Tal y como nos comentaron los propios Astray Valley durante el show: hacia más de dos años que no tacaban en los escenarios de la capital catalana, en casa. Como sucede con la mayoría de formaciones este hecho no ha sido algo premeditado ya que ha obedecido a “razones pandémicas”. Sea como sea, las huestes que capitanea la vocalista Clau Violette han empleado este tiempo en dar una vuelta de tuerca a su sonido y sobre todo a su imagen, tal y como plasmaron en su más reciente E.P. “Tales Of Lun”, y en los videos que le acompañaron. Pero que nadie piense que la formación catalana no tenia ya un sólido bagaje a sus espaldas, ya que desde su formación en 2014 les hemos visto tocar en escenarios modestos, pero también han formado parte del cartel de prestigiosos festivales como el Barcelona Rock Fest o el Leyendas Del Rock, amén de haber compartido escenario con bandas internacionales como Infected Rain, The Agonist, Jinjer, y de haberse presentado más allá de nuestras fronteras.
Quizás por ello llama la atención que una banda con su trayectoria y su calidad no acabé de conectar con el público, con lo que parecen condenados a ser una eterna promesa que no termina de consolidarse. Seguramente si llegarán de fuera y estuvieran respaldados por una buena campaña de promoción..., otro gallo cantaría. En cualquier caso, Astray Valley retornaban a los escenarios barceloneses, concretamente al de la céntrica Sala Sidecar, para rubricar que siguen creciendo y ganando enteros como banda, dejando claro que si su directo antes era potente e impactante, ahora es descomunal, ya que a toda esa energía, garra y mala leche, -personificada en la actitud salvaje de su frontwoman-, hay que sumar ahora una puesta en escena modesta, pero muy, muy, trabajada y atractiva, que incluyó vestuario y columnas de humo.
Para acompañarles en su regreso a la Ciudad Condal Astray Valley contaron con una banda poco conocida por estos lares como son los mexicanos People As Machines, quienes comandados por su guitarrista Jesús aprovecharon la ocasión para presentar una propuesta interesante y personal, que combinó elementos propios del metal, el rock clásico, el funk e incluso algunas pinceladas de corte progresivo.No debe resultar fácil para una formación de músicos jóvenes como son People As Machines cruzar el charco y plantarse en una ciudad como Barcelona para presentarse ante una sala de formato reducido como es Sidecar, pero eso no pareció importar a un cuarteto que además tuvo que contar con el concurso de Alex al bajo, un músico local con el que no habían tocado hasta que se subieron al escenario.
Así que sobreponiéndose a las adversidades, a los problemas técnicos con la batería, y a un sonido bastante deficiente, -con mucho reverb, y una afinación excesivamente aguda-, el combo mexicano firmó un show convincente y compacto, en el que destacaron temas como “Falling”, que con sus vibrantes increscendos servía para que su guitarrista Jesús rápidamente destacara por encima del resto de sus compañeros.
Precisamente uno de los grandes hándicaps de People As Machines fue la timidez de su vocalista, que si bien nos sorprendió muy positivamente al afrontar las tonalidades agudas contenidas en temas como la power metalera “Run For Your Life”, se mostró algo esquivo a la hora de las presentaciones y de interactuar con el público.
Pese a ello la banda se fue animando y entonando a medida que avanzaba el show, así que cuando atacaron “Again”, uno de los últimos sencillos que han lanzado, consiguieron que los más animados levantaran el puño para acompañarles a la hora de entonar su pegadizo estribillo. Consiguieron conectar con parte del público, especialmente por el carisma de su guitarrista que no paró de animar y de mostrarse tremendamente agradecido por estar tocando en la Ciudad Condal. Así que para encarar la recta final de su escueta presentación el cuarteto invitó al respetable a cantar con ellos dando por concluida una presentación que nos sirvió para descubrir a una banda joven, que apunta maneras, pero a la que personalmente creo que todavía le faltan “horas de vuelo”, y que tiene que trabajar un poco la imagen y, sobretodo, pulir su puesta en escena.
No tuvimos que esperar mucho para tener sobre las tablas a los chicos de Astray Valley. La formación catalana es el perfecto ejemplo de cómo debe planificarse una carrera musical a corto/ medio plazo. Desde que dieran sus primeros pasos la banda ha conseguido llamar la atención: primero por la complejidad y la variedad estilística de sus composiciones, tal y como dejaron plasmado en su Ep de presentación “Dystopia”(2015) y su posterior largo de mediados de 2018 “Unneth”. Posteriormente lo hicieron con la rotundidad de unos directos que conseguían captar la atención del oyente aunque no conociera a la banda anteriormente, como pudimos comprobar en su aparición abriendo la edición de 2017 del Barcelona Rock Fest. Y, ahora, han aprovechado el paréntesis pandémico para grabar “Tales Of Lun” y pulir su imagen, dotándola de una importancia preponderante, algo que ha influido en que sus directos, -con una puesta en escena más vistosa y elaborada-, sean algo más que un espectáculo musical al uso.
