¿Duelo en lo más alto? “Vikings And Lionhearts Tour”, una de las más giras más potentes y esperadas de este recién estrenado otoño arribaba a la Ciudad Condal no exenta de una cierta polémica debido al cambio de local que trasladó la cita del Sant Jordi Club a la Sala grande del Razzmatazz. Sea como fuera los suecos Amon Amarth y los americanos Machine Head, regresaban para presentar sus respectivos nuevos trabajos. Pero por si semejante combinación de fuerzas no fuera reclamo suficiente para movilizar a los seguidores del metal en la capital catalana los encargados de completar el atractivo cartel de esta noche de jueves y dar el pistoletazo de salida a la velada fueron The Halo Effect.
Cuando una gira como la que están protagonizando Amon Amarth y Machine Head llega a la ciudad lo más normal es que los encargados de abrir fuego sean una banda novel. Y aunque eso no iba a cambiar esta noche, lo cierto es que el currículum y el bagaje que atesoran los miembros de The Halo Effect haría palidecer al de algunas formaciones que hace años que giran incansablemente por el Viejo Continente. Su trabajo de presentación, “Days Of The Lost”, ha levantado mucha expectación entre los seguidores del death metal melódico, así que no fue una sorpresa que cuando irrumpieron en escena a primera hora de la tarde un buen número de seguidores ya les estuvieran esperando con los brazos abiertos.
Aparecieron precedidos de una larga introducción y arropados por la entusiasta respuesta del público. Sin contemplaciones, la banda no titubeó a la hora de abalanzarse sobre la propia “Days Of The Lost”. Como no podía ser de otra forma el último en aparecer fue su frontman, Mikael Stanne, ataviado con su habitual chaqueta y moviéndose con soltura por el escenario para conseguir captar la atención de los pocos que todavía no les conocían. Para ellos, Stanne presentó a la banda y comentó que lo suyo era el death metal. De modo que esa fue la escueta y concisa presentación que precedió a las envolventes y etéreas melodías que nos anunciaban la llegada de “The Needless End”.
Los tiempos han cambiado, y ya no estamos a finales del pasado siglo, así que ahora mismo no resulta extraño ver a una audiencia death metalera acompañar con palmas el desarrollo de una pieza como “Gateways”, que según comentó el propio frontman fue el primer corte que compusieron y que personalmente fue de los que más me gustaron gracias a sus cuidadas melodías y a ese delicioso juego de guitarras dobladas que dejaba entrever las influencias clásicas de la formación sueca. Tampoco faltaron los tempos más directos acompañando a los coreables estribillos de “Feel What I Believe”, que nos dejaba con la estampa de sus devotos levantando los puños al aire antes de tributar al quinteto una ovación de gala.
Evidentemente The Halo Effect no fueron unos teloneros al uso. Sí, su repertorio fue corto y sus posibilidades luminotécnicas algo justitas, pero lo cierto es que disfrutaron de un sonido bastante aceptable. Eso, junto a la experiencia y las tablas de sus miembros sirvió para que la banda consiguiera enganchar completamente a un público que, todo hay que decirlo, estaba bastante entregado desde antes de que se subieran al escenario. Y la mejor prueba fue ver la reacción de las primeras filas cuando atacaron piezas como “Last Of Our Kind”.
Otra de las que nos pasó por encima de forma inmisericorde fue la seminal “Conditional”, un ataque directo a la yugular que sacó a relucir la vertiente más voraz y agresiva del quinteto. Sin embargo, para poner el broche de oro a esta primera incursión en tierras catalanas, -que esperemos no sea la última-, confiaron en los tintes más oscuros y épicos de “Shadowminds”. Lo dicho, no creo que The Halo Effect necesiten presentación. En Barcelona su presencia había despertado bastante expectación, y lo cierto es que cumplieron con creces, dejando claro que tienen un futuro de lo más prometedor. Esperemos que no tarden en volver.
