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jueves, 18 de agosto de 2022

TESTAMENT+EXODUS+HEATHEN-RAZZMATAZZ-BCN-6-AGO-2022


Esta unánimemente aceptado que el thrash metal americano gira en torno a cuatro nombres que no vamos a citar en estas líneas, pero es claro que dejando a un lado estas bandas existen un puñado de bandas que de forma más modesta y, porque no decirlo, “auténtica” han conseguido alcanzar una cierta notoriedad que a día de hoy les ha convertido en estandartes indiscutibles dentro de una escena que lleva en activo desde principios de la década de los ochenta. No hubiese sido extraño ver el cartel de esta noche en esa época en Ruthie’s In, el Kabuki Theatre o el mítico Fillmore de San Francisco. Pero no, estamos en 2022 y en Barcelona y, visto lo visto, podríamos decir que la escena de Bay Area no ha perdido su poder de convocatoria.

Era una noche especial, una cita ineludible para todos los amantes del thrash metal “old school”, y es que uno no tiene todos los días la oportunidad de enfrentarse a un triple cartel conformado con bandas con tanta enjundia y personalidad como el de esta noche de sábado en la Ciudad Condal. Como comentaba anteriormente, la audiencia respondió al llamado de la Bay Area, y la sala sin llegar a llenarse si que presentó una muy buena entrada. Eso si, hubiera estado bien, para comodidad de los asistentes, que el recinto no hubiera sido acotado con unos telones laterales que provocaron que no pudiéramos desparramar a nuestras anchas. En cualquier caso, la calidad del cartel era indiscutible. Los encargados de abrir la velada serían Heathen, una banda con una carrera algo irregular pero que a lo largo de los años nos ha dejado una colección de trabajos que combinan a la perfección clasicismo metalero, furia thrashera y esos detalles técnicos que les convirtieron en un “rara avis” dentro de la escena. Los elegidos para recoger el testigo fueron los primeros en despuntar en su zona, ya que llevan en activo desde finales de los setenta, y su nombre siempre ha sido sinónimo de actitud, desmadre y violencia sonora, y es que Exodus han sido siempre un valor seguro en directo. El plato fuerte de la noche, las indiscutibles estrellas de la velada, eran Testament quienes aprovecharon la ocasión para pasear, una vez más, su alineación de lujo por nuestros escenarios ofreciéndonos un repertorio que combinó clásicos de su dilatada carrera con temas de su última entrega discográfica “Titans Of Creation”.

La velada se preveía larga, así que no había tiempo de perder. De modo que con puntualidad británica y ante una sala ya bastante concurrida y animada aparecían en escena Heathen. La banda que capitanea David R. White, volvía “al lugar del crimen”, al enclave donde pudimos verles por primera vez a finales del mes de mayo 1991 junto a Sacred Reich y Sepultura, y aunque su actual line-up poco tiene que ver con el de aquella visita, lo cierto es que se mostraron rápidos, precisos y melódicos. Y sí he dicho melódicos, ya que si algo ha caracterizado a Heathen ha sido su exquisito tratamiento de las melodías, algo que de alguna forma les conectaba con el público del heavy metal tradicional.


De forma cachonda, haciéndonos esbozar una sonrisa, así se vivieron los momentos previos a que asaltasen el escenario, y es que el tema previo a su salida fue un clásico de Abba, y además contó con la simpática coreografía, -con toalla incluida del batería Jim DeMaria-. Escoltados por la portada de su último redondo, “Empire Of The Blind”, el quinteto salió como un vendaval, -aunque el sonido no les acompañó en los primeros compases del show, con unas guitarras algo bajas y faltas de pegada-, dejando claro con la vertiginosa “The Blight”, que en pleno siglo XXI la banda está en un excelente estado de forma. Especialmente reseñable me pareció la labor vocal de David R. White, cantando a un excelente nivel y animando incansablemente a un respetable que respondió a cada una de las invitaciones que el frontman nos hizo para sumarnos a los coros del tema mientras levantábamos los puños al aire. Haciendo gala de ese estilo tan particularmente americano, a medio camino entre el thrash y el heavy metal más crujiente y amenazador, así sonó otra de las nuevas “Empire Of The Blind”, que hacía que el ambiente siguiera caldeándose entre unas primeras filas cada vez más animadas.

Habiendo presentado un par de nuevas composiciones, y tras haber saludado al personal, era un buen momento para mirar por primera vez al pasado, concretamente a su anterior “The Evolution Of Chaos”, el disco que marcó su regreso discográfico tras casi dos décadas de silencio y del que nos brindaron el crujiente “Arrows Of Agony”, que con sus ambientaciones más oscuras y sus fraseos doblados de guitarra hizo las delicias de un personal que se lo estaba pasando en grande. Pero evidentemente todos sabíamos que cuando Heathen echaran mano de la artillería pesada la cosa iba a ir a mayores, como así fue. Y es que el primer gran clásico de la tarde no tardó en llegar encarnado en la fantástica y misteriosa “Goblins Blade”, que formaba parte de su ópera prima “Breaking The Silence”, que con su esencia netamente thrashy daba argumentos para que los primeros circle-pits aparecieran en los aledaños del escenario ante la cara de satisfacción de unos músicos que no pudieron más que esbozar una sonrisa de complicidad.