Lamentablemente, pese a todo lo anteriormente expuesto, el combo barcelonés no consiguió llenar la sala Sidecar, pero los que nos acercamos a presenciar su directo disfrutamos de un espectáculo soberbio, con una banda que sonó como un cañón, -sin nada que envidiar a muchas formaciones internacionales-, y que ante todo contó con el carisma y la puesta en escena de una frontwoman como Clau Violette que es todo pasión, fuego, entrega.., y que no dudó en bajarse de las tablas en más de una ocasión, ya fuera para cantar sentada en el filo del escenario o mezclada entre los seguidores que dieron ambiente y colorido a las primeras filas.
Salieron dispuestos a convencer al personal. Tenían muchas ganas de reencontrarse con sus seguidores y eso se notó en la intensidad y la conexión que la banda estableció con sus seguidores desde que se adueñaron del escenario para dar el pistoletazo de salida con “Firehearts”, presentándonos a una banda completamente desatada y liderada por una Clau Violette que apareció ataviada con una larga túnica con capucha y luciendo cornamenta para convertirse inmediatamente en el centro de todas las miradas. Las reducidas dimensiones del escenario del Sidecar propiciaron que los músicos tuvieran que formar prácticamente en dos líneas a la hora de atacar piezas como la escueta y brutalísima “Entity”, que al igual que sucede en su primer largo “Unneth”, fue seguida de “Hollow”, rubricando así una tripleta de arranque devastadora, con la que la que los catalanes ponían las cartas sobre la mesa, revolucionando al personal con su invitación a que nos pusiéramos a brincar mientras en el filo del escenario hacían acto de presencia unas columnas de humo.
Durante la primera charla de la noche la carismática vocalista además de saludarnos nos anunció que la banda regresaba a casa dos años después de su última incursión. Así que tras recabar la calurosa ovación de sus fieles, tocaba seguir dando caña al respetable, confiando para ello en la dualidad sonora que nos propusieron a lo largo de “Parallel Visions”, haciéndonos transitar por diferentes ambientaciones para acabar azuzándonos violentamente en su rotunda recta final. La fiereza y la intensidad del ataque guitarrero que nos brindaron Adri y Joan seguiría creciendo durante los compases iniciales de “The Wilderness”, para posteriormente embelesarnos con esos desarrollos más ambientales y melódicos que acabarían abocándonos sobre los registros más incisivos y desgarradores de la vocalista.
Tras demandar una cálida ovación para sus compañeros de esta noche, People As Machines, el quinteto prosiguió el repaso a su primer largo dando buena cuenta de la arrolladora “Waters Of Skylah”, que fue la elegida para que las columnas de humo volvieran a alzarse mientras tanto banda como audiencia se abandonaban al headbanging durante sus incendiarias aceleraciones. A estas alturas del show, con la gente ya totalmente enchufada, estaba claro que Astray Valley no iban a levantar el pie del acelerador, pero de igual forma tampoco iban a renunciar a mostrar su faceta más melódica y sofisticada. De modo que para combinar estas dos vertientes que mejor que plantear al personal la dicotomía que encierra “Pathways”, que nos dejaba la estampa de una vocalista poseída incitando al personal a que alzara sus cuernos.
Con ese doble ataque de guitarras sonando intenso, potente y derrochando instinto asesino por los cuatro costados arrancaba la visceral “The Collapse”, para acabar alternando todo esa furia con pasajes más atmosfericos y etéreos, dejando claro, por si alguien tenía alguna duda, que los catalanes no son una banda que se dedique a repetir sistemáticamente los esquemas de sus composiciones, y eso acaba repercutiendo en el dinamismo y la frescura de unos temas que siempre acaban sorprendiendo al oyente. Con Clau Violette volviendo a dejar a sus compañeros huérfanos sobre el escenario para bajarse a la pista a cantar entre el público se iniciaba “Singularity”, para acabar convirtiéndose en uno de los momentos álgidos de la noche, con todo el personal animando contagiado de la garra de la frontwoman, a la vez que sobre el escenario las columnas de humo volvían a a hacer acto de presencia.
El momento para dejar volar la imaginación llegaría con el fantástico y evocador “Constellations”, que nos hacía levantar los puños para flanquearnos el paso hacia una recta final que estuvo marcada por los pogos y los circle pits que acompañaron a ese trallazo incontestable que lleva por título “The Architect”, una auténtica gema que nos muestra todo el potencial de unos Astray Valley que suenan cada vez más viscerales y corrosivos. “Erased”, fue otra de las que no faltó esta noche. Pero sin duda si hubo un tema que cautivo, unió y embelesó a un público que disfrutó al máximo de su descarga ese fue “Negra Luna”, con Clau Violette dirigiendo al personal para rubricar la perfecta sintonía entre el quinteto y sus incondicionales.
En definitiva, que un servidor se ratifica en la idea de que si Astray Valley fueran una banda guiri y contarán con el respaldo de un sello importante, seguro que conseguirían llegar a más gente, y no me cabe la menor duda de que a día de hoy estarían agotando salas de mayor aforo que la Sidecar. En cualquier caso, en el extranjero ya han probado su “veneno” y seguro repetirán. Así que mientras la banda va escalando posiciones y conquista el lugar que le corresponde por calidad y entrega, unos pocos privilegiados tendremos el placer de seguir disfrutando de la experiencia que es verles en directo en “petit comité”.
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