Una vez concluido el primer asalto de la noche le tocaba el turno a las huestes que lidera el carismático Robb Flynn. Muchos han sido los planes que ha truncado la pandemia. Sin ir más lejos Machine Head tenían prevista una gira recuperando la práctica totalidad de su formación original para conmemorar el 25 aniversario de su aplastante debut “Burn My Eyes”, y aunque la celebración se llevó a cabo no tuvo la repercusión y el recorrido que la ocasión merecía. Sin embargo, Robb y su actual lugarteniente el bajista Jared MacEachern han estado muy activos a través de las redes sociales, amén de haber dado forma a ese nuevo trabajo que recientemente veía la luz bajo el nombre de “Of Kingdom And Crown”.
Mucho ha cambiado el estilo de los californianos desde que los vimos por primera vez por aquí abriendo para los maestros del thrash metal Slayer a mediados de la década de los noventa. Han pasado por diferentes etapas, altos y bajos, pero de lo que nadie puede acusar a Mr. Flynn es de no haber seguido siempre su instinto. He de admitir que no me han acabado de enganchar sus últimas referencias de estudio, pero viendo la reacción de sus incondicionales me queda claro que es un problema mío con la banda. Y con eso quiero decir que siempre he preferido su faceta más ruda y metalera , y no su actual encarnación en la que dejan espacio en sus composiciones para retazos core, voces limpias, ampulosos arreglos, e incluso pasajes más etéreos y ambientales.
Volviendo a hablar de lo que fue su descarga, el escenario estuvo engalanado con sendas pancartas laterales, con el logo de la banda, que flanquearon la altísima tarima donde se ubicó la batería de Matt Alston. También me gustaría destacar el cuidado y vistoso juego de luces que hizo que la descarga del combo americano quedara de lo más espectacular. En cuanto al repertorio fue variado, combinando temas de casi todas sus etapas. Aunque personalmente he de admitir que me faltaron algunos temas que considero imprescindibles, como por ejemplo “Old” o “Take My Scars”. Otro detalle que no me acabó de convencer fue el ritmo del show, con una primera mitad absolutamente matadora, -en la que arrollaron con todo a su paso-, mientras que en la segunda mitad del show se centraron en temas más densos y ambientales.
Dándose una verdadero baño de masas, tirando de carisma, alzando su vaso para brindar con el respetable. De esa guisa apareció en escena Robb Flynn, consciente de que para muchos es una de las figuras más representativas del metal en los últimos 25 años. Así que la respuesta del respetable no pudo ser más ruidosa y enfervorizada. Dieron el pistoletazo de salida con una de las nuevas, una de las que mejor define el material contenido en su más reciente entrega discográfica, dando buena cuenta de “BECOME THE FIRESTORM”, dejando claras dos cosas: primero que el nuevo material ha calado hondo entre sus incondicionales, -solo hubo que ver los concurridos circle-pits-; y la segunda lo importantes que son ahora mismo las aportaciones vocales de Jared Mac Eachern dentro del sonido de los californianos. Sonando compactos, potentes y muy cañeros el cuarteto no tardó en recurrir a una de esas piezas que es capaz de levantar a cualquier auditorio, y es que la siguiente en sonar fue “Imperium”, que servía para que todo el personal alzara el dedo corazón, siguiendo las indicaciones de Flynn, para acabar firmando el primer momento épico de la noche.
Aún más atrás en el tiempo, concretamente hasta la segunda mitad de la década de los noventa, nos invitarían a viajar con “Ten Ton Hammer”, que hacía que la euforia del personal siguiera en aumento, tal y como corroboró que durante el impasse que la sala estuvo a oscuras, al finalizar el tema, la gente no dejará de corear incansablemente el nombre de la banda. La descarga de Machine Head había empezado de la mejor forma posible, con un cuarteto desatado, mostrando sus credenciales y enseñando los dientes a una audiencia hambrienta de emociones fuertes. El primer break de la noche, y el primer bajón de intensidad, por lo menos para un servidor, llegó durante “I Am Hell (Sonata In C#)”, para el que Flynn pidió un gran circle-pit.