Aunque no es un mal tema, lo cierto que la nueva incursión en la obra que publicaron el pasado 2020, con la atormentada “Sun In My Hand”, bajó un poco el ritmo del show pese a que David R.White se empeñó en que todos cantáramos una y otra vez su pegadizo estribillo como si fuera un mantra. Pero estaba claro que si lo que quería el carismático frontman era hacernos cantar lo mejor era proponernos “Death By Hanging”, ya que prácticamente la audiencia cantó a pachas con la banda cada una de las estrofas antes de que sus crujientes riffs y su ritmo rompe cervicales nos volaran literalmente la cabeza. El punto final para una actuación corta, notable, y que lamentablemente estuvo un poco lastrada por un sonido poco matizado fue otra de las imprescindibles, la pieza que abría su segundo largo de 1991 “Victims Of Deception”, “Hypnotized”. En definitiva que Heathen fueron un buen aperitivo antes de que irrumpiera en escena la dupla Exodus/Testament, aunque he de reconocer que siendo seguidor de la banda desde hace muchos años tan solo siete temas ,y bastante material de nuevo cuño, me acabó pareciendo un escaso botín. Ojalá tengamos ocasión de verles por aquí liderando su propio show, aunque me parece que será difícil.

Nunca fueron los más grandes, en cuanto a popularidad se refiere, dentro de la escena thrasher. Pero en su zona, la Bay Area, su nombre provocaba el pánico entre los seguidores del glam y el hard rock más comercial y edulcorado. Ellos fueron de los primeros en llegar y para muchos su debut el seminal “Bonded By Blood” es la piedra angular del estilo. Pese a ello, Exodus las han visto de todos los colores a lo largo de su dilatada trayectoria. Han disfrutado del éxito y el reconocimiento, pero también han tenido que lidiar con la pérdida de algunos compañeros como por ejemplo el mítico Paul Baloff en 2002 o el guitarrista Evan McKaskey. Y en épocas más recientes su batería y miembro fundador Tom Hunting ha tenido que batallar también contra el cáncer.

Pero dejando a un lado todas estas vicisitudes, lo ciertos que la banda del retornado, -tras su triunfal estancia en Slayer-, Gary Holt fue acogida por el público barcelonés con la devoción que sin duda se merecen. Había ganas, muchas ganas, de seguir con la fiesta, así que cuando a través del P.A., empezó a sonar “Kicked In The Teeth” de Ac Dc todos nos pusimos en alerta ante el inminente desembarco del quinteto americano. Con un gran telón de fondo con la portada de su más reciente entrega “Persona non Grata” presidiendo el escenario las guitarras del ya mencionado Gary Holt y Brandon Ellis de The Black Dahlia Murder, -que substituía a Lee Altus-, no tardaron en trepanarnos la cabeza con la rugosa visceralidad de “The Beatings Will Continue (Until Morale Improves)”. Pero sin duda el centro de todas las miradas fue Steve “Zetro” Souza quien mucho más delgado y ataviado con su habitual chaleco tejano repleto de parches no tardó en adueñarse del escenario. En cuanto a su estado de forma vocal se mostró perfecto, tan afilado y mordaz como nos gusta a sus seguidores, y eso quedó patente con lo contundente que sonaron temas como el icónico “A Lesson In Violence”, que literalmente ponía la sala patas arriba, y es que pocas veces un himno sonó tan apropiado ante una audiencia repleta de furibundos y maduros thrashers.

Aunque lógicamente sus clásicos son los indiscutibles baluartes de la carrera del combo de San Francisco, está claro que Exodus no renuncian a su presente, demostrando que no están dispuestos únicamente a vivir de las rentas, y es que temas facturados en la última década como el rabioso “Blood In, Blood Out”, no desentonaron para nada con algunos de los himnos que facturaron durante la añorada década de los ochenta. Tras semejante arranque, -en el que Exodus dejaron patente que siguen siendo unos referentes indiscutibles del género-, y tras comprobar que Tom Hunting sigue siendo la misma bestia que era tras los parches, era un buen momento para indagar en su obra del pasado año dando buena cuenta de las atmósferas más rugosas y oscuras de “The Years Of Death and Dying” que provocaba que todos levantáramos los puños escenificando la perfecta comunión entre banda y público.


