Formando con esa icónica alineación de trío, que tan buenos momentos nos ha dado y que les emparenta directamente con otros clásicos como son Venom, Raven, Anvil o Motörhead, la formación que en esta última etapa capitanean el batería y vocalista Dan Beehler junto a su socio a las cuatro cuerdas Allan Jhonson y su más reciente incorporación el guitarrista Daniel Dekay volvía a pisar los escenarios de la capital catalana aunque no traían nuevos temas que presentar , su última referencia de estudio “Death Machine”, aunque los actuales Exciter poco tienen que ver con los que capitaneara el guitarrista John Ricci desde mediados de la década de los noventa . Así que era evidente que en el repertorio de esta noche iban a pesar, y mucho, las composiciones de sus primeros largos, aquellos que a principios de los ochenta los pusieron en boca de los metaleros más duros y radicales ayudándoles a forjar su leyenda.
Era previsible, pero aunque la sala Bóveda no llegó a completar todo su aforo, los que se acercaron a presenciar este retorno del combo de Ottawa mostraron su devoción y fidelidad no solo hacia la propia banda y a sus composiciones, sino también a una forma muy especial de entender y vivir el heavy metal. Elásticos, chalecos de cuero, muñequeras, deportivas de bota, parches, cinturones de balas era el uniforme de muchos de los asistentes al recital de esta noche dando al local el ambiente propio de una velada de otra época. Pero antes de que los incombustibles Exciter se adueñaran del escenario tendríamos ocasión de presenciar la descarga de una banda ya veterana dentro de la escena catalana como son los chicos de Atonement.
Mientras el personal iba accediendo al escenario el cuarteto barcelonés aprovechó al máximo su tiempo sobre las tablas para presentarnos una propuesta musical bastarda que combinó thrash, black metal y múltiples influencias y guiños al material que por estos lares se hacía a principios de la década de los noventa. Quizás lo que más llamó la atención fue la histriónica forma de moverse sobre el escenario de su vocalista “Italiano”, que no cesó de hacer headbanging mientras escupía de forma visceral las letras de temas como el que abre y presta título a su más reciente entrega en formato EP “Muerte, Perdición, Destrucción y Dolor”. Sin duda la garra y la inmediatez de unos temas que sonaron directos y certeros sirvió para que el cuarteto conectará con un público que se mantuvo expectante ante el abrumador despliegue de trepanadores riffs y potentes coros que nos propusieron a lo largo de “El Tirano Del Páramo”.
Jugar en casa siempre es un handicap positivo a la hora de afrontar el directo, y eso se notó en la complicidad de un público que les acogió con los brazos abiertos y que incluso se apuntó al pogo consiguiendo que temas como “Adversario Apocalíptico” se convirtiera en uno de los momentos álgidos de su presentación. Pese a estar rodeados de amigos no puede decirse que Atonement se perdieran en largas charlas entre tema y tema. Lo suyo es repartir violentos mandobles en forma de trallazos incendiarios y corrosivos tal y como dejaron patente en “Gossos Negres De La Mort”, que fue tocada con tanto ímpetu que incluso se acabó desplomando uno de los platos de la batería de Sergio.
Aunque todo su repertorio estuvo centrado en el material de su último EP, Atonement tampoco se olvidaron de piezas como “Alma Envenenada” de su demo de 2019. Nuestro viaje por el oscuro y demencial universo del cuarteto barcelonés proseguiría con las ambientaciones tétricas de “Saqueadores De Tumbas”, para posteriormente dejar paso a la irreverente “Metal Oxidado”.
Para encarar la recta final de su presentación la banda contó con la complicidad de un público que se animó a participar activamente levantando los puños durante “Entre Tumbas”. Mientras que el colofón definitivo corrió por cuenta de su particular versión del “Nocturnal Witch”. Aunque no puede decirse que la propuesta de Atonement suene fresca e innovadora, lo cierto es que tiene garra, potencial y en directo siempre funciona.