He de admitir que me sorprendió la buena acogida que tuvieron las nuevas composiciones, y es que la gente disfrutó y se entregó al máximo cuando la banda atacó piezas como “CHOKE ON THE ASHES OF YOUR HATE”, que provocó que la acción no se detuviera en los aledaños del escenario. Tal y como nos tiene acostumbrados Mr. Flynn se prodigó bastante a la hora de las presentaciones, incluso diría que en algún momento demasiado, ya que esa larga introducción rasgando la guitarra durante los prolegómenos de “Darkness Within”, cortó un poco el trepidante ritmo que hasta ese momento había llevado el show.
La vuelta sobre su vertiente más corrosiva, ya con Jared a pecho descubierto, para encarar la recta final del show vendría marcada por otra de las incendiarias, “Now We Die”, mientras que la elegida para rememorar su etapa más numetalera fue “From This Day”, que a la postre fue el único recuerdo que se permitieron a su tercer largo “The Burning Red” de 1999, y que nos dejaba al personal levantando los puños antes de ponerse a saltar siguiendo su poderoso estribillo.
Pero sin lugar a dudas si hubo un tema que hizo retumbar los cimientos del local, y que todos los presentes corearon, ese fue el celebrado “Davidian” de su aplastante debut “Burn My Eyes”, su primer gran éxito que más de 25 años después sigue sonando igual de devastador e imparable que antaño. Antes de marcharse definitivamente el combo americano todavía tendría ocasión de brindar a todos sus incondicionales la oportunidad de corear junto a la banda las melodías de “Halo”. Lo dicho, creo que Machine Head abandonaron el escenario dejando a una audiencia destrozada y plenamente satisfecha. Aunque un servidor se fue con la sensación de que no acabó de conectar con Robb Flynn y sus muchachos. Pero como os digo, fue más una apreciación personal, ya que la opinión generalizada fue que los americanos dieron un fantástico concierto.
No ha sido fácil la ascensión al “Vhalhalla del metal” de Amon Amarth. Los más veteranos les hemos vistos ir ascendiendo posiciones. Muy atrás quedan aquellas primeras visitas en salas de pequeño formato, ya que desde hace prácticamente una década los vikingos suecos han trasladado su espectáculo a recintos mayores. Y por si eso no fuera suficiente hemos tenido también la oportunidad de verles copando los lugares de privilegio de algunos de los festivales más importantes y emblemáticos del Viejo Continente. Como suele suceder siempre que una banda despunta, esa ascensión no ha estado exenta de críticas afiladas, pero de lo que no hay dudas es que a día de hoy Amon Amarth son una de las bandas más populares y emblemáticas dentro del metal.
Había mucha curiosidad por comprobar qué clase de espectáculo y escenario montarían los suecos. Todos sabíamos que el ya mencionado cambio de recinto comportaba no solo las limitaciones propias del espacio, sino que también de algunos trucos escénicos, -como por ejemplo el fuego-, se iban a quedar fuera por cuestiones de seguridad. En cualquier caso, no faltó el imponente casco guerrero en el que se montó la batería, con unos enormes cuernos que casi rozaban el techo del local. Tampoco faltó la presencia de Loki, la encarnizada lucha de dos guerreros, el martillo y, como traca final, la imponente aparición de una criatura monstruosa en la parte trasera del escenario.
Como si fueran comandantes convocando a sus tropas. Así aparecieron en escena Amon Amarth comandados por el carismático y barbudo Johan Hegg, invitándonos a alzar nuestros cuernos al aire para arrancar la velada con algo de artillería pesada, dejando claro que no venían dispuestos a hacer prisioneros, con lo que “Guardians Of Asgaard” se convirtió en la excusa perfecta para que todos calentáramos la garganta entonando su melodía mientras los músicos nos miraban complacidos y desafiantes encaramados a las pequeñas plataformas que había dispuestas a lo largo del escenario. Pese a la desmedida euforia inicial, lo cierto es que el arranque quedó algo deslucido por un sonido poco matizado. Pese a ello, otra de las imprescindibles como es “Ravens Flight”, de su exitoso “Berserker”, fue la responsable del primer duelo guitarrero de la noche mientras unas densas columnas de humo se alzaban en la primera línea del escenario.