Una vez más, Steve “Zetro” Souza volvería a tirar de carisma acercándose al filo del escenario para hacer rugir intensamente al personal durante los prolegómenos de “Deathamphetamine”, que nos proponía un cambio de registro hacia tesituras más pantanosas siendo una pieza rescatada de la época con Rob Dukes al frente, aunque sonó igualmente agresiva, para acto seguido hacer que los pogos y los circle-pits reaparecieran durante ese puñetazo en la barbilla que lleva por título “Blacklist”, y que formaba parte de lo que fue su disco de retorno de 2004 “Tempo Of The Damned”. Una nueva mirada al pasado volvería a desatar la euforia, y es que “Piranha” fue la encargada de proporcionar combustible a unos seguidores que a estas alturas del show habían caído ya rendidos ante la lección de actitud y garra thrasher que nos estaba brindando el combo americano.

Para encarar la recta final de su impecable presentación Exodus apostaron por proponernos otra pieza de nuevo cuño, de modo que todo se ralentizó cuando las guitarras empezaron a construir las inquietantes y atenazadoras melodías de un “Prescribing Honor”, que funcionó fantásticamente bien, dejando claro que el material de “Persona Non Grata” ha colmado las expectativas de sus seguidores. Hay pocas canciones que sean más auténticas que la que daba título a su debut de 1985 “Bonded By Blood”, que fue precedida por un fragmento de “Raining Blood” de Slayer” y en donde la respuesta de las primeras filas volvió a ser increíble, con una sucesión de pogos que se encargaron de dar ambiente y colorido a la ejecución de este clásico fundacional y definitorio de lo que es el thrash metal.

Pero no, la descarga de Exodus no finalizó así, ya que para poner el colofón definitivo a su presentación nada mejor que esperarnos “The Toxic Waltz” y una aceleradísima versión de la primeriza “Strike Of The Beast”, tras la que se marcharon dejando al personal hambriento y con ganas de haber escuchado algún tema más. No fallaron, Exodus llegaron al escenario del Razzmatazz dispuestos a dejar claro que no son solo una vieja gloria dentro del thrash, sino que son una banda de presente y que, aunque sin ofrecer cosas rupturistas con su legado, aún tienen mucho thrash metal que ofrecer a su fiel parroquia de incondicionales.

Difícil, muy difícil lo iban a tener las huestes que lidera el carismático gigantón Chuck Billy tras la clase magistral que nos acababan de brindar unos Exodus en estado de gracia. Pero dejando a un lado el aspecto musical Testament contaron con una cuidada escenografía, con un par de telones de fondo, -con la portada de su último trabajo al inicio y con su clásico logo en el tramo final-, unas pequeñas plataformas repartidas por el escenario, un impactante juego de luces y unas altísimas columnas de humo que contribuyeron a que los momentos álgidos del show quedaran de lo más vistosos y resultones. En cualquier caso, el montaje escénico no fue la única sorpresa de la noche, ya que muchos no se enteraron hasta que arrancó el show que el mítico Dave Lombardo era quien estaba aporreando los timbales de la formación californiana.

Sin embargo, en donde no hubo sorpresas fue en el fantástico rendimiento que nos ofreció el tándem Skolnick/Peterson, - el primero todo melodía y buen gusto, mientras el segundo fue quien aportó la tenacidad, la garra y el ímpetu metalero. Tampoco faltaron las filigranas del polifacético Steve DiGiorgio, que para muchos es uno de los mejores en su estilo. En cuanto a Chuck Billly le vimos muy sólido escénicamente, siendo el frontman que siempre ha sido, aunque es cierto que me dio la impresión de que el show se le acabó haciendo algo largo.Además me llamó mucho la atención que en esta ocasión no le vimos jugar con su medio pie de micro como antaño, privándonos de una estampa que se ha convertido en tan clásica como algunos de los himnos imprescindibles de su discografía.

Aparecieron en escena entre sombras, y fueron tomando posiciones, uno a uno, recibiendo las muestras de cariño del respetable, mientras a través del P.A. sonaba a modo de introducción “Catacombs”. Rápidamente las guitarras se encargarían de darnos la bienvenida para acabar volándonos la cabeza con una pieza que podríamos tildar ya como un nuevo clásico dentro de su excelsa discografía “Rise Up”, y ya desde el primer momento vimos claro que la audiencia iba a apoyar al máximo al combo americano, y la constatación definitiva la tuvimos al ver la explosión del personal cada vez que Chuck levantaba el brazo para corear su marcado y demoledor estribillo mientras el escenario quedaba oculto tras unas densas columnas de humo que emergían desde la porte frontal del mismo. No hubo que esperar mucho para deleitarnos con el primer gran himno de la noche, y es que el quinteto recurrió rápidamente a la artillería pesada en forma de un celebradísimo “The New Order”, que nos regalaba la estampa de ambos hachas compartiendo la tarima central mientras se batían en un intenso duelo para acabar provocando la algarabía entre todos los presentes.

