su material más reciente, confiando en la pegada de “Phantom Days” y la persistencia del riff con tintes noventeros que marcó “Transient”, para dejar patente con la entusiasta respuesta del respetable que sus parroquianos habían tenido tiempo de empaparse de sus nuevas composiciones.
Pero si el público respondió muy positivamente a las nuevas composiciones, el primer gran momento de la noche no tardaría en llegar, y es que la banda nos invitó a viajar dos décadas atrás en el tiempo para volver a disfrutar de dos temazos como son “The Treason Wall”, que combinó a la perfección velocidad, contundencia y melodía; para posteriormente dejar que los teclados de Martin Brändström reclamaran su cuota de protagonismo ante la descomunal avalancha sonora que supuso “Monochromatic Stains”. Tras la primera gran ovación de la noche era un buen momento para realizar una primera incursión en su anterior redondo ,“Atoma”, dejando que las sinuosas líneas de bajo fueran las que sen encargaran de flanquearnos el paso hasta “Forward Momentum”, que fue la escogida para que el frontman nos ofreciera una buena ración de registros limpios.
Me gustó mucho la dinámica del show. Así que tras esos pasajes más melancólicos tocaba a volver a mostrarnos su vertiente más oscura e incisiva, y para ello que mejor que dejarnos llevar por la velocidad y las hirientes guitarras de “Terminus (Where Death Is Most Alive)”, que hacía que el personal levantara los cuernos mientras coreaba su fantástico estribillo. Un nuevo golpe de timón conduciría la nave sueca hacia las tesituras más complejas y melódicas de la sofisticada “The Dark Unbroken”, concediendo unos instante de tregua a un personal que a estas alturas parecía ya completamente cautivado por las dotes de un Stanne que dominó en todo momento el escenario. Pero ese oasis de “relax” rápidamente pasaría al olvido, ya que el personal explotó cuando tras recordar al fallecido Fredrik Johansson la banda se embarcó en el tema que abría su segundo largo, -“The Gallery”, el primero que grabaron con Stanne-, “Punish My Heaven”, que a la postre fue el corte más antiguo que tocaron, y que se convirtió en la excusa para que las primeras filas se convirtieran en un mar de cuerpos que chocaban entre si.
Aunque las etéreas ambientaciones de “Atoma” fueron bien acogidas, lo cierto es que no consiguieron mantener el nivel de euforia al que la banda había conseguido llevarnos con el anterior derroche de pegada death metalera. Pero como comenté anteriormente esta fue una noche de rotundos contrastes, y creo precisamente que ese es uno de los principales activos de Dark Tranquillity, su capacidad para ir mutando, mostrándonos las diferentes aristas de su sonido y de su personalidad como banda. Así que la invitación al headbanging no tardaría en llegar con “The New Build”, haciendo que la trepidante actividad regresará a los aledaños del escenario ante la atónita mirada de un frontman que no ocultó su satisfacción con una amplia sonrisa.
Encarando la recta final del show tocaba presentar la última de las nuevas que interpretaron esta noche “Identical To None”, para posteriormente dar rienda suelta a las inquietantes melodías que se encargaron de dar el contrapunto a los despiadados riffs de “Encircled”. Para cerrar esta primera parte del show los suecos nos propusieron una nueva mirada al material facturado durante el tramo final de los noventa dando buena cuenta de “Therein”, uno de los temas que marcó la evolución de su propuesta en los primeros años del presente siglo.
Su regreso sobre las tablas llegaría precedido de las palmas del público para acompañar los melódicos desarrollos iniciales de “State Of Trust”, que fue el único guiño que se permitieron a su “Construct” de 2013. La rugosa y opresiva intensidad de “Lost To Apathy”, volvería a plasmar la perfecta sintonía entre la banda y sus incondicionales. Mientras que el fin de fiesta definitivo corrió por cuenta de las coreables melodías contenidas en “Misery’s Crown”.
Tan denostados por sus detractores como idolatrados por sus incondicionales. Dark Tranquillity son a día de hoy una de las bandas más longevas y prolíficas dentro de la escena del metal Europeo. Su versatilidad, su buen gusto y su constante evolución les han convertido en un nombre imprescindible para comprender la transición del sonido Göteborg desde aquellos noventa hasta nuestros días. Y lo más importante, todavía siguen convenciendo en sus apariciones en directo, y sorprendiendo con la inclusión de nuevos elementos en sus entregas de estudio.
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