Tras haber asestado dos zarpazos directos y certeros a su fiel tropa de incondicionales era un buen momento para que Johan Hegg ejerciera como el perfecto anfitrión, invitándonos a encarar una de las sorpresas de la noche, y es que fue durante la interpretación del tema que prestó título a su obra de 2013, “Deceiver Of The Gods”, cuando hizo acto de presencia la imponente figura de Loki. Ya no había vueltas atrás, los vikingos suecos tenían claro lo que sus seguidores querían, y no estaban dispuestos a defraudarlos. “The Pursuit Of Vikings”, puso a todo el personal a botar mientras no paraba de entonar su pegadiza melodía a la vez que el fuego (proyectado) crepitaba en los ojos del caso que portaba la batería del percusionista chileno Jocke Wallgren.
He de admitir que una de las sorpresas fue el poco peso que tuvieron las nuevas composiciones en el repertorio de esta noche. En cualquier caso, como muestra de cómo suenan sus nuevos temas nos ofrecieron la propia “The Great Heathen Army”, cuya portada presidió el escenario durante gran parte del show. Esos ritmos densos y compactos que tan presentes están en su último redondo serían los que marcaron “Heidrun”, que con su tempo marcial, sus fraseos melódicos y sus hímnicos estribillos y coros gozó de una muy buena acogida. Pero tal y como era previsible la temperatura en el local y la intensidad del respetable alcanzarían uno de sus puntos álgidos cuando la banda miró hacia atrás para acelerar el paso con una de sus viejas favoritas: un “Destroyer Of The Universe”, que sonó seminal y absolutamente devastador, haciendo que el público no parara quieto mientras Hegg volvía a pasearse por el filo del escenario como si fuera un comandante pasando revista a sus tropas.
Muchos fueron los momentos en los que Amon Amarth tiraron de galones, demostrando que son una de las bandas con más tirón actualmente. Y sin duda uno de ellos fue cuando con el escenario tiznado de azul nos invitaron a sumarnos a los cánticos de “Put Your Back Into The Oar”. Evidentemente, tampoco faltaron esos momentos épicos, que tanto nos gustan a sus seguidores, y que en esta ocasión alcanzaron el clímax en temas como “Cry Of The Black Birds”, con una banda completamente desatada, el escenario cubierto de un denso manto d e humo y Hegg espoleando al personal para lograr que el nivel de intensidad no decreciera.
Para el siguiente número de la noche, “The Way Of Vikings”, los miembros de la banda tomarían posiciones sobre las pequeñas tarimas para dejar que la parte central del escenario se convirtiera en la arena sobre la que se disputaron la vida dos guerreros. Acto seguido tocaba brindar por el guerrero vencedor, así que Hegg brindaría con todos los presentes antes de presentarnos el afilado e hiriente “First Kill”. Esas reminiscencias clásicas, deudoras del heavy metal más tradicional, se dejarían notar con fuerza en un tramo final que estuvo marcado por la rotunda pegada de “Shield Wall” con los guerreros saliendo a escena para formar a los lados de la batería.
Otro de los momentos de la noche, en el que los suecos se mimetizaron con sus seguidores, mostrando una conexión absoluta, llegaría durante el brindis que sirvió como presentación para una celebradísima “Raise Your Horns”, que se zanjaba con todo el personal cantando para poner un brillante punto y seguido al show. Pero no, todavía no había concluido la batalla, así que para ratificar definitivamente su conquista en tierras catalanas Amon Amarth optaron por la épica, dando buena cuenta de “Twilight Of The Thunder God”, con un monstruo marino apareciendo en escena para combatir con Hegg y el martillo que empuñó en una rotunda y apoteósica epopeya final.
Fue un buen concierto, Amon Amarth demostraron que el directo sigue siendo uno de sus puntos fuertes. Si, evidentemente, echamos en falta el espectacular montaje que hemos visto en algunos videos, y que por razones de espacio no pudieron llevar a su cita en la capital catalana. Pero cabe remarcar que musicalmente su descarga fue impecable.
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