Aunque en ningún momento la banda perdió ese aura autenticidad que tanto se asocia siempre al thrash metal, lo cierto es que todos los músicos nos deleitaron con un amplio catálogo de poses. Y es que incluso el último en llegar al barco, Dave Lombardo, tuvo su momento estelar durante el arranque de una de las rescatadas de su anterior “The Brotherhood Of The Snake”, la vibrante “The Pale King”. Sin compasión, y tras habernos mostrado sus cartas con esa valiente simbiosis entre presente y pasado, era un buen momento para dar lustre a su material más reciente confiando para ello en la brutalidad que desprendió la imparable sección rítmica que comanda la pieza que lo inaugura “Children Of The Next Level”, que por cierto recibió una muy cálida acogida con el personal levantando sus cuernos.


Nuevamente las altísimas columnas de humo que había en la parte frontal del escenario volverían a ocultar la figura de los músicos cuando estos empezaron a atacar los compases iniciales de “Practice What You Preach”, que era la elegida para volvernos a invitar a viajar hasta la década de los ochenta, con una banda absolutamente desatada y una audiencia que no paró de animar y hacer pogo. Sí, huelga decir que a estas alturas del show la comunión entre la banda y sus incondicionales era ya total. Pero lejos de relajarse y dar la batalla por ganada los americanos siguieron metiendo leña al fuego, proporcionándonos combustible para que los pogos no se detuvieran y el headbanging no cesara gracias a las afiladas guitarras y a los arrolladores coros de otra de las nuevas “WWIII”, todo un compendio thrashero de visos apocalípticos que mantuvo intacto el nivel que estaba llevando la velada.

Como comentaba anteriormente la actual encarnación de Testament en una alineación copada de músicos virtuosos y con un amplio bagaje a sus espaldas. Todos y cada uno de ellos ha estado involucrado en diferentes proyectos, y sin duda uno de los más prolíficos ha sido Steve DiGiorgio. Así que el veterano bajista recibió una cálida ovación cuando fue presentado justo antes de flanquearnos el paso hacia “D.N.R. Do Not Resuscitate)”, el descomunal corte que abría el fantástico “The Gathering” de finales del pasado siglo. Sin apenas concedernos ni un segundo de tregua Skolnick y Peterson volverían a adueñarse del centro del escenario para deleitarnos con los oscuros desarrollos de “Night Of The Witch”, mientras Chuck rasgaba al máximo su registro contando con el apoyo vocal de Peterson para introducirse prácticamente en tesituras death metaleras ante el impasible y bombardeante tempo que marcaban Lombardo y DiGiorgio.

Algo muy destacable del setlist que nos ofrecieron Testament es que en él no hubo representación de material contenido en discos que en su momento fueron muy importantes como por ejemplo “The Ritual”, “Low” o “Demonic”, pero sin embargo si que hubo tiempo para recordar el álbum que puso fin a su etapa más larga sin publicar nuevo material de estudio “The Formation Of Damnation”, del que nos propusieron el propio tema que le prestaba título. Acto seguido llegó el momento de lucimiento personal de Steve DeGiorgio quien mostró algunas de sus habilidades. Encarando la recta final del show la banda quemaría todas sus naves con otro trallazo incontestable como es “Souls Of Black”, para acto seguido castigar nuestras cervicales con los riffs más crujientes y rotundos de “First Strike Is Deadly”.

Cambiando el telón con la portada de su último redondo por otra con su logo clásico, el quinteto nos invitaba a a levantar los cuernos al aire durante “Over The Wall”. Como si fuera una estampida llegaba “Into The Pit”, con las columnas de humo volviendo a alzarse sobre nuestras cabezas mientras Chuck Billy señalaba al personal en una épica recta final. El broche definitivo, el golpe de gracia para una velada fantástica de thrash metal “old school” correría por cuenta de esa simbiosis de melodía y contundencia que lleva por título “Alone In The Dark”.

No, no fue nada nuevo lo que vimos el pasado sábado en la Ciudad Condal, pero las tres bandas que conformaban el atractivo cartel dejaron patente que el thrash metal no ha perdido su poder de convocatoria, y que ademas algunas de las bandas que lo convirtieron en el estilo predominante y puntero durante la década de los ochenta a día de hoy siguen presentando batalla y están en un excelente estado de forma. No va más. Para muchos la escena de la Bay Area puede sonar a reliquia de otra época, a caduca, pero viendo la respuesta del público y el estado de forma de las bandas clásicas queda claro que tenemos escena para rato. ¡¡¡¡¡Thrash ´till death!!!!



TEXTO:ALFONSO DIAZ

FOTOS:CARLOS OLIVER



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