Y es que Exciter estuvieron a la altura de su leyenda. Estuvieron rápidos, enérgicos, letales, agresivos, nos volaron una y otra vez la cabeza, haciendo que los tempestuosos riffs de “Stand Up And Fight”, se convirtieran en la gasolina que alimentó nuestras cervicales. Evidentemente Mr. Beehler no es el mejor vocalista del mundo, pero ese timbre tan agudo y su característica forma de cantar se ha convertido en una seña de identidad indiscutible para cualquier seguidor de la etapa más clásica del combo canadiense. Así que una vez estaban todas las cartas sobre la mesa no había mucho más que abandonarse y disfrutar de la velada cantando temas como “Victims Of Sacrifice”, que arrancaba de forma cadenciosa para poco a poco ir tomando velocidad hasta convertirse en ese trallazo humeante que acabó provocando los primeros pogos de la velada.
El paseo militar del trío de Ottawa, con constantes llamamientos a la participación del personal por parte de Mr. Beehler, proseguiría con “Die In The Night”, que marcada por un inicio más crujiente se convirtió en la excusa perfecta para que la gente coreara esos característicos “oes” mientras los puños se alzaban al aire mostrando así la perfecta sintonía entre los músicos y sus seguidores. A estas alturas de la velada tanto la propia banda como sus incondicionales ya habían entrado en calor, así que tras espetarnos un contundente “fuck you”, el carismático batería tocaba hacer retumbar los cimientos del local con “Iron Dogs” y su tempo más compacto y aplastante, constatando que dejando a un lado la velocidad el trío posee más argumentos para conquistar al respetable. Pero sin duda los temas que mejor funcionaron y que ayudaron a levantar la moral de la tropa fueron aquellos en los que el personal pudo cantar y menear la cabeza, y eso es precisamente lo que sucedió a lo largo de “Breaking The Walls”, que se cerraba dejándonos la estampa de Allan Jhonson masacrándonos inmisericordemente con su bajo.
Como ya comenté al inicio el repertorio de esta noche estuvo repleto de himnos imprescindibles, de temas que cualquier apasionado del heavy metal clásico ha cantado en infinidad de ocasiones. Así que todos volvimos a aunar nuestras gargantas para vociferar como si no hubiera mañana el nombre del tema que prestaba título a su primer largo “Heavy Metal Maniac”, que fue rematado con un vistoso solo de Daniel Dekay. No abandonarían el material contenido en su ópera prima publicada en 1983, ya que en ese ambiente de profunda hermandad metalera no podía faltar el recuerdo y la dedicatoria a las “hermanas del metal”, durante los prolegómenos de “Black Witch”, que les servía para cambiar momentáneamente la dinámica que estaba llevando el show permitiéndonos recobrar mínimamente el aliento.
Pero que nadie piense que ese momento menos enérgico e impetuoso fue sinónimo de que el trío iba a levantar el pie del acelerador, ya que acto seguido volverían a apretar los dientes para ponernos a cantar el hímnico estribillo de “Rising Of The Dead”, proponiéndonos el enésimo viaje a las sonoridades más tradicionales del primigenio heavy metal. Con la banda disfrutando al máximo ante un montón de irredentas y fieles incondicionales la velada continuó avanzando con el derroche de watios con aroma a gasolina quemada que supuso la siempre efectiva “I Am The Beast”, rescatada de “Long Live The Loud”.
Una vez más, como si de una consigna preestablecida se tratase, todos volvimos a levantar los puños mientras cantábamos otra de las imprescindibles “Pounding Metal”; que sonó como toda una declaración de intenciones. Acto seguido llegó el momento de las presentaciones anunciándonos que lamentablemente el show del trío canadiense se estaba acabando. Pero antes de que abandonaran las tablas todavía tendríamos ocasión de deleitarnos con la infecciosa y envenenada “Beyond The Gates Of Doom”, y esa salvajada que lleva por titulo “Long Live The Loud”, que nos dejaba a una banda completamente desatada que azuzó a sus seguidores hasta dejarlos exhaustos.
Para rematar su presentación, y ante las reiteradas demandas de unos fans que pidieron insistentemente algún tema más, la banda optó por cerrar definitivamente la velada con una versión de una banda también mítica, y con la que se les ha comparado en infinidad de ocasiones. De modo que el fin de fiesta corrió por cuenta de un celebrado “Iron Fist”. Fue corto, intenso y, ante todo, divertido. He de reconocer que no acabo de comulgar con todo el material que John Ricci ha publicado bajo el apelativo de Exciter. Pero también he de admitir que cuando se habla de la banda canadiense siempre pienso en ese imponente trío en el que la voz cantante la lleva Dan Beehler, y que destroza todo a su paso. ¡ Y la sala Bóveda de la Ciudad Condal no fue una excepción!
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